dos casos de amor. - Hemeroteca Digital

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EL MUiNDO PINTORESCO.
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Una mañana por fin le escuché con mas gusto que otros comprendo, que ai espresarla, injurio á la muger virtuosa
dias, casi accedí á sus deseos, mas vencido por el cansancio que cifra su felicidad en el honor de su marido, en las carique por la voluntad; y él se apresuró á disponerlo todo para cias de su hijo; pero cuando conozco lo que debiera hacer,
una fuerza superior arranca los gemidos de mi corazón y
que no cambiase de parecer.
Accedí, pero accedí con una condición : antes de partir me impele á decir lo que quisiera ocultar á lodo el mundo,
á V.; lo que quisiera ocultarme á mi mismo. Perdóneme V.
debia despedirme para siempre de Julia.
Serafin sintió mucho no poderme disuadir, y consintió y acabe de escucharme con indulgencia.
después de empeñada mi palabra de honor, de que aquella
Yo he comprendido que la única ventura de la tierra es
tarde á las ocho saldríamos en el correo para Madrid.
el amor, y lo he buscado; pero sin encontrarle arrastraba
Aquella mañana sentí mi corazón en toda la plenitud de mis dias eñ la mayor indiferencia.
sus fuerzas para el sufrimiento, y esperé con calma la hora
No lo encontraba, porque yo quería un alma ardiente
de la última entrevista.
como la mía que pudiese sentirlo todo, adivinarlo todo, que
Llegó, porque todo llega en el mundo; y ni fin me hallé siguiese el vuelo de mí imaginación, que realizase ese sueño
de la fantasía, que lleva á los que no lo realizan, como be
en la habitación de Julia.
Su marido se había vislo obligado á abandonarla por visto por desgracia, ai suicidio, al escepticismo ó á la aloocho dias, llamado á un pueblo de la provincia por nego- nía ; yo quería todo esto y no lo hallaba, porque quería un
cios del mayor interés para su fortuna; y ya hacia cuatro delirio.
que la jóveii esposa vivía sola en su retirada habitación
La verdad era otra, la verdad de la vida es el amor que
gozando como siempre con las purísimas caricias de su llega al templo santo, que se postra ante el sacerdote, que
hijo.
recibe la bendición de Dios, que entra en la casa y la sanCuando me hice anunciar, dio la orden de que me con- tifica, que vive para sí y protege á los demás, y que lo pudujesen hasta el gabinete en donde recibía á los amigos de rifica todo, porque este don alcanza del Altísimo en premio
de la sumisión que le ofrece.
confianza.
Mi carácter le inspiró esta manera de tralarme desde el
Esta es la vida, y yo así lo he sentido cuando la he visto
momento en que nos conocimos.
á V., disfrutando de todos sus encantos; pero al sentirla la
Penetré, y un nuevo cuadro de su felicidad vino á mos- he deseado, y be comprendido que amaba.
trarme mas y mas cuan criminal era mi pasión.
Amaba y no podia ser correspondido.
Y este obstáculo enardecía mí deseo, y mí deseo me
Julia estaba sentada y con su pié derecho mecia la cuna
en donde Alberto, su adorado hijo, dorinia uno de esos sue- lanzaba hacia lo imposible, y me devoraba y crecía por
JOSÉ GONZÁLEZ DE TEJADA.
ños herniosos que nos embellecen en los felices dias de la instantes.
infancia.
He dudado mucho antes de decidirme á confesar mi
Al entrar yo, dejó sobre su falda la costura en que tra- senlimíento, pero mi fortaleza me abandona, y* el corazón
bajaba y me tendió la mano, que apenas me atreví á tocar trae á mis labios las palabras. Julia, todo este amor me lo
porque me abrasaba su contacto.
ha inspirado V., por V. lo he sentido, y V. es la que me
DOS CASOS DE AMOR.
—¿Qué dichosa casualidad trae á V. por aquí? me dijo con arrastra hasta el crimen, porque crimen es venir á arrebala mayor sencillez. Después de tanto tiempo sin venir, ya tar á un alma feliz la tranquilidad; porque crimen es desPlIB
había perdido la esperanza de que nos volveríamos á ver.
pertar siquiera sea el sentimiento de la compasión, en un
—Pensó y. mal, Julia, si llegó á figurarse que yo me alma para quien todo sonríe.
JULIO NOMBELA.
alejaría de Sevilla sin dar á V. un ailios. Sí no he venido á
Callé, y apenas me atreví á alzar los ojos del suelo.
ver á V. mis disgustos han sido la causa.
Mí cabeza se ardía, mí pulso temblaba.
—¡Oh! amigo mío, esas palabras me han dado á conocer
De pronto sentí una conmoción inmensa, y hallé la ma{Conlinuacion).
que piensa V. abandonarnos, y que sufre. ¿Puede una amiga no de Julia entre las'mias.
saber por qué?
Alcé la vista y encontré una mirada melancólica que
IV.
—¿Por qué? lo pregunté con la mas triste amargura.
cavó en mi corazón como la lluvia del estío sobre los abra—Si, Carlos, ¿por qué?¿no es V. joven?¿no tiene delante sados campos. Su voz sonó en mí alma como la fúnebre
ÜH l'ASO IMPHÜDEJtrE.
de sus ojos un porvenir risueño? ¿desconfía Y. de la.Provi- campana anunciaría á un padre entregado á los placeres de
í
dencia, que siempre vela por los que viven á su amparo?
una orgía la muerte de su nijo; su voz despertó mi concienTrascurrieron algunos días, que aumentaron mi desgra—Tiene V. razón: la felicidad me sonríe; pero con lodo, cia, rasgó la venda de mis 0|0s, y me recordó mis deberes.
ciada pasión, y ni los consejos de Serafín, ni las súplicas soy muy desgraciado...
Hé aquí lo que me habló sin separar su mano de la mia.
que me hi/o para que emprendiésemos un largo viaje, bas—¿Quién no sufre en el mundo, amigo mió? Vea V., yo
—He conocido, Carlos, que es verdad ese sentimiento
taron á separarme de mis pensamientos; de mis pensamien- que he probado los horrores de la probreza y que he llegado que V. me acaba de confesar, y porque soy su amiga, portos, que me hacían gozar y sufrir á un tiempo.
á la prosperidad ; yo que tengo un esposo que hace por mí que me inspira V. un afecto tiernísimo, voy á darle un conUna fuerza irresistible me condujo hasta la puerta de la cuanto pudiera hacer un padre por un hijo; yo que he sen- sejo, voy á devolverle razón por pasión. V. lo lia dicho ansanta morada donde vivían en paz Julia, su esposo y su tido la dulzura del cariño maternal, todavía tengo algo que tes: la imaginación nos hace delirar y debemos huir de los
anubla el cuadro de mi dicha, que oprimo mi corazón...
delirios. ¿Por ventura las heridas no se curan? ¿No tiene
adorado hijo.
—¿V., Julia?...
consuelos la Providencia para los que sufren? Créame V.,
Quise retroceder, pero detuvo mi paso la vibración metálica de la campanilla que mis manos trémulas habían lie—Si; pero seria ingrata sí me quejase. Las imaginacio- Carlos, abandone V. una quimera que hoy le ha hecho falcho sonar.
nes ardientes evocan mil fantasmas de felicidad ; se llegan tarme, aunque yo le perdono, y que mañana puede conduLa puerta .se abrió y entré. Un' criado me llevó hasta á convencer de que existen, y cuando so ven encerradas en cirle á V. á un fin desesperado.' .
una sala amueblada con la mas encantadora sencillez.
la esfera vulgar , aunque disfruten todos los goces que ella
Huya V. de mi vista, y el tiempo,curará ese
no
Lo primero que encontraron raís ojos fué el retrato de ofrece, siempre echan de menos nigo... esos recuerdos fan- quiero llamarle capricho, esa locura que hoy está apodotásticos que, cuando se apaga el fuego de la imaginación, rada de su buen corazón.
Julia.
A su lado estaba el de su esposo, cuyo rostro venerable se coiivierten en deseos , cuya realización pedimos al porLa amistad lo disculpa todo, y sus oraciones lo alcanzan
y cuyos cabellos, prematuramente blancos, me inspiraron á venir. Pero á esta enagenacion sucede la razón, y cuando todo. Las mías lograrán el consuelo do V.
me limito á mi mundo, á mi hijo y á mi esposo, soy la muger
la vez temor y afecto.
Apenas escuché estas palabras, dichas con acento afecSobre un velador había diseminados algunos juguetes mas dicliosa de la tierra.
tuoso, abandoné sus manos y me dispuse á salir precipique me recordaron al inocente Alberto, y con este recuerdo
—V. lo ha dicho, porque encuentra una familia que es tadamente.
vi desarrollarse ante mi vista un grandioso cuadro de feli- obra suya; pero yo, ¿qué me queda cuando desciendo de mi
Julia me detuvo.
cidad, puro, limpio y alegre como un cielo de primavera; inundo ideal?
—Veo, me dijo, que desprecia V. mi amistad, cuando dey que sin embargo iba á perder su diafanidad con mi liálí—Tal vez una muger que comprará su amor de V. con su biera agradecer mi comportamiento, y antes de una despeío envenenado; su dicha con mí sola introducción en él.
existencia.
dida eterna, antes que su coraron me deteste quiero que me
Una lágrima resbaló por mis mejillas y quemó mis
—No es posible.
oiga y deseo que me quiera.
labios.
—¿Por qué?
—Es inútil
la muerte
Aquella lágrima era la primera de mi arrepentimiento.
—Porque yo he sentido toda la felicidad del amor, y
—¡La muerte! Héahí loque V. busca sin querer, yendo
¡Cuan dichoso sería hoy en medio de mis desgracias, si cuando be querido realizarlo, he visto que quería un impo- á buscar lá vida, en donde piensa hallar la nada
la
no hubiera agolado aquel caudal precioso , último consuelo sible.
muerte es el amor criminal; pero no la muerte del justo á
que concede la Providencia aun á sus hijos mas ingratos,
—¡Oh! No lo crea V. Amará y será amado.
quien sonríe el cielo, si no una muerte desesperada, sin
jiorque es buena y se apiada de todos los que sufren!
—Amaré; pero no seré correspondido.
perdón y sin fin.
—No comprendo por qué.
Julia y su esposo se presentaron á hacerme la visita.
Voy á ser'franca con V., sin manchar la pureza de mí
¡Cuan hermosa parecía al lado de su protector, del pa—Porque yo amo, y la muger á quien he consagrado toda alma; voy á pagar confesión por confesión.
dre de su hijo, cubierta de una.modesta bata de muselina á mi vida, no puede, aunque quisiera, corresponder á mí loca
Si nos hubiéramos hallado antes de ahora, cuando mi
pequeños cuadros carmesíes y negros, y sencillamente pei- pasión.
corazón era libre, mi corazón hubiera sido de V.: hoy el
nada , sin mas adornos que sus abundosos cabellos!
Cuando mis labios pronunciaban estas palabras, mis ojos afecto de la gratitud, el deber, nos separan; pero no me
Al verme, tendió su mano hacia mí con la mayor cor- ardian.
impiden que quiera apartar del precipicio á un amigo, á un
dialidad y rae presentó á su esposo, anunciándole que me
Julia debia empezar á adivinar mi sentimiento, porque hermarto; y esto es lo que deseo. Figúrese V. por un insliallaba recien llegado á Sevilla, y que era el joven de quien sus mejillas se tiñeron de carmín y sus ojos se bajaron.
tante que, acogiendo ese amor que V. siente por mí, lo pahabían hablado algunas veces.
Nuestra respectiva posición comenzó á ser embarazosa. gase; ¿puede existir amor sin esperanza? ¡Ah, no! y la reaJulia quiso variar de conversación; pero en vano: vini- lización de la que pudiésemos abrigar, no solo á mí si no á
¿Comprendéis lo que es una visita de cumplimiento,
cuando se está delante de una muger á quien se ama, y de mos á colocarnos en el mismo puesto; y no pudieudo soportar los dos nos ruborizaría. Quiero creerlo así, porque le suquien la sociedad y la razón nos separan? Pues evitadme el deseo de confiarla cuanto sentía, para separarme de ella, pongo á V. bueno. Pero demos que nuestras almas desauna enojosa descripción, que harto sufrí las consecuencias al menos mas tranquilo, no tuve otro recurso que dejar en tadas rompiesen todos los lazos sociales, lanzándose á luchar con los remordimientos. ¿Qué sucedería? Creeríalibertad á mí corazón para que se espresase.
de aquella entrevista.
A mi salida, su esposo me manifestó la mayor simpatía
—Julia, querida amiga, le dije; muy poco tiempo hace mos ser felices y no comprenderíamos que nuestra felicidad
estrechando rni mano , y me ofreció su casa con esa fran- que nos hemos conocido; pero bastó el primer momento para era la fiebre que nos devoraba
El mundo nos parecería
queza y esa sinceridad que inspiran las acciones de los que que comprendiéramos nuestras almas. Sé que va V. á ofen- horrible, porque lo veríamos con los ojos de nuestra con-nunca piensan mal del prógimo, porque no serian capaces derse en cuanto la confie uno de mis secretos, el mas dolo- ciencia, dispuesto siempre á castigarnos; huiríamos del
de hacer el menor daño.
roso ; pero V. me perdonará y me escuchará con indul- suelo donde mecieron nuestra cuna, y en todas partes solo
La impresión que recibí al lado de Julia , Jas francas gencia : que no sea yo solo el que padezca.
miradas amenazadoras, solo remordimientos veríamos y
manifestaciones de su felicidad familiar, si asi puede de—Ya sabe V., añadí, en qué ocasión nos conocimos y el sufriríamos; y después de esa lid afanosa caería la ilusión,
cirse, la naturalidad de las confidencias que se escapaban afecto que despertó en mi alma su rostro bondadoso, su y la realidad nos separaría para hacernos odiosos, porque
de sus labios, apenas las sentía su corazón; todo contribuyó canto dulcísimo , sus palabras reveladoras de un corazón mutuamente nos echaríamos en cara lo que habíamos perá decidirme por raí mal, á empeñarme en una lucha terri- celestial; pero V. ignora que aquel sentimiento que nació dido. V. vería entonces en mí á la mueer infame que falla
ble en sus medios y desastrosa en su fin.
purísimo, mas aún que la brisa que raécia nuestros cabellos á los deberes; y al volver mis ojos á la sociedad pidiendo
Lo que pasé durante quince dias que viví sin verla , no cuando cruzábamos el río en la endeble barquilla, mas que compasión, me escupiría en el rostro, y al llamar a la puerlo podría espresar, porque fueron dias de fiebre, y un en- el velo azulado que se estendia sobré nuestras cabezas bor- ta de mi esposo me rechazaría maldiciéndome; y al querer
fermo nunca puede esplicar sus dolencias; solo puisde mos- dado de preciosas estrellas^ mas tarde dominándome, escla- estrechará mi hijo, á mi inocente hijo.,... huiría de mí
vizándome, se ha cambiado en otro mas ardiente, mas vivi- desconociéndome ú horrorizado por haber yo causado las
trar las huellas que le han dcyado.
Serafin me incitaba todos los dias á emprender su pro- ficador, pero mas doloroso para mí. Sí, Julia, yo comprendo penas de su padre
¡Ah! no, no, Carlos, amigo mío
que esta revelación me hace perder á los ojos de V., yo huya V. para siempre
yectado viaje, pero nunca acababa de decidirme.
Este cuadro es tan horrible coma
La segunda nada entiende
de guisar ni de zurcir,
pero liabla inglés, canta, borda
y nació junto al Genil.
Esta tiene cien parientes
y ningún maravedí,
aquella peina millones
y es mas fea que un mastín.
Pero viendo que tu exiges
con el disyuntivo ni
muger nacida sin padres,
que es un modesto exigir.
Buscando esta circunstancia
á las musas acudí,
que & Venus, liongo marino,
te quisieron adherir.
Esla es la mejor de todas,
y con cierto paladín
éii cierta red fué pescada
lial I ándese en cierta lid.
Elige, pues, caro Antonio,
que eliiumdo se encuentra así,
y es pedir muger sin fallas
luna sin manchas pedir.
Y no dudes ni un momento
que si doy con ella al íin,
por via de corretaje
la guardaré para mí.
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