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Tiempo Cobain; por Rubén Machaen
Rubén Machaen · Tuesday, April 5th, 2016
En muchas de esas madrugadas interminables de zapping frente al televisor, toparse
con un video de Nirvana suele ser una grata sorpresa: ahí, entre la somnolencia y la
nostalgia, observando a ese enfant terrible llamado Kurt Cobain, cuyo rostro de niño
rubio y risueño, ropa andrajosa y personalidad volátil quedó inmortalizado como la voz
de una generación que, aparentemente, nunca llegó a crecer –al menos no del todo- y
ahí, frente a una pantalla, recordar ese corto período de Cobain y su olor a espíritu
adolescente que el pasado 20 de febrero, de seguir vivo, cumpliría apenas 49 años.
Nació en 1967 en Aberdeen, estado Washington. Flemático e introvertido, durante su
infancia tuvo sólo dos pasiones: música y pintura. Su acercamiento a la primera se dio
gracias a su padre, Donald, un hombre displicente más preocupado porque su hijo
practicara algún deporte a que se involucrara con la música. Allí, en el trailer que su
padre tenía por casa, Kurt recibía mensualmente algún LP –Led Zeppelin, The Beatles,
AC/DC y The Ramones– por alguna suscripción a alguna revista que nunca recordó.
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Hijo de padres divorciados, declaró en 1993 haber sentido lástima y odio por la
situación de sus padres. “Recuerdo sentirme apenado, triste por mis padres. Me
avergonzaba compararme con mis amigos de la escuela, porque yo ansiaba pertenecer
a ese tipo de familia clásica (…) odié a mis padres durante años por esa razón”. Desde
los siete años cambió de domicilio paseándose entre las casas de sus padres y sus tíos.
A los 14 años tuvo su primera guitarra y –según cuenta en su biografía- en una semana
aprendió todos los acordes después de cuatro infructuosos años probando la batería.
Desde entonces buscó formar una banda. Conoció un contemporáneo de la calle
Young, Krist Novoselic, con quien dio vida a la agrupación Fecal matter influenciados
por el punk/rock que marcó la década de 1970. En 1989 conformó un trío junto a Krist
Novoselic (bajo) y Chad Channing (batería) y grabaron Bleach, un disco hecho bajo el
ínfimo presupuesto de 600 dólares bajo el sello de la disquera Sub Pop Records.
La voz de una generación
Pero no fue sino en 1991 cuando las mieles del éxito, los excesos y la siempre
inesperada fortuna ocurrieron. Su segunda producción discográfica titulada
Nevermind, se transformó en el himno de una generación que se vio identificada al
ritmo de acordes distorsionados, letras intensas y adolescentes y una voz ronca y
contestataria que devino en un nuevo género musical: el grunge.
El tema que marcó hito en la década de 1990 fue Smells Like Teen Spirit, que la
cadena MTV hizo sonar hasta la saciedad. Tras ello, Kurt Cobain, Krist Novoselic y
Dave Grohl – el nuevo baterista de la banda- se alzaron como los héroes de jeans
rotos, cabello largo y música de garaje que lograron hacer sonar en la radio todos los
sencillos de Nevermind como Come as you are, Lithium, Lounge act, On a plain y
Territorial pissings y hacerle franca competencia a agrupaciones consolidadas y
–según los eruditos de la música- más sólidas musicalmente como Soundgarden,
Smashing Pumpkins, Pearl Jam y Sonic Youth.
Comenzaron las giras, entrevistas y presentaciones. También los vicios y las juergas
que van de la mano del calificativo de rock star. En 1992 grabaron Incesticide, disco
que pasó sin pena ni gloria por los anaqueles de las discotiendas, hasta que en 1993,
Nirvana volvió a la carga con In utero, un disco de 12 canciones en el que la banda
retoma el grunge ingénito de los tiempos de Bleach rescatando aquellas líricas
adolescentes y contestatarias pero, esta vez, con cierta retórica profunda —e incluso
poética— en temas como Heart shaped box, Frances Farmer will take her revenge on
Seattle y la sentida All Apologies.
Ese mismo año, el 18 de noviembre en la ciudad de Nueva York, grabaron el disco
Nirvana Unplugged. Alejados de las guitarras eléctricas, las distorsiones y la masacre
de los instrumentos después de cada concierto, Cobain, Novoselic, Grohl y el nuevo
guitarrista Pat Smear, se encontraron con el público en una sala tan sobria como
fúnebre. La decoración con ramos blancos, cortinas rojas y una lámpara de salón
ambientó la interpretación de ocho de sus temas y cuatro versiones (The Vaselines,
David Bowie, Mead Puppets y Lead Belly).
Estaba previsto que el disco acústico fuese lanzado a mediados de 1994. En el ínterin,
Nirvana hizo una gira en Europa donde Cobain, hipocondríaco y depresivo desde su
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adolescencia, fumador empedernido y asiduo a la heroína, se hizo de un cóctel que
puso fin a la agenda de la banda y lo internó en una clínica de Roma por varios días
hasta su regreso a Seattle. Una vez de vuelta, inició una terapia de desintoxicación de
la que se fuga a los pocos días.
Vagando por las calles de Seattle se hace de un rifle con el que decide, el 5 de abril de
1994, volarse la cabeza en el invernadero de su residencia. El 8 de abril su cadáver es
descubierto por un técnico electricista que visitaba el lugar.
El suicido, la hipótesis y la no aceptación
Poco antes de la desaparición de Cobain, su pareja Courtney Love contrata a Tom
Grant, un investigador privado cuya misión era dar con el paradero del líder de
Nirvana. Una vez fracasada su tarea y con la opinión pública revuelta ante la muerte
de uno de sus ídolos, se corrió un rumor según el cual Cobain no fue cómplice de su
muerte: en el cuerpo del músico se encontró una cantidad de heroína considerada tres
veces la letal, por lo que el disparo estaría de sobra.
Las vigilias de miles fanáticos frente a la residencia de Cobain no se hicieron esperar.
Altares improvisados, suicidios colectivos y frases lapidarias escritas como Grunge is
not dead (El Grunge no ha muerto) escritas en grafiti estaban a la orden del día y el
mercado supo hacer de las suyas colocando el Nirvana unplugged en todas las
disqueras del país. Así murió y el hombre y nació la leyenda.
Entre 1995 y 1996 salieron a la luz From the muddy Banks of the Wishkah y From the
Muddy Banks of Murray, ambos compactos de canciones interpretadas en vivo y en
distintos conciertos.
La fanaticada se negaba a perder a su ídolo.
Investigación televisada
Para algunos, la carta suicida de Cobain hablaba por sí misma. Esgrimían que
empezaba con un tipo de letra y terminaba con otra; que no tenía coherencia; que no
serían las palabras de alguien que desea morir y pare de contar.
Apenas cuatro años después de su muerte, en 1998, el cineasta y documentalista Nick
Broomfield publica el documental Kurt & Courtney donde, mediante entrevistas a los
allegados a Cobain , busca desentrañar los detalles de su muerte. Parte de los
argumentos se basaron en el poco apoyo que la viuda Cobain aportó a la historia y
cómo se negó a que la música de Nirvana fuese utilizada en la producción.
Aunado a esto, uno de los entrevistados fue “El Duce”, músico que afirmó que Love le
ofreció 50 mil dólares a cambio de la vida de su esposo. Dos días después de sus
declaraciones, apareció su cuerpo aplastado por un tren.
El documental de Broomfield iba a ser mostrado en el Festival de Cine Sundance, pero
su proyección tuvo que ser suspendida ante la amenaza de acciones legales por parte
de Courtney Love. Ante esto, Broomfield se ingenió un nuevo final: un discurso en la
ACLU (American Civil Liberties Union) donde ironizó la presencia de la viuda del líder
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de Nirvana como conferencista invitada después de haber cuestionado y obstaculizado
la libre expresión. Broomfield fue retirado del salón por Danny Goldberg, antiguo
manager de Cobain.
Luces, cámara, interrogación
Gus Van Sant, director de producciones como Elephant y Paris Je T’Aime, realizó en
2005 Last days, un relato ficticio de los últimos días de un personaje aparentemente
músico, aparentemente abstraído y aparentemente suicida interpretado por Michael
Pitt. En la cinta no se menciona a Nirvana ni a Cobain. Hecha a base de pocos
diálogos, silencios que hablan por sí solos y la –incluso escalofriante- semejanza física
entre Blake (nombre del personaje principal) y Cobain, le tejen al espectador una
maraña de fantasías y conjeturas sobre la muerte de ese joven hipocondríaco, de
recurrentes ulceras y delgadez extrema que un día hizo una banda exitosa; otro tuvo
éxito y un último decidió morir.
Es ese último día el que el público se niega a aceptar.
Hoy, a 22 años de su muerte, basta recordar su figura, enhiesta y eufórica con la
guitarra y el micrófono. Congelar la imagen y colocarla en el palco de los músicos que
revolucionaron el mundo y se fueron a los 27: Brian Jones, Janis Joplin, Jim Morrison,
Jimmy Hendrix y Kurt Cobain.
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on Tuesday, April 5th, 2016 at 2:00 am and is filed under Artes
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