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O RA C I Ó N Y E V A N G E L I Z A C I Ó N
EN T E R E S A D E J ES Ú S
OBJETIVOS:
1. Tomar conciencia del hecho de que no habrá evangelización si antes no existe una
experiencia de Dios.
2. No podrá haber evangelización sin evangelizadores, si no se escucha la llamada a
evangelizar y crece la espiritualidad apostólica de los creyentes. La nueva
evangelización trata de hacer presente el Evangelio en una sociedad alejada de
Dios, pero con más sed de Dios que nunca.
3. La nueva evangelización sólo la podrán llevar adelante aquellos que hoy vivan una
nueva experiencia de Dios, Amigo y Compañero del hombre, como vivió Teresa de
Jesús su relación con Dios.
1. EXPERIENCIA HUMANA: EN MEDIO DE UNA SOCIEDAD QUE SE ALEJA DE DIOS
La nueva evangelización no tiene únicamente como horizontes el mundo pagano,
sino una sociedad que «está de vuelta» del cristianismo. La indiferencia religiosa actual es
un estado al que muchos han llegado después de tener contacto con la fe cristiana. Para
estas personas, el cristianismo les resulta un discurso repetitivo y vacío que ya no
encuentra eco en sus conciencias. Por otra parte, muchos no guardan buen recuerdo de su
experiencia religiosa. El Dios que han conocido no ha sido para ellos gracia liberadora,
fuerza y alegría para vivir, fuente de sentido y esperanza.
En el arranque de la nueva evangelización hay preguntas que no hemos de ignorar.
Estos hombres y mujeres, aparentemente tan desinteresados por la religión, ¿ya no la
necesitan? ¿Qué queda en ellos de esta fe que un día habitó su corazón? ¿Cómo hacer
creíble a Jesucristo y acercar a Dios a estas personas que, habiendo oído hablar de El, hoy
le dan la espalda?
Subyace un interrogante: ¿Qué ha sucedido después de veinte siglos de
cristianismo? ¿Por qué el anuncio cristiano no es Buena Noticia para muchos? ¿Es
problema sólo de la sociedad actual? ¿O es que «la sal se ha desvirtuado» y «la luz ha
quedado oculta»?
A esta situación nos ha podido conducir lo siguiente:
1

Un pragmatismo exagerado: El desarrollo de la ciencia y la técnica ha introducido
un modo de ser y de pensar que sólo mira a la eficacia, el rendimiento y la
productividad.

Reducir todo a la pura razón: El hombre moderno piensa que con la fuerza de la
razón es capaz de resolver los problemas de la existencia. En la raíz de esta postura
está la convicción de que lo único que existe realmente es lo que se puede verificar
científicamente.

Sin vida interior: Un fruto del estilo de vida moderno es la degradación de la vida
interior. Hay quienes la consideran inútil. No pocos viven hoy ignorándose a sí
mismos, a pesar de que constantemente se están ocupando de sí, en lo exterior.

Falta de esperanza, acompañada muchas veces de pérdida de confianza. Las
personas ya no esperan nada de la vida, de la sociedad, de los demás. También se
manifiesta en una tristeza interior, falta de alegría de vivir; y en el cansancio: la
vida se convierte en una carga pesada, rutinaria…
El Sínodo de obispos celebrado en Roma en 2012, que el Papa Francisco ha
recogido en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, nos recuerda una convicción: la
acción pastoral de la Iglesia necesita ser animada y revitalizada por la experiencia mística
que vivieron los primeros discípulos de Jesús, para convertirse en auténtica
evangelización, es decir, en anuncio y comunicación de la Buena Noticia del Dios de
Jesucristo en medio del mundo actual.
2. ILUMINACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS
Vamos a dejar que la Palabra de Dios ilumine nuestro caminar. Lo vamos a realizar
desde la experiencia de encuentro, clave para sentir la llamada a la evangelización y
término nuclear en la espiritualidad teresiana.
Este encuentro con Jesús pasa por muchas vicisitudes, desde la resistencia de los
discípulos a la cobardía y la negación en los momentos de cruz y de dificultad. Pero en la
Resurrección alcanza su máxima intensidad y hondura, como encuentro pascual con Cristo
resucitado. Los discípulos reciben la paz, se sienten perdonados, restituidos de nuevo a su
ser más auténtico. Experimentan en el Resucitado el amor fiel de Dios que permanece
siempre. Descubren que Dios es el Salvador de la criatura humana. Y ello les lleva a la
necesidad de comunicar su experiencia, la Buena Noticia de Dios. Los evangelistas
terminan siempre los relatos de los encuentros con el Resucitado con su llamada a la
evangelización:
«Como el Padre me envió, también yo os envío»
(Jn 20, 21);
«Vosotros sois testigos de estas cosas» (Lc 24, 48);
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«Id y haced discípulos a todas las gentes» (Mt 28, 19);
«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda
la creación» (Mc 16, 15).
Este encuentro tiene los rasgos propios de la experiencia mística. Es una
experiencia fontal que transforma enteramente la existencia. Algo así como una
«iluminación» que rompe la imagen que los discípulos tenían del mundo, de Dios y de sí
mismos. Se derrumba su «mundo viejo» y nace algo completamente nuevo: una
experiencia de salvación y reconciliación inefable; la vivencia de la gratuidad total de Dios.
Así comienza la evangelización, como comunicación de esta experiencia. Lo dice
bien la 1Carta de Juan: «Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que han visto
nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acera de la Palabra, que es la
vida –porque la vida se ha manifestado, la hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la
vida definitiva, la que se dirigía al Padre y se ha manifestado a nosotros –esto que hemos
visto y oído os lo anunciamos también a vosotros para que también vosotros lo compartías
con nosotros; y nuestro compartir lo es con el Padre y con su Hijo Jesús, el Cristo» (1Jn 1, 13). Los discípulos comienzan a comunicar lo que viven a toros, «desde Jerusalén… hasta los
confines de la tierra» (Hch 1, 8).
3. ILUMINACIÓN DESDE LA PALABRA DE TERESA DE JESÚS
Para Teresa la vida cristiana o vida espiritual puede expresarse por la oración; es
decir, por la amistad que une al hombre con Dios. Por ello para Teresa la oración es una
fuerza comprometedora. Por lo mismo que al hombre le vive Dios, un Dios
“comprometido”, que ha optado por la persona.
Sin oración, el cristiano pierde su alma y se vacía de contenido. “Sepan que el tiempo que
estuve sin oración era mucho más perdida mi vida” (Vida 19, 11). Además, la oración es
presencia activa de evangelización y construcción de la comunidad de los creyentes. La
Iglesia es orante. Es contemplativa. Orar, y consagrar toda una vida a la oración, no es
ausentarse de la Iglesia ni de la humanidad. Es poner de relieve la nota primera y más
constitutiva de la comunidad nacida de Cristo y animada por el Espíritu. Por eso, una
iglesia y un cristiano conscientes y comprometidos con su vocación tendrán que hacer de
la oración-amistad la puerta y el camino de su voluntad de ser y de su propósito de estar
en el mundo.
Desde su experiencia de oración, vivida como encuentro, como trato de amistad,
Teresa sufre los males de la cristiandad y de la Iglesia: “grandes males y necesidades”, con
la ruptura protestante dentro y otros males fuera (cf. 5 Moradas 2, 11). Descubre en esa
realidad una llamada de Dios para actuar, y convoca a sus hijas de la comunidad de san
José de Ávila a unirse en esa misión urgente, imprimiendo un sentido apostólico en su
vida. Hablará de “ímpetus grandes de aprovechar almas” (Vida 32, 6), y está dispuesta a
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todo, a morir mil muertes “por salvar una sola alma de tan gravísimos tormentos” (Vida 32,
6).
Teresa señala cómo la oración lleva a un compromiso activo:
«Cuando yo veo almas muy diligentes a entender la
oración que tienen y muy encapotadas cuando están en
ella, que parece no se osan bullir ni menear el
pensamiento, porque no se les vaya un poquito de gusto y
devoción que han tenido, háceme ver cuán poco entienden
del camino por donde se alcanzan la unión y piensan que
allí está todo el negocio. Que no, hermanas, no; obras
quiere el Señor, y que si ves una enferma a quien puedes
dar algún alivio, no se te dé nada de perder esa devoción y
te compadezcas de ella… ésta es la verdadera unión con su
voluntad» (5 Moradas 3, 11).
«Para estos es la oración, hijas mías, de esto sirve este
matrimonio espiritual, de que nazcan siempre obras,
obras» (7 Moradas 4, 6). «Torno a decir, que para esto es
menester no poner nuestro fundamento sólo en rezar y
contemplar; porque, si no procuráis virtudes y hay
ejercicio de ellas siempre, os quedaréis enanas»
(7 Moradas 4, 10).
La oración tiene un contenido, una finalidad eclesial, aunque sea hecha en silencio
por el orante. Precisamente ella pone en marcha una «reforma» en la Orden del Carmen
con el propósito de «servir» a Dios ayudando a la Iglesia con su oración y la de sus hijas.
«Para que todas ocupadas en oración por los que son defensores de la Iglesia y predicadores
y letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío» (Camino de
Perfección –códice del Escorial- 1, 2; ver, además, Camino de Perfección –códice de
Valladolid- 1, 1-2; 3, 2-6; Fundaciones 1; Vida, 32, 6 y 9). Detrás de ese «Señor», la Santa ve
a la Iglesia de Cristo rota por el cisma (Camino de Perfección 1, 5). Y lo recuerda a las
carmelitas descalzas: «Vuestra oración ha de ser para provecho de las almas, pidiéndoselo
así al Señor y procurándolo de todas las maneras» (Camino de Perfección 20, 3).
El encuentro con un misionero, el P. Maldonado, despierta en Teresa su vocación
más genuina, la que había tenido siempre, que ella llamará vocación de almas: “Clamaba a
nuestro Señor, suplicándole diese medio cómo yo pudiese algo para ganar algún alma para
su servicio… y que pudiese mi oración, algo, ya que yo no era para más. Había gran envidia a
los que podían por amor de nuestro Señor emplearse en esto, aunque pasasen mil muertes. Y
así me acaece que cuando en las vidas de los santos leemos que convirtieron almas, mucho
más devoción me hace y más ternura y más envidia que todos los martirios que padecen, por
ser esta la inclinación que nuestro Señor me ha dado, pareciéndome que precia más un alma
que por nuestra industria y oración le ganásemos mediante su misericordia, que todos los
servicios que le podemos hacer” (Fundaciones 1, 7).
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Teresa descubre, en una experiencia profética, que ella “es para más”: “Andando yo con
esta pena tan grande…, representóseme nuestro Señor de la manera que suele y
mostrándome mucho amor, a manera de quererme consolar, me dijo: espera un poco, hija, y
verás grandes cosas” (Fundaciones 1, 8). Entenderá perfectamente lo que el Señor la dice:
ella, una mujer contemplativa, enclaustrada y enferma, recibe del superior General
permiso para fundar cuantos Carmelos pueda; y a partir de ese momento no cesará de
hacerlo: viajará y fundará iglesias, a la manera de Pablo apóstol. Los motores para llevar
esta empresa adelante son: Cristo amado hasta la locura, y un mundo inmenso privado del
anuncio del Señor y en espera de quien se lo anuncie.
Por otra parte, santa Teresa describe el valor apostólico de la oración de las almas
perfectas: «Si el que comienza se esfuerza con el favor de Dios a llegar a la cumbre de la
perfección, creo jamás va solo al cielo; siempre lleva mucha gente tras sí» (Vida 11, 4). Y
para demostrar la eficacia intercesora de la oración de petición, narra en su Autobiografía
algunas de las gracias que ella y las carmelitas consiguieron en beneficio de sus hermanos
los hombres.
4.
ILUMINAR NUESTRA VIDA
La oración, vista desde Teresa de Jesús como un “trato de amistad con quien sabemos
nos ama” (cf. Vida 8, 5), no nos puede dejar indiferentes ante la realidad. La oración nos
conduce a comprometernos y vivir la vida con un compromiso hacia los demás. Así:

Frente al pragmatismo, la oración nos hará caer en la cuenta de que el hombre está
llamado a cultivar su espíritu, para acoger el misterio y experimentar el gozo
interior

Frente a la pura razón, la oración nos hará ver que la ciencia no puede responder a
todos los interrogantes que el hombre se plantea, como a todos sus anhelos

Frente a una vida sin interior, la oración nos descubrirá que el ser humano necesita
adentrarse en su propio misterio y llegar al corazón de su vida, allí donde es total y
únicamente él mismo

Frente a la falta de esperanza, la oración nos hará descubrir la belleza de la vida y
la alegría del encuentro con Jesús.
Fr. Roberto Gutiérrez González ocd
5.
UNAS PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN
- Los hombres y mujeres de hoy, que parecen indiferentes ante la religión, ¿crees que
necesitan de Dios? ¿Cómo se les puede ayudar a descubrirlo?
- ¿Qué experiencia de Dios y qué rostro de Dios estamos comunicando? ¿Tiene que
renovarse esa experiencia y esa imagen de Dios? ¿Cómo?
5
- ¿Cómo podemos hacer nuestra oración más apostólica? ¿Cómo podemos hacer que
nuestro apostolado tenga más calado espiritual?
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