Anglo-indigenismo y soberanía nacional

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ANGLO INDIGENISMO Y SOBERANIA NACIONAL
Orígenes ontológicos de la cuestión mapuche
Por Francisco Hotz 1
La disgregación de grandes territorios naturalmente ricos y
estratégicamente ubicados, ha sido, y es en los tiempos que
corren, el eje central de la geopolítica anglosajona. El caso
hispanoamericano es uno de los más axiomáticos en razón de la
extensión de territorio que han logrado fraccionar desde
principios del siglo XIX a esta parte, creando artificialmente
repúblicas democráticas sometidas al yugo del financiamiento
internacional –prominentemente anglosajón- y hostilizadas
permanentemente por operaciones políticas de agentes y
sectores políticos y mediáticos apoyados y financiados por el
imperialismo británico. ¿Cuál es el objetivo perseguido por
este centro de poder anglosajón? Sin dudas es una respuesta
extensa y compleja, en cuanto su motivación, la misma,
sostenemos, está afirmada en una coyuntura de intereses
económicos, militares y también religiosos. En nuestra obra
“Atando Cabos. Crónica Histórica para un argentino
despistado”, hemos intentado aportar en miras de una
1
Francisco Hotz es Argentino/Suizo, nacido en el año 1986 en la Ciudad de
La Plata, Provincia de Buenos Aires, Abogado y Escribano titular de
Registro Notarial en la Provincia de La Pampa, investigador histórico
revisionista y autor de la obra “Atando Cabos, Crónica histórica para un
argentino despistado”. Edic. del autor. Santa Rosa, La Pampa. 2015. Mail
de contacto: [email protected]
comprensión completa de esos intereses que han llevado a la
destrucción de la Nación Hispanoamericana.
Afirmamos que la empresa colonialista británica mutó de
estrategia luego de la toma del poder económico y político por
los sectores burgueses enemigos de la casa Estuardo, del
Catolicismo y comprometidos con el puritanismo calvinista, así
como con la comunidad sefardí que se instaló en Londres
durante el Protectorado de Oliverio Cromwell. Fue a partir de
ese momento (mediados del siglo XVII) cuando se dejó atrás el
alto costo de las campañas militares y la explotación de las
colonias, comenzando a instalarse en los protocolos
geopolíticos de Gran Bretaña un utilitarismo económico que
proponía el fraccionamiento de grandes territorios en
repúblicas inviables y el sometimiento de las mismas mediante
la creación de entidades bancarias privadas controladas
directamente por el Banco de Inglaterra.
Hispanoamérica fue el primer objetivo declarado por el
Foreign Office inglés, ¿el motivo? Los aproximadamente 10
millones de kilómetros cuadrados que componían el Reino de
Indias compartían homogeneidad étnica, religiosa, cultural y
una moneda común de uso global –el real de a 8-. El
Catolicismo, que condenaba las prácticas bancarias que los
sectores puritanos de Inglaterra querían imponer en todo el
orbe, tenía en América el motor necesario para imponerse
como la potencia rectora de occidente.
La balcanización se llevó a cabo exitosamente y como fue
planeada, los nuevos estados nacieron bajo la sombra de
diplomáticos británicos y financiados por libras esterlinas. Se
impuso una “historia oficial”, donde los agentes ingleses que
ejecutaron los planes sajones, fueron ponderados
instituyéndose una “leyenda negra” sobre la España imperial,
¿el objetivo? Impedir mediante esa imposición cultural que el
pueblo americano descubra el origen de sus males y se resista
al destino común de la América euro descendiente.
La profunda confusión histórica y la consecuente orfandad
en la que se encuentra sumida nuestra gente, presentan un
territorio inmejorable para avanzar aún más en la parcelación
de aquellos estados geopolíticamente privilegiados, como es el
caso de Argentina y Chile. De aquí que, llamativamente,
durante la última década nos vemos inmersos en persistentes
conflictos
territoriales
con
el
autodenominado
“Pueblo Mapuche”, que brega por su autonomía e
independencia –lo que implica, lisa y llanamente, partir a las
repúblicas de Chile y Argentina en dos-.
El flagelo nacional en lo que a este tema compete comenzó
en 1994 con la reforma de la Constitución Nacional y el nuevo
artículo 75 inciso 17, el que para sorpresa de muchos, no tuvo
debate alguno, siendo aprobado a libro cerrado y por afirmativa
unánime; hecho al menos llamativo, dada la trascendencia del
mismo. A mayor abundamiento, reproducimos las palabras del
ex Presidente Dr. Raúl Alfonsín al dar comienzo al dictamen
de la Comisión de Redacción:
“Señor presidente: seguramente algunos convencionales no estaban
presentes cuando se acordó, con beneplácito de todos los señores
convencionales presentes, que este dictamen sería considerado sin
discursos y aprobado por aclamación”.
¿No hubo debate? ¿Nada plantearon lo convencionales que
no estaban presentes? ¿Extraño al menos, verdad? Como
sostiene Escalabrini Ortiz:
“Debemos anotar, de paso, que todas las leyes fundamentales para
aumentar y consolidar la hegemonía británica entre nosotros, han sido
votadas apresuradamente en las últimas sesiones del año, como si todo el
resto de la actividad legislativa fuese mero relleno, espacio para la intriga y
el desahogo de la pasión política interna”.
El capullo de esta estrategia se consuma con los intentos de
reforma al Código Civil Argentino, donde se busca incorporar
un nuevo derecho real denominado “Propiedad Comunitaria
Indígena”, contradiciendo absolutamente todo el sistema
constitucional argentino de origen romano, estando en las
antípodas del dominio y el condominio (derecho real que
garantiza la propiedad privada). Aún más peligroso es el
cúmulo de facultades o derechos que se le da a “los pueblos”
indígenas sobre las tierras que “ocupan” según el Artículo 2035
del Proyecto 2012 originario (hoy descartado en buena hora):
El aprovechamiento de los recursos naturales por parte del Estado o de
particulares con incidencia en los hábitats indígenas está sujeto a previa
información y consulta a las comunidades indígenas respectivas
Ahora bien, no hay textos de la conquista al desierto ni
obras antropológicas que siquiera mencionen el término
“mapuche”, sin embargo, hace pocos años se ha instalado su
existencia mediante el apoyo académico, mediático y jurídico.
¿Quiénes son los autodenominados mapuches?
Mapuche es un término que significa “gente de la tierra” en
la lengua Araucana – Mapudungun-, por lo que debe ser
utilizada estrictamente en su sentido originario, es decir, para
denominar al pueblo indígena de la Araucanía propiamente
dicha: el valle central entre los ríos Bío-Bío y Toltén (Chile),
ergo, no se trata de un pueblo originario o etnia indígena de la
Patagonia Argentina, sino de la tribu indígena Araucana.
Intentando enmarañar bajo una misma denominación a
distintos pueblos o tribus indígenas, se impone la enseñanza,
sin rigor histórico, de que el pueblo mapuche engloba a
araucanos, vorogas, tehuelches, pehuenches, ranqueles y
pampas –todos éstos exterminados por los Araucanos durante
la invasión de mediados del siglo XIX-, entre otros, todos entre
ellos “hermanos” de una misma tierra.
De esta forma, amparados en la repetición mediática de esta
quimera, logran imponer en el inconsciente colectivo la idea de
la existencia de una nación.
Esto no es más que una falacia muy bien estructurada y
repetida mecánicamente que, no obstante, contradice todo rigor
científico, antropológico y lógico en el mejor de los casos. Hoy
en día, en territorio argentino, el 99% de los que se definen
como mapuches son, en realidad, de origen tehuelche. Ocurre
que el abuelo era tehuelche, luego se les impuso el
mapudungun y ya el nieto cree ser mapuche, esto porque.
siendo lenguas ágrafas y renegándose de todo tipo de escritura
por ser obra del “blanco” o “huinca”, los jóvenes quedan a
merced de lo que se les cuenta.
Sostener que esos pueblos eran hermanos y convivían en
paz y armonía, reconociéndose miembros de un mismo pueblo
o nación, no es más que un buen chiste para algún incrédulo
adepto a los cuentos de hadas. Tanto araucanos como
tehuelches, y todos los demás pueblos que han sido sometidos,
fueron distintos, independientes unos de los otros y, sobre todo,
enemigos, de aquí que el término “tehuelche” en mapudungun
signifique “hombres bravos”. Por lo tanto, no caben dudas de
que nuestros pueblos originarios y los araucanos no eran una
“nación”, esto al grado tal que la invasión araucana ha sido
catalogada como “Genocidio” por el historiador Edelmiro
Porcel –miembro de número de la Academia Argentina de la
Historia–. También es conocida la lucha del cacique Pincen,
pampeano y ranquel, que tanto luchó contra los araucanos por
considerarlos “usurpadores” de las pampas, es famosa su frase
tras el diálogo mantenido en 1878 con Estanislao S. Zeballos
cuando éste se hallaba prisionero en Buenos Aires: “– ¿Por
qué te separaste de Calfucurá? –Porque yo soy indio argentino
y Calfucurá es vorogano de Chile, usurpador de nuestra tierra”.
Tampoco los araucanos eran étnicamente similares a
nuestros indios patagónicos –los Tehuelches-. El nombre dado
a esta tierra deriva de su otra denominación: patagones. Su
contextura física era robusta y de gran altura, aproximadamente
1.80 metros, lo que infiere que para la época tengan “pies
grandes”, razón por la cual Magallanes los llamó “Patagones”,
del portugués “Pata Gau”, o “pata grande” mientras realizaba
su expedición en el año 1520. La impresión que tuvo del
encuentro de los miembros de esta expedición con estos
“gigantes” de la Patagonia ha quedado fielmente documentada
en la obra de Antonio de Pigaffeta “Primer Viaje Alrededor del
Globo”, integrante de la expedición.
Por su parte, el pueblo araucano o mapuche distaba mucho
de esas características, por el contrario, dada su condición de
indios de montaña, eran de mediana a baja estatura y de cara
casi cuadrada con cráneo braquiocefálico.
Por otra parte, al contrario de los araucanos, que fueron
históricamente sedentarios, nuestros indios originarios nunca
reconocieron derecho sobre las tierras, siendo siempre
nómades.
Ahora bien, ¿qué rol cumple Gran Bretaña en este asunto
indigenista del sur argentino? El “Pueblo Mapuche” cuenta con
representación internacional y participación en foros de
Naciones Unidas a través de sus “oficinas” en Inglaterra - “6
Lodge Street, Bristol BS1 5LR”-, desde donde opera el
llamado “Enlace Mapuche Internacional”2, organismo que
promueve la creación de la Nación Mapuche –Wall Mapu– en
tierra argentina y chilena mediante la aplicación de la
“autodeterminación de los pueblos”; a su vez, esta entidad
reivindica un supuesto “Reino de Araucanía y Patagonia”
fundado por el francés Orélie Antoine de Tounens en 1860 y
secundado por europeos hasta el día de hoy.
De manera que la imposición mediática de la existencia de
un pueblo ancestral que ocupaba efectivamente todo el
territorio central de argentina y chile, así como su
denominación como “Mapuches” y su reclamo de autonomía y
soberanía territorial, se encuentra sostenida y avalada por una
organización no gubernamental británica. ¿Cuál es el sentido
de esta operación? No dudamos en sostener que estamos frente
a una estrategia geopolítica emanada de los think tank
anglosajones que brega por crear una “opinión internacional”
favorable a la autodeterminación de un pueblo ingeniado a
estos fines, para balcanizar el territorio argentino y chileno,
creando un “protectorado” internacional sostenido por las
fuerzas de la ONU y la OTAN que, inmediatamente después de
consolidar su independencia, será sometido a una fuerte
inmigración o “trasplantación” de habitantes, consolidando –
junto al archipiélago Malvinas- el dominio absoluto por parte
de Gran Bretaña -y el poder financiero que ésta representa-, del
paso interoceánico así como su presencia indiscutida en
2
http://www.mapuche-nation.org/espanol/indice.htm
Antártida y el asentamiento efectivo sobre el macizo
patagónico.
Finalizando este epítome, aportaremos algunos datos que
servirán para que el lector agudo logre atar estos cabos y
entrever la maniobra montada en todo este asunto, invitándolos
a que lean nuestra obra “Atando Cabos”, en la que podrán
profundizar esta temática:
1. La destrucción del catolicismo en Inglaterra y su
sustitución por el calvinismo puritano, fue promovido y
financiado por la comunidad sefardí de Ámsterdam,
cuyo máximo exponente fue Menasseh Ben Israel, un
cabalista erudito y maestro del Talmud que sostenía que
las tribus de indios de los andes del sur de América
(¿araucanos?) eran descendientes de una de las tribus
perdidas de Israel.
2. El primer plan de invasión a Hispanoamérica fue
presentado por un judío portugués –íntimo de Menasseh
Ben Israel- a Oliverio Cromwell en 1655. En el mismo
se buscaba invadir Valdivia (chile) y fundar una colonia
de israelitas en la Patagonia chilena.
3. En 1711 se presenta en Londres el segundo plan para
invadir estas tierras, en el mismo se hace referencia a
los indios araucanos en estos términos: “Nuestros
planes pueden, por lo tanto, ser tranquilamente
explicados a ellos, quienes están completamente
preparados para actuar, tan pronto como nuestra
fuerza arribe a la boca del Bío-Bío, el río que separa
el territorio español del indígena. El establecimiento de
esta comunicación no puede ser asunto de gran
dificultad y como nosotros de hecho no podemos tener
ningún objetivo que no esté perfectamente de acuerdo
con sus sentimientos, no puede caber duda sobre
nuestro éxito”
4. Las logias montadas por William Pitt y Francisco de
Miranda en 1797, que tuvieron como objetivo la
“independencia” de los estados americanos, se llamaron
“lautarinas” en memoria al indio araucano Lautaro,
asesino de Pedro de Valdivia, en cuya memoria se
nombró el territorio chileno a invadir en 1655.
5. En 1891 la “Jewish Colonization Association”,
encabezada por el Barón de Hirsch, adquiere tierras
para fundar colonias judías en Argentina.
6. En 1896, Theodor Herzl, íntimo conocido del Barón de
Hirsch, critica la obra del barón por carecer su empresa
de ideología y publica su obra, “El Estado Judío”, en la
que propone nuevamente a la Argentina como una
alternativa para fundar el estado israelita.
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