Artículos de Formación Cristiana

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¿Fui hecho para estar entre cojines?
TYLER BLANSKI
(de CatholicExchange.com)
La pornografía no es libertad de expresión. La pornografía es
perniciosa. Entonces, ¿por qué tantos hombres ven pornografía? Quiero
sugerir que la razón por la que tantos hombres ven pornografía no es
solamente la lujuria, sino el aburrimiento. Hermanos, si están batallando
con la pornografía es tiempo de hacerse una pregunta: ¿Qué habría hecho
Urías?
El relato de David y Urías
El relato de David y Urías es la historia de dos hombres y una mujer. Aún
más, es la historia de dos hombres y una batalla—y cada hombre está
llamado a pelear una batalla. En mi libro, Lodo y Poesía: Amor, Sexo y Lo
Sagrado, veo con detalle al rey David como un ejemplo de cómo la apatía y la
insatisfacción que resultan de no pelear las batallas a las que estamos
llamados a pelear nos meten en trampas sexuales. No fue la lujuria, sino el
aburrimiento lo que condujo a David por el mismo camino que hoy muchos
hombres han recorrido. Fue un sillón. Fue un día flojo de primavera y
demasiado tiempo libre. Escuchen:
“A la vuelta del año, al tiempo que los reyes salen a campaña, envió David a
Joab con sus veteranos y todo Israel. Derrotaron a los ammonitas y pusieron
sitio a Rabbá, mientras David se quedó en Jerusalén.” (2 Sam 11, 1).
La primavera es el tiempo de la siembra para las cosechas, de cavar nuevos
pozos, y de que “los reyes vayan a la batalla.” Todo el peso de la vitalidad
masculina de David cae sobre él, toda la energía primaveral para pelear las
batallas y defender a su reino se agita en su corazón, y aun así…se queda en
casa. El relato continúa:
“Un atardecer se levantó David de su lecho y se paseaba por el terrado de la
casa del rey cuando vio desde lo alto del terrado a una mujer que se estaba
bañando. Era una mujer muy hermosa.” (2 Sam 11, 2).
Toda la energía, la energía de un león, la energía primaveral que ningún
hombre puede enjaular sin matarla, solo domarla, toda esta energía se
acumula en el calor primaveral, y David está…solo viendo a su alrededor.
Mientras sus hombres pelean en el campo de batalla, David está apoltronado
en su sillón, sin descanso y aburrido. Y vean lo que pasa a continuación:
“David envió gente que la trajese; llegó donde David y él se acostó con ella”
(2 Sam 11, 4).
El nombre de la mujer es Betsabé, y es la esposa de Urías. Después de que
David “se acostó con ella”, Betsabé concibe. Dando marcha atrás, David
envía por su marido, Urías, quien está peleando la guerra de David para este.
David le pregunta a Urías cómo les va a sus amigos, cómo va la guerra, y le
dice que vaya a su casa y “lave sus pies”, lo que es una expresión antigua que
significa “acostarse con su mujer”. David espera con esto cubrir sus huellas.
¡Pero Urías no se va a casa y se acuesta con su esposa! En lugar de esto, se
duerme en la puerta de la casa del rey con sus sirvientes. David está
choqueado de que un soldado en descanso no se vaya a su casa con su propia
mujer. Pero escuchen la pasión y convicción en la respuesta de Urías:
“«El arca, Israel y Judá habitan en tiendas; Joab mi señor y los siervos de mi
señor acampan en el suelo ¿y voy a entrar yo en mi casa para comer, beber y
acostarme con mi mujer? ¡Por tu vida y la vida de tu alma, no haré tal!» (2
Sam 11, 11).
Desesperado, David lo emborracha. Pero aún así, Urías no se irá a su casa.
Está comprometido con el rey David y con Israel, enfocado en la tarea que se
le presenta. Finalmente, David lo manda asesinar en secreto y luego se casa
con su mujer, Betsabé, quien la da un hijo. “pero aquella acción que David
había hecho desagradó a Yahvéh.” (2 Sam 11, 27).
¿Hecho para estar entre cojines?
El relato de David y Urías es el relato de dos hombres y una batalla—y cada
hombre está llamado a pelear una batalla. Pero mientras Urías pelea en la
guerra, David está sentado en un sillón todo el día y termina durmiendo con
la esposa de Urías—y termina asesinando a un hombre justo para cubrir sus
fechorías.
Lo que aprendemos del relato de David y Urías es que los hombres no fuimos
hechos para los cojines, Necesitamos batallas que pelear. Necesitamos
causas y justicia y vocación y trabajo. El pecado atrae el pecado. El monstruo
que alimentas es el monstruo que crece. No solo fue la lujuria lo que condujo
al rey David por el camino que hoy recorren muchos hombres en sus
computadoras. Fue el aburrimiento. Fue un sillón y todo el tiempo del
mundo.
La pereza de David me hace acordar de unas pocas líneas de Marco Aurelio
en Las Meditaciones. Cuando no quieres levantarte de tu sillón, él dice que
debes tener presente este pensamiento:
“Me levanto a hacer el trabajo de un hombre. ¿Nací yo para el placer, para
sentir las cosas, y no para hacerlas? ¿Fui hecho para estar entre cojines?”
El rey David se acostó con la mujer de Urías por estar de mirón desde su
techo. Estaba viéndola desde su techo porque estaba caliente y aburrido y
cansado de estar sentado en su sillón. Y estaba cansado de estar sentado en
su sillón porque era primavera y mientras sus hombres peleaban por el reno,
él estaba confinado a sus cojines. David no estaba viviendo como un hombre,
sino como un bebé. Había cambiado la fiereza por una pequeña ganancia en
yardas. Él había cambiado una vida de abundancia espiritual por una vida de
escasez espiritual.
Y hoy en día muchos hombres han seguido el ejemplo de David con tiempo
libre abundante y una fuerte conexión a internet. Ha preferido los cojines al
campo de batalla, y han depuesto sus espadas y escudos y se han alejado del
combate espiritual. Han olvidado el grito de batalla de Urías.
¿Hecho para más?
Poseo un pequeño libro roto de John Steinbeck Viajes con Charley. Las
palabras de Steinbeck sobre la fiereza y la vejez en el capítulo primero me
recuerdan la pobre condición de David:
“No quería rendir la fiereza por una pequeña ganancia en comodidades. Mi
esposa se casó con un hombre; no veo razón de por qué debería tener a un
bebé en su lugar.”
Steinbeck tenía cincuenta y ocho cuando escribió estas líneas, y buscó
aventuras, no una televisión. Steinbeck quería vida. Y vida plena—y esto es
exactamente lo que Jesús nos dará, “Vida y Vida Abundante”.
El Reino de Dios no duerme. No hay sitio en la Iglesia para buscar refugio
tímido y seguro. La justicia se gana en el combate espiritual, en escribir
poesía, en servir a los pobres, en la vivencia de una paternidad y
esponsalidad cruciformes, en oración ante el Santísimo Sacramento. El
Reino de Dios y su Justicia no se encpontrarán entre los cojines. Así que
“busquen primero el reino de Dios y su justicia (Mt 6, 33). Carga el campo,
considera la pereza y no imites sus caminos.
La pornografía no es libre expresión. La pornografía es perniciosa. Así que
¿por qué tantos hombres se instalan en la pornografía? Quiero sugerirte que
la razón para que tantos hombres se instalen en la pornografía es porque se
rinden a la pereza espiritual. Al igual que David, se olvidan de que son
llamados a ser guerreros espirituales en el campo de batalla del corazón
humano. Hermanos, si ustedes se encuentran inquietos y aburridos,
solitarios o desocupados, por amor al Reino es tiempo de hacerse una
pregunta: ¿Qué haría Urías? Si estás luchando con la pornografía, por tu
alma es tiempo de unirte al grito de batalla de Urías: “¡No haré tal!”
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