MODELOS DE COMUNICACIÓN DEL APOSTOLADO PAULINO Después de haber reseñado los modelos de comunicación que se pueden describir en la historia del fenómeno comunicativo, observemos los casi cien años del carisma paulino para destacar el modelo de comunicación que ha sido escogido para la evangelización. El modelo de comunicación del apostolado paulino es fruto de algunas premisas, como: la idea de editor que tiene el P. Alberione, la búsqueda de la autarquía y la elección de la organización para la obra evangelizadora. Con estas convicciones, el Fundador adopta un modelo comunicativo de los medios de comunicación; es necesario preguntarse sobre la comunicación actual y preguntarse qué modelo debemos adoptar hoy. 1. Todo el proceso que se realiza en el apostolado paulino es una actividad “editorial” que imita a la Trinidad, a María reina de los Apóstoles y a la Iglesia: “El Padre celestial ab aeterno es el Editor del Hijo; el Divino Hijo, el Editor del Evangelio:… el Espíritu Santo es el Autor y el Editor de la Sagrada Escritura; María es la Editora del Verbo humanizado: …Edición y Editora es la Iglesia” (Vademecum, *919). Desde el inicio el P. Alberione definió en sentido teológico nuestra actividad editorial. “Editar” para el Fundador significa realizar siempre la misma actividad de María, o sea, dar a la luz al Hijo de Dios. “Editar” se explica recurriendo al sentido teológico del verbo latino “edere” que puede ser descompuesto en ex ducere, es decir “sacar desde adentro”. Así como María ha “editado” al Hijo en la encarnación, así el apostolado paulino lo “edita” para encarnarlo en cada lenguaje de todas las formas de comunicación. El apostolado paulino es una forma nueva de encarnación de Cristo. Como María, ha “encarnado” a Cristo, así los Paulinos “empapelan” (?) a Cristo; la representación del niño Jesús en la estatua de la Reina de los Apóstoles es la representación icónica de esta idea fundamental del P. Alberione (cfr. Vademecum, nn. 1051, 1078, 1296). En la explicación teológica de la edición paulina según el P. Alberione, encontramos tres claras convicciones. La primera consiste en que toda actividad editorial nuestra nunca es comercio, sino evangelización que se sirve de elementos humanos para producir efectos sobrenaturales. La segunda es: la actividad editorial es el testimonio de algo vivido y no es simple actividad profesional separada del resto de la vida personal y comunitaria. La tercera es: que la editorial paulina no se preocupa solamente por hablar de Dios a los hombres, sino también de los hombres a Dios con un método que continúa la encarnación. Así como el Hijo de Dios llega a ser hombre, del mismo modo se “reviste” de los lenguajes de la comunicación: no es la comunicación que se agota en Dios, sino Dios que se hace visible en la comunicación. De esta comprensión teológica del editor como persona que vive la experiencia de la fe y que extrae de sí para testimoniarla con la comunicación, brota otra convicción del P. Alberione: todos los elementos materiales que se utilizan para la editorial paulina (instrumentos para la redacción, para la producción y para la difusión) son vistos bajo una dimensión sobrenatural; puestos al servicio de la evangelización, llegan a ser “materia que produce efectos sobrenaturales”. La visión “sacramental” de todo elemento de la editorial, es un nuevo cántico de las creaturas que incluye sus “bienaventuranzas”, las “obras de caridad corporales y espirituales”, una “espiritualidad y prácticas de piedad” que destacan la dimensión apostólica de todo. Dado que la actividad editorial es “evangelización” y los medios de que se sirve son “sagrados”, el P. Alberione elabora la necesidad de la autarquía paulina: todas las fases de la evangelización deben ser realizadas como consagrados: escritores, técnicos y difusores “religiosos”, de modo que todo quede siempre a nivel de “predicación” y no de “comercio”. La inserción de los colaboradores laicos constituye un acto de “fidelidad creativa” que se lleva a cabo teniendo en cuenta esta visión del P. Alberione. La visión sobrenatural de la editorial de la editorial, paulina para que sea eficiente en la historia, debe transformarse en una inteligente “organización del trabajo apostólico”. El P. Alberione fue muy sensible a la necesidad de la organización porque vivió es un período histórico donde quienes construían la historia eran las “masas”, los “pueblos”, y no tanto los individuos. Si la actividad editorial paulina quiere lograr llegar a las masas debe servirse bien de los medios, de los lenguajes y de las leyes de los medios de comunicación que utiliza. La organización de la actividad editorial está íntimamente unida a los destinatarios a quienes se quiere llegar. Por esto el P. Alberione repite que nuestro apostolado tiene una dimensión “social” “Vuestro apostolado no mira solamente al progreso de los individuos, sino que tiende a formar una mentalidad nueva en la sociedad” (Vademecum, n. 1337). 2. La visión teológica acerca del editor paulino y la necesidad de la encarnación en la comunicación, son reelaboradas en el proyecto del carisma paulino integrando dos certezas. La primera es deudora de la comprensión que la Iglesia del tiempo tiene de la evangelización: la Iglesia efectúa un magisterio “docente” porque ha sido encargada de “enseñar” a los hombres las verdades de la fe. Para poder ser ”verdadera “evangelización” como la “predicación oral”, también la “predicación escrita” debe ser “docente” y por tanto nuestro Instituto es docente (Vademecum, n. 1023). La segunda es compartida por gran parte de los estudios de sociología de la comunicación del tiempo: quien es dueño de la prensa, es dueño de la mente de los lectores. El medio de comunicación es un instrumento poderoso sobre las masas, es casi como una forma de dominio sin reacciones; es como una inyección hipodérmica, o una seducción oculta. El modelo de comunicación que sostiene el carisma paulino y que se sirve de los medios de comunicación es, en sentido único, de la “transmisión” de un contenido. Sin embargo hay que precisar que el P. Alberione, a pesar de adoptar este modelo de la “transmisión”, lo interpreta con su sensibilidad pastoral que le permite dos correctivos importantes. Ante todo: precisamente porque el Instituto es “docente”, debe ser un maestro completo y predicar un Cristo integral: “Un Cristo fragmentado no nos restaura; el Cristo completo es resurrección, vida y salvación para todo el mundo. Realizamos un apostolado completo y santificador” (Vademecum, n. 1023). Esta necesidad explica la espiritualidad de Cristo Maestro Camino, Verdad y Vida que debe ser dado en el dogma, en la moral y en el culto a toda la persona, mente, voluntad y corazón. Además, desde el punto de vista comunicativo, el P. Alberione enseña al carisma paulino a tener en cuenta los “destinatarios”, sus exigencias, sus identidades y sus condiciones de fe. El “hacerse todo a todos” requiere atención a los destinatarios. 3. La existencia del P. Alberione se sucedió durante el progresivo surgir y la consolidación de los medios de comunicación en la sociedad, que ubican su modelo comunicativo en la “transmisión” del mismo contenido de uno a muchos (?). Los estudios sobre los sucesivos modelos de comunicación documentan que con el tiempo ha cambiado la actitud del “destinatario”, pero ha cambiado poco el modo de comunicar del emisor. Este cambio del público, con las debidas excepciones, no ha sido percibido por la Iglesia, ni por el P. Alberione. La presencia de los diversos medios de comunicación ha contribuido al cambio del fenómeno mismo de la comunicación, el cual se ha transformado de un “conjunto de tecnologías” para llegar a ser un “fenómeno complejo” y transformarse en una verdadera”cultura” inédita. Con la difusión en el uso social de las tecnologías del lenguaje digital, la comunicación se caracteriza por una creciente interactividad con diversas posibilidades por parte del destinatario. Cada vez más el modelo comunicativo de la “transmisión” evoluciona hacia un modelo “participativo” y la actual comunicación en red lleva a un modelo de comunicación entendido como “proyecto individual y/o social”. Teniendo presentes los cambios de los modelos comunicativos en la sociedad y después de haber recordado el modelo comunicativo elegido por el P. Alberione, llega el momento en que ustedes observen sobre cuál o cuáles modelos de comunicación está fundamentada la actividad apostólica paulina de hoy, empeñada en diversos grados en la comunicación con los medios de comunicación, con la multimedialidad y la comunicación en red. ¿Qué consecuencia tiene sobre la elección del modelo comunicativo de nuestro apostolado la evidencia el hecho que la Congregación, en sus medios de comunicación, está muy empeñada en la edición de revistas y libros, un poco menos en los audiovisuales y menos todavía en la multimedialidad y una presencia modesta en la comunicación en red? ¿Qué experiencia tienen ustedes de la colaboración de los laicos en la comunicación multimedial y en red? Partiendo del análisis sobre los varios modelos de comunicación que el apostolado paulino ha utilizado y está utilizando, cómo pensar la misión de la Congregación de ser “docente”? ¿Piensan que entre algunos modelos actuales de la comunicación de hoy y la misión de ser “docentes” hay oposición, resistencia, dificultades? ¿Cómo pensar en una “docencia” con estos nuevos modelos de comunicación (participativo y proyecto individual y social”? De los estudios de filosofía y de teología que ustedes han realizado o están frecuentando, les parece que la didáctica universitaria católica tiene en cuenta la evolución de los modelos de la comunicación en la formación de los sacerdotes diocesanos y en la preparación de catequistas y laicos comprometidos? ¿Piensan que la formación paulina que ustedes están recibiendo en la comunidad y que el compromiso apostólico se esté poniendo el problema de una formación para la misión en la multimedialidad y en la comunicación en red? ¿Cuáles son los aspectos positivos y cuáles son los problemas? ¿Qué sugieren ustedes en base a su experiencia?