JAVIER CERCAS El impostor Biografía (Ibahernando, Cáceres, 1962). Escritor, traductor y periodista español Infancia y juventud en Girona, En Barcelona se licencia en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma Lector de español en la Universidad de Illinois en 1987 Profesor Universidad de Girona Entrevista al autor Obra El móvil(1987) El inquilino, (1989) El vientre de la ballena (1997) Soldados de Salamina (2001), su obra más popular traducida a más de veinte lenguas. Fue uno de los mayores éxitos de la literatura española de este siglo, llevada al cine por el realizador David Trueba en 2003. En 2009 publica Anatomía de un instante, novela que es considerada también ensayo, por el que obtiene el Premio Terenci Moix de Ensayo y el Premio Nacional de Narrativa y el Premio San Clemente. En 2014 recibe el Premio Mandarache de Jóvenes Lectores de Cartagena por Las leyes de la frontera (2012). Como ensayista ha publicado un volumen de crítica titulado La obra literaria de Gonzalo Suárez (1993), fruto de las investigaciones realizadas para su tesis doctoral presentada en la Universidad Autónoma de Barcelona en 1991. Es también colaborador habitual en el diario El País, y ha recopilado sus artículos en Una buena temporada (1998), La verdad de Agamenón (2006) y sus crónicas en Relatos reales (2000). PREMIO NACIONAL DE NARRATIVA 2010 Y PREMIO SAN CLEMENTE EL IMPOSTOR Cuenta la historia del sindicalista español Enric Marco Batlle, de quien se descubrió que había falsificado información para hacerse pasar como superviviente de los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Vídeo La Sexta, en que Marco cuenta su historia El autor ha realizado una exhaustiva investigación, que ha incluido largas sesiones con el propio Marco, y, sobre todo, aprovecha el tema para hablarnos de todos nosotros, de las mentiras con que construimos nuestra identidad y con las que se construye la historia “Vemos la novela como una ficción en prosa en la que se cuenta una serie de dramas con la máxima rapidez y eficacia posible. Casi todo el mundo trabaja con ese modelo, que a mí me parece estrecho, y que sobre todo no es el único.” Comienza a leer la obra El impostor. “Este libro no habla solo de Enric Marco; él es sólo la excusa, el tema visible. La historia de Enric Marco El tema invisible es: Marco no es más que lo que todos somos pero a lo grande: es como si colocaras sobre la naturaleza humana una monstruosa lente de aumento a través de la cual nos vemos todos, monstruosamente. “Este libro habla de nuestra humillante y angustiosa necesidad de que nos acepten, nos quieran y admiren, de nuestra incapacidad total de aceptarnos tal como somos, de nuestra facilidad para disfrazarnos, ante la gente y ante nosotros mismos. ” Una novela sin ficción En primer lugar, cuenta con un narrador plenamente identificado con el autor que emprende una investigación con el objetivo de descubrir una verdad histórica escondida. Aparte de su condición de novelista, el narrador no tiene preparación profesional particular para esa tarea; no es historiador ni periodista El segundo ingrediente es su dimensión autorreferencial. El narrador-autor insiste en referirse sin cesar al texto que tenemos entre manos. A esta autoconciencia continua le acompaña un tercer ingrediente importante: una dosis generosa de autobiografía. Al mismo tiempo que nos reconstruye una verdad histórica, el narrador-autor reconstruye el propio proceso de esa reconstrucción, lo que significa que nos reconstruye un segmento de su propia vida. El narrador-autor nos revela que detrás de la imagen pública del autor de éxito se esconde un pobre hombre, con sus dudas y debilidades (le gustan las películas de Bruce Willis), sus intentos y fracasos (proyectos malogrados, manuscritos desechados), y con un complejo de inseguridad casi patológico. La parte más atractiva es la reconstrucción de la historia de Enric Marco y su impostura. Un tercer ingrediente tiene que ver con la propia historia de España, desde la Guerra Civil a la Democracia. ¿Una trilogía? Entrevista a Javier Cercas sobre su novela El impostor Cercas concluye una trilogía profundamente española, la que configuran Soldados de Salamina, Anatomía de un instante y El impostor. Si se convirtiera en el futuro en tetralogía, a los casos de Rafael Sánchez Mazas, Adolfo Suárez y Enric Marco podría añadirles el de Jordi Pujol. Fragmento de la obra " ¿Qué es la industria de la memoria? Un negocio. ¿Qué produce ese negocio? Un sucedáneo, un abaratamiento, una prostitución de la memoria; también una prostitución y un abaratamiento y un sucedáneo de la historia, porque, en tiempos de memoria, ésta ocupa en gran parte el lugar de la historia. O dicho de otro modo: la industria de la memoria es a la historia auténtica lo que la industria del entretenimiento al auténtico arte y, del mismo modo que el kitsch estético es el resultado de la industria del entretenimiento, el kitsch histórico es el resultado de la industria de la memoria. El kitsch histórico; vale decir: la mentira histórica. Marco fue la encarnación perfecta de ese kitsch. De entrada porque él mismo era una mentira ambulante; pero, además, porque era un inexorable proveedor de kitsch, de ese «venenoso forraje sentimental aderezado de buena conciencia histórica» que, según escribí en «Yo soy Enric Marco», proporcionaba el discurso de Marco, un discurso sin matices ni ambigüedad, sin las complejidades y vacíos y espantos y contradicciones y vértigos y asperezas y claroscuros morales de la memoria real y de la verdadera historia y el arte verdadero, un discurso desprovisto de la aterradora «zona gris» de la que habló Primo Levi, el discurso tranquilizador, empalagoso y embustero que la gente estaba deseando escuchar. En diciembre de 2004, poco antes de desenmascarar a Marco, Benito Bermejo remataba con esta frase de mal agüero un artículo escrito con Sandra Checa en el que desenmascaraba la impostura del falso deportado Antonio Pastor: «Paradójicamente, el festejo de la memoria podría significar la derrota de ésta». Eso fue exactamente lo que ocurrió. Escribo a mediados de 2014, cuando en España ya pocos se acuerdan de la llamada memoria histórica y cuando ésta, o lo que queda de ésta, sólo muy de vez en cuando aparece en los periódicos, la radio y la televisión. La moda del pasado pasó otra vez y, sobre todo a partir de la llegada de la crisis económica en 2009, el país dejó de ocuparse del pasado para ocuparse en exclusiva del presente, como si el pasado fuese un lujo que no se podía permitir. La llamada Ley de la Memoria Histórica se reveló muy pronto como lo que era: una ley insuficiente y fría con las víctimas, que parece menos concebida por la izquierda para solucionar el problema del pasado que para mantenerlo vivo durante mucho tiempo y, mientras tanto, poder usarlo contra la derecha. De todas maneras, en el fondo da un poco lo mismo, porque esa ley hace tiempo que no se aplica, según el actual gobierno de derecha porque no hay dinero para aplicarla, y muchas de las asociaciones que florecieron en la década anterior, enzarzadas por lo demás y desde muy pronto en discusiones bizantinas e incomprensibles peleas internas, han desaparecido o manotean en dique seco, sin fondos y quizá sin futuro, como le ocurre a la propia Amical. El juez Garzón, por su parte, creyó que era posible hacer lo que se proponía hacer, pero se equivocaba: en febrero de 2012 fue condenado a once años de inhabilitación y expulsado de la judicatura, en teoría por su modo de rastrear una organización que financiaba de forma ilegal al partido en el gobierno y en la práctica por eso mismo, pero sobre todo por pretender investigar los crímenes del franquismo, por haberse ganado demasiados enemigos y demasiado poderosos y en definitiva por meter las narices donde no le llamaban. Mientras tanto, los cadáveres de los asesinados siguen en las fosas comunes y en las cunetas —la llamada Ley de la Memoria Histórica no asumía las exhumaciones sino que las subvencionaba, y las subvenciones se han acabado—, las víctimas no obtendrán una reparación total y este país nunca romperá del todo con su pasado ni lo asumirá del todo ni eliminará del todo la mentira que está en el origen o en el fundamento de todo, nunca se reconocerá o se conocerá a sí mismo como lo que fue, es decir como lo que es, los españoles no tendremos nuestra Vergangenheitsbewältigung. No, como mínimo, hasta que el pasado vuelva otra vez. Sólo que cuando vuelva ya será demasiado tarde, al menos para las víctimas. " Reseña de la obra en El País Reseña en El Cultural Entrevista al autor en Letras libres