Sinaloa 1909: la oposición a un candidato

Anuncio
Sinaloa 1909: la oposición a un candidato
empresarial
Arturo Carrillo Rojas1
A mediados de marzo de 1909, Francisco Cañedo, rindió su tradicional informe
anual de gobierno a la Cámara de Diputados. En él señalaba que no había tenido
ningún conflicto con los supremos poderes de la República, y que las elecciones
de 1908 para diputados y gobernador se habían realizado sin complicaciones, al
igual que las de los ayuntamientos.
Entre lo más destacado en materia de obras públicas, señalaba los
trabajos de saneamiento del puerto de Mazatlán, la terminación del puente de
Culiacán (hoy Miguel Hidalgo), el edificio de la escuela Benito Juárez, los
avances en la construcción de la cárcel de Culiacán y la conclusión de una obra
de la cual se sentía orgulloso Cañedo, la comunicación por vía férrea entre las
dos ciudades más importantes de la entidad. En lo económico, destacó a la
agricultura como uno de los más poderosos elementos de riqueza con que
contaba Sinaloa.2
La estabilidad política y el avance económico que el veterano gobernador
había logrado después de tres décadas3 de dirigir los destinos de Sinaloa eran
innegables. Pocos se imaginaban que, en unos cuantos meses, la situación
iba a cambiar drásticamente. El 5 de junio de 1909 muere Cañedo, víctima
de una neumonía que había contraído dos días antes. En sustitución fue
nombrado gobernador interino el licenciado Heriberto Zazueta, convocando
el 14 de junio a elecciones generales y extraordinarias para elegir al
gobernador del estado que terminaría el periodo 1908-1912.4
A nivel nacional, esta noticia consternó al propio Porfirio Díaz quien veía
que el país se agitaba políticamente a raíz de la entrevista que concedió en
––––––––––––––
1
Director de la Facultad de Historia, UAS.
El Monitor, 15 y 16 de marzo de 1909.
3
Su larga trayectoria como gobernador de Sinaloa sólo se vio interrumpida en dos
ocasiones: de 1880 a 1884 y de 1888 a 1892, cuando estuvo al frente del poder ejecutivo Mariano
Martínez de Castro
4
El Estado de Sinaloa. Órgano Oficial de Gobierno (ESOOG), 11 de junio de 1909 y 18 de
junio de 1909.
2
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
diciembre de 1907 al periodista norteamericano Creelman, publicada en
México en febrero de 1908, abriendo la lucha por la sucesión del anciano
presidente.
Francois Xavier Guerra caracteriza la situación de la siguiente manera:
Como en todos los periodos de preparación de las elecciones presidenciales, la
actividad política renace, y con ella se multiplican los diarios y por todas partes, las
divisiones políticas. Cada grupo de las élites políticas, cada cadena de clientelas,
busca colocarse en la competencia por el poder. Es lo que había ocurrido en 18911892, cuando se aborda la reelección indefinida, lo que ocurre entre 1901 y 1904, y,
lo que sucederá después de 1908, en la crisis final del régimen. En estas épocas de
intensa actividad política es fácil que aparezcan grupos que pasan de la oposición a
una de las facciones de la clase política, a una oposición al sistema político en su
conjunto.5
Si en un principio los clubes liberales fueron la primera manifestación de
oposición al régimen establecido, en los últimos años de la década ocupan ese
lugar el reyismo en primer término y después el maderismo. Estas dos
corrientes van a tener injerencia en los conflictos políticos que se desatan en el
país durante 1909. En el caso de Sinaloa también se observa dicha presencia,
pero la dinámica de la lucha tiene que ver más con las fuerzas internas que se
enfrentan y lo que representa cada uno de los contendientes.
José Ferrel, candidato del bloque opositor se enfrenta a Diego
Redo, candidato del sector empresarial
Aún no pasaba la sorpresa por la muerte del gobernador y estando el cadáver a la
vista de todos, en los círculos políticos y empresariales se empezaron a manejar
sustitutos; primero tomó mucha fuerza el nombre de Heriberto Zazueta,
gobernador interino, también se mencionó a Jesús F. Uriarte y al general
Mariano E. Ruiz. Antes de que enterraran a Cañedo se manejaron otros nombres:
Diego Redo, Francisco Orrantia y Sarmiento, Juan B. Rojo, y por el contenido de
un telegrama se supo de uno más:
Entre los candidatos al gobierno de Sinaloa figura también el nombre del licenciado
José Ferrel que se dice lo apoyan algunos miembros de la Colonia Sinaloense de
esta capital.6
––––––––––––––
5
Francois-Xavier Guerra, México: del Antiguo Régimen a la Revolución, t. II, México, FCE,
1993, p. 32.
6
El Monitor, 8 de junio de 1909.
8
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
Para tener una idea de quién era el nuevo candidato, repasemos algunos
datos relevantes de su vida.
José Ferrel nació el 16 de noviembre de 1865 durante un viaje que
hicieron sus padres Francisco Ferrel y Aurelia Félix a Hermosillo, Sonora;
posteriormente regresaron a Sinaloa. Francisco fue una figura prominente en el
estado, destacado liberal que desempeñó los puestos más encumbrados en la
administración pública, extendiendo sus servicios al orden militar. Participó
como segundo en jefe en la sangrienta batalla de Álamos, donde sucumbió el
general Rosales; después dirigió el club revolucionario, donde participaban
Cañedo y Martínez de Castro, para impulsar la revolución del sufragio libre en
todo el estado; participó, también, en la batalla librada en la ciudad de Sinaloa
el 21 de enero de 1872, donde murió por herida de bala.
Al fallecer Francisco Ferrel dejó en la orfandad a varios hijos, que fueron
recogidos por sus tíos, doctor Juan Jacobo Valadés San León y Angela Félix,
quienes con sus escasos recursos se encargaron de educarlos sin solicitar
pensión alguna. El hermano menor de Juan Jacobo fue el periodista asesinado
en 1879, de nombre José Cayetano Valadés. De los doce hijos que tuvieron,
sólo sobrevivieron cinco, entre ellos Francisco Valadés Félix, quien sería el
principal apoyo de Ferrel en la campaña electoral.
Siendo casi un niño, Ferrel se alistó en la Armada Nacional, pero su débil
constitución no resistió los rigores de la Marina, y esta situación, unida a su
inexperiencia, lo llevó a dejar el servicio sin llenar previamente los requisitos
para darse de baja, por lo que fue reportado como desertor y, en consecuencia,
lo aprehendieron. El 20 de enero de 1891, el gobernador del estado, ingeniero
Martínez de Castro, fue informado de que había sido aprehendido por la
policía de Mazatlán el joven José Ferrel, por existir en su contra un aviso de la
Secretaría de Guerra, en donde lo denunciaba como desertor de la Armada
Nacional, por tal motivo se le puso a disposición del comandante militar para
que fuera remitido a Veracruz.
Aunque Mariano Martínez de Castro no lo conocía, por los informes y
solicitudes recibidos, aboga ante Porfirio Díaz para que sea puesto en libertad,
argumentando sus antecedentes familiares y personales. Díaz respondió a la
carta del gobernador diciéndole que pediría informes al Ministerio de Guerra y
trataría de hacer algo a su favor atendiendo a las circunstancias especiales, a las
cualidades que el gobernador le comunicara y a los antecedentes y buenos
servicios de su padre.7 En consecuencia, es dejado en libertad poco después.
––––––––––––––
7
Universidad Iberoamericana (UIA), Archivo Histórico (AH), colección Porfirio Díaz (CPD),
Leg. 16, exp. 6104, 20 de enero de 1891 y Leg. 16, exp. 616, 20 de enero de 1891.
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
9
¿Quién iba a pensar que este joven sería el principal opositor a la élite
cañedista dieciocho años después?
Después de su liberación se desempeñó en Mazatlán como dependiente
de comercio y a veces trabajó como gacetillero en un periódico; al parecer
tenía talento y facilidad para escribir, sin atacar nunca al gobierno federal pero
sí al gobierno local de Mariano Martínez de Castro; no obstante, el gobernador
lo justificaba por considerarlo efecto del brío de la juventud y porque esperaba
que "...pueda corregirse y llegar al porvenir literario a que quizá está llamado
por su regular inteligencia, no obstante ser un tanto cuanto desordenado,
encuentro en él al hijo de un ameritado amigo...".8
Ferrel era uno de los jóvenes que se reunían en el fondo de la Botica
Central propiedad de los Valadés; ahí conversaba con Manuel Bonilla, Esteban
Flores, Amado Nervo, Martiniano Carvajal y muchos otros que años después
conformaron la Sociedad Aurora y participaron en actos cívicos de carácter
patriótico y en funciones de beneficencia. Los deseos de externar sus ideas los
llevaron a tratar de conseguir una imprenta. Francisco Valadés se asoció con el
rico empresario y filántropo Andrés Avendaño, formando la sociedad
mercantil Valadés y Compañía Sucesores, donde Avendaño tenía el 60% de
las acciones y Francisco, con una cantidad menor, se hizo cargo de la dirección
del negocio. Compraron El Correo de la Tarde y recibían colaboraciones de
muchos personajes, entre ellas las de José Ferrel.9
En ese tiempo Ferrel radicaba en la ciudad de México donde además de
escribir diversos artículos en el diario oposicionista El Demócrata era
reconocido por “sus duelos peliculescos a los que acudía el público como si
fuera una función de gala”.10 Según Manuel Bonilla: “Su firmeza de
convicciones y sus luchas periodísticas le conquistaron el aprecio del
Presidente, siendo uno de los poquísimos hombres que le habla con lealtad al
Jefe de Estado”.11 Gracias a sus relaciones, fue diputado al Congreso de la
Unión en varios periodos, hasta que en una ocasión interpeló al ministro de
hacienda, José Yves Limantour y fue desaforado. Desde entonces, se separó de
la política, manifestándose enemigo del círculo científico por sus
especulaciones y tendencias para apoderarse del poder y servirse de él.
––––––––––––––
8
UIA, AH, CPD, Leg. 16, exp. 614, 20 de enero de 1891.
9
Dina Beltrán López y Marco Antonio Berrelleza Fonseca, A las puertas de la gloria. Las
elecciones de 1909 en Sinaloa, Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa-Difocur, 1997, pp.
60-63.
10
Ibíd., p. 63.
11
Ibíd., p. 68.
10
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
A los cuarenta y tres años, Ferrel era una persona sencilla, culta, con gran
experiencia, había viajado por Europa y era un escritor reconocido. Se le
conocía competencia y criterio en sus opiniones sobre las diferentes ramas de
la economía12 y se decía “... enemigo de que grandes propietarios gobiernen
políticamente sus ínsulas porque fácilmente, sin darse muchas veces cuenta de
ello, convierten su gobierno en un simple vigilante de sus intereses
personales.”13 Éste era, en síntesis, el personaje que desafiaba a los poderosos
de Sinaloa.
La noche del día 10 se había realizado una reunión política en el Círculo
Comercial Benito Juárez, con la intención de postular a Juan B. Rojo bajo la
denominación del Club Democrático Sinaloense. Antes de pasar a la elección
del candidato se nombró la mesa directiva,14 quedando como presidente el
doctor Martiniano Carvajal. Al pasar al siguiente punto, Herlindo Elenes
Gaxiola tomó la palabra y planteó que el club electoral se había formado para
postular a Juan B. Rojo. Al ponerse a discusión la candidatura de Rojo, uno de
los presentes, el joven Dámaso Sotomayor y Arellano, postuló a José Ferrel. Al
continuar las participaciones unos apoyaron a Rojo por su experiencia política,
pues había sido diputado en varias ocasiones e inclusive gobernador interino.
Por su parte, el escritor Heriberto Frías apoyó a Ferrel porque
[...] era bien conocido por la gente ilustrada, hijo de Sinaloa y joven con amor a su
estado... (añadió que contaba con la estimación del general Díaz) [...] que el señor
Rojo era una excelente persona pero que entrando al poder resultaba la misma
jeringa con otra tripa.15
Aunque a varios de los asistentes a la reunión les extrañó la infidencia de
Frías, y a pesar de que se argumentó que la Constitución local impedía a Ferrel
postularse como candidato, se llevaron a votación las dos propuestas,
quedando Ferrel con 15716 votos y Rojo con 56.17
––––––––––––––
12
Ibíd., pp. 68-69.
Ibíd., p. 66.
14
Los integrantes de la mesa directiva fueron: doctor Martiniano Carvajal (presidente),
Francisco Valadés (vicepresidente), Antonio Díaz de León (tesorero), Fernando Gregoire
(protesorero), licenciado Herlindo Elenes Gaxiola y Heriberto Frías (secretarios), licenciado
Fortino Gómez y Rosendo R. Rodríguez (prosecretarios), Ricardo Pico, Victoriano Sordia, Juan
Puga, licenciado Luis Rivas García, doctor Rafael Miranda, Ignacio Ramírez, José Gómez Llanes,
Alejandro Gil y Julio Ramírez (vocales).
15
El Monitor, 11 de junio de 1909.
16
Según El Monitor “esta candidatura fue preparada por parientes de Ferrel, quienes
llevaron a la reunión a todos sus empleados, preparando así de antemano todo lo necesario para
que hubiera mayoría de votos.” El Monitor, 11 de junio de 1909.
13
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
11
Martiniano Carvajal, al conocer el resultado, renunció a la presidencia del
club, pues él se había comprometido a apoyar a Rojo, la asamblea no quiso
aceptarle la renuncia y en vista de la decisión de la mayoría, finalmente se
inclinó por Ferrel.18
Otras personas muy reconocidas en el ámbito político y empresarial19
renunciaron al Club Democrático por no estar de acuerdo con Ferrel como
candidato. El club sustituyó a los que tenían cargos de dirección: en la tesorería
puso al empresario Andrés Avendaño, como secretario a Gonzalo Pérez
Castillo y como prosecretario a J. Felipe Valle.20
A la semana siguiente de la muerte de cañedo, en los círculos políticos de
Culiacán se decía que el presidente de la República aún no decidía a quién
apoyar como candidato al gobierno de Sinaloa, aunque se manejaba que Diego
Redo, rico empresario de cuarenta años, residente en esos momentos en la
ciudad de México, tenía muchas posibilidades, pues era el candidato de “los
científicos”.21
Este empresario era hijo de Joaquín Redo y Balmaceda, quien llegó a
Culiacán procedente de Durango y se casó con Alejandra de la Vega, la cual
aportó como dote la fábrica textil El Coloso. Ampliaron el capital acumulado
con el matrimonio invirtiendo en la actividad comercial, agrícola, minera,
marítima e industrial. En 1878, construyeron el ingenio La Aurora, equipado
con moderna maquinaria importada de Estados Unidos. Joaquín Redo fue
senador por Sinaloa en varias ocasiones y sus hijos varones (Diego, Joaquín y
Alejandro) continuaron su ejemplo, ya sea desempeñando cargos políticos o
dedicándose a la actividad empresarial. Diego combinó ambas actividades.
Durante años la familia acumuló grandes extensiones de tierra al sur del
distrito de Culiacán, lo que les permitió, en 1903, establecer el ingenio de
Eldorado. El padre de Diego muere en 1904 y éste asume gran parte de la
responsabilidad de continuar los negocios apoyado por la familia.22
17
Según otra información, Ferrel obtuvo 112 votos y Rojo sólo 30. Beltrán y Berrelleza, A
las puertas…, p. 49.
18
Pocos días después Carvajal renunció al Club Democrático al lanzarse como candidato
Juan B. Rojo. El Monitor, 14 de junio de 1909. Otra versión da a entender que renunció ese día y
se nombró en su lugar al doctor Miguel Maxemín. Beltrán y Berrelleza, A las puertas…, p. 50.
19
Herlindo Elenes Gaxiola, licenciado Fortino Gómez, licenciado Luis Rivas García,
Ricardo Pico, Antonio Díaz de León y Juan Puga.
20
El Monitor, 11 de junio de 1909.
21
Ibíd.
22
Gustavo Aguilar Aguilar, La industria del azúcar, el caso de Navolato y Eldorado
(1890-1910), Culiacán, Difocur, 1994 y Arturo Carrillo Rojas, Los caballos de vapor. El imperio
de las máquinas durante el cañedismo, Culiacán, Cobaes, 1998.
12
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
El 11 de junio, en el Casino de Culiacán, estuvieron como candidatos:
licenciado Juan B. Rojo, Diego Redo, licenciado José Castellot, licenciado
Jesús Uriarte, general Mariano Ruiz, licenciado José Ferrel y el licenciado
Heriberto Zazueta. Al día siguiente se supo del apoyo que “los científicos”,
desde la ciudad de México, daban a Diego Redo; lo que ocasionó que todos los
aspirantes, con excepción de Ferrel, renunciaran a su candidatura para
disciplinarse a Redo.23
Diego Redo fue postulado el sábado 12 de junio por la noche en
Culiacán, en las instalaciones del Club Jacobino. Ahí se nombró la mesa
directiva24 que fue presidida por Jesús Almada. Con este acto se dio legalidad a
la candidatura del político empresario. A partir de ese día se formaron clubes
de apoyo en todo el estado, dirigidos en su mayoría por connotados hombres
de empresa, por ejemplo: Francisco Orrantia y Sarmiento en El Fuerte, Adolfo
Avilés en Mocorito, Francisco Echavarría en Sinaloa, general Cleofas Salmón
en Cosalá y otros por el estilo.25
Con esto quedaron sólo dos candidatos: Diego Redo, representante de la
facción cañedista, que contó con el apoyo de la mayor parte de la élite política
y económica, destacando, entre otros, Marcelino Almada, Teodoro Valenzuela,
Manuel Borboa, José Castellot, Julio G. Arce, Francisco Verdugo Fálquez,
Francisco P. Sánchez Velázquez, Blas Norton y Carlos López Portillo. José
Ferrel, representante de la facción de la élite política (de los niveles
intermedios y bajos) que no tenía posibilidades de ascenso; tuvo entre sus
principales partidarios a Francisco Valadés y Andrés Avendaño, propietarios
de El Correo de la Tarde, al conocido periodista Heriberto Frías, al licenciado
Carlos F. Galán, redactor de dicho periódico; además, destacaron Dámaso
Sotomayor, doctor Rafael Miranda, licenciado Rosendo Rodríguez, profesor
Felipe Valle, doctor Gonzalo Pérez Castillo y Agustín Sánchez, representantes
del gremio de abastecedores.
––––––––––––––
23
Esta información fue tomada del Diccionario Histórico y Biográfico de la Revolución
Mexicana, t. VI, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, México, Instituto Nacional de
Estudios Históricos de la Revolución Mexicana-Secretaría de Gobernación, 1992.
24
Presidente Jesús Almada, vicepresidente Antonio Tarriba, secretario Julio G. Arce,
prosecretario Enrique Peña, tesorero Fortunato Escobar, protesorero José H. Salazar, vocales
doctor Ruperto L. Paliza, licenciado Francisco Sánchez Velázquez, Amado Andrade, doctor
Cipriano Hernández León, Manuel Clouthier y Severiano Tamayo.
25
El Monitor, 14 de junio de 1909; 15 de junio de 1909.
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
13
La gente “decente” contra la gente “ordinaria”
Desde ese día comenzaron las campañas de uno y otro candidato, realizándose
mítines en las principales poblaciones del estado. Al inicio de su campaña,
Ferrel pidió audiencia al presidente de la república con la finalidad de
obtener el visto bueno para su candidatura, pero éste apoyaba a Redo.
La primera manifestación a favor de Ferrel, en Mazatlán, se realizó el día
20 de junio y se convocó
A los sinaloenses dignos de ser ciudadanos; a los obreros independientes de la
consigna vergonzosa, a los viriles jóvenes que no teman las amenazas gobiernistas
locales, ni reciban sueldo del gobierno, a los leales marineros y trabajadores que
quieran tener por gobernador a un hombre que sabe que el pueblo tiene hambre y
sed de justicia [...].26
Desde las ocho a las once de la noche entre cuatro mil y cinco mil
personas recorrieron las calles de Mazatlán, la impresionante manifestación
ferrelista fue precedida por un grupo a caballo dirigido por Felipe Gómez
Llanos. En diversos lugares públicos se detuvieron para que los oradores
dirigieran sus palabras a los manifestantes. El contenido de sus discursos
revelaba el sentir de los partidarios de Ferrel. En primer lugar se ubicaban
como dos clases diametralmente opuestas, la adinerada, la de los millonarios, y
la obrera, la humilde, la de los desheredados, el pueblo que luchaba por
libertad, democracia, paz, progreso, bienestar para los hogares y para impedir
que llegara un rico empresario a gobernar el estado.27
Contentos con el éxito obtenido, el doctor Miguel Maxemín y Heriberto
Frías telegrafiaron a Díaz para decirle:
Fiesta resultó sin precedentes en Sinaloa, en presencia de quince mil (sic) habitantes
espectadores que clamaban a usted y a Ferrel, sin exceptuar niños ni mujeres.
Respetuosamente felicitamos a la Nación y a usted por este triunfo de la
democracia. Ésta, será, señor, una de las mejores y más puras glorias del General
Porfirio Díaz.28
El órgano periodístico de la campaña ferrelista fue El Correo de la Tarde
y el periodista y escritor Heriberto Frías, uno de sus principales impulsores;
éste, siendo militar, publicó en 1893 por entregas su novela Tomóchic en el
periódico oposicionista El Demócrata, por lo que fue dado de baja del ejército.
Ferrel trabajaba en la redacción de ese periódico. Por su parte, los periódicos
––––––––––––––
26
Beltrán y Berrellleza, A las puertas…, p. 73.
Ibíd., pp. 74-79.
28
Ibíd., p. 81.
27
14
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
mazatlecos El Correo de Occidente y La Voz de Mazatlán apoyaron la
campaña de Redo, y su principal apoyo intelectual fue el licenciado Francisco
Verdugo Fálquez, abogado y catedrático del Colegio Rosales.29
La campaña ferrelista tomó un giro muy marcado de movimiento amplio
y popular, siendo excluidos los miembros de la facción dominante de la élite.
En la formación de los clubes democráticos ferrelistas se unieron en la misma
estructura los representantes de una fracción elitista no dominante, los nuevos
grupos sociales urbanos que hacían suyo el descontento existente en las zonas
mineras afectadas por el desempleo y en las rurales dominadas por los grandes
hacendados.
En Culiacán, el 23 de junio, al pasar una manifestación a favor de Redo
por el edificio del Colegio Rosales, un grupo de jóvenes que se encontraba ahí
manifestó su descontento a gritos, y por la noche los estudiantes Rafael Buelna,
José G. Heredia y Luis G. Orozco alentaron a los alumnos del Colegio Civil
Rosales a abandonar el internado para sumarse a una manifestación a favor de
Ferrel, lo que motivó la expulsión de Buelna del plantel, la consignación ante
las autoridades judiciales de Luis G. Orozco y la suspensión de los demás.30
El día 26 en Mazatlán, se realizaron concentraciones de ambos bandos;
según El Monitor, que apoyaba a Redo, desde temprano los ferrelistas
distribuyeron listones colorados y la gente que los portaba tenía derecho a
tomar cerveza gratis por ello, más tarde:
[...] ebrios, mugrientos, con su listón andaban en actitud de perdonavidas
vociferando majaderías, y, en una palabra, aquella era la turba que aclamaba a
Ferrel [...]
A las cuatro de la tarde, contrastando con la escandalera promovida y alentada por
El Correo, comenzó a reunirse en la Plaza de la República una enorme cantidad de
partidarios del señor Redo. Ni un solo ebrio, ni un solo individuo ordinario,
solamente gente decente se congregaba para recibir al verdadero candidato del
pueblo.31
Poco después de las seis llegó el tren donde venía Redo y se hizo un
desfile, pero al pasar por la cervecería donde estaban los ferrelistas “uno quiso
hacerse el guasón arrojando piedras a un rural, pero éste le aplicó unos sonoros
latigazos, que le quitaron las ganas de seguir la broma”.32
––––––––––––––
29
Ibíd., pp. 82-85.
Ibíd., pp. 109-112.
31
El Monitor, 28 de junio de 1909.
32
Ibíd.
30
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
15
Por su parte, El Correo de la Tarde mencionó que a la recepción de Redo
fueron los empleados públicos y los forzados, y que los rurales cargaron sobre
el pueblo.33
Ferrel se había lanzado a la lucha por la gubernatura confiado en la
declaración que le hizo expresamente Díaz en el sentido de que habría libertad
electoral, viendo con agrado que el pueblo se interesara en las luchas
electorales, por lo que él y sus partidarios confiaron en que se respetaría el
proceso y el resultado de las elecciones, pero al persuadirse de que las
autoridades locales perseguían a sus partidarios y ayudaban a su contrincante
empezó a mandarle reiteradamente al presidente las noticias de lo que pasaba
en Sinaloa, enviándole cartas, telegramas y recortes de periódico sobre la
situación que vivían en esos momentos. Al no obtener respuesta se desilusionó
y llegó a decir que Sinaloa podría ser el germen de toda una revolución.
Además de que los seguidores de Redo lo etiquetaron como reyista, se le
consideraba más franco y abierto que el propio Reyes, debido a que proclamó
abiertamente sus miras subversivas.34
Viendo el apoyo que tenía Redo de las autoridades, Ferrel publicó una
proclama a nivel nacional dirigida al jefe del Partido Científico José Ives
Limantour, que tituló "A las puertas de la Gloria", en la cual recordaba al
ministro de Hacienda la promesa hecha por Díaz al periodista Creelman, y lo
acusaba de ser un obstáculo para el cumplimiento de dicha promesa. En ella
resumió la situación que se vivía en el estado en esos momentos:
Las autoridades de Sinaloa preparan y encabezan recepciones a uno de los
candidatos; los rurales del Estado lo escoltan y cargan sobre las multitudes que lo
repelen; la policía urbana da guardia en su casa, provocando protestas por el
abandono en que se deja al resto de la ciudad, se prohiben las reuniones políticas,
con excepción de las que se verifican en honor del favorito; se suspenden las
diversiones públicas a su llegada a las ciudades, para hacer de él el centro de los
agasajos gubernativos; la prensa semioficial lo glorifica, con injurias tremendas
hasta para las familias de sus adversarios y los ayuntamientos escarnecen la ley
electoral, dóciles cómplices de la privanza.35
––––––––––––––
33
El Monitor, 29 de junio de 1909.
Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México. El Porfiriato. Vida política
interior, 2ª parte, tercera edición, México, Editorial Hermes, 1993, pp. 484-485, 828.
35
Beltrán y Berrelleza, A las puertas…, p. 90.
34
16
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
Según el archivo de José Ferrel,36 a partir de que se eligió candidato, los
clubes democráticos se crearon en todo el estado, en ciudades, pueblos, villas y
centros mineros. Incluso algunos se formaron fuera del estado y del país, como
en Álamos y Cananea, Sonora, y San Francisco, California. Este fenómeno fue
tal, que algunas mesas directivas de clubes redistas renunciaron en masa para
adherirse a clubes ferrelistas.37
Tratando de ubicar la orientación política de estos clubes, se puede
constatar que no estaban contra Porfirio Díaz, y el hecho de que en las
manifestaciones vitorearan al general Bernardo Reyes indica que hubo
relaciones con algunos de sus simpatizantes. A nivel de la dirigencia se
sostuvieron pláticas con el Club Democrático Central, dirigido por Benito
Juárez Meza, pero no se llegó a ningún arreglo porque se les exigía que Ferrel
hiciera declaraciones a favor del general Reyes, con lo que unían ambas
candidaturas; no se aceptó tratando de mantener separado el problema local del
asunto nacional de la lucha de los reyistas.
En los discursos y consignas de los dirigentes tampoco se podía encontrar
una filiación definida, pero sí es claro que buscaban la vía del “verdadero
progreso” que significaba el bienestar para todas las clases sociales y el respeto
de “los sagrados derechos del pueblo”; querían un candidato no ligado con la
administración pública de Sinaloa, porque era preciso arrancar “las viciosas
prácticas administrativas” para lograr el bien general y no para provecho de
privilegiados. Además, buscaban economía en el presupuesto, una positiva
instrucción popular, moralidad en la justicia y un estricto respeto a la ley,
incluyendo el respeto al voto.38 La contienda se vio como una lucha entre el
candidato de los ricos y el del pueblo.
Conforme pasaban los días, los artículos de El Monitor se hacían más
agresivos. Acusaban de chantaje a las acciones que realizaban los ferrelistas,
como el envío de telegramas a México, acusando al gobierno local de actitudes
represivas. También acusaban al Correo de decir mentiras al señalar que había
presión oficial y que se había vertido mucha sangre de obreros y que los
rurales, junto con los gendarmes, cargaban a cada instante contra el pueblo;
mencionaban que no había día en que El Correo dejara de hablar de asesinatos
––––––––––––––
36
Fondo Documental José Ferrel Félix (JFF), en poder del Archivo Histórico de la
Universidad Autónoma de Sinaloa (AHUAS), comprende documentación de los meses de campaña
para la gubernatura de 1909. Su ordenamiento dio lugar a la publicación, por parte de los
responsables del archivo, del libro A las puertas de la gloria. Las elecciones de 1909 en Sinaloa.
37
Beltrán y Berrelleza, A las puertas…, pp. 94-100.
38
Ibíd., 93-96.
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
17
en masa, de cacicazgos y atropellos, incitando al populacho a que recobrara sus
derechos.39
Los señalamientos contra los ferrelistas no terminaban: llegaron a afirmar
que los partidarios de Ferrel eran: “todos los vagabundos de ciudades y
campos; todos los ignorantes que se dejan llevar de la primera impresión,
sugestionados por palabras y conceptos que no entienden...”.40
También realizaron acciones de boicoteo a los actos del candidato
opositor. Al saber de la llegada de Heriberto Frías a Mazatlán por tren, los
redistas reunieron en la estación a un numeroso grupo de personas (según El
Monitor eran tres mil) y llevaron silbatos de barro y hojalata para dar una
tremenda rechifla a los ferrelistas ahí reunidos. Durante cerca de una hora
sonaron los silbatos boicoteando el mitin.41
Los ferrelistas denunciaron por diversos medios la presión oficial para
imponer a Redo; se prohibían manifestaciones y reuniones públicas,
encarcelaban a ciudadanos que se manifestaban partidarios de Ferrel, quitaban
la propaganda contraria, obligaban a la gente a firmar documentación en pro de
la candidatura oficial, y muchas medidas por el estilo.42
La imposición de Redo y el “triunfo” de los notables
Las elecciones se efectuaron el 8 de agosto. De acuerdo a la versión de los
ferrelistas hubo serias irregularidades en las elecciones, dejando testimonio por
escrito de ello en una serie de denuncias que en esencia planteaban:
• No dejaron votar a personas identificadas con el ferrelismo. Al decir su
nombre el voto era rechazado.
• Se compraron votos para Redo ofreciendo bebidas embriagantes y trabajo
seguro.
• Las amenazas para atraer los votos fueron otro de los recursos utilizados,
negándoles comestibles, a otros les quitaron sus terrenos, los amenazaron
de muerte, hubo casos en que a punta de pistola les quitaron los papeles a
favor de Ferrel y les hicieron firmar a favor de Redo.
• En algunas mesas de votación se constató que siendo alrededor de las 7:30
de la mañana ya tenían las urnas un considerable número de votos
registrados, sin que todavía fuera nadie a votar. En otras mesas a los
ferrelistas se les interrogaba mucho y no se les dejaba ejercer su derecho al
––––––––––––––
39
El Monitor, 3, 5 y 6 de julio de 1909.
El Monitor, 17 de julio de 1909.
41
El Monitor, 19 de julio de 1909.
42
Beltrán y Berrelleza, A las puertas…, pp. 116-118.
40
18
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
voto porque el presidente de la mesa y sus funcionarios decían que no
conocían al votante.
• Hubo votantes de Sonora que votaron por Redo y no se les objetó.
• En otros lugares pagaron la raya en el lugar de la votación y se les daba la
boleta para que sufragaran por Redo. A los que no querían votar como se
les indicaba llegaron a conducirlos a la cárcel.43
• También faltaron mesas electorales: en Mazatlán sólo pusieron seis
cuando había veintiún mil habitantes y correspondían una por cada mil. En
El Venadillo, distrito de Mazatlán, se instaló una sola mesa electoral donde
deberían votar veinte pueblos, haciendo un total de tres mil empadronados.
• En el centro del estado, Jesús Almada les dijo a los electores que los que
votaran por Ferrel saldrían del pueblo de Navolato.
• A los empleados del ingenio de Los Mochis los obligaron a votar por
Redo, si no, perderían el empleo.44
Al día siguiente de las votaciones, El Monitor45 dio la primera
información de los votos que llevaban contados al momento de editar: en la
capital la mayoría votó a favor de Redo: 2,083 contra 615. Señalaban que: “En
todos los distritos, a excepción de contadísimos lugares, el resultado fue
igualmente satisfactorio”. Las críticas contra los ferrelistas no cesaban,
argumentando que condujeron a menores de edad a votar, y que otros
pretendieron votar en todas las mesas.
El escrutinio se realizó a las cinco de la tarde, dando a conocer el
veredicto al día siguiente. En la versión oficial Redo ganó en todas las
poblaciones con excepción de Mazatlán (3 mil 310 Redo, 3 mil 514 Ferrel) y
Sinaloa (149 contra 778) y otros pocos lugares.
El total de la votación registrada hasta ese día era 19 mil 566 contra 8 mil
622, al día siguiente y conforme las horas pasaban, Redo incrementaba su
votación, dando un total de 27 mil 391 contra 11 mil 797. Por su parte, los
ferrelistas hacían público su cómputo parcial: 4 mil votos Redo y 8 mil Ferrel.
El incremento de las cifras oficiales no era muy coherente, por ejemplo,
el día 11 El Monitor señaló que los nuevos datos para el distrito de Culiacán
eran 9 mil 409 Redo, 805 Ferrel, teniendo el primero un incremento de 7 mil
326 votos y los ferrelistas sólo 190. Ese mismo día las cifras oficiales sumaban
––––––––––––––
43
Ibíd., pp. 130-133.
Héctor Carlos Leal Camacho, “Sinaloa durante la Revolución. El papel de los
intelectuales en la transformación social. 1909-1922”, tesis de licenciatura, Culiacán, Facultad de
Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa, 1997.
45
El Monitor, 9 de julio de 1909.
44
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
19
32 mil 927 contra 13 mil 733 y las cifras de la oposición señalaban 10 mil
contra 15 mil votos.
El 24 de agosto, la comisión especial revisora del Congreso del Estado,
formada por los diputados doctor Ramón Ponce de León, licenciado Ignacio
M. Gastélum y José Ramos presentaron su dictamen sobre el proceso electoral
del 8 de ese mes. La lista con los resultados oficiales quedó así:
DISTRITO
REDO
FERREL
Culiacán
El Rosario
El Fuerte
Mazatlán
Mocorito .
Concordia
San Ignacio
Cosalá
Badiraguato
Sinaloa
9 399
2 321
4 820
3 125
3 227
804
1 880
3 789
3 411
3 219
35,985
804
1 731
3 884
2 889
1 755
1 933
295
826
10
1 663
15,790 =
51,77546
Fuente: Elaboración de Arturo Carrillo.
A estas cifras había que sumar en Mazatlán tres votos a favor de Juan B.
Rojo, dos por el Dr. Martiniano Carvajal y uno por Miguel Retes. En Culiacán
hubo uno por Juan B. Rojo. La comisión revisora expresó que no obstante el
estudio escrupuloso que hizo de los expedientes de elección “no ha encontrado
en ellos ninguna de las irregularidades señaladas en las disposiciones de la Ley
Electoral...”, por lo que debe declararse gobernador electo a Diego Redo para
que termine el periodo constitucional.47 El Congreso aprobó el dictamen y la
sugerencia.48 Hubo ciudadanos que demandaron la nulidad de las elecciones
por las irregularidades presentadas. Al mismo Porfirio Díaz se le envió la
relatoría del fraude, pero no hubo respuesta a tales protestas.49
––––––––––––––
46
La lista dada a conocer por El Monitor días atrás presentó sólo tres diferencias con la
definitiva: en El Rosario aparecen 2,431 votos a favor de Redo y no 2,321, Concordia 811 en
lugar de los 804 por Redo y en Sinaloa 1,662 a favor de Ferrel, siendo la diferencia de un voto. En
total sumaban 51,902 votos. El Monitor, 18 de agosto de 1909.
47
Beltrán y Berrelleza, A las puertas…, pp. 148-149.
48
ESOOG, 25 de agosto de 1909.
49
Beltrán y Berrelleza, A las puertas…, pp. 150-152.
20
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
Un caso curioso fue el de Concordia, donde las cifras oficiales
preliminares daban a Redo 972 votos y finalmente aparecen menos; otro caso
es Mazatlán, donde habían reportado que en la ciudad había 3 mil 310 votos a
favor de Redo y al poner la suma de todo el distrito hubo una leve
disminución; pero lo más grave fue con los votos de Ferrel; en la ciudad ellos
mismos reportaron 3 mil 514 y al final aparecieron en todo el distrito 2 mil 889
votos. En los demás distritos los números a favor de Redo, crecieron mucho,
dando un total de alrededor de 36 mil contra cerca de 16 mil votos para
Ferrel.50
Lo evidente es que, pese a todas las artimañas, la votación para Ferrel fue
mucha y tuvieron que falsificar los expedientes de los resultados. De acuerdo
con un documento ferrelista, oficialmente en la ciudad de Culiacán habitaban
21 mil 614 hombres (las mujeres no votaban), de éstos hay que restar 11 mil
400 menores de edad, 116 extranjeros y 3 mil criminales, lo que representaban
14 mil 516 inhabilitados para votar; los votantes reales serían 7 mil 098. Por
diversas irregularidades 2 mil 260 dejaron de votar, así que fueron 4 mil 838
los que realmente pudieron ejercer su derecho, sin embargo, el cómputo oficial
señaló que votaron 9 mil 399 redistas y 804 ferrelistas y un rojista. 10 mil 204
votos emitidos, de lo que resulta que hubo 5 mil 366 votos inventados.51
El 27 de septiembre, Diego Redo tomó posesión como gobernador del
estado, y en su primer discurso delineó el programa de su gobierno, que
comprendía medidas de apoyo al grupo social que representaba, entre ellas:
aseguramiento de la paz y la prosperidad, consagrarse con empeño al trabajo,
moralizar la administración pública, corregir viejos errores, la supresión del
juego de azar y la limitación de las bebidas embriagantes, impartición de la
justicia de manera que los negocios no sufrieran retardos inútiles; en el terreno
educativo, establecer una escuela normal y crear dos más, eminentemente
prácticas, comercio y agricultura, para cambiar los antiguos procedimientos y
métodos viejos en estas actividades, apoyar la pequeña agricultura (para ello
impulsaría el fraccionamiento de terrenos, sobre todo de comunidad) y la
irrigación de terrenos, facilidades al área de comunicaciones, ayuda a la
Cámara de Comercio, no elevación de los impuestos, pero sí se revisarían las
leyes hacendarias.52
––––––––––––––
50
El Monitor, 10, 11, 14 y 18 de agosto de 1909.
Héctor Leal, “Sinaloa durante…”, p. 47, retomado de Gilberto López Alanís, El
Mercado Garmendia, Culiacán, Difocur, 1997, pp. 22-23, y Beltrán y Berrelleza, A las puertas…,
p. 142.
52
Beltrán y Berrelleza, A las puertas…, pp. 154-158.
51
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
21
Como conclusión. Podemos decir que fue evidente cómo, durante, y
después de las elecciones el apoyo del gobierno fue a favor de Diego Redo,
candidato de los empresarios, no permitiendo, en muchos casos, que la gente
votara si se conocía que estaban a favor del candidato opositor, limitando el
número de mesas electorales en los lugares de apoyo ferrelista y ubicando éstas
en distintos sitios de los anunciados, presionando y amenazando a los votantes;
pese a ello, recibió una cuantiosa votación que fue tergiversada por los redistas,
manipulando las cifras reales y, finalmente, el triunfo se lo otorgaron a su
candidato, fiel representante de la élite cañedista-porfirista.
22
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 28
Descargar