¿Verde paraíso de los amores infantiles? Autora: María Fernanda Collins Freud relata la experiencia de un niño de un año y medio que presentaba la particularidad de no llorar toda vez que su madre se alejaba y que tenía la costumbre de arrojar lejos de sí cuanto objeto cayera en sus manos. Especialmente repetía un juego que consistía en arrojar fuera de la cuna un carretel, al que hacía desaparecer detrás de la baranda, para hacerlo luego aparecer. Pero lo que Freud recalca es que éste no era un juego “mudo” : “O-o-oo-” (fuera), era el recurso que emitía el niño cuando arrojaba el objeto, en tanto que cuando reaparecía el objeto el niño decía: “da” :“aquí”. Juego de desaparición y aparición, que el niño repetía incansablemente, hallando el mayor júbilo en la primera parte del juego, vale decir, cuando juega a “quedarse afuera”, la que se llevaba a cabo sola, la mayoría de las veces. A este acto, “quedarse fuera”, al cual el niño le pone un nombre: “fuera”, Freud lo va a ubicar como una de las más importantes funciones que ejerce la cultura sobre el niño: la renuncia pulsional. Renuncia pulsional que también remite al límite, al corte, a la separación necesaria para no quedar alienado en el aquel que inscribe al niño en la cultura. Freud dirá que la única razón por la que el niño repite una impresión desagradable, es porque a dicha repetición se enlazaba “una 2 consecución de placer de distinto género, pero más directa.”, pero también , el hecho de que sea este juego la posibilidad de elaborar psíquicamente un suceso penoso. Y esta posibilidad de ligar va de la mano de de la oposición fonemática “fort”-“da”. Arroja el carretel (sin soltarlo) y dice “fuera”, lo retoma y dice “aquí”. Es la palabra que enmarca el juego lo que le permite ligar el suceso desagradable y no quedar alienado ahí, sujeto al exceso pulsional. ( Freud, S 1920/1973, p. 2513) Otro modo de decir, cómo el lenguaje nos habita. En “ El proyecto de una psicología para neurólogos” Freud va a desarrollar la primera experiencia de satisfacción y de dolor, para enlazar la pérdida de la necesidad, con la inscripción en la cultura por las marcas del lenguaje y la erogenización del cuerpo. Al hablar del complejo del semejante sitúa la indefensión humana, fuente de todas las motivaciones morales. Se podría extender el concepto: “renuncia pulsional: fuente de todas las motivaciones morales. (Freud, S 1950/1973 p.229) En relación al juego del “fort-da” Lacan va a desarrollar el mecanismo de la alienación. Resalta que los dos fonemas “fort-da”, encarnan los mecanismos de la alienación, que se expresan en el “fort”. Que no se trata de un juego ligado a un presunto dominio, por más que el niño lo repita una y otra vez, ya que lo que está en juego es la vacilación radical del sujeto. En la alienación ubica el vel de la primera operación esencial que funda al sujeto. El vel de la alienación implica una 3 elección que se sostiene en la operación matemática de la “reunión”. Y para explicar esta operación matemática, toma dos conjuntos, en el primero ubica “el ser” y en el segundo”el sentido”. La elección de uno u otro implica saber que si se propone conservar uno, el otro se pierde también. Si elegimos el “ser”, el sujeto cae en el sinsentido, si elegimos el “sentido”, éste subsiste coartado de esa porción de sinsentido que da cuenta del surgimiento del sujeto del inconsciente. Elección que implica entonces siempre, un factor letal:”La bolsa o la vida”, “Libertad o muerte”, la elección de una conlleva la pérdida de ambas. Si se elije la bolsa se pierde la bolsa y la vida. Si se elije la vida sin bolsa, queda una vida cercenada. En “Libertad o muerte”, elegir la muerte, prueba la libertad de elegir, y se pierde la libertad y la vida. Qué movimiento es este y que articulación guarda con el deseo, lo reprimido y las representaciones? Cómo y cuando comienza a inscribirse ese ese mas allá del principio del placer? Lacan va a decir que el camino de regreso del movimiento de la alienación es el de “separación”. […] “El sujeto,- mediante un proceso no carente de engaño ni de esa torsión fundamental por la cual lo que el sujeto vuelve a encontrar no es lo que anima su movimiento de re-hallazgo vuelve , entonces, al punto inicial, el de su falta 4 como tal, el de la falta de su afanisis.” (Lacan, J 1964/1973, p. 227) Lo que el sujeto vuelve a encontrar dice Lacan es un punto de carencia, en tanto no sabe que desea ese otro satisfaciente. La posibilidad de interrogar la demanda de ese otro satisfaciente, abrirá la puerta al deseo. Bajo esta lógica, resulta pertinente tomar los dichos de Pierre Legendre: Pero en Occidente y en todas partes, se trata siempre de salir de la matriz y de separarse del Abismo Indecible. Apenas ha gritado el niño, se le da a su grito un sentido, pues el grito del recién nacido es ya una palabra. Envuelto en los pañales y en las palabras de quienes lo ayudan a nacer el hombre arriba al mundo del “¿Por qué?. Entra en el misterio de estar ahí.(Legendre, P,1996/2008 p. 15 ) Y luego: ¿Qué significa el vacío para el hombre? Sabemos que para que haya palabras tiene que 5 haber vacío entre las letras, y que sin la separación de las palabras y las cosas no habría vida en la especie humana. El lenguaje nos separa de las cosas. Separa al hombre de su semejante y de si mismo. El lenguaje es el Espejo para el hombre. (Legendre, p.1996/2008 p. 17 ) Sin alienación en el Otro, no hay vida. Sin separación hay pulsión de muerte. Sin límites, queda el exceso, la pasión, tendencias más allá del principio del placer: pulsión de muerte: ¿incesto y parricidio? Pulsión, causa primera, causa de la vida y de la muerte. ¿A quien se mata cuando un asesinato se consuma, vale decir cuando no ha habido la separación del otro que la palabra articula? ¿Qué retorna del más allá? Lo mismo que el psicoanálisis nos muestra en los fenómenos de transferencia de los neuróticos, puede hallarse de nuevo en la vida de personas no neuróticas, 6 y hace en las mismas la impresión de un destino que las persigue , de una influencia demoníaca que rige su vida. El psicoanálisis ha considerado desde un principio el destino, como preparado en su mayor parte, por la persona misma y determinado por tempranas influencias infantiles. […] (Freud, S 1920/1973, p. 2516). Y Freud va a hablar del “eterno retorno de lo mismo”, toda vez que aparezca “ el rasgo característico permanente del ser”. Será este eterno retorno de lo mismo, que Freud rastrea desde los orígenes de la vida, lo que lo autoriza a ubicar la obsesión de repetición que va más allá del principio del placer, en la vida anímica de todo sujeto, tal como puede aparecer en los sueños de neurosis traumáticos o en los juegos infantiles. ¿Porqué repite el soñante lo traumático?¿porqué repite el niño aquello que simboliza la partida de la madre: el estar fuera? Freud va a responder que la compulsión a la repetición debe atribuirse a lo reprimido inconsciente, que la misma produce displacer al yo, pues saca a la luz algo de lo reprimido: placer para un sistema, displacer para otro. Pero agrega: […]“Un nuevo hecho singular es el de que la obsesión de repetición reproduce también sucesos del pasado que no traen posibilidad alguna de placer y que 7 cuando tuvieron lugar no constituyeron una satisfacción ni siquiera fueron desde entonces sentimientos instintivos reprimidos.( Freud, S1920/1973, p 2.515) El amor de la época infantil, incompatible con la realidad, sucumbe “entre las más dolorosas sensaciones”, aportando a la conformación del sentimiento de inferioridad, para retornar por imposición obsesiva en diferentes versiones. Lo reprimido aspira a la satisfacción, vía repetición de un suceso primario. Versiones que le posibilitarán a Freud ubicar “el eterno retorno de lo mismo”, llegando a indagar en las fuentes de la biología para concluir, despegándose de ésta, que todos los instintos quieren reconstruir algo anterior y que la meta de toda vida es la muerte. A la muerte, la llevamos en vida. Muerte que se impone como pulsión, insistiendo desde lo inconsciente: lo reprimido retorna. Retorna en acto, había anticipado de alguna manera Freud en el Manuscrito K, aludiendo a esa defensa que fracasa, lo que da como resultado la actualización de las representaciones y en consecuencia el displacer.(Freud, S 1950/1992) Retorno en acto de lo reprimido inconsciente, toda vez que el analizante “actúa” en tranferencia, en lugar de recordar. Y lo que repite, 8 sin saber que lo hace y venciendo las resistencias que opone el yo, son las vivencias infantiles reprimidas. Retorna como síntoma, en la histeria, en el cuerpo que sostendrá el asco y la insatisfacción relativa a aquella primera escena vivida con escaso placer, y en la neurosis obsesiva en los rituales y ceremoniales, que vía desplazamiento y falso enlace, sostienen esa primera experiencia dotada de un exceso de placer. ¿Entonces, qué es aquello que retorna cuando alguien “repite”, son las representaciones, vale decir, las escenas infantiles despojadas de afecto?