Nota de prensa - Museo Thyssen

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PAUL DELVAUX
PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE
Del 24 de febrero al 7 de junio de 2015
Comisaria: Laura Neve
El Museo Thyssen-Bornemisza presenta en febrero una exposición dedicada al pintor belga Paul
Delvaux (1897-1994), un artista representado tanto en su colección permanente como en la colección
Carmen Thyssen-Bornemisza. Realizada en colaboración con el Musée d’Ixelles y comisariada por Laura
Neve, su agregada científica, la muestra reúne en un recorrido temático más de medio centenar de
obras procedentes de colecciones públicas y privadas de Bélgica, mereciendo una mención especial la
de Nicole y Pierre Ghêne, en la que se asienta este proyecto, para el que han cedido 38 piezas.
Fascinado por la obra de Delvaux desde 1962, Pierre Ghêne inició su colección a principios de la década
de 1970 y desde entonces no ha dejado de crecer, sumando ya varios centenares de obras, la mayor
parte de las cuales se encuentran en el Musée d’Ixelles.
Tras haber experimentado con el realismo, el fauvismo y el expresionismo, Delvaux descubre la obra
de Magritte y Giorgio de Chirico. El surrealismo se convierte en la revelación más decisiva para el
artista, aunque él mismo no llega nunca a considerarse propiamente un pintor surrealista. Le interesa
más la atmósfera poética y misteriosa del movimiento que su lucha iconoclasta, por lo que, a partir
de la década de 1930, crea un universo propio y original, libre de las reglas de la lógica universal, y
que se sitúa entre el clasicismo y la modernidad, entre el sueño y la realidad. Su obra destaca por la
unidad estilística y está marcada por un ambiente extraño y enigmático. Sus protagonistas, de la
mujer a los trenes, pasando por los esqueletos y la arquitectura, son parte de este universo, seres
aislados, ensimismados, casi sonámbulos, que se ubican en escenarios a menudo nocturnos y sin
relación aparente; el único vínculo entre ellos son las propias vivencias del artista.
En la exposición se abordan los cinco grandes temas de su iconografía desde el punto de vista del amor
y la muerte: Venus yacente, un motivo recurrente en su obra que remite a su amor incondicional por la
mujer; El doble (parejas y espejos), el tema de la seducción y la relación con el otro, el alter ego;
Imágenes, de izquierda a derecha: Paul Delvaux. El retiro, 1973. Colección privada.
Crucifixión, 1954. Colección privada en depósito en el Musée d’Ixelles, Bruselas.
Más información e imágenes:
Museo Thyssen-Bornemisza – Oficina de Prensa.
Paseo del Prado, 8. 28014 Madrid. Tel. +34 914203944 /913600236.
Fax+34914202780. [email protected]; www.museothyssen.org
http://www.museothyssen.org/microsites/prensa/2015/Delvaux/index.html
Arquitecturas, omnipresentes en su producción, en
especial de la Antigüedad clásica pero también de la
localidad de Watermael-Boitsfort (Bruselas, Bélgica),
donde reside; Estaciones, esenciales en la construcción
de su personalidad pictórica, y, finalmente, El armazón
de la vida, que pone de manifiesto su fascinación por
los esqueletos, que sustituyen a los humanos en sus
actividades cotidianas.
Procedente de una familia de abogados, Delvaux
consigue el permiso de su padre para acceder a la
Paul Delvaux. La Anunciación, 1955. Musée des
Academia de Bellas Artes de Bruselas, donde, tras un
Beaux-Arts de Charleroi
breve periodo dedicado a la arquitectura, estudia
pintura decorativa, graduándose en 1924. En sus primeras obras se observa la influencia de los
expresionistas flamencos, como Constant Permeke y Gustave de Smet, que constituyen la vanguardia
belga del momento. Ya entonces comienza a mostrar interés por la representación del ser humano,
sobre todo de la mujer, que se mantiene como una constante a lo largo de su carrera.
A mediados de la década de 1930, descubre el surrealismo y, aunque participa en la Exposición
Internacional del Surrealismo en París, en 1938, y en otras posteriores en Ámsterdam y México, se
mantiene al margen del grupo, preocupado por conservar su independencia de pensamiento.
Venus yacente
El interés de Delvaux por el motivo de la Venus dormida se remonta a 1932, cuando visita el Museo
Spitzner, una de las principales atracciones de la Feria de Midi de Bruselas, que exhibe figuras de cera
para mostrar avances quirúrgicos, enfermedades y deformaciones humanas, junto a otras
curiosidades conservadas en botes de formol. Le impresiona sobre todo una pieza que se titula
precisamente La Venus dormida y, ese mismo año, pinta su primer lienzo sobre el tema,
reinterpretándolo después en múltiples ocasiones con variaciones sorprendentes.
En esta versión de 1932 la ejecución es especialmente original. Delvaux estaba entonces próximo al
expresionismo y en ella puede verse la influencia de James Ensor, sobre todo en el recurso a lo
grotesco y en la atmósfera extraña que lo invade.
Todavía no ha creado su universo surrealista, pero ya
muestra algunos elementos esenciales como la mujer,
el esqueleto, lo insólito, la angustia…
Dos años después admira la obra de De Chirico en la
exposición Minotaure, celebrada en 1934 en Bruselas,
y en El sueño (1935) muestra ya los nuevos
planteamientos creativos, en los que la realidad
onírica se impone a la objetiva. La protagonista de
este lienzo no remite directamente a una Venus, sino
que representa a la mujer en sentido general, como
una portavoz del género femenino. Debido
probablemente a que su relación con el sexo opuesto
no fue fácil (tuvo una madre autoritaria, un amor
platónico, un matrimonio frustrado…), el tema de la
mujer es una de las obsesiones de Delvaux y se refleja
en su obra con jóvenes bellas y misteriosas,
inalcanzables para él.
Paul Delvaux. La Venus dormida I, 1932. Colección
privada en depósito en el Musée d’Ixelles, Bruselas
El doble (parejas y espejos)
Otra de las constantes en su obra es la seducción.
Desde comienzos de la década de 1930, pinta tanto
parejas heterosexuales como de lesbianas, una
relación que le llega a fascinar por pertenecer a la
intimidad femenina y que representa de manera
mucho más sencilla, íntima y espontánea que la
heterosexual. La visita a un prostíbulo hacia 1930
puede estar en el origen de este tema de las
«amigas», que pronto se hace recurrente. Durante los
meses siguientes, representa a numerosas mujeres
Paul Delvaux. Las amigas, 1940. Colección privada
abrazadas en unos apuntes y bocetos que transmiten
en depósito en el Musée d’Ixelles, Bruselas
una gran libertad de expresión. Más vivos y expresivos
que sus lienzos, estos dibujos le permiten dar rienda suelta a la imaginación y explorar temas tabú.
Para algunos expertos, Delvaux recurre al lesbianismo para indicar su decepción con las relaciones
heterosexuales, a las que tiende a estigmatizar en sus obras, condenando a los personajes de sexo
opuesto a la falta de contacto y de diálogo. En Pigmalión (1939) –en la exposición se muestra un
estudio previo–, el personaje femenino prefiere una escultura de piedra a un hombre, invirtiendo el
mito original por el que un escultor se enamora de la estatua que él mismo ha tallado. En el cuadro,
cada miembro de la pareja posee en segundo plano su alter ego. Es el tema del doble, muy presente
también en la producción del artista, y que remite así mismo a los espejos como elementos
relevantes de sus obras. En algunas de ellas, tituladas explícitamente Mujer ante el espejo –como la
perteneciente a la Colección permanente del Museo, de 1936–, atribuye un papel activo al reflejo,
prefiriendo la realidad imaginaria a la tangible.
Merece un apartado especial en este capítulo El
incendio (1935), un lienzo que, según se ha podido
confirmar recientemente, es solo la mitad derecha de
otro más grande, cortado en dos por el artista antes de
exponerlo en el salón anual de Amberes de ese mismo
año. Al cabo del tiempo, el coleccionista particular
Pierre Ghêne adquirió la mitad perdida para después
donársela a los Musées Royaux des Beaux-Arts de
Belgique. Las dos partes pudieron verse juntas por
primera vez el año pasado en el Musée d’Ixelles y se
expondrán de nuevo en esta muestra.
Paul Delvaux. El incendio, 1935. Musées royaux des
Beaux-Arts de Belgique, Bruselas (a la izquierda, el
lienzo recuperado)
Arquitecturas (Acrópolis)
La arquitectura ocupa un lugar preferente en la obra
de Delvaux desde mediados de la década de 1930. Ya
de niño le apasiona la mitología clásica y dibuja batallas como las que lee en la Ilíada y la Odisea.
Entre 1924 y 1925 dedica su primer lienzo a la mitología, El regreso de Ulises, anunciando ya la
importancia que tendrá el mundo clásico en su producción, aunque lo trata sin grandes libertades
interpretativas. El resultado no le convence y abandona la temática en favor del expresionismo, para
recuperarla en 1934.
La influencia de De Chirico se revela en esta vuelta a la cultura clásica, pieza clave de su iconografía
que se manifiesta no solo a través de la arquitectura, sino también de la mitología o la vestimenta de
las figuras femeninas. La Antigüedad supone para él
una escapatoria del mundo cotidiano, una forma de
liberar la imaginación que, además, le resulta
reconfortante.
Sus obras adquieren un carácter teatral, incluso
cinematográfico, por el protagonismo de los
decorados, las composiciones estructuradas en planos
sucesivos y las posturas hieráticas de los personajes.
Unas veces, la Antigüedad se sugiere con detalles
arquitectónicos que se funden en el decorado. Otras,
pinta auténticos paisajes antiguos, ciudades enteras
Paul Delvaux. Palacio en ruinas, 1935. Colección
en las que, sin embargo, incluye elementos
privada en depósito en el Musée d’Ixelles, Bruselas
incongruentes y mezcla diversos estilos, lo que
confiere a la escena un carácter absurdo. Palacio en ruinas (1935) es su primera obra realmente
surrealista y sienta las bases de su estilo, caracterizado por un clima de misterio poético sometido
por el silencio.
Las arquitecturas que aparecen en sus lienzos están pintadas con precisión. Delvaux se documenta
sobre cada elemento que utiliza a partir de maquetas y de fotografías, deseoso de representar la
realidad de una manera fiel. La arquitectura clásica se hace cada vez más exacta, sobre todo tras los
viajes a Italia, en 1937 y 1939, y a Grecia, en 1956, y la iconografía de la ciudad antigua se vuelve
también más recurrente, en detrimento de las ruinas, haciendo referencia a edificios y vestigios
reales. En esta época aclara la paleta y concede una nueva importancia al color.
Estaciones
Desde muy joven, Delvaux se interesa por el mundo del ferrocarril, símbolo de una modernidad
emergente que le fascina. Ya en la década de 1920, la Estación de Luxemburgo en Bruselas es uno de
sus temas de inspiración favoritos e incluso se convierte en su lugar de trabajo al aire libre. Pinta una
decena de cuadros de gran formato donde representa la intensa actividad del lugar, su ambiente
invernal y las condiciones laborales del personal ferroviario, prolongando el realismo social iniciado
en Bélgica por Constantin Meunier.
Abandona después el mundo de los trenes para volver a él, más preparado académicamente, en la
década de 1940; será desde entonces indisociable de su identidad pictórica, hasta el punto de que se
le llega a conocer como el «pintor de estaciones». Sin
una referencia real sobre su trayectoria, Delvaux sitúa
trenes y tranvías en decorados de la época o en
ciudades de la Antigüedad, en escenas protagonizadas
por mujeres que aguardan en andenes o salas de
espera la llegada de una cita o el inicio de un viaje.
En referencia a sus propios recuerdos infantiles, a
partir de 1950, pinta una serie de escenas nocturnas
en las que unas niñas esperan en estaciones desiertas,
ilustrando sus miedos frente al mundo de los adultos.
La tensión erótica de los años cuarenta da paso a la
tranquilidad y la calma, como en El viaducto (1963),
donde todo está paralizado, como a la espera de un
acontecimiento que no acaba de producirse.
Paul Delvaux. El viaducto, 1963. Colección Carmen
Thyssen Bornemisza en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
El armazón de la vida
La fascinación del pintor por los esqueletos se
remonta a su etapa escolar, cuando no pierde de vista
el que hay en su aula de biología, y que le provoca a la
vez miedo y curiosidad. A partir de 1932 hace del
esqueleto un elemento de su vocabulario plástico,
dotándolo de una especial expresividad. En ocasiones
los esqueletos sustituyen al personaje principal y
reinterpretan por él la historia, como un alter ego.
Cuando no es el protagonista, aparece al fondo,
fundiéndose con el decorado y adoptando un papel
secundario, pero no menos importante, y
comportamientos típicos de los humanos.
Paul Delvaux. Los esqueletos, 1944. Colección
privada en depósito en el Musée d’Ixelles, Bruselas
En la década de 1950, realiza una serie de versiones
de la Pasión de Cristo (la Crucifixión, el
Descendimiento o el Entierro) protagonizadas también por esqueletos, que se exponen en 1954 en la
Bienal de Venecia y cuyo lema es Lo fantástico en el arte. Provoca un escándalo sin pretenderlo,
magnificado por el cardenal Roncalli –futuro Papa Juan XXIII–, que las condena por herejía.
Actividad relacionada
Ciclo de conferencias Cinco surrealistas en las Colecciones Thyssen-Bornemisza
Guillermo Solana, director artístico del Museo, presentará en un ciclo de conferencias a cinco artistas
surrealistas presentes en las Colecciones Thyssen-Bornemisza: Max Ernst, Yves Tanguy, René
Magritte, y Salvador Dalí, reservando la última sesión a Paul Delvaux. El ciclo tendrá lugar varios
jueves entre los meses de marzo y abril de 2015, de 17.30 a 18.30 horas, en el salón de actos del
Museo. El acceso será libre hasta completar el aforo.
FICHA DE LA EXPOSICIÓN
Título: Paul Delvaux: paseo por el amor y la muerte
Organizador: Museo Thyssen-Bornemisza, en colaboración con el Musée d’Ixelles, Bruselas
Sede y fechas: Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza, del 24 de febrero al 7 de junio de 2015
Comisaria: Laura Neve, colaboradora científica del Musée d’Ixelles
Coordinadora: Laura Andrada, Área de Conservación del Museo Thyssen-Bornemisza
Número de obras: 53
Publicaciones: Catálogo con textos de Laura Neve y José Jiménez, edición en español; publicación
digital en la app Quiosco Thyssen, para tabletas y smartphones, en español e inglés y gratuita
INFORMACIÓN PARA EL VISITANTE:
Museo Thyssen-Bornemisza
Dirección: Paseo del Prado 8. 28014, Madrid. Salas Moneo, planta -1
Horario: de martes a viernes y domingos, de 10 a 19 horas; sábados, de 10 a 21 horas
Exposición temporal:
Entrada general: 9 €
Entrada reducida: 6,5 € para mayores de 65 años, pensionistas, estudiantes previa
acreditación y familias numerosas
Entrada gratuita: Menores de 12 años y ciudadanos en situación legal de desempleo
Exposición temporal + Colección Permanente:
Entrada general: 13,5 €
Entrada reducida: 8,5 €
Entrada gratuita: menores de 12 años y ciudadanos en situación legal de desempleo
Exposición Paul Delvaux + exposición Raoul Dufy
Entrada general: 14 €
Entrada reducida: 9 €
Entrada gratuita: menores de 12 años y ciudadanos en situación legal de desempleo
Venta anticipada de entradas en taquillas, en la web del Museo y en el 902 760 511
Más información: www.museothyssen.org
Audio-guía, disponible en varios idiomas
INFORMACIÓN PARA PRENSA:
http://www.museothyssen.org/microsites/prensa/2015/Delvaux/index.html
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