Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ARCH SOC ESP OFTALMOL. 2014;89(8):e58–e60 ARCHIVOS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE OFTALMOLOGÍA www.elsevier.es/oftalmologia Sección histórica La ceguera de las nieves en el resplandor de la Antigüedad Snow-blindness in the splendor of Antiquity S. Barbero Briones Instituto de Óptica, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, España Setenta años antes de la trascendental victoria de Alejandro Magno sobre el ejército de Dario III, en la batalla de Gaugamela (331 a.C.), ya se había intentado derrocar al más poderoso reino de la Antigüedad: el imperio persa. El rey persa Dario II tuvo 2 hijos: el mayor, de nombre Artajerjes, y su hermano Ciro. Rencillas y ambiciones hicieron que ambos hermanos acabaran enfrentados. Ciro, sátrapa de Asia Menor, preparó una rebelión organizando un ejército con el cual atravesó buena parte del imperio persa para enfrentarse con su hermano. Lo más selecto de este ejército eran los mercenarios griegos reclutados por Ciro. Ciro y Artajerjes se enfrentaron en la batalla de Cunaxa (401 a.C.), en la cual Ciro cayó en combate por la certera flecha de un arquero persa. Paradójicamente, el ejército de Ciro ganó la batalla, pero los mercenarios griegos, al perder a su benefactor, se vieron obligados a emprender una larga huida hacia el mar. La odisea de estos aguerridos guerreros tratando de alcanzar la costa, remontando el rio Tigris, es el hilo conductor del relato conocido como Anábasis (en griego clásico «expedición hacia el interior»), que fue escrito algunos años más tarde por Jenofonte de Atenas, quien participó en la gesta. En el libro cuarto de Anábasis, Jenofonte relata las penurias sufridas por los griegos al atravesar en pleno invierno los páramos y montañas de Armenia —la figura 1 muestra el recorrido de la llamada Expedición de los Diez Mil— perseguidos por el enemigo. Muchos hombres sufrieron de desnutrición, y debido al frío y la nieve Jenofonte recuerda que: «quedaban atrás los soldados que habían sido cegados por la nieve y que tenían gangrenados los dedos de los pies debido al frío. Los ojos estaban protegidos de la nieve, si se avanzaba con algo negro puesto delante de ellos. . .» (p. 150, Libro IV, 5. 12-14)1 . Se trae esta cita a colación por 2 motivos: en primer lugar, Jenofonte describe la «ceguera de las nieves» —siendo quizás la primera referencia histórica a ella— y, en segundo lugar, explica cómo se podía prevenir: mediante una protección ocular con un objeto negro. Conviene recordar que la llamada «ceguera de las nieves» es una conjuntivitis aguda provocada por una exposición excesiva de radiación ultravioleta en el ojo proveniente del albedo de la nieve, o hielo, de las montañas. El relato de Jenofonte no cayó en el olvido, al menos en la Antigüedad. Galeno de Pérgamo (130-200 d.C.) escribió un metódico libro sobre la anatomía del ojo humano: libro X Sobre la utilidad de las partes del cuerpo humano. En este libro Galeno se apoya en el testimonio de Jenofonte para argumentar que la luz tiene naturaleza luminosa: «ha sido demostrado con hechos, y más bien acuérdate de cómo nuestros ojos son heridos por una luz brillante y viva. Tal vez ignoras hasta qué punto los soldados de Jenofonte, que caminaban a través de una gran cantidad de nieve, sufrieron daños en sus ojos.» (p. 868)2 ; el estilo directo a un tú lector resulta chocante para el lector moderno. Posteriormente, Galeno —de quien se muestra una representación en la figura 2— relata la historia de Dionisio, tirano de Sicilia, quien mando construir una cárcel en la cual existía una estancia con una luminosidad extrema, gracias a que la pared de la estancia estaba cubierta con cal viva. El suplicio ideado por Dionisio era mantener a los prisioneros en profunda oscuridad de manera que cuando súbitamente se les llevaba a esta sala, al verse expuestos a un nivel tan alto de Correo electrónico: [email protected] 0365-6691/$ – see front matter © 2013 Sociedad Española de Oftalmología. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. http://dx.doi.org/10.1016/j.oftal.2014.02.015 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ARCH SOC ESP OFTALMOL. 2014;89(8):e58–e60 e59 Figura 1 – Marcha del ejercito descrita en Anábasis. Reproducida en The Cambridge Ancient History. Volume IV. The Persian Empire (Cambridge, 1960). Figura 2 – Claudio Galeno. Litografía por Pierre Roche Vigneron (ca. 1865). Imagen bajo dominio público. luminosidad, quedaban ciegos por contraste con la situación de oscuridad previa. Previendo un lector incrédulo respecto al testimonio de Jenofonte, Galeno reta al lector: «Pero incluso te es posible a ti aprender por medio de un experimento cuánto daño representa para la vista caminar a través de la nieve, si es que no crees a Jenofonte» (p. 868)2 . Galeno, aún siendo un autor ecléctico —a veces se le interpreta cómo síntesis del saber médico de la Antigüedad— era en buena parte deudor de las ideas aristotélicas, destacando entre ellas su concepción teleológica de la naturaleza. Sin embargo, la teoría de la visión galénica es más platónica que aristotélica: la visión se produce por la fusión de luz que llega del exterior y de una sustancia que emana del ojo. El fenómeno de la saturación visual también tuvo influencia aristotélica. Aristóteles —representado en un oleo de José de Ribera en la figura 3— describe los problemas de saturación visual en uno de sus pequeños tratados sobre la naturaleza: Parva Naturalia. Dentro de este el libro De los sueños, el filósofo analiza la naturaleza de los sueños. Argumenta que los sueños son fruto de la sensibilidad, de manera que acontecen como una postimpresión de la sensación: «la impresión sigue a la sensación, por ejemplo, cuando uno pasa del sol a la oscuridad: ocurre en efecto que uno no ve nada, porque el movimiento causado en los ojos por la luz subsiste todavía» (p. 102)3 . Según la teoría de la visión aristotélica4 , la sensación visual que se genera en el ojo, es producida por una realización de la transparencia del medio sensible a través de la luz. Ahora bien, la realización Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. e60 ARCH SOC ESP OFTALMOL. 2014;89(8):e58–e60 de lo transparente tiene una inercia o mejor dicho una histéresis. Continua Aristóteles: «Y si nosotros dejamos mucho tiempo los ojos fijos en un solo color, sea blanco o amarillo, este aparece tal, allí hacia donde dirigimos nuestra vista» (p. 102)3 . Teofrasto de Ereso, sucesor de Aristóteles en el Liceo (escuela creada por Aristóteles), también hace una breve mención al efecto negativo sobre la visión de la nieve, según se refiere en un tratado medieval Lumen animae La luz del alma5 . Se ha visto, pues, como Galeno era consciente del fenómeno de saturación visual debido a niveles excesivos de exposición lumínica, y concretamente como, en el caso de sufrir una exposición en demasía de luz reflejada por la nieve, esto podía originar ceguera, como agudamente dedujo a partir del relato histórico de Jenofonte en Anábasis. bibliograf í a Figura 3 – Aristóteles. Óleo de José de Ribera (1637). Museo de Arte de Indianápolis. Imagen bajo dominio público. 1. Jenofonte, Anábasis Presentación de Carlos García Gual. Traducción Carlos Bach Pellicer Ramón. Madrid: Editorial Gredos; 2010. 2. Galenus. Sobre la utilidad de las partes del cuerpo humano en diecisiete libros, vol. 2. Madrid: Ediciones Clásicas; 2009. 3. Aristóteles. Parva Naturalia. Madrid: Alianza Editoral; 1993. 4. Barbero S. Los defectos ópticos de la visión explicados por Aristóteles. Asclepio. 2013;65:1–10. 5. Sharples RW. Snow-blindness and underground fish-migration: 2 more notes on Theophrastus. J Warbg Court Inst. 1988;51:181–4.