TEATRO La remolienda Autor: Alejandro Sieveklng. Director: Víctor Jara. Esceno'gru/o: Bruna Cnntreras. Intérpretes: Bélgica Castro, Juan Katevas. Lucho Buruhonu, Mario horca, Tennyson Ferrada, Carinen Bimster, Kerrv Keller. Claudia Paz. Producción: 1TUCH. Teatro: Antonio Varas. La Remolienda constituye un eslabón más en la tentativa do formar un teatro) chileno sólido, de buscar y de hacer una tradición teatral. Si se le mira aisladamente, saltará a la vista su debilidad, pero encuadrada en el contexto de una dramaturgia en formación, es posible descubrir en ella algunos aportes de interés. La construcción dramática de La Remolienda es sumaria: un breve prólogo, un breve epilogo y. en medio de ambos, una anécdota ingenua: tres muchachos nacidos y criados en los cerros bajan con su madre al pueblo, pues ya oslan en "edad de merecer". Llegan por casualidad a una casa de remoliendas y, allí, cada oveja encuentra su pareja. Con estos elementos Sieveking ha escrito una comedia risueña, en que las escenas se van hilvanando siguiendo la lécnica de los sketchs de los espectáculos revisteriles. La analogía no es pevorativa; más bien, es el elemento valioso —o. al menos, novedoso— que encontramos en la comedia. Durante largos años la actividad teatral chilena tuvo cuino casi única forma de expresión los hurdos pasos o sketchs que se representaban entreverados con números musicales y bailables. En cierta forma, ellos constituyen nuestra más inmediata tradición teatral. Sieveking los ha retomado, en tema y técnica, dándoles una maviir dignidad y delicadeza, dentro di:] grosor humorístico que tiene este pequeño genero, menor aún que el saínele. La escena entre la dueña de la casa alegre y sus pensionistas, la de\ juego de las adivinanzas, ¡a del equívoco producido entre la madre de los muchachos y el pretendiente de su hermana, la del deslumbramiento de los mozalbetes ante la luz eléctrica y los adelantos de la civilización, la del baile y la de la remolienda son, en esencia, pequeños sketchs hilvanados por una muy tenue trama. Lo que faltó, a nuestro juicio para dar jerarquía a este experimento de entroncar nuestro actual teatro "serio" con esta fecunda rama menor de nuestro teatro popular, fue un tratamiento en mavor profundidad, un intento de extraer de eslus episodios cómicos, su raíz hvimann. poética. Sieveking se contenió con trazar sus risueños episodios con un estüo digno del fino escritor que él es, pero desdeñó pruveclarlos a un plano que superara su de por sí escasa consistencia. El resultado es que si bien el público se divierte v ríe durante gran parle de la función, sale, sin embargo, del teatro con la sensación de haber presenciado un espectáculo baladí. Cabe agregar que aquellas escenas en que la tónica no constituye la risa, están escritas como una suerte de relleno, cayéndose claramente en lo tópico. La ramera sentimental que tiene un hijo do un marino que la abandonó adolece de este vicio en cuanto personaje y todo cuanto ella dice. como su relación con su enamorado, llega fatalmente al lugar común. Cosa extraña en un autor que ha dado muestras du tan relevantes condiciones en el tratamiento de lo sentimental-campestre en Animas de día claro. La puesta en escena no se define. Por momentos ella parece como claramente naturalista, para llegar bruscamente a estilizaciones o efectos teatrales que sacan abrupiümenlu :il espectador del estilo preponderante. Y ya que hemos hablado de tópicos en el texto, debemos acusar también la existencia de ellos en ¡a dirección. La visión de "lo chileno" de ésta, como de otras obras nacionales. no.s parece muy reducida. Tanto en las entonaciones de voz como en ki L-xpresión corporal se llega francamente al clisé No entendemos por qué ha de representarse a personajes campesinos, con desplazamientos a saltos, con posiciones de piernas abiertas y el cuerpo inclinado hacia atrás, etc., recursos éstos que se usan con tal persistencia, que se cae en una sensación de falsedad y de abrumante monotonía. Lo anterior no es válido pata la actuación de Bélgica Castro quien es, indiscutiblemente, una actriz de extraordinaria calidad. Ella nos da un ejemplo de cómo encarnar a su personaje popular, sin apelar a exageraciones ni recursos gratuitos y darnos así una visión fugaz de un verdadera ser humano. La escenografía de Bruna Contreras es agradable, adecuada y facilita satisfactoriamente los desplazamientos escénicos. Es decir, tiene los atributos que debe contar una buena escenografía. Sergio Vodanovlc 649