el imperio carolingio y la educación

Anuncio
LA HOJA VOLANDERA
RESPONSABLE SERGIO MONTES GARCÍA
Correo electrónico [email protected]
En Internet www.lahojavolandera.com.mx
EL IMPERIO CAROLINGIO Y
LA EDUCACIÓN1 (Parte III y última)
Aurora Flores Olea*
*Profesora de Historia en la FES-Acatlán
Maestra en Historia
Antes de la época carolingia, faltaban reglas comunes para la escritura, los rasgos
eran muy diversos, por lo que se dificultaba la lectura. Ya desde el siglo VII surgen esfuerzos en Irlanda e Inglaterra para mejorar la escritura. En el reino de Carlomagno se
impone la “minúscula carolingia” a partir de la Abadía de Saint-Martin de Tours, probablemente bajo la influencia de Alcuino;2 esta minúscula se caracteriza por la claridad y
distinción, mediante espacios entre letras, palabras y frases.3 Esta escritura se impone en
todo Occidente y es la base de la tipografía moderna, por lo que significó una verdadera
revolución en el arte de escribir.
Hubo abadías como la de Saint-Martin de Tours que en siglo IX puede considerarse como una verdadera casa editorial. Sus manuscritos se encuentran en toda Europa.4 Otros de los talleres de gran prestigio son los de Saint-Denis, Saint-Gall y Reims.
Así, se dota al Imperio de colecciones de libros, a base de un verdadero esfuerzo de
equipo. Gracias a los talleres no se perdieron parte de las obras de autores clásicos tan
relevantes como Julio César, Tito Livio, Virgilio, Lucrecio, Tácito, Cicerón, Suetonio,
Horacio, Ovidio. Es pues evidente la importancia de este trabajo para la cultura.
1
Aurora Flores Olea, La educación en el Imperio Carolingio, México, UNAM-Acatlán, 1997, pp. 23-30.
Wolff, op. cit., pp.40-43.
3
Jedin, Vol. III, op. cit., p. 156,
4
Wolff, op. cit., p. 46.
2
Mayo 25 de 2010
www.lahojavolandera.com.mx
EL IMPERIO CAROLINGIO Y LA EDUCACIÓN (Parte III)
Ahora cabe preguntar qué producen los “letrados” o intelectuales de la época. Su
obra es abundante. Las controversias religiosas les dan ocasión de escribir y polemizar
pero no tienen una mente filosófica; las discusiones no son de nivel elevado y hay poco
razonamiento pues se limitan a citar textos bíblicos y a los padres de la Iglesia para acumular datos contra los adversarios. No aparece por ningún lado un pensamiento crítico.
La mayor parte de lo que producen es literatura didáctica como: comentarios sobre la Biblia y las obras de los padres de la Iglesia con el fin de facilitar su comprensión;
escritos sobre la liturgia; modelos de sermones y vidas de santos como ejemplos a seguir. También abunda la literatura escolar para transmitir las “artes liberales”; los que escriben poesía siguen la métrica latina. También se escribe historia a la manera de crónica y anales, sin pretensiones literarias y algunas biografías.5
En el plano del pensamiento, la única excepción en cuanto a originalidad es Juan
Escoto Erígena que vive hasta el reinado de Carlos el Calvo y que conoce el griego y lo
traduce siguiendo la tradición irlandesa. Así, Escoto Erígena recibe la influencia de los
teólogos griegos. Escribe Sobre la División de la Naturaleza que es una síntesis que
asombra a sus contemporáneos por su audacia y novedad, aunque es objeto de condenación.
En suma, en el “renacimiento carolingio” no hay originalidad ni avance en el pensamiento; la base intelectual sigue siendo la de los padres de la Iglesia de la Antigüedad.
Por otro lado, los grandes centros de estudio se sitúan al norte y este del imperio;
también en Italia donde existen buenas bibliotecas. Ni Aquitania ni Provenza tienen
centros de estudio importantes. Es decir, que a pesar de los esfuerzos del rey, el movimiento cultural no alcanza a todos los ámbitos del imperio.
Otro aspecto digno de mención es la producción de los letrados laicos. En primer
lugar la aristocracia instruida es una minoría. En la primera etapa, la madre enseña a los
niños a leer en obras de piedad religiosa; también se les envía a las escuelas monásticas,
como hemos visto. Los que son enviados a la corte siguen con su enseñanza superior en
un medio propio. Tenemos el ejemplo del franco Eginardo que después de recibir su
primera instrucción en el monasterio de Fulda, a los diecisiete años es enviado a la corte
donde sigue sus estudios y después escribe la Vida de Carlomagno. Se le considera como un producto del “renacimiento carolingio”, porque escribe su obra en buen latín y
porque sigue el ejemplo de Suetonio (Vida de los Césares) para redactar la obra citada.
En conclusión, hay mucho menos literatura laica y la que se produce sigue la misma tónica que la clerical, ya que los laicos han sido formados por los clérigos.
La aristocracia iletrada que es una mayoría y que desconoce el latín, se interesa
en poesías épicas profanas; éstas se transmiten oralmente y, en los siglos posteriores (XI
y XII) darán origen a las canciones de Gesta.6
5
6
Ibidem, op. cit. pp. 67-81.
Riché, op. cit., pp. 264-271.
╣2╠
www.lahojavolandera.com.mx
EL IMPERIO CAROLINGIO Y LA EDUCACIÓN (Parte III)
Por lo que se refiere a la educación del pueblo, la preocupación de Carlomagno y
sus sucesores es que reciban una instrucción cristiana sólida; si se pide que los recién
bautizados adultos mínimamente conozcan dos oraciones esenciales del dogma (el Padre Nuestro y el Credo), eso nos indica la ignorancia religiosa de los fieles cristianos. Un
elemento importante de la enseñanza del cristianismo es la predicación por medio de
sermones. Se siguen usando los de los padres de la Iglesia y los que se componen en la
época (como los de Alcuino y Pablo Diácono) se inspiran también en autores del pasado como San Agustín, Gregorio el Grande o Beda. También se elaboran “vidas de santos” (hagiografías) como ejemplos a seguir.
De lo anteriormente expuesto se desprende que el proyecto educativo en particular y el “renacimiento carolingio” en general sólo influyen en la alta jerarquía eclesiástica
y en una minoría de la aristocracia laica.
A la muerte del Emperador en 814, el movimiento intelectual no se interrumpe.
Aparecen nuevos centros de cultura regionales importantes en el Loira y el Rin, en Borgoña; en el dominio germano-franco, Fulda; otros en Suabia. Pero las cortes carolingias
perdieron poco a poco su importancia cultural y la iniciativa la toman los monasterios7 y
la Iglesia, mejor dotada para seguir la tradición. La educación de los laicos sufre un retroceso cuando en 817 se ordena a los monasterios benedictinos cierren sus “escuelas
externas” aunque esto no se cumple totalmente; y permanece la tradición de las escuelas
catedralicias en las ciudades.
CONCLUSIONES
El “renacimiento carolingio” efectivamente es el nexo entre la cultura de la antigüedad clásica en el Bajo Imperio Romano y la producción patrística en la misma época; después de un largo periodo de decadencia cultural (siglos V al VIII), este renacimiento coloca un énfasis en el conocimiento del latín clásico con el objeto de asegurar
la interpretación de los textos de los Padres de la Iglesia y de la Biblia para consolidar el
pensamiento cristiano. El resultado será un avance acumulativo que ya no se detendrá y
que producirá sobre todo textos didácticos para la comunidad cristiana, como sermones
y la vida de santos, todos bajo una regulación a partir de la sede romana. Asimismo, se
iniciará un orden en la liturgia para un mejor control de la Iglesia y para disminuir la
posibilidad de brotes heterodoxos.
Necesariamente, pero de manera colateral, se vuelven a leer muchos textos de los
autores latinos de la antigüedad que por tanto tiempo se habían dejado de lado, y que
servirán de modelo para una nueva producción en el campo de la poesía, la biografía y
la historia.
Se retoma el estudio de las “artes liberales” como un programa avanzado, aunque
ajustado a las reales necesidades sociales; bajo este método de trabajo se forman mu7
Jedin, Vol. III, op. cit., pp. 213-289.
╣3╠
www.lahojavolandera.com.mx
EL IMPERIO CAROLINGIO Y LA EDUCACIÓN (Parte III)
chos intelectuales, clérigos y monjes, que redunda en una mayor producción en casi todos los órdenes. Esta producción no es espectacularmente innovadora, pero queda la semilla en el aspecto formativo que redundará en siglos posteriores.
También, el impulso que da Carlomagno a las escuelas monacales y catedralicias
es trascendente, pues reafirma su papel en la cultura y en el caso de las escuelas catedralicias, será el germen de la universidad medieval.
BIBLIOGRAFÍA
Doheaerd, R., Occidente durante la Alta Edad Media, Barcelona, Ed. Labor, S. A. (Nuevo
Clío, La Historia y sus Problemas, No. 14), 1974.
Fedou, R., El Estado en la Edad Media, Madrid, EDAF Ed, 1977.
Jedin, H., Manual de Historia de la Iglesia, Barcelona, Editorial Herder, 1980 (8 vols).
Jolivet, J., Filosofía Medieval de Occidente, México, Siglo XXI, 1982, (Ed. bajo la dirección
de B. Parain, Col. Historia de la Filosofía, Vol. 4).
Pfister, C., “Gaul under the Merovingias Franks. Narratibe of Events en The Cambridge
Medieval History. II The Foundation of Western Empire, Cambridge University Press,
1980.
Ramos, Luis, La Educación en la Época Medieval (Antología), México, Ed. El Caballito,
1985.
Riché, P., La Vie Quotidienne dans L'Empire Carolingien, France, Hachette, 1979.
Russell, J. C., “La población en Europa del año 500 al 1500” en Cipolla, C. M., ed. Historia
Económica de Europa (1), La Edad Media, Barcelona, Ed. Ariel, 1979.
Seeliger, G., “Conquist and Imperial Coronation of Charles the Great y “Legislation and
Administration de Charles the Great” en The Cambridge Medieval History. II The
Foundation of Western Empire, Cambridge University Press, 1980.
Slicher Van Bath, B. H., Historia Agraria de Europa Occidental (1500-1850), Barcelona, Ed.
Península, 1978.
Wolff, P. I., L'Eveil Intellectuel de L'Europe, Paris, Editions du Sevil, 1971.
╣4╠
Descargar