Un "pez gordo"

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Un "pez gordo"
Escritores Actuales / Córdova Sergio
Por: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
Lucas 19, 1-10
Habiendo entrado en Jeric atravesaba la ciudad. Hab un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver qui era Jess,
pero no pod a causa de la gente, porque era de peque estatura. Se adelantcorriendo y se subia un sicoro para verle, pues iba a pasar por all Y
cuando Jess llega aquel sitio, alzando la vista, le dijo: "Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa." Se apresura
bajar y le recibicon alegr. Al verlo, todos murmuraban diciendo: "Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador." Zaqueo, puesto en pie,
dijo al Ser: "Dar Ser, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defrauda alguien, le devolverel curuplo." Jess le dijo: "Hoy ha llegado la
salvaci a esta casa, porque tambi te es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido."
Reflexi
Hoy aparece en escena un personaje impresionante. Y no precisamente por su estatura, pues era un hombre muy bajito. Pero era jefe de
publicanos y un famoso recaudador de impuestos. Ya sabemos quies y qureputaci tenn los publicanos en los tiempos de Jess. Eran
colaboracionistas del rimen opresor. Y, por tanto, eran considerados como traidores y enemigos de Israel, pues se encargaban de sacar el
dinero a la gente para entregarlo al invasor: al Car y a los odiosos romanos. Pero, adem, te es como solemos decir un pez gordo. Casi casi
como un padrino de publicanos. Era obvio, pues, que el pueblo jud lo despreciara.
Sin embargo, tiene la curiosidad de un ni y no duda en encaramarse en una higuera del camino por donde iba a pasar Jess. A pesar de su
aparente o supuesta maldad, todav le queda algo de esa sana ingenuidad y sencillez que se necesita para creer. Sabe prescindir de su categor
y de su condici social, y no teme hacer el ridulo con tal de ver a Jess. En el fondo, parece no es tan malo, pues estdispuesto a ver y a hablar a
Jess, si le es posible, sin importarle la opini de los dem. Este jefe de publicanos se llamaba Zaqueo.
Nuestro Ser, que con su fina observaci ya se hab dado cuenta de lo que estaba sucediendo a su alrededor, quiso recompensar con largueza
aquel gesto de inter de ese hombrecillo. Jess se detiene a saludarlo por el camino. Pero no so. mismo se autoinvita a comer a su casa: Baja
pronto, Zaqueo le dice el Ser porque hoy tengo que hospedarme en tu casa. Tener amistad con un personaje tan poco prestigioso no acarrarear
buena fama a nuestro Ser. Pero Jess nunca se preocupde los comentarios de la gente, y menos cuando se trataba de salvar a las almas para
llevarlas a Dios.
Es curioso el lenguaje que usa nuestro Ser: Hoy tengo que hospedarme en tu casa. Como si se tratara de una obligaci. En todo caso, era un
deber de su amor redentor. Aquel d Jess entrar a la casa de Zaqueo porque hab sonado para la hora de la salvaci. Te compadeces de todos
porque todo lo puedes nos dice el libro de la Sabidur; cierras los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los
seres y no odias nada de lo que has hecho. A todos perdonas porque son tuyos, Ser, amigo de la vida (Sab 11, 24-27). Estas palabras est
tomadas de la primera lectura de este domingo. Pero, adem, es uno de los textos que usa la Iglesia el micoles de Ceniza para invitar a todos los
cristianos a la conversi y al acercamiento a Dios a trav de los sacramentos.
Zaqueo nos refiere el evangelista bajenseguida del bol y lo recibimuy contento en su casa. Ten fama de pecador pblico, pero, en el fondo de su
coraz, era mucho mejor que tantos fariseos, que se sentn perfectos. Al menos, este Zaqueo, como tantos otros publicanos y pecadores, ten la
sencillez de coraz suficiente para acoger a Jess sin prevenciones y espitu crico como lo hacn muchos de los fariseos y saduceos y ten las
disposiciones interiores necesarias para recibir la salvaci que Jess le tra.
Por eso, nuestro Ser pronunciaquellas palabras tan fuertes contra los dirigentes religiosos de Israel: Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipritas,
gus ciegos, que no entrs vosotros en el Reino de los cielos, y que imped entrar a los que querrn hacerlo! (Mt 23,13). Y en otra ocasi pronunci
esta dura sentencia: Yo os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el Reino de los cielos porque, a pesar de sus
muchos pecados, ellos ssupieron acoger con humildad el mensaje y la salvaci de Jess, cosa que aqulos no hicieron.
Y, lo m hermoso de todo, es ver la actitud tan sincera de Zaqueo, que le promete a nuestro Ser un cambio radical de vida y de comportamiento.
Puesto en pie, como para dar mayor solemnidad a su promesa, le dice a Jess: Mira, la mitad de mis bienes, Ser, se la doy a los pobres; y si de
alguno me he aprovechado, le restituircuatro veces m. De verdad que ha sonado la hora de la salvaci para este hombre, como nuestro Ser le
confirma: Hoy ha sido la salvaci de esta casa, pues tambi te es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que
estaba perdido.
ta es siempre la actitud de nuestro Ser. a es su misi. Para eso se encarny se hizo hombre, y para eso vino al mundo: para perdonar y no para
juzgar; para salvar y no para condenar. Por eso era siempre comprensivo e infinitamente misericordioso con todos, especialmente con los
extraviados. Ninguno de nosotros podemos dudar, pues, del amor y del perd que Jess nos concede en el sacramento de la penitencia.
Qudicha y quconsuelo saber que contamos con un Redentor de tanta bondad y misericordia! Y los sacerdotes son sus representantes e
intermediarios para darnos la salvaci que Dios nos ofrece. Ojalque, a partir de hoy, acudamos con m confianza al sacramento de la reconciliaci,
en donde Jess nos espera con los brazos abiertos para acogernos y cenar con nosotros, como lo hizo aquel hermoso d con Zaqueo.
Preguntas o comentarios al autor P. Sergio Cordova LC
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