Instructions for men left by women

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Instructions for men left by women
Escrito por ga=Juan-Dicent
Si ella vivía contigo, o t
e visitaba a cada rato, múdate. Es muy triste llorar cada vez que abras la puerta; es muy
patético rajarse a dar gritos por una greca que hierve sobre una estufa Goldpremium de dos
hornillas. Recuerda a Pavese: «Nada hay más inhabitable que un lugar donde se ha sido feliz».
Dile tu maldita madre al amigo que te dirá que no es culpa de ella, que son los tiempos.
Tiempos modernos. La mujer pega cuernos a troche y moche, se emborracha y vomita todos
los días. En fin, te dirá el muy imbécil, hacen las cosas que odiaban en los hombres.
Otro amigo te dirá que evitas el olvido, whatever that means, que en lugar de rapar con una
mujer diferente deberías crear vínculos con una sola. Te dirá entre tragos, enmedio de un
reggaetón en el colmadón de tu esquina, que Brodsky escribió: «To forget one life, a man
needs at minimum one more life». Contéstale que su maldita madre a Brodsky y a él, y que
además ese poema termina con «And I’ve done that portion».
Si eres de los que tienen pistola, porque en este país todomundo anda armao, guárdala en
casa de un amigo. Olvida a los ladrones. Un suicidio casi siempre es peor a que te roben el
televisor o el pasaporte con visa gringa y española.
Siempre ten a tu lado una botella de romo. Por nada del mundo te des un pase de perico.
Los días peores trata de pensar que no es a ella, es el sentimiento lo que extrañas. Eso que te
hace pensar que tu única misión en la vida es hacer que esa mujer se venga y se ría; eso que
te hace esperar por horas en el parqueo del Banco Popular, con un mil hojas, sólo para ver la
gula de niña lambiéndose los dedos. Extrañas el jazz, no a Miles Davis. Okey, mal ejemplo,
pero por ahí es la cosa.
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Instructions for men left by women
Escrito por ga=Juan-Dicent
No evites la música que escuchabas con ella, deja que el cerebro se acostumbre a Beck sin su
voz, a Radiohead sin su coro. Si no, vas a terminar escuchando a Joaquín Sabina. Puedes
maldecir su buen gusto.
Trata, sé que es duro, de vencer la angustia de los primeros días. Ese vacío que sale del
estómago y te ahoga, esos «vuelve, mami, vuelve» en tu almohada.
Hazte pajas mentales con la actitud que tomarás cuando ella regrese, cuando toque el timbre y
la veas humilde, mirando el piso ante su equivocación. Recomendamos las frases «Vete a la
mierda», «Hija de la gran puta», «Mardita perra», «Azarosa», o combinaciones de todas las
anteriores. Trata de que suenen mucho las erres. Si estás acompañado en uno de esos regres
os, no necesitas frases zahirientes.
Hazla pasar y, con los modales de un caballero inglés del Siglo de Oro, preséntale a su
sucesora, que sea rubia y flaca. Si es extranjera del Cuerpo de Paz le va a dar muchísima
cuerda.
Pero el tiempo pasa. La vida no te dará la oportunidad de darte ese gusto. Esa mujer no va a
volver. Entonces, lentamente, barre todos los rincones; arranca todas las páginas de los libros
que tienen sus notas; busca unas tijeras y destruye sus fotografías, todas, y cada vez que te
llegue a la mente su boca, sus ojos, su risa, su culo, cierra los ojos y trata de recordar su
entierro. Ah, y respira, respira. El aire entra, el aire sale.
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