Cuestiones de buena cepa

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Cuestiones de buena cepa
Ledesma Maximiliano
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De carrera docente nacional e internacional, Nicolás Casullo fue un académico atrevido,
militante crítico y reflexivo sobre la práctica académica, a la manera de Bourdieu. En este
sentido, el libro aquí reseñado parece colocarse como bisagra para quienes pretenden
hacer una “ciencia social total”. Es decir, que pueda integrar una historia objetiva y
procesos particulares de subjetivación para potenciar la incidencia de las investigaciones
académicas, a la manera de una “critica técnica”.
Particularmente, Casullo aborda las “Cuestiones”, título que alude a los temas memoriales
de los sucesos ocurridos después del golpe de Estado de 1955, comúnmente olvidados ¿adrede?- en las exploraciones científicas. Sea a manera de ensayo, revisión
historiográfica, o investigaciones socio-lógicas de la imparcialidad. Sin embargo,
Cuestiones expresa una variante para pensar la modernidad desde el pensamiento
nacional. Modernidad que en América Latina supone la combinación de los pensamientos
revolucionarios de los siglos XVIII, XIX, XX europeos, pero no como su espejo o
reproducción tajante, sino, más bien, como la recuperación de tradiciones milenarias,
santificadas, mistifican-tes, que se presentan para revolucionar una sociedad capitalista
avasallante de los sujetos pueblos.
Ahora bien, el libro nos inserta en una discusión planteada por ciertos viejos militantes
argentinos. En este caso, a partir de una carta del intelectual cordobés Oscar del Barco
aparecida en 2005, que a modo de denuncia, retrata las figuraciones injustificables de los
procesos revolucionarios. En su intervención, Casullo no plantea una defensa acérrima de
un grupo de “buenos” frente a los “malos”. El fondo es el de la historia y la memoria, o más
bien la narrativa de cómo se des-politizó la memoria y cómo se proclaman intereses en
políticas de la memoria para bandos contrapuestos. Bandos que son configurados por
enunciaciones que, desde el 2003 para adelante, buscan encontrar -judicializando las
ideologías-, no sólo un recuerdo, sino una política de memoria que reconstruya la políticasuceso de la Argentina de los años 60 y 70, donde “lo revolucionario” adquirió mayor
énfasis.
Políticamente incorrecto, el ensayo transita por una costumbre olvidada por la academia.
Epistemológicamente desafiante, este tipo de escritura -propia de formaciones que
integran un saber enciclopédico, así como también, rasgos de una formación político-
cultural de un preludio hacia una cosmovisión de época- se convierte en un acontecimiento
discursivo con efectos más semánticos y estéticos que teóricos sociológicos, pero jamás
relega el contenido político de sucesos con pesos específicos en coyunturas
determinadas.
Es en este sentido que la obra de Casullo se coloca con sus “Cuestiones” más allá de lo
limitado por las “áreas” de estudio: lo religioso, el populismo, la memoria y la historia, los
intelectuales, las derechas, sus Mass medias, la cultura y la política. En fin, formas,
expresiones, indicios y registros donde el poder aparece frente a quienes se estipulan
revolucionarios, ya sea en tiempos donde se llegó a ella, 1789, o donde grandes
sentimientos colectivos se veían grandes afluentes a su llegada, los 60 y 70.
A partir de ello, el autor parte de una critica al “olvido de esos temas” -algo como el “olvido”
del Ser de Heidegger- sea por las crudas realidades experimentadas, por mecanismos
ideológicos de tipo totalizantes, por división del mundo actual, o más cabalmente por las
formas en que ya no hay horizonte en lo revolucionario. Estos argumentos pueden sonar a
reproches frente a las izquierdas mundiales, más aun las latinoamericanas, ya que por
singulares formas de “olvido” atravesaron las discusiones sin tener en cuenta que en cada
idea radica un poder, simbólico muchas veces, pero con vigor material que rodea la
naturalización de un mundo capitalista, logrando que el papel de las izquierdas se
desvirtúe en función de un todo aparatoso mercantil -o si se quiere un Leviatán
Mercadotécnico-ordenador- sin esperanzas a “otra cosa”.
No se trata de la mera descripción posmo, sino que se nos advierte sobre la falta de
escenificación de lo que ya no se piensa, de lo que ya se dejó de decir, y de lo que no
tiene sentido hacer. Constantemente, el encadenamiento temático nos interpela a pensar
lo desmoronado desde el desmoronamiento: revuelve lo religioso, como enigma y misterio;
ataca la fuerte desperonización que se hizo tras las huellas de la última dictadura, donde
ya no fue el liberalismo puro el que se embarco en esa tarea, sino una izquierda liberal que
supo “etiquetar” sucesos como populistas; remueve la vinculación de la cuestión social,
como base para “cambiar las cosas” o “revolucionar”, con la cuestión nacional de
Latinoamérica, haciendo que el mero ejercicio memorial se diluya sin tener noción de lo
histórico; nos guía en caminos de cómo repensar y repreguntarnos acerca de un pasado
aun no re-visitado, sea conmemorando la biopolítica de los estados socialistas o buscando
puntos medios entre individualidad e inconsciencia; coloca en jaque el proceso de
conocimiento vía el intelectual, yuxtaponiéndose al rol militante como nueva instancia
clarificadora; la relación teoría y practica política, o más bien praxis cuadillesca y la
militancia intelectual en los procesos revolucionarios; la eufemizacion de neologismos
como consenso-derecha, izquierda-conflicto; y la agudeza al discernir acerca de la muerte,
de lo que no sólo ya no es, sino por sobre todo, lo que se sufre al pensar. Son diatribas
que se tornan interesantes, poderosas y penetrantes en presentes rígidos, cerrados, y
estancados en el “es imposible” o “no pasa nada”, o peor aún, en el “no te metas”.
Proyecciones “yoicas”, relaciones con otros “yo”, espejos de “cuestiones” que ya no tienen
como figurar, son algunas de las plataformas que hacen leer este libro, no como un texto
universitario o un ensayo polemizador, sino -de la tinta derramada, de los signos
figurantes- como armas para una realidad compleja. Porque pensar en lo que fue
imposible, y lo que es, es pensar en algo que tarda un poco más.
Nicolás Casullo, Las Cuestiones, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007.
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