ONG de desarrollo y sindicatos: reglas para el diálogo Editado por Deborah Eade y Alan Leather _________________________________________________________________________ Introducción Relaciones entre sindicatos y ONG en el desarrollo y la justicia social Alan Leather En este ensayo deseo destacar la evolución de las relaciones entre los sindicatos y ONG que se han desarrollado en el campo del desarrollo y la justicia social. Analizaré la manera en que iniciaron estas relaciones, su funcionamiento y los resultados obtenidos. Los ejemplos que daré provienen de experiencias personales que tuve al trabajar para sindicatos y ONG en el Reino Unido (RU de aquí en adelante) y en otros países durante los últimos 40 años. A finales de los años 50 y principios de los 60, siendo un joven sindicalista y aprendiz de imprenta, me preocupé por las injusticias en el mundo. Gran parte de esta preocupación surgió de mi experiencia sindical, discusiones en el trabajo, programas de educación sindical y de libros y periódicos que circulaban en el trabajo. Por ejemplo, el padre de la capilla ( y enlace sindical) en mi primer lugar de trabajo me dio el libro de Trevor Huddleston, Naught for Your Comfort (Nada que te consuele), (Huddleston 1956). El impacto que me provocó cuando tenía 15 años al leer sobre Sophiatown, un municipio cerca de Johannesburgo, aún permanece. “Jocob Ledwaba había sido detenido al salir después del toque de queda sin permiso. Regresó a casa el domingo en la mañana. Le relató a su esposa que en la cárcel le había pateado en el abdomen y le dolía tanto que no podía trabajar.” Era una experiencia común en Sophiatown. Mi reacción ante este ejemplo, y otros, de tiranía e injusticia era hacer algo en concreto. Pero a pesar de la inquietud sindical en torno a la injusticia internacional y de una larga tradición de solidaridad internacional, era poco lo que el sindicato podía ofrecer a un joven activista que quería una participación directa. Por lo tanto me acerqué a las causas de las ONG como Oxfam, 1 a la Campaña para el Desarme Nuclear (CDN) y al Movimiento contra el Apartheid. Durante Semana Santa a finales de los años 50, marchamos con la CDN desde Aldermaston, sede del Centro de Investigación Nuclear del gobierno del RU, a Londres. Llevamos botes de leche en polvo como símbolo del oprobio por las hambrunas en un mundo donde se dedicaban ingentes recursos para la carrera armamentista. Parecía muy natural que varias organizaciones progresistas marcharan juntas—sindicatos, partidos políticos, grupos pacifistas, iglesias y ONG del desarrollo—en contra de la amenaza a la paz mundial y de las injusticias mundiales como la pobreza y el colonialismo. Sólo recientemente, con motivo de las marchas contra la guerra en Irak, han sido superadas las marchas de la CDN de los años 60 en términos del aforo de manifestantes en las calles. A mis 18 años de edad, decidí participar en el Voluntary Service Overseas (Servicio de Voluntariado en el Extranjero—VSO en inglés). Los proyectos en curso no destinaban voluntarios a organizaciones sindicales—y sin duda aún no lo hacen—pero de todas maneras había enormes oportunidades para que los sindicatos cooperaran con las agencias de voluntarios y por tanto participé en los debates de los años 70 sobre la conveniencia de destacar voluntarios a organizaciones sindicales. Esto no fue sólo en términos de intercambios Norte-Sur, sino también Sur-Sur y Sur-Norte, es decir, con un nuevo espíritu entre los cooperantes, el que prevaleció durante, por ejemplo, la fundación de los Voluntarios de Naciones Unidas (VNU) y la de muchas agencias más pequeñas. El fortalecimiento del movimiento sindical nunca ha sido visto como un objetivo del desarrollo, pero recientemente me enteré que para promover la prevención del VIH/SIDA en el lugar de trabajo, los voluntarios de Naciones Unidas pueden trabajar con organizaciones sindicales y patronales en algunos países africanos seleccionados. Como voluntario, tuve la suerte de ir a Lusaka, Rodesia del Norte (hoy Zambia), donde trabajé con refugiados del apartheid en Sudáfrica. Muchos habían huido de los municipios descritos tan crudamente por Huddleston. Eran momentos en que se abrían las primeras oficinas del Congreso Nacional Africano (CNA) y del Congreso Pan-Africano (CPA) en Lusaka y, a pesar de la connivencia de la administración colonial con las autoridades sudafricanas, había espacio para trabajar. Cuando regresé al RU a mediados de los 60, fui contratado por Oxfam. Trabajé para el Departamento de Sindicatos y Cooperativas en su oficina en Londres. El Departamento tenía dos objetivos principales—trabajar con el movimiento cooperativo británico para construir un movimiento de cooperativas de consumo en Botswana, y recaudar fondos en sindicatos británicos para apoyar proyectos en el Tercer Mundo. Existían también fuertes lazos entre la “Co-op” (Cooperative Wholesale Society--la Sociedad de Cooperativas al Mayoreo, o CWS en inglés) y los sindicatos. Muchos sindicalistas británicos eran miembros de la Co-op y también eran usuarios frecuentes de sus distintos servicios comerciales. Aun recuerdo mi número de afiliación familiar. Las relaciones de Oxfam con el movimiento cooperativo ya estaban bastante desarrollados cuando ingresé. Parte de mi trabajo era recaudar fondos con grupos de la Co-op en distintas partes del país. La CWS financió el proyecto y, mediante consultas con la Oficina Regional Africana de Oxfam, se enviaron expertos en el desarrollo de cooperativas de consumo a Botswana para la capacitación de cooperantes locales. Sin embargo, el trabajo sindical estaba en ciernes y éramos responsables de establecer contactos con las sedes sindicales a fin de sondear la factibilidad de recaudar fondos, a cambio de proyectos específicos que se pudieran patrocinar, basándonos en la idea de hermanar un sindicato con un proyecto con actividades similares al trabajo desempeñado por los afiliados al sindicato. Oxfam apoyaba a los sindicatos para recaudar fondos al brindar materiales y oradores para las reuniones sindicales. La iniciativa fue bien recibida, pues se entendió como parte de la tradición de solidaridad internacional, a pesar de que los proyectos—en general se trataba de algún tipo de capacitación para jóvenes—estaban en general a cargo de una misión de iglesia, más que de un sindicato. Al reflexionar sobre esta experiencia recientemente, encuentro interesante el hecho de que, desde la perspectiva de Oxfam, la relación se basaba solamente en la recaudación de fondos y así también la entendían los sindicatos. Ninguna de las partes veía a la otra como un aliado potencial para luchar en contra de la pobreza mundial en términos políticos o estratégicos, por ejemplo mediante campañas comunes, o incluso para ampliar las oportunidades educacionales que los fondos recaudados brindaban. Se trataba más bien de usar el retrato del niño hambriento para llegar al corazón de la gente, pero nunca de vincular ese niño con asuntos de explotación e inequidad, asuntos que los sindicalistas comprendían muy bien. Por su parte los sindicatos también veían a Oxfam como una organización recaudadora de fondos y la apoyaban en sus proyectos sin involucrarse en una estrategia internacional más amplia para hacer frente a las causas de la pobreza. Muchos de los mismos sindicatos pertenecían a federaciones sindicales internacionales—ahora conocidas por Federaciones Sindicales Globales (GUF en inglés)—y fue hasta los años 90 que estas organizaciones dieron prioridad a la concientización entre sus agremiados sobre el funcionamiento del sistema internacional y establecieron los pasos que habría que seguir para enfrenarlo. Mi gestión en el Departamento de Sindicatos y Cooperativas fue bastante corta por diferencias de opinión sobre estrategia, pero me permitió observar el funcionamiento interno de Oxfam. La mayoría del personal de la sede de Oxfam en Oxford no tenía mucha experiencia en el trato con sindicatos, algo sorprendente dada la composición de clase en ese momento en la organización. Hasta los años 80 no existió un sindicato del personal e inclusive en esos años la idea de establecer uno provocó bastante oposición de la gerencia. El Departamento de Sindicatos y Cooperativas duró unos años más que yo, pero nunca fue una actividad prioritaria. Sin el apoyo de la entonces directora Leslie Kirkley ni siquiera hubiese existido, si bien ha habido desde entonces enlaces sindicales en Oxfam durante distintos periodos. Aun hoy creo que un líder sindical en activo nunca ha sido invitado para que se reúna con el Consejo Directivo de Oxfam, a pesar de la participación de otras destacadas personalidades de experiencia variopinta. Los enlaces sindicales de Oxfam en los años 60 deben entenderse en el contexto de una importante diferencia de opinión en aquel momento sobre la participación de la organización en movimientos para el cambio “político”. Las discusiones más sonadas se daban entre los recaudadores de fondos y los defensores de la justicia social. Los recaudadores no querían desacreditar la imagen de Oxfam con fotos de jóvenes partidarios de Oxfam en marchas de la CDN o asociándose con organizaciones activistas, como sindicatos. Una ironía del debate era que los ejecutivos de Oxfam en ese momento tenían fuertes vínculos con los Cuáqueros, quienes a su vez estuvieron muy activos con la CDN. Las necesidades de la recaudación contra el trabajo de campañas—enmarañados aún más por las leyes del RU y el papel de la Comisión de Caridad—han sido un dilema constante con consecuencias para la relación entre Oxfam (y otras organizaciones similares en el RU) y los sindicatos y, en términos generales, también ha constreñido el papel de las ONG de desarrollo en el trabajo político. 2 Asimismo deseo comentar sintéticamente la participación de Oxfam con movimientos sociales y en torno a acciones políticas en otras partes del mundo, tal como yo lo experimenté al trabajar para Oxfam en India. En 1967 trabajaba en el ámbito de un proyecto para aliviar la hambruna en el estado de Bihar, en el noreste de India. Era principalmente un programa de alimentación organizado en cooperación con el gobierno estatal y CARE (Cooperative for American Relief Everywhere). La hambruna ocurrió a consecuencia de las escasas lluvias en la temporada del monzón en 1966, dejando sin ingresos a 30 millones de jornaleros sin tierra y pequeños campesinos. El programa de alimentos tuvo éxito en tanto dio prioridad a los más vulnerables—niños y madres lactantes. Regresé a India tras un descanso de seis meses a fin de trabajar en un proyecto de desarrollo rural en la misma zona. Era un proyecto conjunto entre Oxfam y Sarva Seva Sangh, la principal organización Gandhiana para el desarrollo social y económico. El proyecto difundía información a campesinos sobre sistemas de riego y prácticas agrícolas, a fin de que pudieran sortear los problemas relacionados con la sequía. Existía un aspecto importante de reforma social en el proyecto, relacionado con el enfoque Gramdan (consejo comunitario) para el desarrollo de aldeas rurales. Se trataba de que cada aldea estableciera un consejo que atendiera los asuntos de la aldea, incluyendo el deslinde de tierras en común para evitar la exclusión social. Era la primera vez que Oxfam participaba en este tipo de movimiento social. Anteriormente la mayor parte de la asistencia en India se había ocupado de proyectos de bienestar y capacitación, a cargo de las misiones, además de promover cosechas más abundantes mediante el apoyo para la producción de híbridos, y la ayuda a refugiados. El trabajar con un movimiento para el cambio social, como Sarva Seva Sangh, provocó inquietudes en Oxfam, ya que el participar en procesos de cambio implicaba relacionarse con la política a nivel local, distrital y posiblemente estatal. El cuestionar el statu quo— algo implícito en el proyecto de Oxfam al fomentar el empleo para jornaleros en su propia tierra cuando los terratenientes los necesitaban para laborar en sus latifundios—provocó enormes problemas. En tanto muchos de los jornaleros eran acasillados, la decisión de no acudir a trabajar se interpretó como una huelga. Con el tiempo los trabajadores sociales Gandhianos solucionaron el conflicto, pero era evidente que Oxfam podría haber sido acusada de provocar un conflicto social. Lo anterior resalta otro dilema importante: una de las maneras clave de ayudar a los pobres y marginados es a través del apoyo para organizaciones que ellos establezcan para mejorar su situación, lo cual a menudo significa enfrentarse a la estructura de poder local. Este apoyo puede a la vez amenazar la capacidad de una ONG externa—como Oxfam—de seguir funcionando en el país. Este contexto ayuda a entender la reticencia de Oxfam durante muchos años a formar alianzas con organizaciones sindicales en el Sur. Al regresar al RU después de esta experiencia en India, decidí utilizar mi experiencia internacional en la educación sindical y acepté trabajar como maestro de estudios internacionales en Ruskin College, en Oxford, que mantenía vínculos estrechos con sindicatos. Al trabajar con estudiantes en 1976 sobre el impacto de la economía internacional en trabajadores del RU, decidimos elaborar una presentación audiovisual que analizara esta relación y difundirla en un evento secundario en el Trade Unión Congress (el Congreso Sindical o TUC en inglés) en Brighton. Esto llevó al establecimiento del Grupo Sindical para la Investigación y Educación Internacional (TUIREG en inglés), una ONG cuyo fin era concientizar sobre el impacto de la economía internacional en el trabajo en el RU, y viceversa, mediante programas de educación sindical. En muchos sentidos el objetivo era concientizar a los activistas de base y a los enlaces sindicales sobre el funcionamiento del mundo. Era evidente que cada vez existía mayor dependencia de los empleos en el RU en la economía mundial, pero no había debate al interior de los sindicatos sobre las consecuencias políticas. La actividad principal durante los años iniciales del TUIREG era analizar el funcionamiento de las empresas transnacionales en el exterior. El TUIREG podría caracterizarse como una ONG de “servicio” para el movimiento sindical. Sin embargo, a pesar de su nombre y su sede en Ruskin, los sindicatos demoraron en darse cuenta de que TUIREG podría serle útil en la educación sindical. Al principio eran escépticos de una interpretación crítica del capitalismo mundial. ¡Aun para los sindicatos parecía demasiado político! Durante los años siguientes varios sindicatos reconocieron el papel educativo de TUIREG y hubo una demanda constante para sus servicios. Después de celebrarse el contrato entre sindicatos y el TUIREG, el personal tenía vía libre para desarrollar materiales y programas educativos. Un estudio realizado por el TUIREG a finales de los años 70 a solicitud de la Confederación Sindical Europea reveló la poca actividad educativa que se realizaba para analizar estratégicamente la economía internacional. Existían, sin embargo, actividades de solidaridad internacional en torno a causas como la de Chile, Sudáfrica y Nicaragua, y habían algunos vínculos entre sindicatos y las ONG que abanderaban estos problemas. Era difícil, sin embargo, vincular estos temas respecto a políticas económicas nacionales o internacionales con las tendencias en el comercio y la inversión. A fin de ensanchar la base financiera del TUIREG, se establecieron relaciones con otras organizaciones. En el RU, se contactó a Oxfam, Christian Aid y varias fundaciones. Los conversaciones iniciales con Oxfam a principios de los 80 generaron comprensión pero ningún apoyo concreto. Christian Aid respondió positivamente y fue socio de TUIREG durante muchos años. Más tarde Oxfam también dio fondos. El TUIREG se vio obligado a aceptar cada vez más trabajo comisionado. Se trataba de la producción de materiales audiovisuales educativos, programas educativos para sindicatos internacionales y para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), así como proyectos en países en desarrollo y para sindicatos individuales. Hasta cierto punto lo anterior cambió la naturaleza original de la organización, aunque la experiencia adquirida al trabajar en distintos países en desarrollo también fue utilizada en el trabajo educativo en el RU. Me he concentrado en el TUIREG debido al conocimiento de primera mano que tengo de sus actividades, 3 pero vale decir que habían otras ONG en el RU y en Europa que también trabajaban con sindicatos sobre temas internacionales con distintos grados de éxito. Un ejemplo que vale la pena examinar es War on Want, la cual tenía fuertes vínculos con el movimiento sindical cuando se fundó a principios de los años 50, pero durante mucho tiempo no se profundizó esta alianza. A finales de los años 70 resurgió el interés de la agencia para con los sindicatos, gracias al trabajo de Don Thomson quien, junto con Rodney Larson, escribieron un libro para War on Want titulado Where Were You, Brother? An Account of Trade Union Imperialism, (¿Dónde estabas hermano? Una historia del imperialismo sindical) (Thomson y Larson 1978). Era sumamente crítico de ciertos aspectos del trabajo sindical a nivel nacional e internacional. Su publicación causó mucho revuelo y gran parte de la jerarquía sindical tenía fuertes sospechas de los motivos de War on Want. Lo anterior tuvo a su vez consecuencias para las relaciones sindicales con otras ONG de desarrollo en el RU y también en menor grado a nivel internacional. El TUIREG abordó nuevas actividades en los años 80 al empezar a trabajar para algunas de las GUF (Federaciones Sindicales Globales). Las Federaciones en su mayoría no tenían muchas experiencia de trabajo con ONG. La organización que más utilizó los servicios del TUIREG fue Public Service International (PSI), que representa a trabajadores de servicios en todo el mundo. El PSI contrató a TUIREG para elaborar materiales de información y educación, en especial programas de video y para realizar programas de educación y capacitación, en especial en Africa Occidental. Fui contratado por PSI en 1987 como oficial de educación. Aparte de utilizar al TUIREG como proveedor de servicios o de consultorías, PSI tenía pocos contactos con ONG, pero al desarrollar políticas sobre equidad de género y las reformas a los servicios públicos, incluyendo las privatizaciones, la organización se dio cuenta del creciente número de ONG que trabajaban en lo mismo. Una reacción inicial—no sólo de parte de PSI sino comúnmente entre los sindicatos—fue caracterizar a las ONG como competidoras que habían ocupado un espacio de actividad que debía ser de ellos. Los temas de especial preocupación giraban en torno a si las ONG representaban las opiniones de sus “afiliados” de manera democrática, toda vez que las ONG tendían a decir que “hablaban por” o “de parte de” miembros de los grupos que apoyan, pero sin un mandato explícito que les facultara para ello. Al mismo tiempo los sindicatos reconocieron que se habían demorado en reaccionar ante ciertos problemas. Desde mediados de los años 90 se ha producido un cambio radical en la relación entre PSI y las ONG. Esto debido a que se ha reconocido que en campañas sobre políticas importantes, en donde PSI procura influir en el funcionamiento de órganos internacionales como la OMC, es imposible ser efectivos sin formar alianzas con otras organizaciones de perspectiva similar. Uno de los mejores ejemplos es la campaña “El mundo no está en venta”, una alianza internacional de 150 organizaciones. Un aspecto central de la alianza es el hecho de que existe un objetivo en común, aunque al mismo tiempo las organizaciones involucradas han reconocido el valor de otros puntos de vista y, asimismo se hacen grandes esfuerzos por reflejar la amplia gama de opiniones en sus pronunciamientos públicos. Por ejemplo, debido a PSI es la única organización sindical en la alianza, sus políticas han sido aceptadas en general, pues existe una comprensión y aceptación de la perspectiva laboral, así como la importancia de incluirla. La confianza mutua ha tardado mucho en construirse y se han forjado vínculos gracias al impacto de la globalización y la consiguiente injusticia social y exclusión. Un estudio que se hizo a finales de los 90 a once Federaciones Sindicales Globales que tenían vínculos con ONG demostró que existe una amplia gama de relaciones. Algunas, como PSI, tienen crecientes y cercanas relaciones, en tanto una o dos siguen escépticas de este tipo de contactos. Muchas preocupaciones siguen sin resolverse, por ejemplo, el papel de ONG con vínculos con la OIT, en donde es importante que no se menoscabe el papel de los sindicatos. Para concluir, es importante resaltar dos hechos clave: primero, existen problemas de tanta importancia para la sociedad civil—incluyendo a trabajadores y sus organizaciones—que la única forma de resolverlos es a través de alianzas lo más amplias posible; segundo, la concentración del poder y de los recursos es tan fuerte que los individuos que se oponen a las injusticias y acompañan a los no tienen poder deberán enorgullecerse de sus diferencias y utilizar la diversidad en una amplia alianza por el cambio. Referencias Home Office (2003) Charities and Not-for-profits: A Modern Legal Framework (Fundaciones de caridad y sin fines de lucro: un marco legal moderno), Londres, Home Office, disponible en www.homeoffice.gov.uk (consultado el 23 de septiembre, 2003). Huddleston, Trevor (1956) Naught for Your Comfort (Nada que te consuele), Londres, Collins. Thomson, Don y Rodney Larson (1978) Where Were You, Brother? An Account of Trade Union Imperialism, (¿Dónde estabas hermano? Un relato del imperialismo sindical), Londres: War on Want. Notas 1 Known at the time as OXFAM, the organization later changed its name to Oxfam UK and Ireland, and more recently to Oxfam GB. 2 This tension was by no means peculiar to Oxfam. Most development NGOs in the UK are registered as charities and so come under the scrutiny of the Charity Commission, which is charged with investigating allegations of involvement in activities not permitted under this legislation. Any advocacy, campaigning, lobbying, or research activities conducted or supported had to be directly related to the organization’s charitable purpose and be “non-political.” Campaigning and human rights organizations such as Amnesty International UK and World Development Movement have long called for reform of the UK Charity Law, which is based on a four-hundred-year-old statute. In July 2003 the government set out a broader definition of charitable purposes to include a range of “purposes beneficial to the community” (Home Office 2003). 3 For current information about TUIREG, see its website. 1 Conocido en ese momento como Oxfam, más adelante cambió su nombre a Oxfam RU e Irlanda y más recientemente a Oxfam GB. 2 Esta tensión no era en absoluto particular de Oxfam. La mayoría de ONG de desarrollo en el RU, están inscritas como organismos de caridad y por tanto están supervisadas por la Comisión de Caridades, encargada de investigar acusaciones de participación en actividades no permitidas por la legislación al respecto. Por tanto cualquier actividad de incidencia, campañas, cabildeo o investigación realizada o apoyada tiene que estar relacionada con el propósito caritativo de la organización y además ser “no política”. Organizaciones de campañas o de derechos humanos, como Amnistía internacional RU y el Movimiento para el Desarrollo Mundial han hecho llamados durante años por una reforma de la Ley de Caridades del RU, la cual se basa en fueros de hace 400 años. En julio de 2003 el gobierno estableció una definición más amplia de los fines caritativos a fin de incluir varios “propósitos útiles a la comunidad” (Home Office 2003). 3 Para mayor información sobre TUIREG véase <[email protected]>.