AGRICULTURA. comestibles en el país, y cuyos productos se

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AGRICULTURA.
comestibles en el país, y cuyos productos se destinan al uso de la finca, aunque algunos hacendados, cuando su posición les favorece, suelen vender los sobrantes de la cosecha de las dos cereales
mencionadas
Una gran parte de los terrenos destinados á aquellos dos grandes cultivos se conserva en su
estado primitivo de monte, esencialísimo para los usos domésticos de las fincas y para proveer de
combustibles á los ingenios. En estos frondosos bosques se hallan las preciosas maderas de la isla
de Cuba, muchas de ellas desconocidas en Europa y que constituirán un ramo pingüe de explotación rural si los cultivadores se dedican al establecimiento de viveros abundantes y á la reposición
de los bosques naturales. Por reales cédulas de 1622, 4 de octubre de 1784, reglamento de 1789 y
otras reales órdenes intermedias, se arregló el modo de proceder en los cortes de madera para el
uso de la marina, así de los montes del patrimonio real como de los particulares.«El mencionado
» reglamento limitaba estrechamente y gravaba de muchos y prolijos modos el uso de las maderas
» de construcción
estableciendo visitas, dependientes y penas que asegurasen la obser» vancia . » El Consulado de la Habana representó en 22 y 31 de mayo de 1798, sobre los
perjuicios que tales providencias causaban á la agricultura y á los derechos de propiedad, pues
los dueños de los terrenos no podían disponer de ella, extender los cultivos, ni impedir que
cualquiera cortase maderas de los bosques. Por estas justas reclamaciones y por los informes que
pidió S. M. á los Capitanes Generales conde de Espeleta y D. Luis de las Casas, se sirvió expedir
la real orden de 14 de febrero de 1800, previniendo el establecimiento de una Junta que acordase
las regias que podían adoptarse para satisfacer las necesidades de la marina, sin perjuicio de los
particulares, de la agricultura y del comercio. La real orden de 30 de agosto de 1805 reúne todas
estas circunstancias, dejando á los dueños de terrenos su libre y exclusivo uso, y permitiéndoles
de consiguiente hacer de ellos lo que mejor les convenga.
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Se han impreso algunos catálogos de los árboles que se crian en los bosques de la isla, siendo
el primero y mas completo el del portugués D. Antonio Parra, publicado en Madrid en 1799. Al
nombre provincial agregan dichas listas la indicación del uso que tiene la planta en el país; pero
ninguna ofrece la correspondencia botánica de los nombres vulgares. En algunos números de los
Anales de ciencias hemos dado el nombre botánico de varias especies, y en la Historia económicopolítica un catálogo bastante extenso que, como indicamos antes, insertaremos correjido y adicionado en otro parte de la presente obra.
Además de los mencionados cultivos principales se conocen los del añil, del algodón y del cacao,
pero en mui pocos distritos, ocupando una cortísima extensión de terrreno y produciendo de
consiguiente cosechas mui reducidas; no obstante, las de algodón van en aumento en el departamento oriental, pues en el año de 1839 se han exportado mas de 82,000 arrobas; las de cacao,
como mas tardías, comenzaron hace doce años á manifestar sus productos, y en cuanto al añil
han sufrido muchas vicisitudes los ensayos que se hicieron, tanto para establecer su cultivo y
elaboración cuanto para generalizarlo.
D. Gregorio Balaustre en 1797, el Administrador de correos D. José Fuertes en 1802 y D. Pedro
Boyer en 1817, verificaron algunas pequeñas siembras y extrajeron el añil por el método de la
fermentación, pero sin conseguir resultados suficientemente satisfactorios que inclinasen á los
hacendados hacia este precioso cultivo. En 1827 nos propusimos ensayar en el Jardín botánico
el de la buena especie de Goalemala (INDIGOFERA disperma*) y la extracción del añil por el
método de la hoja seca de la costa de Coromandel; los resultados fueron reconocidos en Madrid
por el profesor de química del Conservatorio de artes D. José Casaseca, como de una cualidad
1
Otra cereal se cultiva en lo interior, á saber : el trigo.
Sus cosechas son mui reducidas y apenas cubren los gastos
del cultivo. Según la Estadística de 1828 la cosecha asciende
solo á 120 arrobas.
* Tales son las palabras del exordio á la real cédula de
30 de agosto de 1805. Complace ciertamente el leer este
lenguage de franqueza, reconociendo los vicios de las antiguas medidas, y que el gobierno confiesa ingenuamente.
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Puede leerse sobre la historia del añil en Cuba, nuestra
Memoria impresa en el núm. 17 de los Anales de ciencias,
y el método de la hoja seca y otras varias observaciones sobre
el asunto en los números 2, 18 y 19.
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