JANINE GESKE Reconciliación Reflexiones sobre reconciliación Dios, si quieres que perdone, mejor me dices cómo Janine Geske1 Lynn Beboe describe la experiencia de rezar el Padre Nuestro unos meses después de que su marido fuera asesinado en acto de servicio. Cuando llegó al pasaje: “Perdóna nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden,” se detuvo de inmediato. Había rezado esa oración miles de veces, pero aquella noche era distinto. Y entonces entre sollozos gritó: “Dios, tú no puedes querer decir esto. No quieres decir que yo tengo que perdonar al hombre que mató a mi marido, al padre de mis hijos. Porque si es esto lo que quieres, entonces más vale que me digas cómo, porque yo no sé hacerlo.” Más tarde Lynn descubrió que la justicia reparadora es el proceso que la llevaría al perdón. En la reciente ceremonia de graduación de la Marquette University, animé a los nuevos licenciados a ser buenos y equilibrados oyentes, especialmente con aquellos que sufren, para así poder ayudar a resolver los conflictos pacíficamente. Debemos estar más presentes en los otros para comprometernos mejor en el ámbito civil y buscar cómo reconciliar diferencias. A pesar de la relevancia que muchas religiones dan al perdón y a la reconciliación, cuando alguien resulta profundamente herido, generalmente reacciona con rabia y deseos de venganza. Muchos sistemas de justicia son retributivos por naturaleza. Al haber sido fiscal de la Corte Penal sé perfectamente que nuestro sistema de justicia americano se centra primero en si una persona es culpable o no de un delito, y luego en cómo castigarla. En una sentencia es raro que se considere cómo sanar a las víctimas y a las comunidades. Ni tampoco los autores de crímenes y delitos tienen verdaderas oportunidades para que asuman la responsabilidad del impacto de su conducta. La justicia reparadora (JR), acercamiento filosófico ante actos dañinos, nos llama a responder preguntando a las personas que han sido heridas, en qué consiste esa herida y qué podemos hacer para reparar el daño hecho. Es justamente por medio de procesos de JR que muchas víctimas de crímenes descubren que pueden, de verdad, empezar un camino de sanación cuando se les proporciona un entorno que les apoya y donde pueden describir de forma significativa qué les ha ocurrido, un entorno en el que de veras se sientan escuchados por el malhechor y por los miembros de la comunidad. La JR reconoce el impacto que la víctima ha recibido por las acciones de otro; y reconoce que una ofensa puede cambiar, y mucho, a un individuo. A menudo el camino de vida de una persona se ve alterado para siempre. El instinto humano fundamental para sobrevivir crea la necesidad de sanación. Pero el camino de sanación no debería ser sólo personal; para lograr la sanación hay que implicar al 1Janine P. Geske trabaja en la actualidad como destacada Profesora de Derecho en la Marquette University Law School, y en su departamento de Iniciativa de Justicia Restauradora, de la que es fundadora. Es juez procesal retirada, del Tribunal Supremo de Wisconsin. Desde hace seis años esta comprometida activamente con el trabajo de justicia reparadora. Página 59 Promotio Iustitiae 103 2009/3 conjunto de la comunidad. La JR se construye partiendo de esa premisa que es especialmente importante en una cultura global que se caracteriza de forma evidente por su falta de relaciones sanas basadas en la confianza y en la comunicación. La implicación de la comunidad en el proceso de la JR refleja además que el daño infligido a un individuo tiene un efecto expansivo que va más allá de la víctima. Pone de relieve que como hijos de Dios todos estamos interconectados. Por consiguiente, la comunidad debe asumir la responsabilidad de sanar el daño hecho. Otra responsabilidad que la comunidad debe arrogarse, es la de afrontar el conflicto que es algo que formará siempre parte de la naturaleza humana. Dirijo la Iniciativa de Justicia Reparadora (RJI) en la Marquette University Law School, una institución de la Compañía comprometida en educar a abogados que un día serán líderes de transformación. (Ver http://law.marquette.edu/cgibin/site.pl?2130&pageID=1831) Nuestra labor de JR se centra en proporcionar procesos a víctimas de crímenes y otras injusticias para que compartan sus historias personales en un entorno solidario donde se sientan de verdad escuchadas; y después apoyar para sanar y reconstruir las relaciones, y en algunos casos, incluso crearlas. Nuestros estudiantes de derecho aprenden cómo promover esta sanación y nuevo entendimiento, a través de su trabajo. Señalo especialmente los momentos que considero sagrados y que experimentamos en nuestro trabajo. Acompañamos a las víctimas en su sufrimiento personal, en la desolación, en la consolación, en la revelación y en los momentos llenos de fe y de paz. Es un privilegio caminar con personas que han sobrevivido a delitos que van desde el homicidio al acoso escolar, incluso personas que han sido víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes y religiosos. A través de este ministerio, todos aprendemos el efecto expansivo que tienen los actos dañinos, la importancia del remordimiento, de la reconstrucción de relaciones y del perdón. La RJI facilita sesiones de diálogo entre víctimas y delincuentes condenados por crímenes de violencia grave. Mis estudiantes además ayudan a los docentes, a los trabajadores sociales y a los alumnos de colegios de la ciudad a elaborar procesos de justicia reparadora útiles en casos de acoso escolar y de otros comportamientos dañinos. Hemos organizado en la universidad, un centro de discusión, con estudiantes universitarios que han tenido comportamientos inoportunos y con las personas ofendidas por sus acciones. Es necesario que la gente entienda que las decisiones y las acciones pueden tener efectos expansivos de gran alcance. Una de las maneras más eficaces para promover ese tipo de conversaciones consiste en organizar un “círculo de conversación”, en el que un micrófono simbólico se va pasando de una persona a otra. Solo se puede hablar cuando se tiene el “micrófono” en la mano. Los delincuentes son considerados responsables del dolor causado por sus acciones y tienen la oportunidad de ver a una víctima como a alguien que quizás no sea tan diferente de ellos. Los delincuentes, muchos de los cuales han sido víctimas también, pueden contar su propia historia y al mismo tiempo asumir la responsabilidad de lo que han hecho. Estas sesiones que suponen una fuerte implicación de parte de todos los presentes, se basan en tradiciones de los Página 60 JANINE GESKE Reconciliación americanos nativos y constituyen experiencias de trasformación para todas las personas implicadas. He participado en centenares de “círculos” de este tipo, y sin embargo siempre me impresiona la generosidad de espíritu que emerge. En los dos últimos años, los coordinadores de nuestra comunidad, Ron Johnson y Paulina de Haan, han guiado este tipo de “círculos” en vecindarios violentos con delincuentes, víctimas, agentes de policía, miembros de la comunidad…, para que todos puedan llegar a la reconciliación escuchando las historias personales de cada uno. (Ver http://www.safestreetsmilwaukee.org/). Lo que mejor puede ilustrar este trabajo son las historias mismas. He aquí una muestra de lo que hemos escuchado en estos “círculos” de comunidad: *Un agente de policía contó como se encontró con un joven muy agresivo durante una ronda rutinaria. El joven empezó a increpar al agente con agresividad, a lo que el respondió: “¿No te acuerdas de mí?” El joven no hizo caso y siguió infiriendo contra él. El agente le dijo: “Hace unos meses te salvé la vida. Te habían disparado en la pierna y sangrabas abundantemente. Arriesgué mi vida cuando con mi mano traté de parar la sangre que se derramaba. El joven se quedó parado, sin responder. Y con cara de frustración el agente dijo: “¿Ni siquiera voy a recibir un ‘gracias’?” Los amigos del joven le presionaban para que se mostrara agradecido, pero él seguía en sus trece. El agente siguió diciendo: “A pesar de que tú no me quieras, y quizá de hecho me odias, te ayudaré siempre porque prometí proteger a todo el mundo.” Mientras el agente contaba esta historia, muchos delincuentes en el “círculo” sacudían sus cabezas incrédulos. Tener un lugar seguro donde compartir historias impactantes permitió a dos grupos, aparentemente adversos, tener una idea común de lo que es la compasión humana *Durante otra sesión, un ex –convicto recién salido de la cárcel habló de su infancia vivida en medio de violencia, drogas y de pandillas poco recomendables. Dijo que siendo niño, recordaba tener que atar el tubo de caucho alrededor del brazo de su madre para que ésta pudiera inyectarse drogas. Habló de cómo todos y cada uno de los miembros de su familia habían pasado un tiempo en la cárcel, incluso su madre. Al crecer, lo único que conoció fue la violencia. Después del “círculo”, un agente de policía se acercó a este joven y le dijo que aunque no le podría ofrecer la libertad, por los agravios cometidos, entendía ahora porque hizo las cosas que hizo. El agente y el joven se dieron la mano, y el joven dijo: “Gracias, nunca nadie me ha hablado como usted lo ha hecho esta noche”. Aunque la reconciliación y el perdón sean a menudo el resultado de prácticas basadas en la justicia reparadora, en este campo el tema es controvertido. Muchos grupos de víctimas se enfadan cuando se habla de la necesidad de perdonar ya que se pide a alguien que ha sido perjudicado/a que asuma la responsabilidad, en lugar de exigir al malhechor que repare el daño. Creo que al decir a alguien que “debe perdonar”, se puede herir mucho. El proceso del perdón es mucho más complejo. Uno de los problemas con el término “perdón” es que significa cosas muy distintas. Para algunos significará siempre que lo que ocurrió no fue grave, o que el perdón disminuye el daño real. Para estas personas, puede resultar Página 61 Promotio Iustitiae 103 2009/3 siempre imposible pronunciar la palabra. Creo que es mucho mejor hablar de sanación y de avanzar por la vida de forma positiva sin arrastrar corazones llenos de odio y de rabia. Pero cada víctima (o superviviente, como a muchos les gusta que les llamen) recorre el camino de su propio “perdón” a su ritmo, y es importante respetarlo. Desde que se dio a conocer el escándalo de los abusos sexuales cometidos por el clero de la Iglesia católica, creí que era necesario hablar abiertamente de la profundidad del daño causado, de la necesidad de responsabilizarse y de la labor de sanación; de manera que preparé el documental “El Círculo de Sanación”. Entre los participantes había cuatro personas que habían sufrido abusos sexuales por parte del clero siendo niños, una mujer que dijo que su hijo se había suicidado tras haber sufrido ese abuso, el arzobispo de Nueva York Timothy Dolan , un sacerdote que había cometido abusos, dos sacerdotes más, laicos/as que trabajaban en el ámbito eclesial, una mujer que contó su decisión de abandonar la iglesia a raíz de este escándalo, la decisión de su abuela de 97 años de no comulgar más por esto, y un parroquiano cuyos hijos adultos han dejado de ir a misa. Cada uno hablaba del impacto personal que estos eventos habían tenido en sus vidas. El documental es impresionante y cargado de emociones. Filmamos la reunión porque nos pareció importante crear un mecanismo para ayudar a las parroquias, los seminarios, a los grupos de víctimas y a cualquier otro, a que vieran los rostros de las víctimas, comprendieran el efecto expansivo que el escándalo ha causado y entablaran conversaciones sobre cómo ayudar a reparar el daño cometido. Quería que la gente viera y escuchara a las víctimas para comprender mejor porqué no pueden “superarlo” a pesar de sus creencias religiosas. Y además quería que los espectadores reconocieran que la respuesta institucional al abuso había causado, en si misma, mucho daño. Creo que la única manera que la Iglesia tiene de sanar el increíble daño que se ha cometido es que sus miembros y la jerarquía reconozcan el efecto expansivo y discutan abiertamente cómo trabajar todos juntos para reparar el daño que se ha cometido. (Ver http://healingcirclegroup.com). La labor que hacemos con la RJI (Iniciativa de Justicia Reparadora) consiste en promover la reconciliación y el perdón dando voz a los que han sido profundamente ofendidos, hacer que los delincuentes se sientan responsables del mal cometido y luego trabajar hacia un proceso de sanación. Pienso que a través de esta educación ignaciana lograremos formar a nuestra futura generación de líderes para que sean servidores capaces de promover la armonía y la reconciliación entre todas las personas. Janine Geske USA Original inglés Traducción de Daniela Persia Página 62