Mujeres predicadoras

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MUJERES PREDICADORAS
Mujeres predicadoras
En estas últimas décadas, más que nunca, hemos visto como muchas mujeres han
salido a las calles para ganar prosélitos para sus denominaciones. Un ejemplo claro de esto
son las mujeres miembros de la secta del Atalaya. Es bien sabido, y es difícil de ignorar,
como las mujeres de esta secta salen por las calles y tocan las puertas para predicar a
todos. Y es más, ellas están dispuestas a discutir, enseñar y ejercer dominio sobre los
hombres, violando la prohibición del Señor (1 Tim. 2:12).
Pero no todo queda ahí, las mujeres que pertenecen a las sectas carismáticas son
aún más atrevidas, ellas no sólo salen por las calles a ganar prosélitos para sus
denominaciones sino que además han ganado altos cargos eclesiásticos y ostentan títulos
religiosos. Ellas predican no sólo puerta a puerta sino que también predican en las grandes
campañas públicas y a las varias asambleas donde se congregan.
Para nuestro pesar, el movimiento agresivo de la integración de la mujer en ámbitos
públicos ha afectado no sólo a las denominaciones, sino que también ha ocasionado estragos
en la iglesia del Señor. Es bien sabido como varias iglesias que se dicen “de Cristo” han
integrado a mujeres para dirigir y enseñar a la asamblea. Y esto ya no nos sorprende
cuando sabemos que hasta existen iglesias que se dicen “de Cristo” que reciben en plena
comunión a homosexuales.
Todo lo anterior es pecado, y este pecado sólo es percibido por aquellos que nos
sujetamos al patrón de Cristo en el Nuevo Testamento (2 Tim. 1:13). Este patrón fue
enseñado “en todas partes y en todas las iglesias” (1 Cor. 4:17).
¿Puede la mujer “predicar el evangelio”, si o no?
La mujer puede predicar a niños y a otras mujeres (Tit. 2:3-5), también puede
ayudar a su marido en alguna enseñanza privada (Hech. 18:26). Pero, la mujer no puede
enseñar en auditorios públicos donde eventualmente habrá hombres oyendo, esto es el rol
de los varones no de la mujer.
La mujer debe predicar el evangelio (Hech. 8:4) pero el rol de la mujer en la vida no
es el de enseñar o ejercer dominio como lo hace el varón, su forma de predicación es
distinta a la del varón (Tit. 2:3-5; Prov. 31:10-31). El varón es cabeza de la mujer (1 Cor.
11:3) y ella no debe deshonrarlo (1 Cor. 11:5).
Pablo, por el Espíritu, dijo “Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio
sobre el hombre…” (1 Tim. 2:12). La prohibición de “enseñar” impuesta a la mujer está
calificada por la frase “sobre el hombre”.
La mujer no debe ni enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre (1 Tim. 2:12-15; 1
Cor. 14:34-35) y por esto debe evitar el predicar donde eventualmente se encontrará con
hombres, como sucede en la predicación puerta a puerta o en la plaza pública, a menos que
permanezca sujeta como lo hizo Priscila (Hech. 18:26).
No es cuestión de que la mujer no predique públicamente dentro de un local (espacio
cerrado) donde hay hombres, la mujer que teme a Dios nunca debe ejercer dominio sobre el
hombre, aún en espacios abiertos. Así mismo, no es cuestión de que la mujer no ejerza
dominio sobre su marido, la mujer que teme a Dios no ejercerá dominio sobre ningún varón.
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Por Josué Hernández
www.JosueEvangelista.com
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MUJERES PREDICADORAS
“La iglesia puede acordar tener clases bíblicas, y tener a mujeres como maestras de
las clases para niños. En tal caso ellas no están enseñando en la asamblea pública de la
iglesia, ni están ejerciendo autoridad sobre el hombre. No están violando este pasaje” (Bill
H. Reeves, Notas Sobre 1 Timoteo)
Conclusión
Ciertamente, las varias denominaciones hacen caso omiso de la “autoridad de las
Escrituras”, y lo más evidente es cómo hacen burla del “silencio escritural”. Ellos toman el
silencio como permisivo y preguntan: “¿Dónde dice la Biblia que la mujer no puede
predicar puerta a puerta o en la plaza pública para enseñar incluso a los
hombres?”
No es novedoso oír semejante pregunta de parte de los sectarios. Ellos no siguen el
ejemplo de Cristo quien decía “Escrito está…” (Mat. 4:4, 7, 10), ellos simplemente afirman
“Escrito no está…” fijándose en lo que no dicen las Escrituras porque buscan prohibiciones en
vez de autorización (permiso) de Dios.
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Por Josué Hernández
www.JosueEvangelista.com
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