“Verdad y credibilidad” Lech Walesa el gran líder polaco, nos dice

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“Verdad y credibilidad”
Lech Walesa el gran líder polaco, nos dice que el rio de la ética, es decir el
de la no corrupción, tiene dos orillas: la verdad es una y la credibilidad la
otra; ambas contienen la potencia de la sociedad. La verdad sin credibilidad
es perniciosa así como la credibilidad sin verdad está vacía. Si las dos orillas
no son igualmente fuertes, todo se desborda y la sociedad revienta.
Siguiendo con este símil del rio, la fuente de donde nace nos indicara la
calidad del agua y su cantidad. Rafael Pombo poéticamente decía “el agua
que desde su fuente nació emposoñada ya” refiriéndose a cuáles son los
valores que animan a una sociedad. ¿Con que valores hemos nacido
nosotros y nacerán las nuevas generaciones? ¿Hacia dónde va el rio? ¿Qué
clase de sociedad anhelamos? ¿Qué país queremos para nosotros y
nuestros hijos?
Una de las orillas hemos dicho es la de la “Verdad”. Hoy el ser humano más
que en cualquier otro tiempo tiene como anhelo que la verdad le sea dicha,
que la verdad bajo la forma de honestidad, tenga vigencia en el manejo de la
sociedad y en el ejercicio del liderazgo. Cuando el ciudadano descubre que
la verdad recupera sus terrenos perdidos y se afianza, se va recobrando la
posibilidad de crear, bajo consenso, la pauta ética desde la cual puede
crearse una nueva sociedad. La verdad y la honestidad no solo demandan
inteligencia sino un desafío por conseguir la integridad que define la imagen
de una comunidad nacional renovada.
El servicio de la verdad es el camino que conduce al fortalecimiento de la
sociedad civil; sin él la participación como valor de la política no lograra
cimentarse y solo se llegara a vacías expresiones de agitación que a nada
positivo conducen. La carencia de verdad ha desembocado en corrupción;
por todos lados se acusa o se increpa y más aun se demuestra como el
ansia desaforada de poder no centrado en valores, el colocar los intereses y
recursos de la comunidad al servicio de intereses particulares han
conducido a una justa indignación de las comunidades.
Pero no basta conocer la verdad. Hacerla creíble depende de las actitudes
con que la acompañemos; no basta saber la verdad, hay que decirla. La
credibilidad es el único legitimador real de una verdadera humanidad. Bien
afirmaba el papa Juan Pablo II en la encíclica “ El esplendor de la verdad”:
“En el ámbito político se debe constatar que la veracidad en las relaciones
entre gobernantes y gobernados; la transparencia en la administración
pública; la imparcialidad en el servicio de la cosa pública; el respeto de los
derechos de los adversarios políticos; el uso justo y honesto del dinero
público; los medios equívocos o ilícitos para conquistar o mantener el
poder, son principios que tienen su base fundamental, en el valor
trascendente de la persona y en las exigencias morales objetivas del
funcionamiento de los estados. Una democracia sin valores se convierte con
facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como lo demuestra la
historia”
La política es el arte de decir la verdad y el político es el que encarna esa
verdad. ¿Qué criterios, me moverán a elegir el próximo presidente de los
colombianos? ¿Tengo una conciencia clara y recta de cuál de las
propuestas y de los candidatos tienen una limpieza de intención no
contaminada por la mentira y la corrupción?
Padre Pacho
[email protected]
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