Alerta por las demandas ambientales

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Alerta por las demandas
ambientales
Por: Gabriel Macchiavello
El régimen del nuevo código es concordante con la responsabilidad objetiva que rige
hoy en materia ambiental. Aunque es conveniente que la autorización administrativa
sea un elemento de peso a la hora de evaluar la responsabilidad ambiental de una
empresa. De lo contrario, no hay incentivo para obtener un permiso o autorización.
Es errado imponer responsabilidad en caso de actividad riesgosa no sólo a quien
genera un daño, sino también a quien se sirve u obtiene provecho de ella, por sí o por
terceros. Se introduce así la responsabilidad por acciones u omisiones de sus
proveedores, clientes, transportistas, etc., respecto de situaciones sobre las cuales
seguramente no se haya tenido ningún tipo de dirección ni control.
Los cambios introducidos no favorecen particularmente el clima de inversiones, aunque
al haberse suprimido la responsabilidad por daños a los derechos de incidencia
colectiva, el nuevo código no varía del anterior. Al inversor no le preocupa que exista
legislación ambiental, menos aún al extranjero, porque en sus países de origen ya
tienen estrictas normas ambientales que rigen su actividad. Lo que sí preocupa a los
inversores es que se sancionen normas ambiguas y que su interpretación dependa de
un funcionario o juez de turno.
La sanción pecuniaria disuasiva (daño punitivo) había sido incluida en el proyecto
originario de reforma, pero razonablemente fue eliminada del actual. Sin embargo, su
eliminación ha provocado una incongruencia que podría generar la aplicación de este
tipo de sanciones por contrario imperio, puesto que el actual art. 1.714 asume la
existencia de condenaciones pecuniarias y ordena su adecuación cuando representen
una punición excesiva o irrazonable. La inclusión de la acción preventiva sí podría
provocar un incremento de demandas con el solo fin de investigar a las empresas, que
a la postre genera mayores costos y desincentiva la inversión privada.
La eliminación de la responsabilidad por daños a los derechos de incidencia colectiva
vinculados al ambiente fue acertada, dado que esta materia se encuentra regulada por
la Ley General del Ambiente (25.675). Además, contradecía en varios aspectos a esa
ley y delegaba en un juez atribuciones propias de los Estados, como es la política
ambiental.
(*) Abogado especialista en Derecho Ambiental
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