III DIPLOMADO GESTIÓN PÚBLICA MÓDULO DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA TAREA 3 NOMBRE GONZALO PIMENTEL OCAMPO No C.C. e-mail 79.431.321 [email protected] FUNCIÓN PÚBLICA, SERVIDORES Y ÉTICA DEL SERVICIO PÚBLICO 1- Sobre la legitimidad a la función pública Hoy día es ampliamente reconocido por políticos y especialistas que las administraciones públicas contemporáneas se enfrentan a necesarios procesos de cambio, como exigencia de una dinámica del mundo contemporáneo que ha puesto en crisis la legitimidad de muchos Estados. Las reformas del Estado y de las administraciones públicas en los últimos años han sido justificadas desde diferentes perspectivas en diversos países y regiones del mundo: desde el reconocimiento de la presencia de una "crisis de legitimidad" ante la sociedad y la necesidad de tomar medidas para "recobrar la confianza ciudadana", hasta el reconocimiento de una supuesta "ineficiencia innata" del aparato del Estado, incapaz de dirigir el desarrollo del país, o bien porque constituye un obstáculo para la puesta en marcha de determinadas políticas económicas, encaminadas a promover procesos que lleven a un progreso social. Desde estas perspectivas, las administraciones públicas enfrentan los nuevos retos, aunque con diversos niveles de eficacia, según analistas. En cualquier caso, con frecuencia se argumenta por académicos y especialistas la necesidad de desburocratizaciòn del estado, el mejoramiento de su eficiencia, la decisiones sean descentralizadas y la desconcentración político-administrativa, la optimización en el uso de todo tipo de recursos, la puesta en práctica de evaluación de políticas y programas, así como una mayor apertura hacia la participación de otros agentes, incluyendo a los civiles y los ciudadanos. Entonces se manifiesta un aparente consenso de las necesidades actuales y hasta se incorporan nuevos términos al debate público, para algunos desconocidos o "intraducibles". La llamada "crisis de legitimidad" del estado moderno se asocia, entre otros factores, al problema de la eficiencia, la eficacia y la participación ciudadana Enfrentados a nuevos y complejos problemas de política pública, los gobiernos de muchos países han intentado mejorar en los últimos años la calidad de los servicios públicos a partir de supuestos criterios de eficiencia con una lógica de mercado lo que para algunos autores y críticos ha ido en detrimento de la dimensión democrática de la gestión pública. En el trabajo se analiza la participación ciudadana como realización sustantiva de la democracia y su condicionamiento al entorno local para alcanzar una efectividad real. 2.- Burocracia y fines del Estado Un Estado más flexible en su organización y funcionamiento. No significa desmontar al Estado Burocrático sino generar mayor agilidad en la respuesta a cambios y a las nuevas condiciones de lo público. Manejo eficiente de los recursos públicos, aunque es preferible trabajar con una orientación más hacia la eficacia del Estado, pues su misma función social impide que en ocasiones el Estado sea necesariamente eficiente. El ciudadano es el centro de atención y hacia él se debe orientar la acción de toda actividad estatal. Todos los funcionarios públicos deben responder por sus actos, especialmente aquellos que manejen recursos y tomen decisiones. Democratización de la gestión pública. La sociedad debe intervenir en los procesos de gestión y tener un mayor control social de ellos. Gestión centrada en resultados más que en procedimientos. Es indispensable la definición clara de metas y objetivos sobre los cales se puedan realizar procesos evaluativos. Generar condiciones para la gobernanza y la democracia. El Estado debe mantener su capacidad de dirección y control de las instituciones. Profesionalización de la alta burocracia No es una reforma CONTRA sino CON los funcionarios públicos. Es preciso contar con sistemas transparentes de contratación Utilización de técnicas informáticas para implementar el gobierno electrónico con miras a mejorar la gestión pública, tomando como precaución que la informática por sí misma no implica tal mejoramiento. 3- Enfoque constitucional En teoría, la burocracia es una de las anclas institucionales para el funcionamiento efectivo del sistema democrático y la vigencia del Estado de derecho. Es más que una planta de recursos humanos, un aparato organizativo o un sistema de empleo. Constituye un conjunto articulado de reglas y pautas de funcionamiento que se insertan en el Poder Ejecutivo con la finalidad de dar continuidad, coherencia y relevancia a las políticas públicas, y al mismo tiempo asegurar un ejercicio neutral, objetivo y no arbitrario de los poderes públicos. La burocracia es un actor clave para alentar acuerdos intertemporales, especialmente porque juega un rol importante para llevar dichos acuerdos a la práctica. Una burocracia neutra y profesional contribuye a limitar la adopción de políticas oportunistas y fortalece la confianza de los actores en cuanto al cumplimiento pleno de los compromisos contraídos como parte de los acuerdos que se celebraron. Pero la dura realidad es que Colombia es un Estado débil, con poca capacidad de respuesta a las necesidades de los ciudadanos, falta de una burocracia profesional y estable. La burocracia ha sido entendida como un sistema de empleo o un recurso en manos de los políticos y de los intereses corporativos. Dicha debilidad ha contribuido a la debilidad del Poder Ejecutivo, a actores políticos y a los intereses organizados. Se ha convertido en el país en una de las causas de la falta de efectividad de las políticas de desarrollo del Estado. El clientelismo es una situación que obedece tanto a la necesidad de utilizar el empleo público como recurso para premiar con puestos de trabajo a los miembros del partido ganador (tráfico de influencias), como a la necesidad de reducir los espacios de autonomía técnica que los funcionarios normalmente obtienen en ciertos sectores y que pueden limitar el alcance de la acción política del gobierno. Existen empleados que duran años en el mismo puesto con las peores calificaciones de servicio al cliente, o los que ganan sueldos de varios millones pero van a dormir en vivo y en directo a sus curules (ineficiencia de quienes los reciben), o los que se sindicalizan para exigir que el gobierno pague la mitad de la universidad de sus hijos en la mejor universidad de Inglaterra porque eso debería ser parte de las prebendas para lograr la igualdad que tanto reclaman. Trabajar en el Estado sigue siendo aspiración de muchos, pero los gobiernos se han encargado de que no sean los más indicados los que ocupan los puestos, sino los amigos, o los hijos de los amigos, o los amigos de los amigos. La meritocracia que se ha buscado implementar se encamina a suplir cargos técnicos y por lo general poco importantes, mientras que en donde se toman decisiones se mantienen las cuotas burocráticas. La existencia de las llamadas “roscas” no es en sí el problema sino que las que existen sean capaces e idóneas. Tampoco es un problema que se formen sindicatos, sino que los existentes busquen defender derechos y no inventar nuevos. Es una cuestión de administración y de falta de acción. La ausencia de administración ha permitido que la burocracia obstaculice la eficiencia del Estado, aunque será siempre necesario hacer un paro de vez en cuando para exigir que los damnificados de las lluvias por fin reciban alguna ayuda porque el Estado no tiene plata para atender la emergencia.