de la libertad

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Hijos
de la libertad
ULRICH BECK
(COMPILADOR)
HIJOS
DE LA LIBERTAD
ULRICH BECK
(compdador)
FOND0 DE CULTURA ECONOMICA
MEXIco
Primera edicion en alernin,
1997
Pnmera edici6n en espafiol (FCE,
Argentina), 1999
Mkxico),
2002
Segunda edicion (FCE,
Pnmera reimpresion,
2006
Beck, Ulrich (comp.)
Hijos de la libertad / compilador Ulrich Beck ; trad.
de Mariana Rojas Bermudez. - 2" ed. - Mexico : FCE,
2002
357 p. ; 23 X 15 cm - (Colec. Sociologia)
Titulo original Kinder der Freiheit
ISBN 968-16-6528-7
1. Moral - Sociedad 2. Etica - Sociedad I. Rojas
Bermfidez, Mariana, tr. 11. Ser. 111. t.
LC HM136 K48418
Dewey 305.2 B157h
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Tel. (55)5227-4672Fax (55)5227-4694
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Titulo original: Kinder der Freiheit
Q Suhrkamp Verlag, Francfort, 1997
ISBN 3-5 18-40863-1
D. R. 1999, FONDO
DE C U L ~ R
ECON~MICA
A
Carretera Picacho Ajusco 227; 14200 Mkxico, D. F.
Se prohibe la reproduccion total o parcial de esta obra
-incluido el disefio tipogrAfico y de portada-,
sea cual fuere el medio, electronico o mecanico,
sin el consentimiento por escrito del editor.
ISBN 968-16-6528-7 (segunda edicion)
ISBN 950-557-272-7 (primera edicion)
Impreso en Mexico Ptfnted in Mexico
HIJOS DE LA UBERTAD:
CONTRA LAS LAMENTACIONES
POR EL DERRUMBE DE LOS VALORES
i S o ~ o UNA
s SOCIEDAD DE YOICOS? Hay, sin duda, razones Para creerlo si
se pasa revista a las expresiones en boga de nuestro tiempo: falta de
soiidaridad, decadencia de valores, cultura del narcisismo, trarnpa del
egoismo, pensamiento reivindicativo, hedonismo son terminos que
resuenan en el espacio ptiblico. Franz Kamphaus, obispo catolico de
Limburgo, escribe al respecto:
Cada movimiento en el campo infinit0 de la libertad va acompai%adode crisis de relaciones, rupturas de lealtades, desgarrarnientos en la uama de la
tradici6n. EI hombre que quiere gozar por completo de su libertad, igoza,
finalmente, de su propia vida? LPerecen las sociedades modernas a Causa de
su atomizacion, del agotamiento de la solidaridadll
Consuncion de la solidaridad: tal es, asimismo, el diagnostico del neospenglerismo. Al mismo tiempo, se trae a colacion la imagen de la crisis ecologica. La sociedad moderna vive, como de los de recursos naturales que ha consumido y destruido, de recursos morales que ella,
igualrnente, es incapaz de reponer. Por eso se descompone el trascendente biotopo de valores en el cual la comunidad, la solidaridad, la
justicia y, en ultimo termino, tambien la democracia echan raz'ces.
E1 esceptico de la democracia, Alexis de Tocqueville, escribe, en
cambio, ya en el afio 1848: "Luchar contra la iibertad significa Iuchar
contra el propio Diosn.2iQu6 puede haber querido decir con ello este
viajero que transita entre el mundo de la 6poca feudal y el mundo de
1 F. Karnphaus, en Frankfirter dgemetne Zeitung de14 de junio de 1994; en una carta de lectores al Süddeutsche Zeitung. entretanto, Kamphaus ha diri ido sus ataques
contra la falsa interpretaci6n critico-cultural de su ensayo y ha aboga&, con gran comprorniso, por una com~rensi6nde los hqos de la liberuzd.
2 A. de Tocqueville, Ober die Demokratie in Amerrltia, Munich, 1976 [traduccion caste-
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la epoca democratica? Es, desde un comienzo, una autorizacion que el
individuo se otorga a si mismo, caracteristica de la modernidad europea, que no tiene su origen en el capitalismo; tampoco surge a partir
del humanismo y menos aun con la "muerte de Dios" (Nietzsche),
sino con las experiencias religiosas que moMcan el mundo del antiguo judaismo y del cristianismo primitivo, asi como tambidn con el
descubrimiento y el desencadenamiento del poder de la razon que la
filosofia griega lleva a cabo.
Algunos capitulos despuds, el lector encuentra en La demomacia en
Amkricd de Tocqueville la siguiente frase que hoy, Para muchos, no
resulta menos chocante: "Los norteamericanos han combatido con la
libertad el individualismo que la igualdad hacia nacer, y al fm 10 han
vencido1'.3Trasladado a nuestro debate, esto significa que los suitomas de la llamada "sociedad del yo" no pueden ser combatidos con
menor sino, al contrario, con mayor libertad; me refiero aqui, desde
luego, a la libertad politica. Asumida y ejercida activamente, en efecto,
la libertad politim funda vuiculos en el espacio pfiblico y es, por 10 tanto, exactamente 10 contrario de la idolatria del mercado neoliberal.4
Esta prescripcion -combatir el derrumbe de valores con libertad
pfiblica- es de gran importancia, puesto que se encuentra en una
oposici6n dramatica con la interpretacion, practicarnente dominante
en la actualidad, se&n la cual la modernidad precisa y consume vuiculos -2igaduras @ahrendorf)- que ella misma no puede renovar. En
esta concepcion, en efecto, la modernidad aparece fundamentalmente
como contraproductiva. Ella socava de modo permanente sus irrenunciables condiciones morales de existencia. Esta comprension de si
misma de la sociedad moderna (y de su filosofia y sociologia) es, empero, absolutamente err6nea en la medida en que cristianismo y libertad politica no se excluyen, sino que se implican mutuamente, aun
cuando se instale por ello una contradicci6n irresoluble en la tradicion cristiana.
A una pregunta compleja se debe intentar responder de manera
simple, comprensible. La pregunta reza: LQue es la modernidad? La
respuesta es: no solo "racionalidad orientada a un fin" (Max Weber),
liana: La h o ~ a c i en
a Amk.ica, trad. Luis R. Cuaar, 8"ed., Mkxico, Fondo de Cultura
Econ6mica, 1996, p. 341; v&se al respecto, itzfla, "lospadres de la iibertad",el paragrafo
"Laera de la libeaad: Alexis de Tocquefle",pp. 286 y ss.
3 Zbid, P. 591 [traduccibncastellana, p. 4701.
4 VWe al respecto, ilfla, pp. 24 y ss.
"explotaci6n de capital" (Kar1 Marx), "diferenciacibn funcional" (Talcott Parsons, Niklas Luhmann), sino tambien, como complemento y
en conflicto con ello, libertad politica, dtizemhip, sociedad civil. La
pdnte de esta respuesta es que el sentido, la moral, la justicia no son
magnitudes dadas de antemano a la sociedad moderna y, en cierto
modo, extraterritoriales. Muy por el contrario, la modernidad cuenta
en si misrna con una fuente de sentido aut6noma, activa, muy antigua
y, a la vez, de una gran actualidad: la libertad politica.5 Esta libertad,
sin embargo -y esto tarnbien es irnportante-, no se agota por el uso
activo, sino que, por el contrario, brota con mayor vigor y dinamismo.
Modernidad significa, pues, que un mundo de seguridad tradicional
se hunde y en su lugar aparece -si todo sale bien- la cultura democratica de un individualismo Para todos, juridicamente sancionado.
I. SIMPLEMENTE,
~MANTENERSEAPARTADOS:
LA JUVENTUD
PRACTfCA UNA DENEGACI~NDE LA
POL~TICAALTAMENTE PoL~TICA
Los alemanes y los europeos occidentales no viven en medio de una
crisis de la cultura, menos aun de un derrumbe de valores, sino bajo
la amenaza de algo mucho peor: el elogio verbal de la libertad se
convierte en hechos y en vida cotidiana, y con ello pone en duda los
fundamentos de la convivencia existentes hasta ahora. La catdsbofe
consiste, entonces, en que tenemos que entender, reconocer y consolidar mas y distintos tipos de libertades que los que habian sido previstos en el libro ilustrado de la mentada y prometida, pero nunca vivida, democracia. Eso quiere decir "hijos de la libertad": vivirnos bajo las
condiciones de una democracia internalizada,Para la cual muchos de
los conceptos y recetas de la primera modernidad se han vuelto insuficientes.
Nadie sabe de qu6 manera puede conciliarse la estructura tradicional de autoridad farniliar con las nuevas reivindicaciones de libertad y
5 Esta pers ectiva esta dirigida igualmente Contra la briUante argumentacibn de Scott
iash (en Becc Giddens, Lash Reflemtre Modemkkmlag- E h Konbmerse, Francfort del
Meno, 1996, pp. 247 y ss. Itraducd6n castellana:M o d e m M o t c reflemva: polfhka, badicibn v d h k a en el wden so&l m o h , trad.Jeds Albores, Madrid, Aiianza. 199711. en
la cuh Lash -consecuente como ningin O& Se interroga acerca de las posibilidades
de "formacionescolectivas reflexivas"~ostradidonaies.
uero no menciona ni examina la
tradid6n a la vez muy antigua y muy hoderna de una'iuropa polfdca de los individuos.
de realizacion personal de hombres y mujeres.6 Los altos indices de
divorcios y el ntimero de hogares unipersonales son datos elocuentes
al respecto.
Nadie sabe de que manera pueden ser concertadas nuevamente la
individualizacion y la fe cristiana, aun cuando los soci6logos muestran que con la individualizacion, precisamente, la disposicion a estar
ahi Para otros en un sentido diferente, Ia disposici6n a creer, incluso,
aumenta y no desaparece.7
Nadie sabe de que manera las demandas de un compromiso individual por parte de las organizaciones de masas -los partidos politicos,
los sindicatos, pero tambien las ciudades y comunas- pueden ser
conciliadas con las exigencias de participacion directa y autorganizacion. Nadie sabe de que manera la variedad inabarcable puede
ser movilizada y organizada en pro de decisiones politicamente necesarias.
"Sufrimos",pues, de libertad y no de crisis. MAs exactamente, de las
consecuencias involuntarias y de las formas de expresion de un exceso
de libertad que se ha vuelto cotidiano; de una libertad que, en todo
caso, fue jurada como confesion de la boca Para afuera. Kant y Hege1
fueron los primeros en Alemania en poner pie firme en la tierra de
la modernidad. A ellos les debemos la comprension de que tambien la
"concrecion de la libertad" es una revoluci6n1pero una revolucion
apenas perceptible, porque los fundamentos del orden social existentes hasta entonces tienen que ser negociados nuevarnente.
Si esta interpretacion es susceptible de ser corroborada, se articula
entonces algo distinto que esta inserto en el discurso mismo del "derrumbe de los valores",a saber, el miedo a la libertad, el miedo, asimismo, a los hijos de la libertad, quienes deben hacer frente a nuevos y
diferentes tipos de problemas que plantea la libertad internalizctdd.
iC6mo puede compatibilizarse el anhelo de autodeterminacion con el
anhelo, igualmente importante, de comunidad? tC6mo es posible ser
individualista y a la vez asimilarse al grupo? iC6mo puede congeniarse la diversidad de opiniones, en la que cada individuo se desintegra
en un intricado mundo, con una toma de posicion politica y una accion que vaya mAs allA del presente?
6 Vhase, en este volumen, "Democratizaci6nde la familia", pp. 172 y ss., asi como
tambi6n el trabajo de Jean-ClaudeKaufmann, "La ropa sucia", pp. 194 y ss.
7 Vkase, en este volumen, Robert Wuthnow, pp. 33 y ss., y Helen Wilkinson, pp. 81 y ss.
Los espacios en los que se reflexiona y se percibe de manera moralmente responsable se tornan, por un lado, mAs pequeiios y mAs intensos -abarcan el mundo intirno propio, y aqui las exigencias aumentan
hasta 10 irrealizable-; por otro, se vuelven cada vez m& vastos y, con
ello, mAs inmanejables e, incluso, inaccesibles para la accion. A la juventud la conrnueve aquello que la politica, en gran Parte, excluye:
tC6mo frenar la destruccion global del medio ambiente?iC6mo puede
ser conjurada, superada la desocupaci6n1 la muerte de toda esperanza, que amenaza, precisamente, a los hijos del bienestar? iC6mo
vivir y amar con el peligro del SIDA? Cuestiones todas que caen por
los reticulos de las grandes organizaciones politicas. Esto lleva a los
hzjos de Z
u 2ibert;dda practicar una denegacion de la politica altamente
politica.
Odian las asociaciones con todos sus formalismos y el desinteresado compromiso, ampuloso y falaz, que creen percibir en ellas y practican una votacion con los pies, cuya explosividad politica fue ya subestimada por los dirigentes de la ex RDA: se mantienen simplemente
apartados. Los miembros del Partido Consewador de Gran Bretaiia
han alcanzado, entretanto, una muy prudente edad promedio de mAs
de sesenta ailos. Tambien en Alemania habrA que plantearse poco a
poco la cuestion de si las grandes organizaciones de abuelos, con sus
lamentos por el "derrumbe de los valores", tambien tendriin razon en
el momento en que renuncie el ultimo afiliado.
Quien quiere comprometerse se dirige a Greenpeace. MAs de 60%
de la juventud, segin una encuesta del DeutschesJugend-Institut (Inst i t u t ~AlemAn de la Juventud),considera creibles a los activistas en favor del medio ambiente. Los partidos, por el contrario, se ubican, en la
misma encuesta, en el ultimo rango de la escala, en el puesto ntimero
ocho -detrAs de los sindicatos, la prensa y la Iglesia-. La desconfianza
de los jovenes se extiende a todos los partidos, cualquiera sea su color. Si en 1991,los miembros de la Union menores de 30 aiios representaban todavia 6.8%, en 1995 ese sector Ueg6 apenas a 4.9%.Paralelamente, la edad promedio de los afiiiados del CDU se elevo en dos
afios, llegando casi hasta los 54.
E1 socialdemocrata tipo, a su vez, no tiene un aspecto mucho mAs
rebosante. Hace ya tiempo que carga 61 tambien con mAs de medio siglo. Los menores de 30 &OS representan apenas Z4% de los coneligionarios. Y tambien en el FDP van desapareciendo cada vez mib las nue-
vas generaciones. Su organizacion juvenil ha perdido, desde 1991,
mAs de 2 000 afiiiados.
Todos los partidos se ven afectados por el hecho de que la generacion-del-qzcezce-me-apmta-a-mi-esto
parücipe, sin duda, en manifestaciones y en acciones de colecta de firmas, pero encuentre soberanamente aburrido el ejercicio organizado de la politica, con sus debates de
temarios y mociones. "EI buen soldado de partido, que cornienza pegando afiches durante aiios y termina sentandose, quizti, en el consejo municipal, es una especie en vias de extinci6na,sostiene el investigador social Helmut Jung, que acaba de terminar un estudio de
sociologia juvenil.8
La juventud -finalmente- ha encontrado tambi6n algo para si, con
10 que puede hacer entrar en panico a los adultos: ese algo es la diversi6n -deporte diversion, mtisica diversion, consumo diversion, vida
diversion-. Pero dado que la politica, tal como es practicada y representada, nada tiene que ver con la diversion, sino que, por el contrario, parece ser un infalible aguafiestas, la juventud es, de acuerdo con
su propia autocomprensi6n y con 10 que aparenta ser superficialrnente, apolitim. Aunque, por cierto, de una forma muy politica: los hijos
de Ia libertdd se encuentran y se reconocen nuevamente en una colorida rebelion contra el embrtitecimiento y las obligaciones que, sin
que les sean indicadas las razones, sin que les sea dada la posibilidad
de identificarse con ellas, deben ser cumplidas.
Subterriineamente existe, entonces, una relacion entre el querer divertirse y la oposicion de base que, hasta la fecha, no ha sido considerada, pero que constituye el verdadero nticleo de 10 que podrfa denominarse la polz'tica de la antipolitica juvenil. Quien, no irnporta con
que propositos, hace caso omiso de la politica institucionalizada (partidos, federaciones, etcetera) y se entrega, frivolamente, a las seducciones de la publicidad, por ejemplo, actfia voluntaria o involuntariamente de rnodo altamente politico, puesto que al hacerlo le quita
atencion, aprobacion, poder a la polftica. En defintiva, es posible ahorrarse el desvio por la asamblea general y disfmtar el acceso directo a
la disco, aun con la bendicion de haber llevado a cabo una acci6n politica. No es necesario estar presente Para plantear la cuestion del poder; 6sta es planteada de forma tanto mAs insistente y efectiva cuanto
8 Citado se 'n Der Spiegel, niim. 43, "OpasTante", 1996, pp. 41 y ss.; v6ase al respecto, en este vofrnen, la cornparacf0n eurupea de Fielen Wiiktnson, pp. 81 y sr.
1
la juventud se mantenga simplemente al margen de manera m& decisiva, silenciosa y numerosa.9
E1 afan de diversion de los hijos de kl libertad muestra tambien, a
veces, un saber momentaneo de esta conexion que, de un modo subterrheo, es altamente efectiva; de su energia subversiva y de su ironia,
que estaria mejor conservada y expresada en el arte de la novela que
en la sociologia.Todos -las elites institucionales no menos que la juventud- parecen presentir que esta politica de abstinencia unanllne, practicada de forma consecuente, plantea (al menos en el milieu europeo
de democracia inclusiva), tarde o temprano, la cuestion del sistema.
En ello se pone de rnanifiesto una doble estrategia no articulada de
los hijas de la Iibertad: son j6venes activamente apoliticos porque le
quitan la vida a las instituciones que solo @an en torno a si mismas.
Esta variante occidental de la antipolitica (Konrad) se completa y se
vuelve creible mediante un autorganizado compromko por los dem&,
brotado de la coercion mancomunada de las grandes organizaciones.
Los hijos de kl libertdd practican una moral que busca, experimenta,
que vincula 10 que parece excluirse: realizacion personal y asistencia
a los otros, realizacibn personal como asistencia a los otros. Esto acaba, finalmente, disputando a los administradores-del-bien-de-la-comunidad el monopolio de la definici6n-del-bien-de-la-comunidad.
Robert Wuthnow muestra'o que, sin un compromiso voluntario por
los dem&, todas las sociedades modernas se desmoronari'an de umediato. Ochenta millones de americanos, esto es, 45% de los mayores
de 18 aiios, consagran semana tras semana cinco horas y mAs a prestaciones de ayuda voluntaria y a actividades con fmes humanitarios.
Expresado en valor monetario, esto representa alrededor de 150 mil
rnillones de d6lares.
Lo m& sorprendente es que, Para m h del75% de la poblacion arnericana, la solidaridad, el altmismo y la orientacion hacia el bien comtin ocupan el mismo rango prominente que los motivos de la autorealizacion, el exito profesional y la ampliacion del margen de juego
de la libertad personal. Aqui aparece la verdadera sorpresa: la autoafiimaci6n, el goce de si y la preocupacion por los otros no se exclu9E
1 ejemplo de los Estados Unidos ensefia que el Iimite de cuhdo la desaparid6n de
miembros Qa abstenci6n de voto) se convierte en una arnenaza permanente para el sistema polftico es muy difidl de determinar.
10 En este volumen, pp. 33 y ss.;dase, igualmente, en este volumen, Helen Wükinson.
yen, sino que se incluyen, van juntos, se refuerzan y se enriquecen
mutuamente. La comprension de esta conexion, paradojica solo en
apariencia, es bloqueada por cuatro suposiciones fundamentales que
dominan el debate publico y cientifico sobre el compromiso politico:
1. EI compromiso es equiparado a afiliacion -y confundido con
ella-. Si solo los papeles de afiliados indican compromiso, los no
afiliados son, sin duda, necesariamente egoistas.
2. Suposicion del autosacrificio: solo quien hace abstraccion de si
mismo es capaz de asistir a los dem&.
3. Ayuda en silencio o sindrome del ama de casa: la dignidad del
servicio a favor de los otros reside en que permanece invisible,
esto es, no remunerado, no (re)conocido,realizado por encargo
de otros que son los que gobiernan.
4. Clara separacion de papeles entre los que prestan y los que precisan ayuda: el hecho de que los que ayudan a otros esten tambien, a su vez, necesitados de ayuda que recibe~al prestarla; el
que el enriquecimiento pueda residir precisamente en la experiencia del mutuo desamparo es algo que pasa inadvertido.
Si se combinan estas cuatro suposiciones -1a equiparacion de afiliaci6n a partidos, sindicatos, uniones y compromiso (politico),los principios del desinteres y de la invisibilidad, asi como la imagen del heroico asistente que no recibe nada a cambio-, se obtiene la imagen
intirnidatoria (sin duda, ampliada de modo inadmisible) que obliga a
los hgos de Id libertad a huir de las organizaciones, ya que en estas el
compromiso es igualado al servicio prestado en forma desinteresada.
Analogamente, el individuo se vuelve anonimo, se convierte de algiin
modo, en las dependencias jerbquicas, en el organo realizador de casos predeterminados de sacrificios; tal vez debiera decirse: en soldado
raso de una armada del bien comfin.11
11. L0 QUE ES SATANIZADO COMO DERRUMBE DE VALORES PRODUCE
ORIENTACIONES DE VALORES PARA LA SEGUNDA MODERNIDAD
Nos enfrentamos, en esencia, no a un derrumbe-de-valores, sino a un
conJIictode-valores, a dos conceptos heterogeneos, en estilo y en con11 Una posici6n simtlar puede encontrarse en Warnfried Detthg, quien describe C&
mo se ha transformado la cultura del ayudar: "EIcuerpo de bomberos y el ejercito vo-
I
HIJOS DE LA LIBERTAD
15
tenido, de sociedad, de politica y de democracia. Aquellos que se lamentan por el derrumbe de los valores exhiben una arrogancia altamente peligrosa. Insisten en su convencimiento de base y se quejan
de la sociedad desagradecida, de la juventud desagradecida, que, simplemente, no quiere reconocer c u h maravillosamente manejan todo
(los dirigentes de) nuestras instituciones.
Muchos de los j6venes -se debe ser cauto con las generalizaciones,
u Iibertad- se ven colocados, por el
puesto que se trata de hZjos de Z
contrario, frente a una situacion mundial y a una coyuntura de problemas completamente diferentes -tanto en pequefia como en gran
escala, en su propio entorno como en la sociedad internacional-, a las
cuales los adultos y las instituciones dirigidas por ellos tampoco pueden aportar una respuesta, porque no las han vivido ni las toman en
serio. Los hijos de la libertdd
se ven confrontados a un mundo que ya no se divide en dos campos, sino
que ostenta una cantidad inabarcable de Ilneas de ruptura, de Saltos y de
abismos, entre los cuales nadie sabe ya muy bien c6mo orientarse. E1 futuro se ha vuelto pluridimensional, los modelos explicativos de los mayores
ya no se sostienen... EMsten muchos mAs enigrnas que soluciones y, si nos
fijamos bien, las propias soluciones se revelan como costales repletos de
enigrnas rßarbara Sichtermannl.12
EI peligro de la nueva diversidad no reside en la supuesta complejidad que trae aparejada, sino en la incapacidad de los partidos politicos, de los sindicatos, de la Iglesia, de las asociaciones, etcetera, Para manejar la creciente diversidad.,Los responsables deben hacer el esfuerzo
de no continuar satanizando el individualismo, sino reconocerlo como
un producto deseable e inevitable del desarrollo democratico en Alemania. Es la herencia occidental en Alemania 10 que aqui se articula.
Sb10 entonces es posible preguntar de manera realmente convincente:
ique orientaciones politicas y espacios de configuracion surgen en la
sociedad individualizada y globalizada de la segunda modernidad?
luntarios, los partidos y las sociedades de caridad conforman aiin, ciertamente, actividades sociaies, pero aumenta el niimero de hombres (j6venes)cuyo compromiso social
apunta mas alla de esta oferta, y esta a la busqueda de otras formas. No uieren convertirse en 6rganos ejecutivos de un determinado ideal de servicio (GerharjSchmidtchen).
En la actualidad, son otros los hombres que se comprometen socialmente". (Vkase, del
autor, "Und der Zukunft nicht zugewandt", en Die Zeit, niim. 30,1994.)
' 2 En un comentario radial de la Nmddeubche Rundfunk, septiembre de 1995.
16
m
O
S DE LA LIBERTAD
Lo que me sorprende y me irrita es que el lloriqueo conservador por
el supuesto derrumbe de los valores no solo es absolutamente falso,
sino que bloquea tambidn la vista en las fuentes y en los movimientos
de los cuaies puede surgir la disposicion Para asir las tareas del futuro. Aquello que es satanizado como derrumbe de valores engendra
orientaciones y condiciones que podrian poner a esta sociedad -si
fuese necesario- en condiciones de dominar el porvenir.
E1 pensamiento de base es que, sin la ampliaci6n y consolidaci6n de
Ia libertad politica y de su forma social, la sociedad civil, nada puede
funcionar en el futuro. Para ello, es irnportante reconocer, en primer
lugar, que la transformacion de los vaiores y la aceptaci6n de la democracia corren parejas, que existe un intimo parentesco entre los valores de la realizaci6n personal y el ideal de la democracia. Muchos de
los resultados que la investigacion sobre el cambio de los valores ha
aportado -por ejemplo, la espontaneidad y la decisi6n voluntaria del
compromiso politico, la autoorganizaci6n1el rechazo de formalismos
y jerarqulas, la resistencia, el corto plazo, la reserva, igualmente, de no
intervenir sino alli donde se es aun sujeto de la acci6n- estAn, por
cierto, en confiicto con el aparato del partido, pero desde todo punto
de vista cobran sentido en las formas y los foros de la sociedad civil.
Esto puede ser extendido a todos los desafios. Los grandes investigadores de la transformacion de los valores -Helrnut Klages y Ronald
Inglehardt, Gerhard Schrnidtchen, Daniel Yankelovich y, en este volumen, Robert Wuthnow y Helen Wiikinson- coinciden en que el cambio de orientaci6n en los valores no termina en una inflaci6n de exigencias materiales. Por el contrario, el viejo y, en apariencia, eterno
esquema del "m& ingresos, m h carrera, mAs consumo ostensivo" se
desmorona y en su lugar aparece una nueva ponderaci6n de prioridades que a menudo es dificil de descifrar, pero en la que juegan un papel preponderante, precisamente, criterios inmateriales de la calidad
de vida. iQu6 significa estol Por ejemplo, que la disponibilidad de
tiempo Para si mismo sea mAs valorada que un mayor ingreso y una
carrera profesionai de mAs envergadura, porque el tiempo es la llave
que abre las puertas del tesoro que promete la era de la vida propia:
dialogo, arnistad, ser-para-si, simpatla, diversi6n1etcetera.
Esto quiere decir que la lucha material de distribucion que monopoliza la atenci6n publica y cientifica es, desde hace tiempo, superada
por una lucha inmaterial de distribuci6n por bienes escasos y apenas
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compensables en dinero, tales como la tranquilidad, el tiempo libre, el
compromiso autodeterrninado, el deseo de aventuras, el intercambio
con los otros, etcetera. En las amenazadas formas de vida del mundo
altamente civilizado, estos bienes ganan perentoriedad y atractivo.
En la era de la vida propia se modifica la percepcion social de 10 que
es considerado como riqueza y pobreza de un modo tan radical que, en
ciertas circunstancias, un rnenor ingreso y un estatus infm'or, acompafiados de una oferta mayor de realizaci6n personal y de autoformaci6n, son vividos no como un descenso sino como un ascenso y son,
por tanto, buscados.
Esto no deberfa ser solamente aclamado, pues constituye, sin lugar
a dudas, el trasfondo de la percepci6n cultural en virtud del cual es
aceptada -ihasta ahora!- la radicalizaci6n dramAtica de las desigualdades socdes materiales, sin un grito polftico general de indignacibn.
Pero, a la inversa, se muestra aqui una posibilidad inesperada: la de
ver en que manera un menos podria transformarse en un mAs; las
perdidas materiales se hacen soportables cuando van acompaiiadas
de un aumento seguro de sociedad autorrealizada. QuizA una sociedad de libertad, no de tiempo libre, probablemente podria facilitar el
despedirse de la sociedad del desarrollo y del trabajo.13
Los hombres son mAs capaces de afrontar el futuro que las instituciones sociales y sus representantes. Es preciso, entonces, descubrir y
reconocer que la transformaci6n secular produce al mismo tiempo las
condiciones Para su dominio -las condiciones, no la garantia (y esto,
tambien, solo parcia1mente)-. Es por esto que 10 que es entonado COmo pesimismo cultural del derrumbe de los valores, abre, por el contrario, la posibilidad de despedirse de los excesos de una epoca que,
tanto desde el punto de vista ecol6gico como del econ6mic0, lleva un
tren de vida demasiado elevado.
Individualizaci6n significa centramiento en-el yo -increpan, sobre
todo, los ap6stoles del statu 4240,y con ello dicen m& acerca de sf mismos que de aquello que creen criticar-. Mientras que en el antiguo
sistema de valores el yo debia ser siempre subordinado a las pautas
del nosotros (esbozadas igualmente por individuos), en el contexto de
13 Vkase Ulrich Beck, "Kapitalismusohne Arbeit", en Der Spiegel, ndm. 20, 1996;
Warnfried Dettiing, Was heisst Soiidarität heute?",en Die Zeit del27 de didembre de
1996; en las Ediciones Zweite Modeme, puede consultarse, asimismo, el volumen ütulad0 Die Zukun. von Arbeit und Demokaa'~
las nuevas orientaciones surge, entre otras cosas, una especie de individualismo altruista.l4 Aquello que parece exclusi6n -pensar en si
mismo y asistir a los dem&- se revela como una conexi6n interna, de
contenido: quien vive para s$ time qw vivir socialmente.15
La investigacidn muestra algo semejante -y tambien en las antipodas
de la irnagen distorsionante de Ia sociedad del abrilse paso a coakzos-:
con la transformaci6n de los valores, precisamente, ha aumentado de
modo constante la tolerancia frente a seres humanos diferentes y a
p p o s sociales marginados, sean estos extranjeros, homosexuales, discapacitados o desfavorecidos socialrnente.16Una epoca en la cual la sociedad internacional se resquebraja en su vida propia y engendra aU
inseguridad, encuentra justamente en 10 que es deplorado como derrumbe de los viejos valores la disposici6n a hacer suyo 10 extraiio, de
donde surge -como muestra Georg Sirnmel- el milagro de 10 nuevo.
Un ultimo ejemplo. A menudo se seiiala, con un tremolo apocallptiCO en la voz, que el hombre m6vil de hoy ha perdido vinculos y arraigo. Ahora bien, la investigacidn representativa sobre singles (que no
constituyen un p p o , sino una categoria que abarca situaciones muy
heterogeneas) que Rosenmayr y Kolland publican por prirnera vez en
este volumen, pone de manifiesto que la "movilidad es aquf, de hecho, muy valorada. La idea de tener y ejercer una "profesi6n Para toda
la vida" no es sentida, en modo alguno, como algo deseable sino, antes bien, como una exigencia excesiva; mientras que el carnbio tanto
' 4 "La creciente individualizaci6n no desmonta de forma global los vuiculos de solidaridad, sino que crea, m& bien, un nuevo tipo de solidaridad. ~ s t se
a produce de forma
voluntaria y no tanto por el sentido del deber. Y Ueva menos la irnpronta de un p a h s
asistencial moralmente sobrealimentado. EI precio de una mayor autodetemiinaci6n y
de una diversidad de oportunidades parece ser una p6rdida de orientaci6n. Conduce a
una demanda de redes sociales vinculantes, que produzcan pertenencia y sentido de la
vida." Vease Heiner Keu p, "Solidarisch und doch frei - für eine kommunitäre Individ ~ a l i t ~en
t ' ~Psychokgie
,
niim. 7,1995.
15 Leopold Rosenmayr y Franz Kolland, en este volumen, pp. 228 y ss. Kar1 Otto Hondrich y Claudia Koch-Arzberger escriben: "Pero alli donde la coercitividad del poder, la
fria forma contractual del mercado, la intensificaci6n de sentimientos del amor, la afable condescendencia unilateral del ayudar, no son aicanzadas o no son m& ace tadas y
pierden su obligatoriedad, encuentra su lugar la solidaridad como una fuerza uni6n
y regulaci6n especmca: con m& sentimiento que los contratos, pero mAs sobria que el
amor; no diiündiendose en la desinteresada Caritas, sino aceptando, al menos, por un
tiempo indeterminado, red rocidad de asistencia; anirnada por el pensamiento de una
especie de i aidad entre e que da y el que recibe, pese a las diferencias entre eUos y el
mismo e s t a g de indigenda; llevada a cabo por Ubre decisibn y siempre revocable". De
los autores, Solidaritätin lter rnodffnen Geselhchafi Francfort del Meno, 1992, p. 114.
'6 Helmut Hages, "Der schwierige Bürger", en Werner Weidenfeld (ed.), Demokratie
am Wendepunkte,Munich, 1996, pp. 204 y ss.
L,
d:
P
en el trabajo como en la pareja es, Para muchos, algo natural y enriquecedor. tQuien no veria que, de esta manera, una promesa originaria de la modernidad -a saber, la promesa de movilidad- es alegada
c o n h el ideal de la profesion de por vida, que la primera modernidad
habia hecho propio? Nadie afirrna que esto ocurra sin contradicciones
y sin sufrirniento, ni que pueda dar resultados. No obstante, es posible
vislumbrar nuevamente, sin necesidad de leer el poso del cafe, que
con la transformacion estructural surgen preferencias mediante las
cuales se evaliia 10 que es exigido, esto es, manejo de la diversidad y
movilidad.
Tambien aqui se hace evidente que la era de la vida propia no solo
esta poblada de reivindicadores, litigantes, revoltosos y holgazanes. Se
forman, asimismo, orientaciones y prioridades que, subliminalrnente,
responden a las demandas de la segunda modernidad: en la poblacion, la responsabilidad personal, la autorganizaci6n1la politica aut6noma obtienen una oportunidad a la vez esclarecida y realista que
ahora, por cierto, tambien debe ser aprovechada por una politica
que encuentra sus limites por doquier, en el sentido de una nueva
distribucion de la responsabilidad y el poder.
Name aebe quedar por ello atrapado en la ilusi6n de Hölderun ae que
iinicarnente el peligro es la madre de la salvacion. Los hijos de h Eibertad, en efecto, encuentran ante si un mundo en el cual el bienestar,
hasta entonces considerado seguro, se erosiona. No obstante, hay que
reconocer 10 que algunos quieren negar: la libertad supone seguridad,
tal como Marshall pone de manifiesto en su celebre estudio CiCizenship and Soda1 &ses (1948), del modo m& energico y convincente.
Analogamente, sostiene Felipe Gonzalez:
La iibertad no es, en generai, una aspiraci6n prioritaria del hombre, sino algo que Uno busca cuando otras necesidades estan cubiertas... Yo creo que
el sentimiento prioritario es la seguridad, en elio estamos cerca del instinto
de los animales... Si desaparece la seguridad, el sentirniento de iibertad se
torna debil y vulnerable.17
17
En una entrevista en el Sdddeutsche Zez'Cungdel28 de septiembre de 1995.
20
W O S DE LA LIBERTAD
Cuanto mas rapida y mas extensamente la transformacion social
modifique los fundamentos comerciales de la vida, el trabajo y la administracion, tanto mayor sera la probabilidad de que los hombres se
sientan sobreexigidos y de que se propague el miedo a la libertad. Asi
es como cada vez mAs hombres -tal como 10 muestran muchas investigaciones- se ven amenazados en su integridad y en su existencia, si
bien d ntimero de crimenes violentos (en Alemania) no aumenta, sino
que se rnantiene en un nivel comparativamente bajo, e incluso disminuye levemente. Es importante distinguir entre el crimen y el mz'edo al crimen, el cual no se alirnenta del crimen, sino de la inseguridad
general.18
"Cuanta mAs libertad tenemos, tanto m& penosa y amenazante se
manifiesta",escribe Zygmunt Bauman. "Yo creo que a los hombres, actualrnente, no les preocupa tanto la necesidad de pertenecer a una comunidad cuanto la liberacion de la coercion, el tener que elegir y decidir permanentemente."lgAlii donde la libertad se convierte en una
jaula, muchos buscan la libertad de la jaula (nuevos o antiguos movimientos religiosos, fundamentalismos, drogas, violencia).20
Mas, icomo debe entenderse esta paradoja de la libertad impuesta,
de la cual muchos intentan evadirse? La vida de cada uno no es una
forma de existencia que uno mismo ha escogido, sino un principio estructural social y colectivo y solo limitadamente influenciable de la
segunda modernidad. Individualismo programado: tal es la divisa,
que se torna mas comprensible cuando se vincula, por asi decir, la
irnagen del mundo de Kafka con la irnagen del mundo de Sartre; la era
de la vida propia es producida por una apretada red de instituciones
-derechot educacion, mercado del trabajo, etcetera- que, so pena de
castigo, de perjuicios (econ6micos),"condenan a la libertad" (Sartre)zI
a cada individuo.
EI punto decisivo es, pues, que en este contexto del "individualismo
institucionalizado" (Talcott Parsons) se erosiona el mecanismo a traVkase Ronald Hitzler, en este volumen, pp. 152 y ss.
Zygmunt Bauman, "Wirsind wie Landstreicher", en Süddezsbch Zeituag nfim. 16,
17 de noviernbre de 1993, p. 12.
Vkase Eileen Barker, "The Cage of Freedom and the Freedom of the Cage", en Eileen
Barker (ed.), LSE m Freedom, Londres, London School of Economics Pubiication, 1996.
21 Un desarrollo de esta individuahaci6n vinculada a las institudones puede Verse, por
ejemplo, en U. Beck y E. BeckGernsheim, Riskante F m ' h i h , Introduccion, pp. 12 y ss., asi
como en U. Beck, Das Zeitulter des e & m Lebens, Edidones Zweite Modeme, 1997.
18
19
ves del cual los hombres -desde un punto de vista material y socialson integrados a la sociedad, a traves del trabajo retribuido. La desocupacion ya no amenaza solo a grupos marginados, sino tambien a
la media de la sociedad, incluso a grupos que, hasta hace pocos ai5os,
eran considerados como la encarnaci6n de la seguridad profesionai
de existencia (por ejemplo, medicos y gerentes), de un modo tan general que, Para los implicados, la diferencia entre desocupacion y
amenaza de desocupaci6n pierde significacion. Para comprender el
dramatismo de esta transformacion de los fundamentos de la sociedad moderna (modernizacion reflexiva), es conveniente distinguir
tres fases en el desarrollo posterior a la segunda Guerra Mundial.
fase, que se prolonga hasta entrados
En 10 que respecta a la
los aiios sesenta, cabe sefialar que la necesidad evidente de tener que
reconstruir un mundo en ruinas engrana con el miedo de que 10 alcanzado se desplome nuevamente, con la consecuencia de que las
virtudes clAsicas, tales como disposicion al sacrificio, diligencia, trabajo sin descanso, abnegacion, subordinacion y asistencia a los dem&,
se refuercen mutuamente.
"E1breve sueiio de la prosperidad perpetua" (Burkart Lutz) podria
ser el epigrafe Para la segundafase, que se extiende hasta la decada de
los ochenta. La riqueza administrada es tenida por segura, los efectos
s e c ~ n d d ~ (tales
o s como la crisis ecologica y la individualizaci6n) que
ponen en duda los fundamentos de la primera modernidad son negados pero, pese a la resistencia de los poderosos y de la mayoria, son
elevados a la conciencia publica a traves de diversos movimientos de
protesta. Aqui se desarrollan libertades (politicas)que se esparcen por
toda la sociedad.
En una tercemfase, que he descrito en otra parte como sociedad de
riesgo mundial, se produce el retorno de la incertidumbre, no solo en
el sentido de que se pierde la confianza en que las instituciones clave
del mundo industrializado -economia, derecho y politica- esten en
condiciones de contener y controlar las consecuencias amenazadoras
que ellas engendran con los instrumentos a su disposici6n; sino tarnbien en el sentido de que -de manera transversal a las clases de ingresos- las biograffas del bienestar se conviertan en biografias de riesgo,
que pierdan la seguridad material futura y la identidad socia1.22
emers
22
V6ase Stepahn Leibfried, Lutz Leisering et al., Zeit der Amut, Francfort del Meno,
1995.
22
mOS DE LA LIBERTAD
Sobre el trasfondo del ocaso de la economia politica, domina ahora el miedo de que el bienestar, que hasta entonces se creia seguro, pueda venirse
abajo. Los hombres han perdido orientaci6n y han llegado a la conclusi6n
de que seria, sin duda, conveniente pensar en el futuro. Se preocupan por
sus oportunidades en el mercado laboral, el monto de sus ingresos, sus cuatro paredes, la educaci6n de sus hijos y la seguridad de sus fondos de pensiones para la vejez.23
Si el capitalismo global en los paises altamente desarrollados disuelve
el nucleo de los valores de la sociedad del trabajo, se rompe una alianza
hist6rica entre capitalismo, Estado social y democracia. En Europa y los
Estados Unidos, la democracia ha nacido como una democracia del
trabajo, en el sentido de que la libertad politica descansa en la participaci6n en el trabajo retribuido. E1 citizen tenia que ganar dinero, de
una forma o de otra, Para insuflar vida a los derechos de la libertad.
La consecuencia, como escribe Ronald Hitzler,24 es que los ciudadanos se movilizan de forma cada vez mils frecuente y mAs consciente
contra pendencieros de derecha y de izquierda, contra criminales, contra alborotadores y gente molesta, contra escenas de drogas y prostituci6n -y contra sus propios miedos al futuro-. Un movimiento civico
Para la seguridad y el orden parece tomar el relevo de los movimientos ambientalistas, feministas y pacifistas y emprender su marcha pur
IdS insticuciones. Aqui, por el contrario, los riesgos de la libertad, de la
liberalidad y del derrumbe de las normas son atacados pfiblicamente
y la autoayuda y el auxilio, realizados.
Es necesario que los neoliberales de todo el mundo, que hacen oidos
sordos por su falta de experiencia histdrica, se den por enterados de
que el fundamentalismo de mercado, al que tributan homenaje de respeto y sumisi6n, es una forma de analfabetismo democriltico. E1 mercado no lleva consigo, precisamente, su justificacion. Esta forma de
econom'a s610 es viable en alternancia con seguridad material, derechos sociales y democracia. Quien apuesta exclusivamente al mercado,
destruye tambien, junto con la democracia, esa forma de economia.25
P Daniel Yankelovich, 'Wohlstand und Wertewandel - das Ende der fetteilJahren" (extracto de Lin informe Para la administraci6n Clinton), en pSUchologze heute, niim. 3, 1994.
24 En este volumen, P. 163.
25 Sobre las contradicciones del conservadutismo trata Anthony Giddens, Jenseits von
Links und Rechts, Frandort del Meno, Ediciones Zweite Moderne, 1997 [traduccibn castellana: M&s alla de la izquierhy & derecha, trad. Marfa Luisa Rodriguez Tapia, Madrid, Cktedra, 19961.
Por cierto, sefialar esto publicamente es una cosa; abrir los ojos a las
realidades es otra muy distinta. Grandes, crecientes circulos de poblacion son excluidos en la modernidad de las condiciones de existencia
y de las redes de seguridad de la modernidad. E1 punto esencial no es
solo que se produzcan o se manifiesten hundimientos y fisuras radicales, sino que estos, sobre el trasfondo de la modernidad logradd,
sean llevados a cabo, en cierto modo, como modernizaczdn0n
de Z
u sociedad modernd. Por eso, la cuestion clave es c6mo reaccionan los &Zen
conscientes de su libertad y de si mismos al ver tambalear la seguridad de su mundo y al Verse a si mismos expuestos a desigualdades
radicales.
En la tercera fase de la decada de los noventa se encuentran reunidos
la reduccion de los derechos fundamentales,el miedo al futuro y la demanda de libertad, la conciencia de la libertad. Esta es la constelacion
natal del ciudadano desagradable.26 Las virtudes civicas viran hacia 10
desagradable y 10 agresivo alli donde la seguridad social amenazada o
perdida tiene que ser asimilada en el Ambito de la libertad politica
percibida.
E1 rostro de la segunda modernidad no va a parecerse, por tarito, al
ideal del &Zen en su bondad y belleza. Es necesario despedirse, ademas, de las ingenuas esperanzas en un matrimonio ideal entre autorganizacion y razon, no en el sentido de un nuevo automatismo cultural pesimista, sino como una posibilidad siempre presente que pierde
sus horrores cuando se percibe y se reconoce que el abuso de la libertad es, precisamente, su mAs seguro indicador.
Quien quiere saber cuAn libres son un pais y sus habitantes, no se
fija (solo) en la constitucion; hace caso omiso de los debates parlamentarios y de las declaraciones del gobierno, pero observa de que
manera se comportan los hombres frente a excesos de libertad (pornografia, criminalidad de extranjeros, violencia juvenil). Si reaccionan
con resuelta serenidad, entonces la libertad estd en buenas manos.
E1 enunciado es modesto, pero no por ello menos verdadero: la libertad tiene tambien un rostro desagradable. Esto no es una refutacion sino una prueba de la libertad -su medida, por asi decir, verdaderamente humana, es decir, falible-.
IV.R E S P U E ~ POLI~TCAS:
~A~
NEOLIBERALISMO,
COMUNITARISMO
Y REPUBLICANISMO COSMOPOUTA
tCu6les son las respuestas politicas que se combaten mutuamente?
Por ahora, las mencionaremos solo con terrninos en boga: neoliberalismo, comunitarismo, proteccionismo.
Los neoliberales del mundo se han congregado de la forma m6s explicita bajo la bandera del mercado y ensayan el ataque a los fundamentos morales de la primera modernidad como si alli estuvieran el
Estado social, el Estado nacional, el poder sindical y las restricciones
ecol6gicas impuestas a la disposicion a la inversi6n privada. Con la
absolutizaci6n del mercado irrumpe una contradiccibn hist6rica. EI
mercado supone instituciones culturales, politicas y jurfdicas; quien
pretenda negar esto pone todo y a todos en peligro; las consecuencias
son fatales tanto Para el individuo como Para la sociedad. Aqui, en
efecto, una imagen antihumana del hombre es erigida, subrepticiamente, como fundamento de las relaciones sociales; la exclusion sociai se convierte en el caso normal y el exito en el mercado decide, en
ultima instancia, sobre el ser o el no ser. Como consecuencia de ello,
la adaptaci6n deviene el objetivo supremo de la formaci6n del car6cter, y la adaptaci6n de la naci6n como regih se convierte, a su vez, en
el concepto rector de la politica. EI concepto politico de la sociedad y
del Estado nacional decrece, desaparece.
EI soci6logo frances Pierre Bourdieu recornienda que quien se declare partidario del neoliberalismo sea llevado primero en helic6ptero
sobre los guetos de los excluidos en las metr6polis de America del
Norte y del Sur. Esta seguro de que, al cabo de una semana, a m6s tardar, 61 o ella estaran de vuelta (si es que esto ocurre) convertidos al
Estado sociai.
Los rivales de los neoliberales, esto es, los comunitaristas, salen al
encuentro con la bandera de la comunidad, curiosamente con mAs
fuerza en aquellos paises donde el fundamentalismo de mercado ha
asolado por mAs tiempo y de un modo m6s devastador: los Estados
Unidos y Gran Bretak. E1 mercado y el contrato -asi reza aqui la clave intelectual- no fundan por sf solos ninguna cohesi6n sociai. Antes
bien, requieren y consumen, como aglutinante sociai, la activa identificaci6n de los ciudadanos con su comunidad. Hasta aqui, el movi-
miento comunitarista -que tarnbien se esta consolidando en Alemania-, debe ser entendido s610 como un movimiento contrario al neoliberalismo de la avidez. No obstante, mientras los nuevos adoradores
del mercado a&n y, a deck verdad, muy eficazmente, los comunitaristas se contentan en 10 esencial con cosmktim. Intentan exorcizar al
diablo del egoismo con una ret6rica de la comunidad pletorica de
bendiciones -un remedito del botiquin de la abuela que, como es sabido, no hace mal a nadie y no cuesta nada-.
Muchos comunitaristas confunden moralizar con analizar. No comprenden que puede existir no solo el peligro de demasiado poca comunidad, sino tambien el peligro de un exceso de la misma; peligro
del mal, precisamente, la historia de Alemania de este siglo nos ofrece
un notable testimonio.27 Por Gltimo, la mayoria de los comunitaristas
considera inrnodificables las instituciones existentes y no comprende,
de esta manera, que estas son modificadas en sus fundamentos por
medio de modernizaciones reflexivas.28
En la Tierra de Nadie, entre los neoliberales y los comunitaristas,
oscila la mayoria (todavia) silenciosa de los proteccionistas que, con
los m& variados objetivos, se han unido en el intento de defender, intelectual y politicamente, el antiguo orden del mundo y de batalla
contra las embestidas de las nuevas realidades de la segunda modernidad. Detras de los acalorados debates sobre la globalizaeidrr se forma una coalicion de todos los partidos del proteccionismo. Los proteccionistas zegros deploran el derrumbe de los valores y la perdida
del significado de 10 nacional. Los proteccionistas rojos, por si acaso,
se sacuden el polvo del traje de la lucha de clases. Los proteccionistas
verdes, por su Parte, descubren el Estado nacional y su instrumental
para proteger los estandares del medio ambiente contra los golpes del
mercado mundial.
27 "Durante la Repubiica de Weimar -escribe Albert 0.Hirschman, el investigador
arnericano en ciencias sociales de ori en d e m , en Leyiathun, ndm. 2,1994, p. 2 9 3 ,
se formul6 a menudo la queja por la faita de c i e w cuaiidades sociaies ue u m sociedad, de acuerdo con la comprensi6n de la epoca, debfa ostentar. Se echzde menos un
sentido de mision, un sentimiento de pertenencia y calidez - e n una paiabra, un espiritu colecüvo-. EI movlmiento nazi debia su ascensi6n, y no en ultimo tkrmino, a la promesa de que todas esas supuestas necesidades serian satisfechas holnadamente mediante la ireaci6n de una cömunidad nauonai nuevamente consolidada."
28 Ulnch Be&. Anthonv Giddens. Scott Lash. Reßexive Modeminerunn - Eine ConCroVerse, Francfort dei ~ e n o 1996
:
[traducci6n castekna: M o d f f n U h veflxiva: po~iCica,
fadiciOn y esWEica en el erden so& modemo, trad. Je& Albores, Madrid, W z a , 19971.
La ironia es que Alemania -ocupada consigo misma y con los problemas de la reunificacion con la ex RDA- hasta ahora ha ignorado
en gran parte estas respuestas -neoliberalismo, comunitarismo, proteccionismo- que se hostilizan mutuamente y, en lugar de saltar a un
tren que los dem& paises ya han abandonado desde hace tiempo, podria tomar un rumbo totalmente diferente, esto es: anudar, articular y
llevar a la practica politica corrientes antagonicas. Propongo denominar esta posicion europeo continental h politica cultural del republicanlsmo cosmopolitd y caracterizarla mediante cinco principios.
En primer lugar, el nuevo significado del individuo, que tantas dificultades Causa a la derecha no menos que a la izquierda y a todas las
variedades del comunitarismo y del moWniento ecologico; en segundo lugar, el papel central que desempefian actores, identidades y tramas cosmopolitas; en tercer lugar (y solo en aparente contradiccion
con 10 anterior), la nueva importancia de 10 local -de la magia del terruiio- en la sociedad cosmopolita, dos perspectivas que les resultan
muy desagradables a los defensores de 10 nacional y del Estado nacional como non plus ultra de la primera modernidad; en cuarto lugar, el
significado clave de la libertdd politica, es decir, de una sociedad civil
activa en pro de la cohesion y la autorresponsabilidad de la democracia mAs alli de la sociedad del trabajo, pero tambien de la manera en
que la crisis ecologica es susceptible de ser respondida; en quinto lugar, la comprension resultante, que infiere de todo esto la necesidad
de reformas institucionales que vayan al fondo, la necesidad de una
reforma de la primera modernidad industrial que responda afirmativamente a la diversidad y al "conflicto acotado" (Helrnut Dubiel).29Esto seri aclarado a la luz de un solo ejemplo: el de la politica comunal.
V.LA REDEFINICI~NDE LO LOCAL EN LA ERA DE LA GLOBALIZACI~N
A fmes de los aiios treinta conversan en Paris dos emigrantes judios
acerca de sus planes. Uno de ellos quiere emigrar al Uruguay. "LTan
lejos?", pregunta el otro, con asombro. "LTan lejos de que?", replica el
primero.
"LTan lejos de que?" Esta pregunta ilumina siibitamente, a la manenda modernidad desde el punto de Vista cosmopolita,
29 Sobre las ideas para una se
vkase, in&, 'los padres de la ligrtad"pp.
, 286 y ss.
ra de un rayo, el destino de los que carecen de residencia fija, de patria, de Estado, descrito por Hannah Arendt de un modo particularmente conmovedor.30 Precisamente en la sociedad cosmopolita de los
ciudadanos el individuo tiene necesidad de un lugar (imaginario).
Desde luego, la cuesti6n de qu6 quiere decir esto vuelve a plantearse,
puesto que los lugares en la sociedad cosmopolita, a medida que el
marco nacional pierde significacion, tienen que ser definidos, de forma directd y aut6noma, en relaci6n a los otros.31
City y citizmhip no son s61o parientes lingüisticos. Sociedad civil y
libertad polrtica tienen su origen social y su lugar en el Ambito pr6ximo susceptible de ser conocido. Consolidaci6n de la sociedad civil
significa, entonces, consolidaci6n de la politica y de la identidad locales, consolidaci6n de las ciudades frente a los centros nationales. Las
grandes ciudades no pueden seguir siendo por m& tiempo las terminales de desplazamiento de los grandes problemas. Todos cargan sobre las ciudades y comunas todo lo posible y lo imposible, y Para ello
existe una amorosa palabra: el ciudadano adulto.
La revalorizacion de 10 local como respuesta a la globalizacion no
seri, por tanto, posible sin una reforma (por ejemplo, del fmanciamiento de las comunas) y sin una reparticidn revisada de poderes y
tareas entre la politica nacional y la politica local. LExisten Para ello
modelos y conceptos de objetivos en la filosofia y la teoria politicas?
La respuesta es afirmativa.
Cuando a nosotros, alemanes, se nos pide el boleto de entrada a la
era democritica, no tenemos, sin duda, ninguna revoluci6n Para mostrar como los franceses, los americanos o los ingleses, pero -igracias a
Kant!- tenemos a Irnmanuel Kant. Nuestra revoluci6n ha tenido lugar en el pensamiento, lleva el titulo sublime de Kritik der reinen Vern u n . (Critica de kl razon pura) -y puede llenarse de polvo en la biblioteca-. Sopla Uno alguna vez el polvo de la tapa y comienza la
lectura; constata con cierto estupor que Kant, nuestra revolucionario
fd6sofo devenido funcionario -por decirlo ir6nicamente- habia dejado de cenirse a la ley fundamental federal alemana con 200 afios de
anticipacion. Se tom6, en efecto, la libertad de tildar de "desp6ticana
V6ase al respecto, in&, pp. 306 y ss.
V6ae Martin Albrow, "Viajando m& alia de las culturas locales", en este volumen,
pp. 260 y ss., y Zygmunt Baiimann, "GloMisierung oder Was für die einen Globalisierung ist, ist für die anderen Glokalisierung", en Das Argument,1996, pp. 653-664.
30
31
la democracia parlamentaria, porque el principio de representacidn
esta en contradiccion con la autodeterminaci6n del individu0.32
En la transici6n a la segunda modernidad, considero esta oposici6n
entre la democracia nacional de la mayoria y un republicanismo cosmopolita de 10 local como uno de los temas clave, que incluye en
nuestro orden del dia el tema de una gran coalici6n entre la necesidad y la raz6n. La sociedad del trabajo cada vez mAs estrecha, el Estado social sobrecargado y ahora imposible de financiar, pero tambien
los esfuerzos gigantescos, en el verdadero sentido de la palabra, que
nos exigen a todos la atenuaci6n de la crisis ecol6gica en el nuevo reticulo de la globalizaci6n, piden un precio excesivo al Estado nacional
y a la politica institucionalizada se@n este modelo. tC6mo puede ser
entonces exonerado el sistema politico -parlamento, partidos, gobierno- y afianzada y ampliada la autorresponsabilidadde la sociedad civil? iC6mo pueden estos dos lugares y reguladores de 10 politico compartir la carga de las tareas del futuro y el poder y, no obstante, ser
armonizados el Uno con el otro? Nadie puede evitar esta cuesti6n.
Una respuesta parcial reza, sin embargo: sdlo a traves de la revalorizaci6n de los distritos, las comunas y las ciudades.
Todo esto supone, entre otras muchas cosas, una repolitizaci6n de
la politica comunal, incluso su nuevo hallazgo y determinacibn, en el
sentido de que los prograrnas, las ideas y los hombres deben ser movilizados Para hacer posible y efectivo 10 inconcebible y 10 imposible.
Me temo que la sociedad civil goza tarnbien por eso de tan mala fama en los circulos polfticos, porque no satisface los criterios de eficiencia de los politicos profesionales. Aqui se oculta una interpretaci6n democratico racional equivocada de la politica respecto de si
misma: la politica en la sociedad democratica debe ser no solo racional, sino tambien emotional. Lo que esta en juego son soluciones eficientes pero tarnbien, al mismo tiempo, pasiones, saber escuchar, justicia, intereses, confianza, identidades, conflicto necesario; por 10
dem&, materiales tan complejos desde el punto de vista practico, que
la idea del mejor de los caminos, que aiin sigue dando vueltas en la
cabeza de muchos, se revela totalrnente iiusoria.
La politica es lenguaje, el lenguaje es politica. Quien quiera entu32 ImmanueI Mt, Zum ewigen Frieden. EEia philosophischer Entwuif[traducci6n casteiiana: La paz perpetua, trad. Baltasar Espinosa, Madrid, Aguflar,1966; trad. Joaqufn
Abeilan, Madrid, Tecnos, 19951; vease, infia, pp. 300 y ss.
siasmar, debe hablar de modo tal que despierte entusiasmo. Aqui se
-esun estrecho parentesco entre arte y poEtica.33 E1 lenguaje
es aquello que nos ha quedado. S610 en los shbolos que se crean y se
consolidan en el discurso piliblico y en la audiencia piliblica surge, lleno de conflictos, aquello que muchos, por 10 visto, echan tan dolorosamente de menos: el espim'tu cole&vo. Esa es la raz6n por la cual el
lenguaje plastico tecnocrAtico, que Erhard Eppler ha espetado con
tanta soberbia,34 es un mal canceroso de la cultura democratica. E1
lenguaje es el lugar y el medium de la produccion y el mantenimiento
de 10 social. Habitarnos en el lenguaje. Y, tquien quiere habitar en las
frases de los politicos? La propia politica, me temo que no.
Como muchas otras cosas, hoy se ha vuelto poco claro que es exactamente 10 que constituye una Czudad. Los criterios fundadores de
identidad tales como un rio, un grupo edilicio historico, el palacio
de gobierno, una catedral e, incluso, la proximidad de los Alpes, que
remiten todos a un determinado punto geografico, han perdido significacion por la intensificacion de la movilidad, el intercambio y la informacion. Tarnpoco las ciudades pueden creerse a salvo por mas
tiempo, amparhdose en una identidad conformada y afianzada geograficamente. Tienen que ser, en cierto modo, inventadas de nuevo.
Inventar no quiere decir hacer bosquejos en un tablero de dibujo; pero la irnagen pciblica urbana, la identidad de una ciudad, que decide
sobre tantas otras cosas, tiene que ser creada, configurada, coloreada
en el sentido de una magia que sea apta Para la realidad y adicta a ella.
Los politicos comunales, si son buenos, son magos urbanos que, a traves de la dramaturgia piiblica, el desarrollo de proyectos municipales
y la arquitectura urbana, dan forma a la identidad de su ciudad en
concunencia con otras ciudades.
Lo que entra en consideraci6n como simbolo atractivo y fundador
de identidad no es en modo alguno arbitrario. Un teatro de 6pera quiZA 10 sea, pero no asi un cruce de carninos de seis carriles a distintos
niveles o una torre de transmision con restaurante giratorio. Los bajos
Indices de criminalidad son, sin duda, citiles, pero no bastan Para engendrar, en cuanto tales, nin@n efecto miigico. Un reactor de fusi6n
33 Vkase, al respecto, 10 escrito sobre Gottfried Benn en "Lospadres de la iibertad",
pp. 324 y ss.
34 Erhard Eppler, Kavallen'epferde beim Hornsi.gnu1.Die KRrrSe der Politik im Spiegel der
Sprachee, Francfort del Meno, 1992.
nuclear Para fines investigativos que siembra desconfianza a nivel
mundial, a su vez, deberfa producir mis bien 10 contrario. En cambio,
las soluciones ejemplares a los problemas de las grandes ciudades
pueden desarrollar arnpliamente una fuerza magica de atraccion de
ese tipo. Pidnsese, por ejemplo, en la idea de un parque industrial
exento de emisiones, en el que las fibricas est6n coordinadas de tal
manera unas con otras, que los residuos de la una sean recuperados
por la otra, tal como fue posible realizar en los Estados Unidos. E1 sapo
que nadie quiere besar podria convertirse, de esta manera, en un pruicipe muy solicitado.
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VI.DELA CURIOSIDAD POR LA SOCIEDAD DESCONOCIDA
EN LA CUAL W M O S
DOSson, ante todo, los procesos epocales que modifican esencialmente los fundamentos de la convivencia en todos los campos de acci6n
sociales:35 la individualizacidn y la globalizaaön. Ambos deben ser
considerados solo como arnenazas aparentes; obligan, pero tambien
permiten preparar y reorganizar la sociedad Para una segunda moder.
nidad. EI diablito de la inmovilidad no se encuentra, pues, entre los
hombres; 10 importante es reconocer que a traves de la individualizaci6n y la globalizaci6n culturales son engendradas, precisamente,
aquellas orientaciones y condiciones h i s ~ r k ~ ~ u n u d a p a ~ - ~reX,i,tiicionesala futura segunda modernidad que son bloqueadas por (los dirigentes de) las instituciones. Se trata de bloqueos de
percepcion. E1 pensamiento debe ser modificado.
E1 lloriqueo conservador por el derrumbe de los valores (en todos
los carnpos sociales) es no solo infatuado, sino tambi6n obcecado desde el punto de vista histbrico. En Alemania hemos padecido dos dictaduras que se hallaban bajo la divisa: "Tii no eres nada; tu pueblo, tu
clase, es todol'. Sobre ese trasfondo, el grado de individualizaci6n logrado es una conquista manifiesta. Esto es tanto mas vAlido cuanto
que es falso equiparar individualizaci6n con comportarniento apoiitiCO,indiferencia y egoismo. Antes bien, cambian radicalmente las con-
I
35 Sobre Ia controversia en torno a las demandas de la sociedad cosmopolita y de Ia
poliCica es la sociedad cosmopolita,vkase el volumen correspondiente en las Ediuones
Zweite Moderne, 1997, asf como Martin Albrow, Das Zeitalter a h GlobaZiskwng 1998.
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cion es no solo sin esperanza, sino que tambikn esta rn& abierta que
nunca, tanto desde el punto de vista intelectuai como polltico. La curiosidad -que espero sea contagiosa- por la sociedad desconocida en
la que vivimos caracteriza, pese a todas las divergencias, a las autoras
y a los autores de este volumen y a la serie de libros Zweite Moderne
en su conjunto.
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