Sex Pistols fueron la única banda que habló con la

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LATERCERA Domingo 10 de julio de 2016
Sociedad
Espectáculos
John Lydon
Icono punk y líder de PiL
“Sex Pistols fueron la única banda que habló con
la verdad y todo lo que yo canté se ha cumplido”
R Uno de los cantantes más influyentes del siglo XX
R Aún mordaz y rabioso, critica a The Beatles, los
habla con La Tercera de su legado y de la visita con el
grupo que inauguró el post-punk.
Ramones y Green Day, pero ama a Mick Jagger, Chile
y Alexis Sánchez.
Claudio Vergara
John Lydon (60) sabía que dormía
con el enemigo. A fines de los 70,
cuando su liderazgo al frente de
Sex Pistols lo comenzaba a perfilar
como el rostro y la garganta más
paradigmática en la historia del
punk, sus más fieros antagonistas
no lo enfrentaban desde la elite, la
corona británica o el thatcherismo:
“Mis mayores enemigos eran los
propios punks”.
“Todos los prejuicios que existían en torno a mí no venían de músicos de otros estilos, ¡sino que de
la gente que decía profesar la misma filosofía que yo! Ellos empezaron a crear sus propias barreras y
conceptos de lo que era ser punk,
crearon reglas ridículas e hicieron
que muchos que querían hacerse
punks finalmente no pudieran. ¡Y
las reglas son para los tontos! Me
topé durante años con esta clase de
personas que no lograban entenderme a mí, que era el rey del punk.
Y por eso hoy los grupos punks son
todos una gran mierda”, reclama el
inglés, al teléfono con La Tercera
desde su tierra natal.
Luego que en 1975 se convirtiera
en el líder de los Pistols -tras ser fichado cuando el mánager que inventó al grupo, Malcolm McLaren,
lo vio con una polera que rezaba
“yo odio a Pink Floyd”-, John
Lydon se rebautizó como Johnny
Rotten, se confesó como un anticristo en el clásico Anarchy in the
UK, y puso su voz afilada en esa
descarga eléctrica que encarnó el
álbum Never mind the bollocks
(1977), el único que le bastó al conjunto para adjudicarse un espacio
en la cultura del siglo XX.
Pero la victoria fue tan apresurada como la derrota. Después de la
gloria fulminante, Rotten lo destruyó todo. Hastiado de ver como el
punk se reciclaba en mercancía y
en un estilo rehén de su dogmatismo, y de como su figura ganaba reputación de inepto y patán, decidió
volar hasta Jamaica para rastrear
otras inspiraciones, fue hasta una
radio londinense para hablar de
reggae y literatura, y fundó una
nueva agrupación, Public Image
Ltd. (PiL). De paso, diseñó las bases del post-punk: ese estilo que intentó escapar del ruido y los mohicanos para abrazar el ska, la electrónica, la militancia política y un
festín infinito de influencias, universo expansivo que agrupó desde
Joy Division hasta U2.
“Para mí, ser punk siempre fue estar en cambio permanente, trans-
RR John Lydon, ex Johnny Rotten, actual leyenda viviente. FOTO: PROMOCIONAL
formarse sin imitar a nadie. Cuando los Pistols se acabaron y formé
PiL, no me estaba distanciado de
nada, al contrario, por primera vez
me estaba acercando a la música
que realmente me gustaba. Y esa
experimentación es lo que me mantiene vivo, porque así se resume mi
vida, como un caos ambulante. Así
también es PiL”, define ante el grupo que viene el 14 de agosto al centro de eventos Blondie (Ticketek,
$25.000 general y $40.000 preferencial), a presentar su disco What
the world needs now.
Usted tuvo una infancia muy pobre y enfermó de meningitis. ¿Influyó eso en su personalidad?
Sufrir eso fue una de las cosas más
duras que me tocó vivir, pero sobreviví, aunque me haya dejado
con secuelas hasta hoy. Pero logré
superar algo que iba a matarme y
tan sólo eso me hizo pensar: ‘Di
siempre la verdad Johnny, nunca
mientas, porque el destino te está
dando otra oportunidad’.
¿Se imaginaba convertido en un
artista de relevancia?
SOBRE LOS FAB FOUR
“No me gustaban, sólo me
cautivaba uno que otro
tema. The Beatles jamás
habría existido sin Lennon,
pero él habría existido igual
sin los Beatles”.
Antes de los Sex Pistols, nunca había intentado cantar. Debido a mi
temor hacia los sacerdotes, pasé
toda mi vida evitando el coro de la
iglesia. Fui criado bajo el catolicismo, pero siempre les tuve mucho
temor a los curas, ellos se portaban
mal en Europa y en todos lados.
Fue adolescente en la década de
The Beatles y Pink Floyd. ¿Escuchó esas bandas que después el
punk intentó sepultar?
Sí, porque mis padres eran ávidos
coleccionistas de música. Los Beatles
siempre estaban sonando, ni siquiera les tenía que poner atención, porque estaban siempre ahí. Pero no me
gustaban, sólo me cautivaba uno
que otro tema. Además, The Beatles
jamás habría existido sin Lennon,
pero él habría existido igual sin los
Beatles.
¿Y los Rolling Stones?
Se nota que ellos aún se divierten
mucho. O sea, Mick Jagger aún tiene mucha energía, pero no estoy
tan seguro sobre el resto del grupo.
Siento que ellos están un poco perdidos y eso me da pena. Pero jamás
olvidaré que Mick nos hizo muchísimos favores.
Alto. Es real: Jagger cumplió un rol
clave en la fugaz sobrevivencia de Sex
Pistols. Cuando en 1978 el bajista Sid
Vicious –que moriría por sobredosis
un año después- fue acusado de asesinar a su novia, Nancy Spungen, el
líder de los Stones le pagó los abogados. “Siempre vamos a estar agradecidos de él. Sid tenía muchos problemas mentales. La paranoia era uno
de ellos y me siento culpable de haberlo expuesto a una situación tan difícil. Yo le presenté a Nancy y me
arrepentiré toda mi vida de eso”.
¿Cómo esos problemas influyeron
en Never Mind the Bollocks?
Aunque lo disfrutamos, hubo mucha
turbulencia. Lo peor fue que Sid contrajo hepatitis a causa del abuso de la
heroína y eso interrumpió una y otra
vez el trabajo. Yo resentí mucho que
él fuera un adicto, porque sentí que
estaba desperdiciando el tiempo de
todos. Era mi amigo, lo extraño, pero
debo decir la verdad: no fue un álbum
fácil de hacer, fue mucho trabajo, era
difícil mantenerse enfocado y había
tensión entre todos.
¿Por qué los Pistols siguen siendo un grupo tan citado?
Porque fueron la única banda que
habló con la verdad y todo lo que
yo decía ahí se ha ido cumpliendo,
en especial lo que tiene que ver
con política. Fuimos pioneros, no
había nadie antes, sólo un montón
de personas mayores de Nueva
York que leyeron demasiada mala
poesía. Por otro lado, escribíamos
de lo que nos pasaba, de nuestra
vida, un mensaje que ninguna banda neoyorquina entregó jamás.
¿Ni The Ramones o Television?
Están ok, pero no fueron relevante en ningún tiempo o circunstancia, no hablaban de cosas que sí importaban, como la vida de la gente que paga sus rentas y esas cosas.
No eran útiles, sólo unos adictos al
ego que querían hacerse famosos.
Eran unos intelectualoides. Yo lidiaba con la pobreza, con una realidad que no tenía nada que ver
con sus fantasías artísticas.
Hay muchos estilos a los que se les
ha asignado cierto espíritu punk,
como el hip hop o el grunge. También hay grupos como Green Day
clasificados de esa forma.
El rap habla todo el rato de lo mismo y al final sólo te demuestra que
no tienen idea lo que están diciendo. Sus cantantes llevan una vida
falsa, por tanto no pueden entregar
un mensaje real. Y Green Day no es
una banda, son apenas una muestra en vitrina sobre como ser punks
de fin de semana.
Ahora volverá a Chile, el país al
que vino en 1996 con Sex Pistols,
show al que le dedica muchas páginas de su última biografía.
Sí, porque esa vez tocamos cerca de
la casa de gobierno y fue muy fuerte conocer esos lugares. Vimos el
cambio de guardia y tratamos de no
olvidar las torturas, todo lo que la
gente sufrió en esos sitios. Es curioso que haya existido una fijación
militar cuando no habían pasado ni
10 años de la Dictadura. Y otra cosa:
cuando me enteré que Alexis Sánchez -que juega en mi equipo, el
Arsenal- era chileno, fue buenísimo. ¿Cómo no voy a sentir ese nivel de afecto por ustedes?b
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