REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 31 de julio 2011 18o Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A) Lectura del Evangelio según san Mateo 14, 13-21 En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se fue de allí en barca a un lugar apartado para estar solo. Pero la gente, en cuanto lo supo, lo siguió a pie desde sus pueblos. Jesús, al desembarcar y ver a tanta gente reunida, tuvo compasión y sanó a los enfermos. Al caer la tarde, sus discípulos se le acercaron para decirle: “Este es un lugar desierto y se hace tarde: dile a esta gente que se vaya a las aldeas a comprar qué comer”. Pero Jesús les contestó: “No tienen necesidad de irse: denles ustedes de comer”. Y ellos le contestaron: “No tenemos aquí más de cinco panes y dos pescados”. Jesús les dijo: “Tráiganlos para acá”. Entonces, manda sentarse a todos en la hierba. Toma los cinco panes y los dos pescados, levanta los ojos al cielo, pronuncia la bendición, parte los panes y los entrega a los discípulos para que se los repartan a la gente. Y todos comieron hasta saciarse. Se recogieron doce canastos llenos de los pedazos que sobraron. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres sin contar las mujeres y los niños. Comentario breve: El milagro de Jesús alimentando a las multitudes es el único que aparece en los cuatro evangelios. Es posible que esto se deba a la conexión íntima entre este suceso y la Ultima Cena del Señor que anticipa el banquete eucarístico en el cual somos alimentados hoy. No olvidemos que el pan era el alimento por excelencia, y comer el pan significaba servirse una verdadera comida, no únicamente una fruta o una merienda. En aquella época, no existían muchas otras necesidades fuera de la comida y de la ropa y lógicamente, la religión judía concedía un lugar importante a todo lo que se refería a la alimentación. El relato muestra la actitud contrastante de Jesús y de los discípulos. Estos parecen ver a las multitudes como un problema que amenaza su tranquilidad. Jesús en cambio hace suyo el dolor de las personas y ordena a la muchedumbre que se siente. La lectura nos recuerda también el milagro del maná en el desierto en tiempos del Éxodo (Éxodo 16) cuando el pueblo hambriento fue alimentado con el “pan del cielo”. La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: • • • Jesús “dando gracias, partió el pan y se lo dio a los discípulos para que se lo dieran a la gente”. Esta es la misma acción narrada en 26:26 durante la Ultima Cena. Los judíos creían firmemente que Dios siempre los escuchaba y los ayudaba. Jesús, con esa misma confianza, no permite que los discípulos se desentiendan del problema, sino que les pide que compartan todo cuanto poseen y lo pongan en manos de Dios que lo multiplicará con su poder. Dios usa nuestros dones y los aumenta cuando los ponemos a su disposición con generosidad. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. 1. ¿De qué forma comparto lo que tengo con los que tienen hambre? 2. ¿Ayudo a que otros puedan satisfacer el hambre espiritual que los acosa? ¿Cómo? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 1329; 1334-1336; 1397; 1402-1406.