“No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente”... Con estas palabras empieza El capitán Alatriste, la historia de un soldado veterano de los tercios de Flandes que malvive como espadachín a sueldo en el Madrid del siglo XVII. Sus aventuras peligrosas y apasionantes nos sumergen sin aliento en las intrigas de la Corte de una España corrupta y en decadencia, las emboscadas en callejones oscuros entre el brillo de dos aceros, las tabernas donde Francisco de Quevedo compone sonetos entre pendencias y botellas de vino, o los corrales de comedia donde las representaciones de Lope de Vega terminan a cuchilladas. Amanece. En un hospital, Luci está en coma. ¿Motivo? Un golpe de calor debido a un éxtasis, la droga de diseño más de moda. El chico que está enamorado de ella emprende una búsqueda contrarreloj. Tal vez, si logra dar con el camello que le pasó la pastilla a Luci, podrá salvarle la vida. En unas horas, todo se dispara, y cuantos conocen a Luci luchan por ella, pero también por algo más. El vértigo concluirá con la explosión final en esta historia trepidante y, por encima de todo, actual, demasiado actual. Campos de fresas es una novela realista sobre las drogas de diseño y las discotecas, su marco propagador, a través de una historia tan contundente como explosiva. Una inquietante carta, un número de teléfono y la noticia de la muerte de la nodriza de su tío despiertan la curiosidad de Antonio. Entonces decide convertirse en uno de los muchos detectives de las novelas que tanto adora. Pero el asunto es tan turbio y peligroso que no podrá resolverlo solo. Con la ayuda de Asín y Bembo intentará destapar un sospechoso negocio inmobiliario. Pero ¿podrán los tres jóvenes desenmascarar un caso de corrupción en el que está implicada gente de prestigio y mucho poder?