TEMA 1. El S. XVIII. Los primeros Borbones

Anuncio
1
NÚCLEO TEMÁTICO: LAS RAÍCES HISTÓRICAS DE LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA
TEMA 1. EL SIGLO XVIII: LOS PRIMEROS BORBONES
I. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL XVIII EN EUROPA
II. EVOLUCIÓN Y ORGANIZACIÓN POLÍTICA
A – EL CAMBIO DINÁSTICO: LA GUERRA DE SUCESIÓN Y SU REPERCUSIÓN EN
LA COMUNIDAD VALENCIANA.
B – EVOLUCIÓN POLÍTICA.
C – EL DESPOTISMO ILUSTRADO: CARLOS III.
D – EL REFORMISMO DE LOS BORBONES.
1 – Unificación y centralización política y administrativa.
2 – La política económica.
3 – La política exterior. América.
III. DEMOGRAFÍA Y SOCIEDAD.
IV. ECONOMÍA
A – AGRICULTURA
B – ARTESANÍA E INDUSTRIA.
C – COMERCIO
D – LA CRISIS DE FINALES DEL S. XVIII
2
I.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL S. XVIII EN EUROPA
Tras un XVII de crisis, la recuperación iniciada a fines del XVII prosigue durante el XVIII,
especialmente entre 1730 y 1780.
DEMOGRAFÍA: crecimiento de la población, gracias a un descenso de la mortalidad
catastrófica y la mejor alimentación, así como al mantenimiento de la natalidad. En España
este crecimiento es menor que en el resto de Europa.
SOCIEDAD: Prosigue el sistema social feudal, pero en crisis. Los privilegiados pierden su
funcionalidad social (defender, orar) y ven descender sus ingresos (procedentes de rentas
agrícolas, lo que propició una “reacción señorial”), mientras la burguesía experimenta un
ascenso socio-económico, y las clases populares aumentan en número y ven empeorar sus
condiciones de vida (aumento rentas feudales en campo, proceso proletarización en ciudades).
ECONOMÍA: Aparición del capitalismo. Gran ascenso del comercio, sobre todo el colonial. Se
inician los procesos de transformación en agricultura, y sobre todo en la industria (GB), donde
su inicia la Revolución Industrial. En España las transformaciones económicas son menores.
POLÍTICA: Monarquía absoluta (menos en GB y Holanda). Los cambios económicos y sociales
hacen que el sistema quede desfasado por lo que arrecian las críticas al Antiguo Régimen. Los
ilustrados, como Voltaire, Montesquieu, Rousseau, etc., proponen reformas económicas,
sociales y políticas. Algunos monarcas hacen suyas las ideas reformistas, con lo que aparece
el Despotismo Ilustrado. Éste sistema no puede hacer reformas en profundidad, por lo que se
producen las Revoluciones Burguesas, a fines de siglo (EEUU, Francia).
CULTURA Y PENSAMIENTO: Aparece la Ilustración, que propone la razón como base para el
progreso y critica todos los frenos a ese progreso, como el absolutismo y el feudalismo, y
propone toda una serie de reformas administrativas, fiscales, económicas, sociales, educativas
y políticas. Destacan los ilustrados franceses, que propugnan la libertad, la igualdad, la
separación de poderes (Locke, Montesquieu), la crítica al antiguo régimen (Voltaire), la
soberanía nacional (Rousseau). El gran proyecto cultural común es La Enciclopedia, en la que
colaboran casi todos los ilustrados franceses.
En la ciencia triunfa el método científico, basado en el Empirismo (experiencia y observación) y
en filosofía el Racionalismo. En economía se abren camino nuevas ideas, como la Fisiocracia y
el Liberalismo económico (A. Smith).
II.
EVOLUCIÓN Y ORGANIZACIÓN POLÍTICA
A – EL CAMBIO DINÁSTICO: LA GUERRA DE SUCESIÓN
En 1700 muere sin descendencia directa Carlos II, el último de los Habsburgo españoles. Los
últimos años de su reinado estuvieron llenos de intrigas palaciegas y de todas las potencias
europeas para decidir su sucesión. Los candidatos que quedaban para heredar el trono
español eran dos:
- Felipe de Borbón, Duque de Anjou, 2º hijo del Delfín de Francia y nieto de Luís XIV de
Borbón y Mª Teresa de Austria (hermana de Felipe IV) y bisnieto de Felipe III. Si
heredaba él, se podían unir Francia y España, con sus colonias americanas, cosa poco
aceptable para el resto de potencias.
- Archiduque Carlos de Habsburgo, de la rama austriaca de la familia, y bisnieto de
Felipe III. Si heredaba, podía rememorar el Imperio de Carlos I, tampoco deseable para
el resto de potencias, y especialmente Francia.
Finalmente Carlos II nombró heredero a Felipe de Borbón (con la condición de no dividir sus
reinos y de renunciar a sus derechos sobre la Corona de Francia), quien tras la muerte de
Carlos II en 1700 fue proclamado en 1701 como rey.
Pero Felipe V no renunció a sus derechos sobre Francia, dio importantes privilegios
comerciales a franceses, en contra de los intereses de GB, e inició una reordenación de la
administración hispana siguiendo un modelo similar al francés (centralista).
3
Felipe se convertía así en el rey de España y el posible heredero de Francia, por lo que la
supremacía de los Borbones en Europa era demasiado peligrosa para otras potencias como
Inglaterra, Holanda y Portugal. Dieron su apoyo a la candidatura austriaca, y ante la negativa
de Felipe V a negociar, se inició la Guerra de Sucesión Española, una guerra que en el fondo
volvía a ser otro conflicto más por la hegemonía europea.
En España, mientras Castilla apoyaba al rey, la Corona de Aragón, temerosa del absolutismo y
centralismo borbónicos, y de que no respetase los fueros y su independencia, apoyó las
pretensiones del Archiduque Carlos de Austria. En Valencia, mientras el pueblo apoyó
masivamente a Carlos de Austria, la nobleza se dividió entre los 2 candidatos
(Maulets/Botiflers). De este modo, se enfrentaron Francia y Castilla contra una coalición
formada por Austria, Inglaterra, Holanda, Portugal, Saboya y la Corona de Aragón.
La coalición europea tuvo algunos éxitos iniciales (en Italia y Flandes), atacó Castilla desde
Portugal y Cataluña y ocupó Gibraltar y Menorca, pero Felipe V mantuvo el control sobre
Castilla, y en 1707 obtuvo la victoria de Almansa, que le abría el camino a la ocupación de
Valencia y Aragón, con lo que sólo Cataluña y Mallorca no eran dominadas por él.
En la guerra internacional ninguna potencia conseguía imponerse, la guerra se eternizaba.
Pero en 1711 el emperador de Austria murió y su hermano, el Archiduque Carlos le sucedió en
el trono, por lo que el interés de Inglaterra y Holanda por apoyarle en sus aspiraciones
hispanas decayó y empezaron a buscar una solución negociada.
La guerra finalizó con los tratados de Utrecht y Rastatd (1713 y 1714), por los que Felipe V
era reconocido como rey de España y sus posesiones americanas pero renunciaba a sus
derechos de sucesión en Francia, y cedía también:
-
Inglaterra se quedó con Gibraltar, Menorca, y privilegios comerciales en América
(asiento de esclavos, navío de permiso).
Austria se quedó con Flandes, Nápoles, el Milanesado y Cerdeña (que luego cambió
por Sicilia).
Saboya se quedó con parte del Milanesado y Sicillia (que luego cambió por Cerdeña).
Se incumplía así, de modo flagrante, la voluntad de Carlos II de no dividir sus posesiones, al
perder todas las posesiones europeas fuera de la Península.
En la península sólo resistía Barcelona, pero tras un sitio de 14 meses, fue tomada el 11 de
Septiembre de 1714 (Mallorca e Ibiza en 1715).
La victoria militar sobre Valencia y Cataluña permitió a Felipe V imponer no sólo una monarquía
absoluta, sino también acabar con la independencia de los países de la Corona de Aragón,
asimilándolos a las leyes de Castilla, a través de los Decretos de Nueva Planta(1707-1716).
Había nacido España como estado, y desaparecieron los anteriores estados de la corona,
aunque en realidad fue más una incorporación a Castilla.
En la monarquía autoritaria de los Austrias, éstos respetaron las cortes y fueros de sus
estados. Aunque los Austrias habían intentado reforzar su poder, y habían recortado los
derechos de Castilla, no habían conseguido lo mismo en la Corona de Aragón, Navarra y País
Vasco, donde sus fueros e instituciones seguían plenamente vigentes.
En la monarquía absoluta de los Borbones, el rey era el Estado: del rey emanaban las
instituciones, él tenía todos los poderes (legislativo, ejecutivo, judicial), y el territorio era su
posesión. Su poder apenas tenía limitaciones, sólo la Ley Divina. Además se fundamentaba su
poder señalando que su autoridad provenía de Dios (monarquía absoluta por derecho divino).
Todas las instituciones y fueros de la Corona de Aragón fueron eliminados, se inició la creación
de un sistema político y administrativo fuertemente centralizado, en el que sólo quedaban como
excepción los fueros de Navarra y País Vasco (no eran Estados, aunque tuvieran sus fueros),
recompensa por el apoyo otorgado a Felipe V en la guerra.
4
B – EVOLUCIÓN POLÍTICA
FELIPE V: reinó entre 1701 y 1746 (breve interregno de su hijo Luis I, en 1724). En política
interior realizó la centralización política y administrativa, así como la consolidación de la
monarquía absoluta. En política exterior destacan los intentos por recuperar territorios perdidos
por el Tratado de Utrecht: Gibraltar, Nápoles (donde consiguió poner a su hijo Carlos III como
rey en 1734). Cambió la política de alianzas tradicional, iniciando un periodo de colaboración
con Francia, a través de los llamados “Pactos de familia” (a partir de 1733).
FERNANDO VI (1746-1759): Poco interesado en el gobierno, lo dejó en manos de sus
secretarios. En el interior destaca la recuperación económica (políticas reformistas del Marqués
de la Ensenada). En política exterior intentó mantenerse alejado de cualquier conflicto.
CARLOS III (1759-1788): Hereda el trono al morir su hermano sin descendencia, por lo que
debe abandonar Nápoles. El más ilustrado y reformista de los Borbones. Durante su reinado se
introducen muchas reformas económicas y administrativas que se encuentran con la oposición
de nobleza y clero. Se inicia una moderada modernización del país. Destacables sus obras de
embellecimiento de Madrid. En política exterior, intervino en la Guerra de Independencia de los
EEUU contra GB para poder recuperar Gibraltar (fracaso) y Menorca (éxito).
CARLOS IV (1788-1808): Rey con poco carisma, dejó el gobierno en manos de sus validos
(Floridablanca, Aranda), especialmente Manuel de Godoy. En política interior, en una coyuntura
de crisis económica, se combinaron algunas reformas ilustradas con una enorme corrupción
debida a la ambición personal del valido. En política exterior se participó en la Guerra contra la
Convención en 1792-1794 (revolucionarios radicales franceses), pero con posterioridad se
volvió a la política de alianzas con Francia (ya con el Consulado y Napoleón en el poder, a
partir de 1796) y de enfrentamiento con GB y Portugal (Guerra de las Naranjas, Trafalgar, etc.)
C – EL DESPOTISMO ILUSTRADO: CARLOS III
El XVIII es el siglo de la Ilustración, corriente de pensamiento que confiaba en la razón como
el instrumento para alcanzar el progreso y con éste la felicidad. Por tanto los ilustrados
prestaron gran atención al desarrollo de la ciencia, la educación, el desarrollo económico
(sobre todo agricultura).y las reformas en la administración, la hacienda.
Los ilustrados fueron muy críticos con todo aquello que en su opinión lastraba el desarrollo:
criticaron la sociedad estamental, los privilegios y las relaciones sociales feudales,
propugnando la igualdad y la libertad humanas; criticaron a la Iglesia, su conservadurismo y
sus privilegios; criticaron la monarquía absoluta, proponiendo la idea de la división de poderes
(Montesquieu) y la soberanía nacional (Rousseau). La Ilustración proporcionó, por tanto, la
base ideológica de las Revoluciones Burguesas.
Algunos monarcas europeos creyeron que desde su poder absoluto podían poner en marcha
las reformas necesarias para lograr la modernización y el progreso: es el Despotismo
Ilustrado.
En España la introducción de la Ilustración fue lenta y difícil, debido a la escasa y poco
poderosa burguesía, el excesivo poder de nobleza y clero, el gran poder de la monarquía
absoluta. Cuando por fin empiezan a aparecer algunos ilustrados, a partir de 1750-60, éstos no
osaron criticar el absolutismo ni la estructura social feudal. Sus ideas se dirigieron a realizar
reformas en la educación, la administración, la lucha contra la Iglesia, y algunas reformas
económicas: una discreta liberalización del comercio y la industria, y sobre todo muchos planes
de reforma agraria. Sólo a fines del XVIII y principios del XIX aumentaron las críticas contra
feudalismo y absolutismo.
El único monarca claramente decantado por introducir reformas ilustradas fue Carlos III, de la
mano de su ministro Esquilache. Los privilegiados se sintieron amenazados por estas reformas
(liberalización del comercio de granos, realización de un Catastro), por lo que aprovecharon el
malestar popular (por precios altos y escasez de alimentos) y alentaron una sublevación
popular en 1766. El “Motín de Esquilache” logró la deposición del ministro y el frenazo a
muchas reformas.
Al cabo de poco tiempo, y ya con ministros españoles (Conde de Aranda, Campomanes, conde
de Floridablanca) Carlos III reemprendió el programa de reformas: liberalización de la
economía:
-Restricciones a los gremios y a la Mesta, nuevas colonizaciones de tierras, libertad de
comercio de cereales, fin el monopolio gaditano del comercio con América, aumento de los
aranceles aduaneros, reformas fiscales, expulsión de los Jesuitas.
5
D – EL REFORMISMO DE LOS BORBONES
Los Borbones transformaron por completo la estructura política en España con Felipe V, e
introdujeron reformas en los ámbitos económico y social, especialmente Carlos III (reformas
ilustradas en economía, administración, etc.).
Las reformas ilustradas fueron un intento de modernizar el país, limitar la corrupción, mejorar la
educación, mejorar carreteras, impulsar la iniciativa privada en los negocios.
Pero también tenían sus limitaciones, ya que en un país con poca burguesía y con un gran
poder de los privilegiados, ninguna reforma podía ir directamente contra sus intereses. Ninguna
reforma podía eliminar los privilegios fiscales y jurídicos de la nobleza, ni trastocar el orden
social imperante. Tampoco podían ir contra el poder absoluto de los monarcas.
Cuando se inició la Revolución Francesa se paralizaron todas las reformas y se controló la
llegada de libros e ideas de la Francia revolucionaria (Carlos IV).
1 – UNIFICACIÓN Y CENTRALIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA
Los Borbones impusieron el mismo sistema político que sus parientes habían puesto en
práctica en Francia: el absolutismo. Felipe V y Fernando VI acabaron con las pocas
limitaciones que tenía el poder de la monarquía. El rey era el Estado, único depositario de la
soberanía, concentrando en su persona los poderes ejecutivo, legislativo y judicial (también
impusieron la Ley Sálica).
La implantación del absolutismo implicaba acabar con los fueros especiales que tenían algunos
territorios hispanos, especialmente la Corona de Aragón, lo que de paso llevaba aparejado
acabar con su independencia. De este modo se iba hacia un modelo centralizado de la
administración del Estado.
Felipe V impuso la asimilación jurídica, política y administrativa con Castilla mediante los
Decretos de Nueva Planta para Valencia y Aragón (1707), Mallorca (1715) y Cataluña (1716)
con la excusa de que se habían rebelado contra él. Por los Decretos de Nueva Planta se
eliminaba el Consejo de Aragón, se suprimieron los privilegios fiscales y militares, se sustituyó
al antiguo virrey por un capitán general, fueron abolidas las Cortes y la Generalitat, se
eliminaron las fronteras y aduanas con Castilla, se impuso el castellano como lengua oficial.
Únicamente conservaron sus fueros Navarra Y País Vasco. De este modo se lograba crear un
único Estado, con un único aparato político y administrativo.
El nuevo sistema político creado por los Borbones para España se basaba en las siguientes
instituciones:
1.- El Rey, monarca absoluto: de él emanaban todas las instituciones, concentraba todos los
poderes (ejecutivo, legislativo, judicial), su poder solo estaba limitado por la Ley Divina (en
realidad solían delegar el gobierno sobre sus “validos”).
2.- En teoría todo el territorio estaba representado por las “Cortes Generales del Reino de
España” (estamentales), pero sólo se podían reunir a petición del rey, quien sólo lo hacía con
motivo de la coronación de un nuevo monarca.
3.- El sistema de consejos de los Austrias fue abandonado, quedando como único el Consejo
de Castilla. Era un organismo de carácter consultivo con algunas facultades legislativas y
judiciales (Tribunal Supremo de Justicia).
4.- Las “Secretarías” (semejantes a los ministerios) que habían sustituido a los consejos:
Secretarías de Estado, Asuntos Extranjeros, Asuntos Eclesiásticos, Justicia, Marina, Guerra, y
desde 1754 la de Hacienda. Los “secretarios de despacho” eran nombrados por el rey, y tenían
por debajo a funcionarios encargados de llevar la administración.
5.-La administración territorial también fue reformada para crear un sistema uniforme en todo
el Estado. Se eliminaron los virreinatos (excepto en América) y se crearon las Provincias o
Gobernaciones. Al frente de éstas se encontraba un Capitán General con atribuciones militares
y administrativas, que ejercía como Gobernador. En cada provincia había una Real Audiencia,
con funciones consultivas y judiciales, presidida por el Capitán General. Las ciudades eran
controladas por los Corregidores, nombrados por la Corona, junto a regidores y alcalde.
Estas reformas extendían a todo el Estado el modelo administrativo castellano. La única
novedad fue la creación del cargo del Intendente. Estos funcionarios, nombrados por el rey en
las provincias tenían atribuciones en materia de Hacienda, recaudación de impuestos y política
económica, obras públicas, realizar censos, urbanismo, etc., alcanzando un gran poder.
6
6.- La Hacienda pública y el sistema fiscal tenían que ser reformados necesariamente, ya que
la mayoría de los ingresos se obtenían a través de impuestos indirectos, desiguales, injustos e
insuficientes. Se necesitaba un sistema más eficaz, racional y centralizado.
Se intentó que los ciudadanos pagasen impuestos de acuerdo con su riqueza, recortando
incluso los privilegios fiscales de nobleza y clero. Esto tenía una difícil aplicación en Castilla,
por el poder de la nobleza, pero en la Corona de Aragón, gracias al derecho de conquista se
impusieron el Equivalente (Valencia), Talla (Mallorca), Única Contribución (Aragón) y el
Catastro (Cataluña). Se trataba de una cuota fija, impuesta por el Estado, que la administración
local repartía entre todos los habitantes según sus posesiones e ingresos. El cobro del
impuesto era vigilado por el Intendente. Era un impuesto más moderno, ágil, fácil de cobrar,
justo (aunque nobleza y clero seguían teniendo algunas excepciones) y se recaudaba más.
Todos los intentos por implantarlo en Castilla fracasaron por la oposición de los privilegiados.
Además el sistema tenía otras ventajas adicionales, como la necesidad de realizar censos de
población, y catastros de la riqueza (como el del Marqués de la Ensenada, de 1750), lo que ha
significado la gran fuente de información para el estudio de esta época.
No obstante, la hacienda pública continuó teniendo problemas debido a la no implantación en
Castilla, la continuidad de muchos privilegios de nobleza y clero incluso en la Corona de
Aragón, las exenciones de impuestos para muchos funcionarios, por lo que el grueso de los
ingresos seguía dependiendo de los impuestos indirectos. El endeudamiento del Estado
continuó, por lo que Carlos III fundó el Banco S. Carlos (precedente del Banco de España) para
canalizar la emisión de moneda, los cobros, pagos, etc., se tuvo que emitir deuda pública para
lograr más ingresos en metálico, y se tuvieron que poner parcialmente a la venta por primera
vez bienes desamortizados (órdenes militares, beneficencia, etc.) durante el gobierno de
Godoy.
7.- Se reformó el ejército, donde los tercios fueron sustituidos por regimientos, se implantó el
sistema de reclutamiento por quintos, y se intentó reconstruir y modernizar la Armada.
2 – LA POLÍTICA ECONÓMICA
Podemos distinguir 2 etapas:
1 – 1ª mitad del XVIII: política económica mercantilista.
Se otorgaban monopolios a compañías comerciales privilegiadas.
Se reforzó la flota. Se mantuvo el monopolio de Cádiz (que había desplazado a Sevilla a fines
del XVII) en el comercio con América.
Proteccionismo (aranceles aduaneros).
Se crearon manufacturas del Estado: las Reales Fábricas (tapices en El Retiro, cerámica en
Aranjuez, Manises, Alcora, vidrio en La Granja, etc.)
2 – 2ª mitad del XVIII: política económica más influida por la Ilustración y el Liberalismo
económico (reinado de Carlos III):
Se impulsó la aparición de Sociedades Económicas de Amigos del País, con el objeto de
estudiar la situación económica, realizar informes, e introducir reformas económicas. También
se propició la colaboración de ilustrados como Jovellanos., Olavide, o Cabarrús.
Influidos por la Fisiocracia, que pensaba que la agricultura era la fuente principal de riqueza,
prestaron una especial atención a las posibles reformas para mejorar su situación, aunque
siempre con el lastre de no poder tocar el feudalismo (nobleza e Iglesia eran los grandes
propietarios de tierra), lo que de hecho limitaba por completo todo intento de reforma. Se
impulsaron reformas parciales en la agricultura: repoblaciones de tierras incultas; restricciones
a la Mesta; leyes sobre arrendamientos de tierras municipales; se fomentaron los regadíos; se
impuso la libertad de los precios agrarios, del comercio de cereales; y se realizó la primera
desamortización de bienes de instituciones benéficas y órdenes militares (Godoy).
Se impulsó el libre comercio: libertad de precios; libre comercio de granos; libre comercio de
todos los puertos españoles con América; progresiva desaparición de las compañías
comerciales privilegiadas y de los monopolios. Prosiguió la política proteccionista (aranceles).
En artesanía, se impulsó la libre empresa: sin acabar con los gremios, sí se les pusieron
limitaciones.
7
3 – LA POLÍTICA EXTERIOR
Tras la Guerra de Sucesión España pierde buena parte de su influencia internacional,
convirtiéndose en una potencia de segunda fila. Los tratados de Utrecht y Rastadt obligaron a
ceder todas las posesiones europeas (Flandes, Nápoles, etc.), por lo que ya no contaba tanto
en el concierto europeo. Estas pérdidas de territorios e influencia liberaron a España de
muchos gastos en el ejército y guerras, permitieron centrarse a los Borbones en la política
interior, y no estar pendientes de la política europea. Fue un siglo de calma y paz relativas.
Pero eso no quiere decir que los Borbones se resignaran a ello. Felipe V reorganizó la flota e
intentó recuperar algunos de los territorios cedidos en Utrecht, sobre todo Gibraltar y las
posesiones italianas de Parma, Toscana y Nápoles, logrando al fin el nombramiento como rey
de Nápoles de su hijo, el futuro Carlos III (1734). Esta política exterior obligó a buscar aliados,
por lo que se iniciaron los “Pactos de familia” con Francia (a partir de 1733).
Con Fernando VI España entra en una fase de neutralidad en la política europea. Durante su
reinado se reorganizó el ejército y la flota, pero con vistas al mantenimiento de América. Se
intentó mejorar la administración de la América española, el comercio colonial, y las
comunicaciones entre España y sus colonias.
Se reorganizó la administración de las colonias americanas. Los máximos órganos de gobierno
seguían siendo el Consejo de Indias y la Casa de Contratación de Sevilla. Los virreinatos en
América se reorganizaron: seguía el de Nueva España (México, Caribe y Centroamérica) y se
dividió el del Perú en 3: Nueva Granada (Norte: Colombia, Panamá, Ecuador y Venezuela),
Perú (zona andina) y Río de la Plata (Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia).
Ya con Carlos III, la expulsión de los Jesuitas tuvo una fuerte repercusión, dada su gran
implantación en amplias zonas: las “reducciones” en Paraguay, norte de Argentina y Uruguay.
La reactivación del comercio americano provocó la aparición de un grupo social muy poderoso,
los “criollos”, grandes terratenientes blancos de origen hispano pero nacidos en América.
Con Carlos III España intervino en la Guerra de Independencia de los EEUU, apoyando a los
rebeldes, con el fin de recuperar Gibraltar y Menorca al verse en dificultades GB. Si bien en un
principio se perdió La Florida, con el tratado de Paz de Versalles (1783) que ponía fin a la
contienda, España recuperó La Florida y Menorca.
Con Carlos IV, España entró en la Guerra contra la Convención (1793-1795), pero cuando en
Francia llegó al poder el Directorio y más tarde Napoleón, Godoy cambió la política exterior,
volviendo a la colaboración con Francia (Tratados de San Ildefonso y Fontenebleau), contra
Inglaterra, por lo que participó en las guerras contra Portugal (Guerra de las Naranjas en 1801)
e Inglaterra (Batalla de Trafalgar en 1805), y permitió la invasión francesa en 1808.
III.
DEMOGRAFÍA Y SOCIEDAD
El S. XVIIII es de crecimiento demográfico: sobre todo entre 1730 y 1780. La población
española pasó de unos 7,5 millones a principios de siglo, a 11 millones en 1787.
Las causas las podemos encontrar en un descenso de la mortalidad catastrófica (paz relativa,
menos hambres, mejora de la agricultura), y aunque la mortalidad ordinaria siguió siendo muy
alta (36 por mil), era compensada por una elevadísima natalidad (42 por mil). Otra causa fue la
política poblacionista aplicada por los Borbones.
Sin embargo, ese crecimiento fue muy desigual: mayor en la periferia (Cataluña, País Vasco,
Valencia, Andalucía), que llegó a doblar la población, que en el interior (excepto Madrid), que
apenas aumentó un 20 %. Esa disparidad era debida al distinto ritmo de crecimiento
económico, que atraía un flujo migratorio del interior a las costas.
No obstante, dicho crecimiento seguía teniendo importantes frenos, que impidieron que el
crecimiento fuera semejante al de Inglaterra o Francia: la persistencia de crisis de subsistencia,
la pervivencia de esporádicas epidemias, mantuvieron alta la mortalidad catastrófica mientras
la carestía de alimentos o sus precios muy elevados, debido a la nula articulación del mercado
hispano mantuvo muy elevada la mortalidad ordinaria.
La sociedad continuaba teniendo una estructura estamental.
La nobleza seguía teniendo sus privilegios jurídicos, fiscales, etc., seguía dominando al
campesinado a través del régimen señorial, era la gran terrateniente, y seguía teniendo
8
prejuicios contra las actividades económicas, por lo que raramente se involucró en reformas
para mejorar los rendimientos de sus tierras (rentistas).
El clero seguía teniendo sus privilegios y siendo gran terrateniente, cobraba rentas feudales, el
diezmo, ejercía la jurisdicción en sus tierras. Los ilustrados atacaron a la Iglesia, que sufrió
algunos recortes en su riqueza y poder, pero en conjunto su influencia y riqueza apenas varió.
El campesinado tenía una situación desigual. En los realengos y en Cataluña su situación era
relativamente buena, pero en el resto, más del 60 % seguía sometido al feudalismo, pagando
altas rentas, diezmos e impuestos reales y sometido a la jurisdicción señorial.
En Andalucía muchos pequeños propietarios fueron expropiados y convertidos en jornaleros
agrícolas, viviendo en la miseria. En Valencia, mientras en el interior los campesinos estaban
completamente dominados por la nobleza, en la costa los arrendatarios (burguesía
terrateniente) gozaban de buenas condiciones. A finales de siglo, ante la crisis, la nobleza
intentó aumentar las rentas feudales, lo que provocó una fuerte respuesta campesina, apoyada
por la burguesía terrateniente y una gran conflictividad.
La burguesía era un sector social en crecimiento, pero menor que en el resto de Europa.
Destaca la burguesía terrateniente, especialmente numerosa en Cataluña, Valencia y zonas de
Castilla. La burguesía industrial era escasa, localizada en Cataluña y focos aislados de País
Vasco y Valencia. La burguesía comercial predominaba en la periferia, especialmente en los
puertos andaluces y catalanes, y dependían del comercio con América y el Norte de Europa.
En general podemos hablar de un grupo social escaso, débil, que más que pensar en eliminar
los privilegios de la nobleza, aspiraba a adquirirlos (comprando títulos de nobleza).
Al igual que en el resto de Europa, la sociedad española estaba cambiando: mientras la
burguesía ascendía económica y socialmente, los privilegiados entraban en una crisis, pero
desde luego estos cambios eran mucho menores que en Europa.
IV.
ECONOMÍA
En general experimentó una recuperación, especialmente entre 1720 y 1780.
A – AGRICULTURA
Mientras en Europa se inician las transformaciones en la agricultura, con la implantación de
una agricultura de mercado, con nuevos sistemas de cultivo que buscaban una mayor
productividad, en España el panorama es muy diferente.
El crecimiento demográfico hizo que aumentase la demanda de productos agrícolas, y que
subieran los precios, por lo que aumentó el interés por la agricultura. La agricultura hispana fue
incapaz de satisfacer el aumento de la demanda por los bajos rendimientos de las tierras
cultivadas; porque no pudo adaptar las innovaciones aparecidas en el resto de Europa, porque
aquellos que podían invertir en la tierra no tuvieron interés en ello (nobleza, clero), mientras
que los campesinos, sometidos a pagos de todo tipo no podían invertir, porque la tierra,
amortizada en manos de nobleza, ayuntamientos o clero no podía ser comprada por la
burguesía terrateniente. Nobleza y clero intentaron aumentar sus ingresos, no invirtiendo en
mejorar sus tierras, sino subiendo las rentas a los campesinos.
Donde había burguesía terrateniente, ésta sí intentó invertir en adaptar nuevos cultivos,
aumentar los regadíos y la productividad, pero esto solo fue posible en zonas periféricas.
La monarquía ilustrada intentó realizar algunas reformas para modernizar la agricultura
(informes de Jovellanos, Olavide, o las Sociedades Económicas de Amigos del País:
liberalización de los precios de los cereales, creación de nuevos regadíos, construcción de
canales, nuevas colonizaciones de tierras (Sª. Morena), y poner más tierras en el mercado,
criticando la existencia de tierras en “mano muerta”. Pero estos intentos tuvieron poco éxito,
como ya hemos visto.
Algunas zonas sí tuvieron importantes transformaciones, sobre todo aquellas del litoral con
mayor facilidad para importar grano para suplir la dedicación de la tierra a otros cultivos, que
podían exportar. Así en la cornisa cantábrica se implantó el cultivo del maíz y de la patata, y en
Cataluña y el litoral valenciano se inició la explotación de la morera (gusanos de seda), el vino
y aguardientes.
B – INDUSTRIA
En Inglaterra se inicia en el XVIII la Revolución Industrial.
En España la producción de productos manufacturados seguía en manos de artesanos
agrupados en gremios, mientras el “putting out” tenía muy poco desarrollo. La industria en
España no podía tener un gran desarrollo debido a las carencias del mercado, poco integrado,
9
y formado por una población con muy poco poder adquisitivo. Por tanto, faltaban estímulos
para la inversión y la modernización industrial.
Los Borbones intentaron durante la 1ª mitad del XVIII implantar la política económica
mercantilista importada desde Francia, aplicando medidas proteccionistas y creando una serie
de manufacturas del Estado, las “Reales Fábricas”. Pero estas manufacturas del Estado se
dedicaron a sectores de lujo (cristal en La Granja, tapices y porcelana en El Retiro, tabaco en
Sevilla, armas en Toledo, etc.), con costes y precios muy elevados, por lo que no tenían un
auténtico mercado en España y su rentabilidad fue muy escasa.
Durante el reinado de Carlos III se intentó reducir los privilegios de los gremios y se dieron
ayudas a la creación de manufacturas de propiedad privada. En Valencia apareció una
industria de la seda, controlada por comerciantes que combinaban la producción a domicilio
con la creación de talleres con maquinaria moderna. En el País Vasco creció la industria
metalúrgica, gracias al proteccionismo y a la aplicación de nueva maquinaria.
En Cataluña sí hubo un desarrollo industrial, ya que se supieron buscar mercados en Valencia,
Castilla y en América. Una buena distribución de la renta, gracias a una estructura de la
propiedad más equitativa así como los ingresos por la exportación de aguardientes posibilitaron
la inversión en la industria. Mientras las zonas litorales se especializaban en la producción de
vino y aguardiente con destino a la exportación, muchas zonas del interior se especializaron en
la producción de tejidos de lana al margen de los gremios.
En el último tercio del XVIII apareció un sector productor de tejidos de algodón, blancos o
estampados (Indianas). Se aprovechó para ello la tradición textil de la zona, así como los lazos
comerciales establecidos por el comercio de exportación encontrando sus mercados sobre todo
en Valencia, Castilla, y más tarde en América. Este sector se dedicaba al tejido y estampación,
no al hilado (dependencia exterior del abastecimiento de materia prima). Se trataba de talleres
pequeños, familiares, con poca inversión y mecanización.
C – COMERCIO
El comercio interior no fue demasiado importante, debido a la desarticulación del mercado,
por los pésimos medios de transporte y por la escasa capacidad adquisitiva de la población. Lo
más destacable es el comercio entre los puertos de la periferia.
Los Borbones, sobre todo Carlos III se preocuparon de estimular el comercio exterior,
especialmente con América. A principios del XVIII se aplicó una política comercial mercantilista:
control de la corona del comercio, concesión de monopolios a compañías comerciales
privilegiadas, mantenimiento del monopolio de Cádiz (sucesora de Sevilla) del comercio con las
posesiones americanas.
Sin embargo, la incapacidad de la industria y el comercio hispanos para abastecer al mercado
americano había hecho que comerciantes extranjeros se hicieran con el comercio americano a
través de sus agentes en Cádiz o el contrabando. Las compañías comerciales privilegiadas no
resultaron rentables por el contrabando y la competencia extranjera, por lo que se eliminaron.
Debido a esto se inició la liberalización del comercio.
Durante el reinado de Carlos III finalizó el monopolio gaditano del comercio americano (1765), y
finalmente se aprobó el libre comercio de todos los puertos hispanos con América (1778).
Las medidas liberalizadoras contribuyeron al desarrollo de algunas zonas, como Cataluña
(Barcelona), que exportaba vinos, aguardientes, frutos secos y tejidos; Valencia (Valencia,
Alicante, Cartagena) exportaba vino y aguardiente; también crecieron los puertos de La
Coruña, Santander, y Bilbao. En Andalucía los puertos de Málaga, Sevilla y Cádiz se
dedicaban a la exportación de vino, aceite, y sobre todo a la reexportación a América de
productos europeos.
D – LA CRISIS DE FINALES DEL XVIII
A finales del XVIII, y especialmente a partir de 1796 se inicia una grave crisis económica,
debida a una serie de malas cosechas y a la participación de España en varias guerras: contra
la Convención francesa (1793-94), y sobre todo las guerras contra Inglaterra (1795-1808),
especialmente tras la Batalla de Trafalgar (1805), hicieron que se cortase el comercio marítimo
con América, lo que perjudicó a todos los sectores de exportación y a las zonas comerciales.
Además los gastos en las guerras aumentaron el déficit por lo que la Hacienda entró en crisis.
Esto provocó no solo problemas en la hacienda estatal, sino también hambres, epidemias, y un
aumento en la conflictividad social, con las luchas entre señores y campesinos por las subidas
de las rentas, y en definitiva contra el régimen señorial.
Descargar