A Dios rogando... y con el mazo dando

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A Dios rogando... y con el mazo dando
Autor: Mamerto Menapace, osb Editora Patria Grande, Buenos
Aires, Argentina
(autorizada la reproducción por la Editora Patria Grande)
Dice que Dios Nuestro Señor, una vez salió con sus ayudantes, como les dicen
en el campo a los Apóstoles y volvió a su tierra. Quería ver como andaba
aquello que Él había sabido dejar por acá.
Iban por esos campos de Dios. Tiempo de la inundación. De repente se
encontraron con un vasco, en esta zona hay muchos y el cuento esta dedicado
a ellos. Un vasco, vamos a ser sinceros, medio renegado.
Resulta que se le había empantanado el carro en medio de un lodazal grande
(peludo le dicen acá). Estaba el vasco con el barro hasta el anca, cinchando la
rueda. Bajaba a los santos y los volvía a subir, y decía muchas barbaridades.
Entonces San Pedro miró al Señor y le dijo: “Señor, castíguelo!!”, “¿Como?” le
pregunto el Señor, “Pedro, tanto tiempo de cristianismo y todavía no
aprendiste hermano? ¿Como lo voy a castigar al pobre hombre? Vayan todos a
ayudarle a sacar el carro”. “Pero no escucho lo que dijo?” “Que importa lo que
dijo! Lo importante es lo que hace! Vayan, vayan ayúdenlo”.
Fue Pedro con todos los apóstoles y les fue fácil sacar el carro. El hombre
parece que no agradeció mucho. Subió al carro y se fue.
Siguieron andando y por ahí che, otro lodazal grande como el anterior y esta
vez era un gringo quien se había atascado. El gringo, mas prolijito, estaba
arriba del carro también empantanado hasta el eje. Pero, desde arriba del
carro, el hombrecito se había puesto de rodillas y rezaba con mucha humildad:
“Señor Dios, vos que sois bueno, ayúdame, sácame de esta realidad. Mándame
a tus santos apóstoles y a los ángeles a que me ayuden y me saquen el carro de
acá, y siguió rezando así.” San Pedro pregunto al Señor:”¿Vamos a ayudarle?”,
“No” dijo el Señor. “No le ayuden nada”. “¿Como?” dijo Pedro. “Te digo que no
hay que ayudarle, vamos, sigamos”. Y siguieron y lo dejaron en el barro.
Claro, San Pedro se sentía autoridad en la Iglesia, pero tenía que hacerle caso
al Señor. Por ahí, cuando estaban medio alejados, San Pedro dijo: “Disculpenos
Señor, no es que yo lo quiera corregir a Ud., pero no entiendo que es lo que
pasó”.
“¿Cómo que no entienden que es lo que paso?”. “Si, al otro que era un
renegado, que estaba tratando de sacar el carro, si nos mando que lo
ayudáramos, y a este que puso toda la confianza en nosotros y nos rezaba y
nos alababa, a él no pudimos ayudarlo”. “Justamente”, dijo el Señor “el otro
hacía todo lo que el podía y por eso merecía ser ayudado. Este otro era un
cómodo, quería que nosotros le solucionáramos todo. No señor !! Que se baje y
que se embarre. Entonces le vamos a ayudar”.
A Dios rogando, pero también dando. Yo creo que tenemos, hermanos, que
hacer en la vida como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que en
definitiva todo depende de Dios. Todo depende si llueve o si no llueve. Eso lo
manda Dios. Hagamos como si todo dependiera de nosotros, pero sabiendo que
todo depende de Dios.
A Dios rogando y con el mazo dando...
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