La frágil economia latinoamericana

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LA FRÁGIL ECONOMÍA LATINOAMERICANA
Palabras clave: Economía. Países latinoamericanos. Industrialización retardataria
Eje 2. América latina: estrategicas nacionales e integración regional
Roberto Fernandes de Almeida
Profesor de la Universidad São Francisco
Bragança Paulista - Brasil
1. Los últimos acontecimientos referentes a la economía mundial, principalmente después
de la grave crisis de 2008, por un lado, y el retrasado proceso de industrialización de los
países latinoamericanos, por el otro, traen aparejados, en esta posmodernidad, un notorio
sentimiento de desilusión y ansiedad, que gravitan, hace décadas, alrededor de los sufridos
pueblos del subcontinente.
2. En efecto, las naciones sudamericanas, especialmente Brasil, en su calidad de una de las
diez mayores economías mundiales, amén de la mayor de América Latina, padecen de un
desarrollo tardío y que, además, fue conducido de una forma que reforzó tendencias
elitistas históricas dirigidas hacia una creciente exclusión social.
3. Este escenario, históricamente, comenzó a ser diseñando a partir del surgimiento de un
capitalismo más organizado, que tuvo como punto de partida el proceso de
industrialización de los países que formaron parte de la primera revolución industrial.
(Inglaterra, primero, a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, expandiéndose luego
por el resto de Europa, amén de Estados Unidos y Japón).
4. Esta primera etapa del capitalismo más organizado y avanzado, que tenía a la primera
revolución industrial como su principal referencia, excluyó de su proceso de desarrollo a
los principales países de América Latina (Brasil, Argentina y México, entre los
principales). Esto tuvo lugar dado que los Estados más industrializados veían a los países
económicamente más débiles y atrasados como simples núcleos de provisión de insumos
primarios y materias primas. No tenían ninguna preocupación social más avanzada como,
por ejemplo, la adopción de políticas sociales más inclusivas, desde una perspectiva
estratégica del necesario desarrollo industrial pleno, como herramienta fundamental de
impulso y desarrollo social no estratificado.
5. Sin embargo, las fuertes presiones políticas del período posterior a la segunda década
del siglo XX, derivadas de un cuadro de guerra e intensa beligerancia en Europa, con una
creciente y permanente inestabilidad económica posterior (la crisis de 1929 es un ejemplo
emblemático y contundente frecuentemente traído a colación por los teóricos e
investigadores), acabaron induciendo un incipiente y limitado proceso de industrialización
retardataria en América Latina. No obstante, el mismo se dio en un sentido general
negativo, al continuar privilegiando un modelo económico tendiente a mantener y reforzar
el elitismo, siempre presente en las prácticas cotidianas de los más favorecidos.
6. Esta continuada visión elitista adoptó – en términos estratégicos – en aquel momento
histórico, una postura más suave y ligera, pero sin dejar de lado el mantenimiento de una
política sistemática de exclusión social. Ello, hasta como forma, ideológicamente, de
garantizar el “status” de las clases dominantes y más favorecidas. Este sector se presentaba
ahora con un nuevo ropaje, dentro de un proceso revisionista paulatino más abarcador,
duramente criticado en términos históricos, desde comienzos del siglo XX, por los teóricos
marxistas más consecuentes, destacándose, como ejemplo singular, los argumentos de
Rosa Luxemburgo (1).
7. La referida política de exclusión social, reforzada en la América Latina de posguerra,
acabó dando una orientación defectuosa a los principales países latinoamericanos (Brasil,
Argentina y México, principalmente, como expresado arriba). Los mismos, en su calidad
de estados periféricos, pasaron a gravitar cada vez más alrededor de los países ricos,
vencedores de la Segunda Guerra Mundial (1939/1945). Éstos, impusieron en última
instancia, al fin de dicho período, un nuevo orden económico mundial centrado
principalmente en la política hipócrita del FMI, órgano económico predador creado por la
conferencia de Bretton Woods.
8. En América Latina, esta política, sufrió duras críticas por parte de la CEPAL (Comisión
Económica para América Latina y el Caribe), durante el período a cargo del economista
argentino Raúl Prebisch, quien sustentaba básicamente, la fragilidad del sistema defendido
por la élite de los países ricos, en relación a las naciones denominadas periféricas.
9. Su principal tesis, "sistema de relaciones económicas e internacionales", se centra en el
binomio centro-periferia. Sustentaba que la economía se mueve por ciclos que tienen su
origen en las economías de los países industrializados y económicamente más avanzados,
y se propagan, en la secuencia, a la esfera internacional.
10. Sostuvo Prebisch, en este proceso de nefasta propagación, en resumen, que los países
especializados en la producción y exportación de productos primarios tienen,
sistemáticamente, un comportamiento meramente pasivo, sin condiciones objetivas y
concretas para cambiar las reglas del juego (2).
11. Tal reflexión, en síntesis, acabó generando la percepción de que el sistema de la
división internacional del trabajo surgió para atender, fundamentalmente, los crecientes
intereses de los países más centrales. Dado que éstos, históricamente, se encuentran al
frente del proceso de industrialización, excluyendo aquí, obviamente, a los países
latinoamericanos por los motivos citados anteriormente.
12. Esta singular visión de la economía capitalista, permitió identificar una grave falla
estructural en el modelo. Generada, de un lado, por la lenta propagación del progreso
técnico y tecnológico, y por el otro, por la perpetuación de la división internacional del
trabajo hasta hoy existente. Ello representa las raíces más profundas de todo el
subdesarrollo latinoamericano.
13. Se puede afirmar, por lo tanto, que la actual fragilidad de la economía latinoamericana
tiene su origen en la contradicción generada por la inserción de los países del
subcontinente en la periferia de la economía mundial (con un “status”, que con mayor o
menor intensidad, continúa vigente hasta los días de hoy). Ello se dio de forma
incontrovertiblemente negativa, y dicho cuadro se agravó de sobremanera por la iniciativa
tardía de buscar la efectiva industrialización, mientras se mantenían las amarras impuestas
por los países centrales.
14. Dicho de otra forma, el chaleco de fuerza impuesto por los países ricos, sobre todo
después de la Segunda Guerra Mundial, acabó generando grandes y graves contradicciones
en las economías latinoamericanas, que pasaron a depender de los rumbos de las políticas
macroeconómicas de los estados centrales y de sus bloques económicos (por ejemplo, los
países europeos de la “Zona Euro”).
15. Este escenario, por otro lado, se agravó de manera alarmante después de la intensa
crisis mundial capitalista de 2008, cuyos reflejos se sienten con gran intensidad hasta el día
de hoy (3).
16. Los países latinoamericanos, en tal contexto, no pudieron huir de esa fosa común
cavada para ellos. Eso, por no contar con una política concreta de ahorro interno, depender
en gran medida (todavía) de inversiones externas y no poseer una efectiva política
autónoma de industrialización. Dado esto, pasaron a depender del humor del mercado
internacional y de aportes financieros abusivos, a tasas de interés usurarias, practicadas
sobre todo por el FMI, organismos similares y los grandes magnates capitalistas
especuladores de turno.
17. En suma, ante este grave cuadro de crisis sistémica de la macroeconomía mundial, los
países latinoamericanos solamente podrán llegar a una economía fuerte y con los
necesarios rasgos de inclusión social, cuando rompan definitivamente con el referido
modelo. Al mismo tiempo, deberán buscar, por su orden, primero, el correspondiente
fortalecimiento de su mercado interno, suficiente para atender la creciente demanda de sus
ciudadanos, de modo de generar un “superávit” siempre en alza. y en segundo lugar,
tendrán que dedicarse a la recuperación del necesario proceso de industrialización, sin
cualquier tipo de amarra o imposición externa, de modo de agregar nuevas tecnologías con
pleno y genuino dominio nacional de las mismas.
(1) Es ampliamente conocida la intensa discusión política entre Rosa Luxemburgo y
Eduard Bernstein, líder teórico de la socialdemocracia alemana de comienzos del
siglo XX. La autora, en la ocasión, en su célebre obra “Reforma o revolución”,
deslindó con mucha propiedad, la pequeñez y limitación de la
ideología
reformista. Ésta, tenía en vistas, una tentativa de mejora de la situación de los
trabajadores por medio de la abdicación a la lucha revolucionaria
transformadora, lo que era sustentado románticamente por el citado Bernstein.
(2) No obstante, es importante destacar que esa práctica, por lo que parece, en la
América Latina de la posmodernidad, tiene sus días contados. Buscando romper
este nefasto paradigma, es de destacar, a propósito, la saludable y correcta
postura del actual Presidente de Bolivia, Evo Morales, que merced a su actual
política relativa al manejo y utilización de los recursos naturales de
hidrocarburos, adoptó un profundo y sistemático proceso de nacionalización de
sectores claves de la economía boliviana, incluyéndose aquí la plataforma global
industrial existente hoy en el país del Altiplano.
(3) Es sabido y conocido que la grave crisis económica, instalada principalmente en
la “Zona Euro”, está, actualmente lejos de tener un final feliz, considerando la
dificultosa situación de Grecia, Portugal, Irlanda y España.
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