EL DÍA - Torres y Carrera

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TORRES Y CARRERA
Y
consultores de comunicación
EL DÍA
DESPUÉS
EMMA CID
DIRECTORA DE CORPORATE - TORRES Y CARRERA
Los ciudadanos piden acuerdos
A pesar de que el PP ha mejorado notablemente sus resultados y se ha desvelado la incógnita de a quién
correspondería formar gobierno, es evidente que la legislatura que comienza no se parecerá en nada a las
que hemos vivido históricamente. El Parlamento ya no será un simple escenario de debate de las decisiones
tomadas por el gobierno. La inexistencia de una mayoría parlamentaria estable, obligará al nuevo gobierno a negociar todas y cada una de las medidas que quiera tomar con los diferentes partidos políticos con
representación parlamentario. La segunda vuelta de las elecciones ha confirmado el fin del bipartidismo y
con él el fin de una forma de hacer política pero también de gestionar las relaciones institucionales. Los
políticos tendrán que negociar y las empresas y los agentes sociales ser conscientes de que se abre una
nueva etapa en la que todos y cada uno los partidos pueden llegar a jugar un papel decisivo.
137
PARTIDO POPULAR
85
PSOE
71
UNIDOS PODEMOS
32
CIUDADANOS
ERC CDC PNV BILDU
CCA 9
8
5
2
1
Arco parlamentario
•
•
•
•
El PP ha ganado las elecciones mejorando notablemente su resultado de 2015, Rajoy sale reforzado
El PSOE se mantiene como segunda fuerza aunque empeora su resultado, pierde 5 escaños
Podemos mejora ligeramente sus resultados pero se queda muy lejos de ser segunda fuerza
Ciudadanos es el gran perdedor de estas elecciones, pierde 8 escaños
Ninguno de los partidos obtiene mayoría absoluta por lo que de nuevo los partidos políticos tendrán que
llegar a acuerdos para poder gobernar. La suma de PP con Ciudadanos (169 escaños) a sólo siete escaños de
la mayoría absoluta y los malos resultados de las fuerzas de izquierda parecen indicar que es más probable
un gobierno de derechas.
Nuevo gobierno en agosto
Si los partidos políticos cumplen con su intención de comenzar a negociar hoy mismo sin esperar a la ronda
de consultas del Rey, los plazos parlamentarios nos indican que podríamos tener un nuevo gobierno en el
mes de agosto. El mes habitualmente inhábil para la actividad parlamentaria puede convertirse en un mes
políticamente muy activo y relevante. Tras seis meses de parón parece inexcusable que los plazos se acorten al máximo para que la normalidad política se recupere lo antes posible.
26
JUN
ELECCIONES
19
JUL
CONSTITUCIÓN
DE LAS CORTES
GENERALES
20
26
AGO
27
SEP
JUL
JUL
PLENO DE
INVESTIDURA
RONDA DE
CONSULTAS
DEL REY
NUEVO
GOBIERNO
LÍMITE PARA LA
APROBACIÓN
DEL
PRESUPUESTO
FECHA FIJA
FECHA PROBABLE
(PERIÓDO MÍNIMO LEGAL DE
TIEMPO EN EL MEJOR DE LOS
ESCENARIOS)
JOSE LUIS LOBO
PERIODISTA
La llave de la
gobernabilidad
la tiene Sánchez
C
omo preveían todos los sondeos, estas elecciones bis han sido casi un calco de las celebradas el pasado diciembre: el bipartidismo está muerto y bien muerto, las formaciones emergentes no han sido flor
de un día, sino que han llegado para quedarse, y se avecina una legislatura endiablada que obligará a
pactos y más pactos para evitar que el Congreso sea una cámara ingobernable, como ocurrió en el último y
fallido periodo de sesiones parlamentarias.
Pero en lo que todas las encuestas han patinado es, por un lado, en el supuesto sorpasso que Unidos Podemos iba a protagonizar a costa del PSOE, y por otro, en la victoria del PP, que ha sido sensiblemente más
amplia de lo esperado. Los socialistas han perdido cinco escaños con respecto a las anteriores elecciones,
pese a lo cual han vuelto a superar ampliamente a Podemos, cuya coalición con IU ha resultado un fiasco,
porque no ha servido a Pablo Iglesias para ampliar el número de escaños cosechado el pasado diciembre.
Ninguno de los líderes de los cuatro grandes partidos quiere ni oír hablar de la hipótesis de unas terceras
elecciones en el próximo otoño-invierno, porque saben que ese escenario podría terminar de hundir en el
fango la ya de por sí maltrecha reputación de la clase política. Y, sin embargo, a juzgar por las declaraciones
cruzadas de unos y otros durante la tediosa campaña electoral, ninguno de ellos parece dispuesto a ceder
lo suficiente para que en unas pocas semanas tengamos, por fin, un Gobierno a pleno rendimiento.
La llave de la gobernabilidad ha quedado en manos del PSOE. El líder socialista se enfrenta a un terrible
dilema: permitir que Mariano Rajoy y el PP, sus acérrimos enemigos, sigan gobernando, para lo que bastaría
que los diputados del PSOE se abstuvieran en la segunda sesión de investidura, o integrarse en una gran
coalición con el PP. Porque ni la suma de PP y Ciudadanos alcanza la mayoría absoluta (el partido de Albert
Rivera ha obtenido un pésimo resultado) ni tampoco llegan a ese techo socialistas y podemitas.
El pasado día 15, durante una entrevista en La Sexta, Sánchez anunció que “ni habrá gran coalición con el
PP ni Pablo Iglesias será presidente”. Y a finales de mayo, en Sitges (Barcelona), se comprometió a que “en
ningún caso habrá unas terceras elecciones”. Pero algo falla en esa ecuación planteada por el líder socialista, porque para evitar una nueva cita con las urnas deberá, al menos, permitir la investidura de Rajoy.
La estrategia de Sánchez pasaría entonces por imponer a Rajoy, a cambio de su apoyo o de su abstención,
una ambiciosa lista de exigencias y reformas políticas de gran calado, entre ellas la reforma electoral, la
laboral, la de la educación, la de la justicia… El problema de Sanchez, cuyo liderazgo interno está lejos de
haberse consolidado, es si contará con la fuerza suficiente para que el PSOE avale esa estrategia, teniendo
en cuenta que el Comité Federal, el máximo órgano del partido, ya vetó el pasado mes de diciembre cualquier tipo de pacto con el PP.
En este escenario envenenado, Ciudadanos ha quedado relegado a un papel de actor secundario, ya que los
votos del partido naranja no le alcanzan ni al PP ni al PSOE para conformar una mayoría absoluta. En cualquier caso, el requisito de Albert Rivera de supeditar su apoyo al PP a la renuncia previa de Rajoy es pólvora
mojada, porque el todavía presidente del Gobierno en funciones ha repetido una y otra vez -y nadie en el
PP, al menos públicamente, le ha contradicho- que no tiene la menor intención de marcharse. Y menos tras
los buenos resultados de anoche.
Sea como fuere, lo que está ahora en juego no es ni el liderazgo de Rajoy ni la supervivencia política de
Sánchez, sino la gobernabilidad de España. Lo cual no significa que el futuro de ambos líderes no se vaya
a resolver más pronto que tarde. El PP debería haber convocado ya un nuevo congreso del partido, pues el
último se celebró en 2012 y los estatutos internos fijan uno cada tres años. Será entonces, con toda probabilidad, cuando Rajoy se haga a un lado para dejar paso a un nuevo presidente del PP. El PSOE, por su parte,
celebrará en otoño su próximo Congreso Federal, en el que Sánchez ya ha anunciado que presentará su candidatura, aunque esta vez, salvo sorpresa mayúscula, sí tendrá enfrente a la presidenta andaluza, Susana
Díaz, disputándole el liderazgo del partido.
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