25 febrero: UNA VISITA MISTERIOSA

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UNA VISITA MISTERIOSA.
Felipe Santos, SDB
Jerusalén. Todos los días a las 18 horas un mendigo entra
en la iglesia del Santo Sepulcro y sale casi en seguida.
Extrañado por tal comportamiento, el guardián se
inquieta, pero no tiene nada sospechoso que señalar. El
anciano se detiene delante del Anástasis y, un minuto
después sale discretamente.
Sospechoso, el policía le pregunta: « ¿Qué vienes a hacer
todos los días a la misma hora? ».
« Vengo a decirle buena tardes a Jesús. No sé rezar. Le
digo simplemente: « Jesús, soy yo, Jim».
Algunos años más tarde este mendigo cae enfermo. El
servicio público lo manda hospitalizar en un hospicio. En
poco tiempo, su presencia transforma la atmósfera de la
habitación.
Sorprendida la enfermera le pregunta: «¿De dónde te
viene esa sonrisa contagiosa? »
« De la visita que recibo cada día »
Como no había a nadie que fuera visitarlo, la mujer le
dice: «¿Una visita diaria ? ¿Pero a qué hora? »
« Hacia las 18 horas».
« ¿Y quién es el visitante?, me has dicho que no tienes
familia ».
El mendigo responde con sonrisa resplandeciente: « Es
verdad, señorita, pero es Jesús el que viene ».
« ¿Y qué te dice? »
« Oh ! no gran cosa. Me dice: « Jim, soy yo, Jesús».
... Cuando se está en comunión, no se necesitan muchas
palabras. Dirigirse a Dios, más que una práctica, es una
actitud permanente, es dejarle sitio, simplificar, ponerse
a la escucha para que el Señor de la vida entre y more en
ti.
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