Protocolos y fases de la rehabilitación cardiaca. Orientaciones

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Protocolos y fases de la rehabilitación cardíaca. Orientaciones actuales
MEDISAN 2005; 9(1)
ARTÍCULO DE REVISIÓN
Hospital Clinicoquirúrgico Docente “Dr. Joaquín Castillo Duany”
Protocolos y fases de la rehabilitación cardíaca. Orientaciones
actuales
1
Dr. Germán Del Río Caballero, Dr. Eloy Turro Caro,
2
4
Valiente y Dr. C José Arturo de Dios Lorente
2
Dra. Lucía D. Mesa Valiente,
3
Dra. Rita M. Mesa
A pesar de los grandes avances que se han experimentado en cardiología, las enfermedades
cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte y morbilidad en las sociedades
industriales y países en vías de desarrollo. 1- 5
Los programas de rehabilitación cardíaca integral (RCI) comenzaron a desarrollarse con más
fuerza en la década de los 50; al respecto se citan como punto de partida de la RCI moderna luego de
un infarto miocárdico, el informe nr 270 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otro
documento similar de un grupo de trabajo europeo. 6
Si bien se han propuesto numerosos programas de rehabilitación 7-10 con métodos, protocolos y
recursos de muy diversa índole, existe consenso en que para obtener los mejores resultados deben
incluir además del ejercicio físico, la orientación nutricional y la actuación “agresiva” contra factores
de riesgo aterosclerótico, entre ellos: lípidos, hipertensión arterial, sobrepeso, diabetes mellitas y
tabaquismo, así como los consejos psicosocial y vocacional.
El propósito de la presente revisión es actualizar a los profesionales que se dedican a esta línea
temática, en cuanto a los criterios para prescribir la actividad física y su conducción en las diferentes
fases de la rehabilitación cardíaca integral (RCI), e igualmente revisar los protocolos de educación,
consejo y prevención secundaria que completan el programa integral. Los datos al respecto se obtuvieron de una búsqueda bibliográfica exhaustiva en documentos convencionales, bases de datos
(INFOMED, BIREME, LILACS, Medline), páginas web, tesis y otros, a fin de contribuir a la
sustentación teórica que estimule la aplicación de la RCI como complemento de la medicina de
excelencia que propugna el Sistema Nacional de Salud cubano.
Desarrollo
I. Protocolos y fases de la rehabilitación cardíaca
Para conseguir los resultados esperados de la rehabilitación cardíaca deben estar presentes en este
proceso los siguientes protocolos:
a)
b)
c)
d)
e)
Protocolo del entrenamiento físico
Protocolo psicológico
Protocolo de educación o consejo
Protocolo de prevención secundaria
Protocolo del entrenamiento físico
Inicialmente, la rehabilitación cardíaca fue designada para cardiópatas con bajo riesgo; pero ahora
que la eficacia y seguridad del ejercicio han sido documentadas en pacientes con alto riesgo, sus
indicaciones y el consiguiente beneficio del entrenamiento físico se han extendido a las siguientes
condiciones.
• Infarto del miocardio reciente
Protocolos y fases de la rehabilitación cardíaca. Orientaciones actuales
•
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•
•
Pontaje aortocoronario
Cirugía valvular
Angioplastia coronaria
Transplante cardiaco
Angina
Insuficiencia cardíaca compensada
Cardiopatías congénitas
Individuo de edad avanzada o con 3 ó más factores de riesgo
La prescripción del ejercicio depende en lo fundamental de los resultados de la prueba de
esfuerzo en sus diferentes modalidades, que casi siempre incluye las pruebas de esfuerzo
cardiopulmonar.
Pueden prescribirse ejercicios adaptados a pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva
crónica, enfermedad vascular periférica, accidentes cerebrovasculares y afecciones ortopédicas que
aun pueden ser entrenados con técnicas especiales y equipos adaptados.
Las contradicciones absolutas incluyen:
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Angina residual grave
Insuficiencia cardiaca descompensada
Arritmias incontrolables.
Isquemia, disfunción ventricular o arritmia severa durante la prueba de esfuerzo
Hipertensión sistémica o pulmonar descontrolada
Respuesta hipertensiva o hipotensiva severa de la presión arterial durante el ejercicio
Inestabilidad de enfermedades médicas concomitantes, por ejemplo: diabetes mellitus
incontrolada, tendencia a la hipoglucemia (frágil), infecciones y afecciones febriles agudas,
rechazo activo de transplante y otras
Aneurisma disecante de la aorta
Obstrucción severa del tractus de salida ventricular
Embolismo reciente
Tromboflebitis activa reciente
Según Sosa, 6 pueden considerarse contraindicaciones relativas las siguientes:
•
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•
•
Arritmias o taquicardia supraventricular pobremente controlados
Extrasistólica ventricular frecuente.
Hipertensión sistemática o pulmonar
Obstrucción moderada del tractus de salida
Diabetes u otra afección metabólica no controlada
Cardiomegalia
Trastorno de la conducción
Arritmias ventriculares controladas
Anemia severa
Trastornos psiconeuróticos y musculoesqueléticos
En tales pacientes debe efectuarse un ingente esfuerzo para corregir estas anormalidades
mediante la optimización del tratamiento médico, la revascularización por angioplastia o cirugía, la
farmacoterapia eficaz o el uso de equipos como marcapasos o desfibriladores implantables.
Posteriormente los enfermos deben ser reevaluados con pruebas de esfuerzo para prescribirles los
ejercicios físicos.
Existen 2 formas para efectuar las pruebas de esfuerzo:
• Pruebas de ejercicios submáximas, que permiten alcanzar al menos 70 % de la frecuencia
cardíaca calculada para la edad del paciente.
• Pruebas limitadas por síntomas, que son la variante más comúnmente adoptada en la actualidad.
Protocolos y fases de la rehabilitación cardíaca. Orientaciones actuales
Las primeras suelen realizarse antes del egreso del paciente y las segundas entre 6-8 semanas
más tarde, cuando el enfermo puede alcanzar hasta 90 % de la frecuencia cardiaca máxima para su
edad.
En algunos centros se utilizan estas pruebas en intervalos de 7-21 días luego de un infarto agudo
del miocardio no complicado, 3-10 días posteriores a una angioplastia y 14-28 días después de una
cirugía para derivación. Las pruebas submáximas no son necesariamente tan seguras como las
limitadas por síntomas, debido a las siguientes desventajas:
• Fallas para descubrir factores importantes en el pronóstico, tales como: isquemia, disfunción del VI
par y arritmias.
• Limitaciones inapropiadas para las actividades rutinarias y el ejercicio en los pacientes.
• Prolongado retardo en la reincorporación de los enfermos al trabajo.
Los protocolos que generalmente se emplean, son los de Bruce o Naughton o sus modificaciones.
Según Singh, 2 en algunos informes se ha cuestionado la ejecución temprana de ejercicios
después de un infarto del miocardio agudo (IMA) anterior, así como sugerido que esto puede producir
una cicatrización anormal; sin embargo, la evidencia es más fuerte en relación con el hecho de que el
ejercicio físico moderado no está asociado a un empeoramiento de la función ventricular izquierda
luego de un IMA previo.
El uso de técnicas ecocardiográficas de avanzada, tales como el ecoestrés, los estudios
isotópicos, la resonancia magnética nuclear u otras tecnologías de punta complementan la evaluación
del paciente.
Convencionalmente, los programas de rehabilitación cardíaca se han dividido en 3 ó 4 fases:
- Fase I: Periodo de internación hospitalaria
- Fase II: Luego del alta hospitalaria: fase activa o ambulatoria supervisada durante 3 - 6 meses.
- Fase III o de mantenimiento: Comprende el resto de la vida del paciente y donde se enfatiza
conservar la aptitud física y reducir adicionalmente los factores de riesgo.
La fase I se divide habitualmente en 2 etapas:
a) En la sala de cuidados coronarios intensivos
b) Durante el resto de la hospitalización.
Varios autores 2 señalan una fase 1.5 (después del alta) durante 2 - 6 semanas desde que el
paciente retorna a su domicilio hasta que se incorpora a un programa ambulatorio supervisado. Otros
grupos consideran que la fase II es el período de convalecencia; la fase III, cuando el paciente se
incorpora al programa supervisado de desarrollo y mantenimiento durante 4 - 6 meses; y la fase IV,
establecida por ellos, la actividad física permanente y no supervisada del programa de rehabilitación
cardíaca.
Fase I
Se inicia desde el primer día en los pacientes con IMA no complicado o cuando las condiciones
clínicas y hemodinámicas se estabilizan. Esta fase se destina a contrarrestar los efectos del reposo
prolongado (falta de condicionamiento físico, hipotensión ortostática, tromboembolismo pulmonar y
otros) y constituye a la vez el momento ideal para iniciar las actividades de prevención secundaria,
pues se educa al paciente acerca de su enfermedad, la dieta, los factores de riesgo y su modificación,
así como se le orienta respecto a sus medicamentos, los cuidados que ha de tener en casa, la
actividad física permitida y los signos de alarma para solicitar ayuda.
Desde el punto de vista físico, la actividad debe ser isotónica de 1-2 METS, que viene a
corresponder a una actividad como el aseo del paciente. Se impone controlar la frecuencia cardíaca
en esa movilización precoz para que no exceda de 120 lat/min o rebase los 20 latidos de la frecuencia
basal del paciente; pero si está consumiendo betabloqueadores no debe presentar manifestaciones
de angina de pecho, disnea, palpitaciones o cansancio, así como alteraciones del segmento ST, ni
Protocolos y fases de la rehabilitación cardíaca. Orientaciones actuales
reducir la presión arterial más de 10-15 mm de Hg. Puede utilizarse la escala de Borg con una intensidad por debajo de 14.
La tensión arterial y frecuencia cardíaca se tomarán al paciente a los 5 minutos del calentamiento
o estiramiento en posición de pie.
Algunos investigadores 6 recomiendan comenzar el entrenamiento físico a las 48 horas luego del
IMA o inmediatamente después de la intervención quirúrgica y estiman que no tiene que estar muy
“protocolizado”, pues la finalidad que se perseguía en los años 60 y 70 de evitar episodios
tromboembólicos, se cumple actualmente con la trombólisis y otras medidas terapéuticas.
Esta fase, que incluye la visita de un miembro del equipo de rehabilitación, se dirige a animar al
enfermo y comprometer a un miembro de la familia en el grupo. Algunos pacientes más viejos
pueden servir como voluntarios y compartir sus experiencias acerca de cómo aprender a vivir con la
afección cardiaca.
Los integrantes del equipo de rehabilitación cardíaca integral son: enfermeros, fisiatras,
cardiólogos, dietistas, trabajadores sociales, psicólogos y terapeutas ocupacionales.
En la unidad de cuidados coronarios, a los pacientes con bajo riesgo se les insta a sentarse al lado
de la cama y efectuar su autocuidado; pero una vez transferidos a la siguiente sala de hospitalización,
se sientan y ponen de pie solos, caminan asistidos dentro de la habitación y pasillos hasta 2 veces al
día, comienzan por 5-10 minutos hasta media hora. En esta fase conviene estratificar el riesgo, pues
ello determina el protocolo a seguir en la fase II.
Una vez que el paciente retorna a su domicilio (fase 1.5 ó después del alta), los miembros del
equipo médico y sus familiares continuarán chequeando su estado de salud y recuperación, así como
ofreciéndole recursos para su fortalecimiento. Esta fase incluye ejercicios de bajo nivel y pequeñas
labores hogareñas con un nivel de 2-3 METS. Los ejercicios deben contemplar la participación de
brazos, piernas y tronco; caminar pausadamente distancias cada vez mayores para el acondicionamiento muscular y lograr una paulatina reinserción social y familiar. Se trasmiten al paciente
instrucciones precisas para llevar un estilo de vida satisfactorio y se le insiste en la importancia de
controlar los factores de riesgo.
Fase II (fase activa o de ejercicios supervisados)
Puede comenzarse con la prueba ergométrica precoz (5-15 días luego del IMA o una semana
después de la intervención quirúrgica). En esta fase es cuando se consigue elevar la capacidad
funcional del paciente. 11 - 14
Los integrantes del grupo I (bajo riesgo) tienen una capacidad funcional normal (grupo 1), por lo
que no requieren aumentarla y lo único que necesitan es hacer ejercicios físicos aeróbicos
moderados o ejercicios isométricos suaves. Su objetivo es actuar como prevención secundaria
contra el sedentarismo y coadyuvar al control de otros factores de riesgo (dislipidemia, hipertensión
arterial, diabetes mellitus). Por otra parte, como su riesgo es muy bajo y el ejercicio moderado, no se
impone que estén controlados en zona hospitalaria y pueden ejercitarse en su domicilio, en espacios
comunitarios y hasta en su trabajo, lo cual incluye la vigilancia y el monitoreo transtelefónico y los
sistemas basados en Internet; no obstante, se precisan estudios definitivos sobre la efectividad y
seguridad de estos enfoques, 12 que incrementarían la referencia de pacientes y la accesibilidad a los
servicios de rehabilitación cardíaca y prevención secundaria.
Los pacientes de los grupos II y III, por tener disminuida su capacidad funcional, sí necesitan
aumentarla y cumplir esta fase del entrenamiento físico de forma supervisada en una zona
hospitalaria, seguir los protocolos tradicionales y recibir una atención ambulatoria en el hospital una
vez egresados de esta institución. En algunos países del este de Europa se realizaba un régimen
sanatorial, cuyo inconveniente consistía en aislar a los pacientes de su vida normal. 6
Durante las sesiones de entrenamiento físico se monitorizan las manifestaciones clínicas, los
trazados electrocardiográficos y los valores hemodinámicos antes, durante y después del ejercicio. 8, 9
Este último, como cualquier otra medida terapéutica, es indicado y dosificado siguiendo los
lineamientos básicos de prescripción:
1ro. Frecuencia del entrenamiento: no menos de 3 veces por semana
Protocolos y fases de la rehabilitación cardíaca. Orientaciones actuales
2do.Duración del entrenamiento: 30-45 minutos. Básicamente se divide en 3 etapas: calentamiento,
endurecimiento o resistencia y enfriamiento, En cada sesión puede incluirse
una etapa
recreativa de 10-15 minutos para mejorar el aspecto psicosocial, así como la integración y
adhesión al plan.
3ro. Intensidad del entrenamiento: De acuerdo con el pulso de entrenamiento, 60-80 % del V02
máximo, umbral anaeróbico y frecuencia cardíaca umbral, puede utilizarse la escala de Borg. 4 -7
4to. Modalidad de ejercicio.
5to. Progresión del entrenamiento: Depende del nivel de acondicionamiento inicial, antecedente
previo de actividad física, estado de salud, edad, preferencia personal del paciente y otros
factores.
Se incrementa cada vez 5-10 % del pulso de entrenamiento, que puede llegar -- según Ehsani -- 16
hasta 90 % del VO2 máximo, lo cual corresponde a 75-90 % de la frecuencia cardíaca máxima
calculada en la prueba ergométrica previa. Luego de 8-12 semanas pueden incorporarse al trabajo
con pesas hasta de 2 kg, sobre todo en ancianos, o cuando existe gran deterioro muscular, revirtiendo así el grado de invalidez y dependencia.
En pacientes con isquemia miocárdica debe mantenerse el pulso de entrenamiento en 10 lat/min,
por debajo del umbral de isquemia.
A través de un plan de entrenamientos individualizados pueden obtenerse los beneficios inducidos
por el ejercicio físico.
Se plantea que actividades de una intensidad equivalente a 1400 kcal / semana mejoran la
capacidad cardiorrespiratoria y cargas de 1 500 kcal / semana detienen la progresión de las lesiones
ateroescleróticas coronarias. En pacientes que consumen un promedio de 2 200 kcal / semana en la
actividad física durante el tiempo de ocio, equivalente a 5-6 horas/semana de ejercicio físico regular,
retornan las lesiones coronarias.
En esta fase II, además del entrenamiento físico, se aplican medidas de apoyo psicológico y social
sobre la base de la valoración realizada previamente sobre los niveles de depresión, ansiedad,
pautas de conducta y colaboración, acontecimientos estresantes, así como situación laboral y social.
Las sesiones educativas se llevan a cabo en grupos o individuales y van dirigidas a los pacientes y
sus familiares.
Por otra parte, se interviene fuertemente para controlar factores de riesgo cardiovasculares como
mal hábito de fumar, dislipidemia, diabetes mellitus, obesidad e hipertensión arterial.
Fase III (fase de mantenimiento)
En esta fase el paciente desarrolla su actividad física de manera independiente, conforme a un
plan de entrenamiento establecido al término de la fase II. En esta etapa no es necesario aumentar la
capacidad funcional, sino mantenerla. En los pacientes con bajo riesgo aficionados al deporte y sin
contraindicaciones puede continuar aumentando la capacidad funcional; pero en los que tienen alto
riesgo, la fase II puede durar más tiempo, considerándose en este caso la posibilidad de pasar a la
fase III cuando se han alcanzado 6 METS en la prueba de esfuerzo. 6
Los pacientes moderan su ejercicio a través del control de la frecuencia cardíaca o mediante el
uso de la escala de Borg y se controlan además los factores de riesgo, incluidas las adecuaciones
psicosociales necesarias.
• Protocolo psicológico
Persigue garantizar el bienestar psicológico de los pacientes para mejorar su calidad de vida,
eliminando la ansiedad, los estados depresivos u otros trastornos conductuales. En algunos casos
hay que solicitar el apoyo de un especialista en psiquiatría. 17
Generalmente se realizan tests psicológicos para valorar la personalidad, los niveles de ansiedad
y el grado de depresión, así como se efectúan sesiones de terapia de grupo y ejercicios de
autorrelajación. 18
Protocolos y fases de la rehabilitación cardíaca. Orientaciones actuales
• Protocolo de educación o consejo
Se ejecuta para completar el programa integral de la llamada “comprehensive cardiac
rehabilitation” por los anglosajones y consiste en mantener a los pacientes informados sobre su
enfermedad, darles pautas para autoconducirse y erradicarles la angustia que suele invadirles
después de haber sufrido un IMA.
Se les explican además los objetivos del programa y las medidas de control del estrés emocional;
se les enseña a seleccionar alimentos cardiosaludables con clases de dietética y se les dan consejos
para el regreso a su vida laboral habitual y terapia ocupacional.
Es conveniente que los familiares más cercanos asistan a las sesiones de educación,
independientemente de que los consejos a los pacientes con alto riesgo deben ser personalizados.
• Protocolo de prevención secundaria
Se basa en controlar los factores de riesgo cardiovasculares. Para ello se determina el perfil
lipídico y se controlan el peso corporal, la tensión arterial y otras condiciones desfavorables. Estas
acciones se repiten periódicamente para prevenir recurrencias de la enfermedad y reducir la
morbilidad y mortalidad. 18, 19
Conclusiones
Convencionalmente, los programas de rehabilitación cardíaca se han dividido en 3 ó 4 fases, cada
una de las cuales con metas y objetivos definidos a lograr en los pacientes. El ejercicio físico, como
cualquier otra medida terapéutica, es prescrito y dosificado siguiendo los lineamientos básicos de la
indicación, de modo que a través de un plan de entrenamiento individualizado es factible obtener sus
grandes beneficios.
Adicionalmente, con sesiones de terapia grupales, ejercicios de autorrelajación, orientación
vocacional y participación de los familiares más cercanos y otras acciones educativas, pueden
minimizarse las recurrencias de la enfermedad.
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Dr. Germán Del Río Caballero.
Santiago de Cuba
Edificio 12 plantas, piso 10, apartamento O, entre Trocha y Plácido,
1
Especialista de I Grado en Cardiología. Profesor Asistente
Especialista de I Grado en Medicina General Integral y Geriatría – Gerontología. Instructor
3
Especialista de I Grado en Microbiología Instructora
4
Especialista de II Grado en Medicina Interna. Doctor en Ciencias Médicas. Profesor Auxiliar
2
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO
Río Caballero G del, Turro Caro E, Mesa Valiente LD, Mesa Valiente RM, Dios Lorente JA de.
Protocolos y fases de la rehabilitación cardíaca. Orientaciones actuales [artículo en línea]. MEDISAN
2005;9 (1). <http://bvs.sld.cu/revistas/san/vol9_1_05/san14105.htm> [consulta: fecha de acceso].
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