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‘Popeye’ y la génesis del mal, por Patricia Lara Salive
Patricia Lara Salive · Tuesday, September 24th, 2013
Fotografía de Sebastián Jaramillo.
La entrevista que le hizo la revista Semana a John Jairo Velásquez Vásquez, alias
Popeye, quien afirma que cree en Dios, pero con tranquilidad asombrosa confiesa que
él, personalmente, mató a unas 300 personas y coordinó la muerte de otras 3.000, es
un trabajo periodístico que bien vale la pena releer, pues retrata no sólo la psiquis de
un campeón de la delincuencia, sino que revela los inverosímiles móviles que tuvo
Escobar para ordenar algunos de los crímenes que más han conmovido al país y
explica la razón de asesinatos a los que nunca se les había encontrado explicación
coherente.
Resulta que la causa del crimen del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla no fue,
como se pensaba, la venganza por el desmantelamiento del laboratorio de cocaína de
Tranquilandia y por la persecución desatada por él contra los mafiosos, sino una
reacción propia del narcisismo irremediable de Pablo Escobar, que no le permitió
tolerar la humillación de sentirse apabullado por la oratoria arrolladora de Lara,
ostensible durante el debate que éste le hizo al capo en el Congreso para que se le
levantara la inmunidad parlamentaria que lo cobijaba.
Y ocurre que el móvil que tuvo el jefe del Cartel de Medellín para dar la orden de
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matar al director de El Espectador, Guillermo Cano, tampoco fue, como se creía, el
deseo de venganza por las denuncias que el periódico hizo contra él, sino la ira que le
produjo sentir que, al caer la extradición, este diario les había puesto el dedo en la
llaga con el titular: “Se les aguó la fiesta a los mafiosos”.
Y sucede que lo que motivó a Escobar a mandar a asesinar al periodista Jorge Enrique
Pulido fue únicamente la rabia que le ocasionó ver que él había entrevistado a la
madre de Rodrigo Lara. Y lo que lo movió a ordenar la muerte del coronel Valdemar
Franklin fue sentir herido su orgullo de macho al saber que él había parado en un
retén a su esposa y a su hija.
Todas estas son manifestaciones de lo que se denomina “desorden narcisista de la
personalidad”, que se gesta, según un psiquiatra consultado, cuando se producen en
la edad temprana “desilusiones masivas” o cuando los niños no sienten empatía de sus
padres hacia ellos. (¡Cómo podrían evitarse de tragedias si los gobiernos entendieran
que la prioridad de este país es enseñarles a los padres a tratar y educar con acierto a
sus hijos!).
Y volviendo a Popeye, asombra el desenfado con que rebela cómo, por orden del
patrón, asesinó a su novia, quien se había vuelto informante de la DEA para vengarse
de que Escobar la había obligado a abortar a un hijo suyo, y cómo mató a su mejor
amigo, quien antes de que le disparara le pidió que le leyera algunos salmos de la
Biblia.
Son todos rasgos de una sociopatía que, como ocurre con frecuencia en esos casos, se
justifica diciendo, como lo hace Popeye, que “sentía que estaba en una guerra justa
contra la extradición, y que en esa guerra todo se justificaba”.
Pero él agrega: “Ahora veo las cosas dentro de otra perspectiva y me parece increíble
lo que hice y lo que ha sido mi vida”. Y al final afirma que le gustaría usar su
“experiencia para contribuir en el posconflicto”, y pide que ojalá le “den esa
oportunidad”.
Y, también, como cree el periodista y como acepta el psiquiatra consultado que podría
suceder, ojalá sea cierto que luego de reflexionar durante estos 23 años de prisión, al
salir de la cárcel John Jairo Velásquez Vásquez logre encauzar sus impulsos agresivos
para ponerlos al servicio de la sociedad. ¡Por Dios, que así sea!
***
LEA TAMBIÉN: La muerte natural, por Martín Caparrós
This entry was posted
on Tuesday, September 24th, 2013 at 6:10 am and is filed under Actualidad, Perspectivas
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