El Campanario Por Tomás Nieto El fino humor de Mario Jaramillo

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El Campanario
Por Tomás Nieto
El fino humor de Mario Jaramillo
Antes de liar bártulos de Manizales a Medellín, donde lo esperaba un escenario más grande, con muchas
luces y enormes reflectores, más campanillas y mayores posibilidades de éxito, el humorista caldense
Mario Jaramillo Duque fue profeta en su tierra.
Las respetables plumas del consagrado escritor costumbrista Rafael Arango Villegas y del consumado
cronista Tomás Calderón Ramírez, (“Mauricio”), dejaron sendos testimonios de la calidad excepcional de
este hijo de la comarca que brilló con luz propia en la radio, de la que fue uno de sus principales
pioneros en el difícil campo del humor, a partir de la década de los 40.
En su picantísimo estilo, el maestro Arango Villegas le puso un prólogo sui géneris, en 116 palabras, al
libro Risotadas del humorista aguadeño. La preciosa joya dice a la letra:
No es la inteligencia lo que nos distingue de los animales. Yo conozco mulas más inteligentes que un
suplente a la Cámara. Lo que nos diferencia de las bestias -aparte del alma inmortal- es la risa. De ahí
que yo esté absolutamente convencido de que esas personas que no ríen nunca, esas a quienes dicen
serias, son unos animales.
Quien tome en sus manos este libro de Mario Jaramillo, uno de los más geniales humoristas
colombianos, y no logre reír con todo el cuerpo, debe estar sobre sus lomos una enjalma y recluirse en
un establo. Ese es, sin duda alguna, un caso perdido de estupidez personal.
Al micrófono Mario Jaramillo, su locutor favorito.
(Firmado) Rafael Arango Villegas.
El sicólogo Luis Javier Jaramillo Sierra, quien ha tenido la gentileza de apoyar, recrear y enriquecer estos
textos, le hizo al autor de El Campanario esta remembranza de los triunfos de su querido progenitor
ante los auditorios de su terruño:
Mi padre se atrevió a ser el protagonista de una función en el Teatro Manizales, y como número central
aparecía en escena y tras la correspondiente imitación, preguntaba al público: ¿Y quién es el imitado?
Pues la gente contestaba en forma unánime y voz en cuello: "el Alcalde", "Don fulano de tal", etc. A los
pocos días se dejó venir "Mauricio" (pseudónimo de Tomás Calderón) en un elogioso artículo en La
Patria en el que bautizaba a mi papá como el "Hombre Kodak", por su habilidad de retratar a diversos
personajes. Entre otras, era el momento de esta marca americana de cámaras fotográficas en ascenso
en Estados Unidos y en el mundo. También tuvo llenos en los desaparecidos los teatros Bolívar y Junín
de la Bella Villa.
Y que no falte el moñito: El ingenioso Mario Jaramillo, quien después de dejar sus estudios de derecho,
en Popayán, en 1934, se paseó exitosamente con su fino humor por los micrófonos de las principales
emisoras de Manizales y Medellín, se inventó una noche, en el radio-teatro de la Voz de Antioquia, el
discurso más corto del mundo: “No tengo palabras”.”…
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