Iba un día con su abuelo paseando un colegial y debajo de un peral halló una pera en el suelo. Mírala, cógela, muerde; mas presto arroja el bocado, que muy podrida de un lado estaba y del otro verde. Abuelo, ¿cómo será decía el chico escupiendo, que esta pera que estoy viendo podrida, aunque verde, está? El anciano con dulzura dijo: vínole ese mal por caerse del peral sin que estuviera madura. Lo propio sucede al necio que, estando en la adolescencia, desatiende la prudencia de sus padres con desprecio; al que en sí propio confía como en recurso fecundo e ignorando lo que es mundo engólfase en él sin gúia. Quien así intenta negar la veneración debida en el campo de la vida se pudre sin madurar. Seminario Plan de Frutas. D.G.P.E. Mónica Brito Fernández. CEP Los Llanos de Aridane.