lecciones de los grandes empresarios a los emprendedores

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14/06/2015
Tirada:
267.151 Categoría: Inf General
Difusión:
187.517 Edición:
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Audiencia: 562.551 Página:
17
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V.PUB.: 42.668
NOTICIAS DE SAGARDOY
OLGA COLADO
> CONSEJOS
LECCIONES DE LOS GRANDES
EMPRESARIOS A LOS EMPRENDEDORES
Coraje, motivación
y esfuerzo son tres
de las claves del
éxito, según Carlos
Moro, Francisco
Cosentino o Juan
Antonio Sagardoy.
Por Elena Arrieta y
Arancha Bustillo
Eugenio Galdón, Carlos Moro o
Juan Antonio Sagardoy no han llegado donde están gracias al azar o
la suerte. Las suyas, como las de
tantos otros, son historias de esfuerzo y superación, de ganas por
comerse el mundo con una idea de
negocio revolucionaria.
Quizá estos líderes hechos a sí
mismos cuentan con un ADN especial. Un genoma que un grupo
de empresarios, liderados por el
Consejo Internacional de Empresarios y Emprendedores (Entreps), quiere decodificar para
hallar los elementos de éxito y
fracaso entre los innovadores europeos, estadounidenses e israelíes. Sólo en Europa, prevén estu-
diar el ADN de 10.000 emprendedores.
Mientras buscan la respuesta y
diseñan la herramienta idónea para estudiar el código genético de
figuras como Mark Zuckerberg,
nombres de relevancia en el universo corporativo español aportan
sus recomendaciones a aquellos
que empiezan en esta batalla por
el éxito empresarial. Formarse,
aprender inglés, pensar a largo
plazo, establecer estrategias reales
y conocer bien el sector en el que
emprendes, además de saber elegir el mejor talento para formar tu
equipo, son algunos de los consejos que prestan estas figuras.
Cualquiera no sirve para poner
en marcha una empresa. No todos
somos capaces de aguantar la presión y la incertidumbre que reinan
en toda aventura empresarial. Hace falta estar hecho de una pasta
especial, porque, para los emprendedores de raza, comenzar nuevos proyectos es adrenalina pura,
es casi una adicción a la que no
pueden ni quieren renunciar. Los
emprendedores por vocación, los
que de verdad creen en lo que están haciendo no temen los fracasos, y si tropiezan su espíritu empresarial les empuja a embarcarse
en una nueva aventura.
Ser emprendedor no se reduce
a tener una idea original e intentar
ponerla en marcha. Es más que
eso, porque hay personas que han
montado un negocio y viven de él,
y hay otras que miran más allá,
que saben que se pueden cambiar
las cosas, que no flaquean ante las
adversidades sino todo lo contrario, toman las crisis como otra
oportunidad para hacer las cosas
de manera diferente.
Carlos Moro, María Teresa Rodríguez, Juan Antonio Sagardoy,
Eugenio Galdón, Amuda Goueli,
Isidoro Alanís, Jesús Encinar y
Francisco Cosentino, cada uno de
ellos dentro de un sector de actividad diferente, y con unos orígenes muy distintos, forman parte
de este colectivo, y nos hablan
hoy en retrospectiva.
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NOTICIAS DE SAGARDOY
> CARLOS MORO
«FÓRMATE BIEN Y RODÉATE DE LOS MEJORES»
Carlos Moro se considera, ante
todo, emprendedor. Aun al frente
de una compañía consolidada
que da empleo a más de 155 personas y factura unos 20 millones
de euros, mantiene ese entusiasmo por seguir innovando. Lo cierto es que Matarromera no es un
grupo vinícola al uso. Tras desarrollar el primer vino sin alcohol
y lanzar una línea de cosméticos
enriquecidos con polifenoles de
uva, prepara ahora su ofensiva en
el sector de los complementos
alimenticios.
Hijo y nieto de agricultores y
pequeños bodegueros, Moro fundó Matarromera en el año 1988
con una concepción diferente, ya
entonces muy apoyada en las nuevas tecnologías. Había centrado
su formación en temas relacionados con los sistemas de información y la I+D. «Creo que la experiencia profesional previa, pero
sobre todo la formación que había
tenido la suerte de recibir, han influido en gran medida en la evolución de la compañía», asegura.
«Mi padre siempre quiso que
fuera funcionario. Llegué a trabajar en el Ministerio de Agricultura,
pero allí también fui muy empren-
Carlos Moro, fundador y presidente de Matarromera. / EL MUNDO
dedor. ¡La que armé!», bromea.
En realidad, Matarromera no es
la primera compañía que ha fundado Carlos Moro. En la década de
1970 fundó una firma de ingeniería alimentaria, y posteriormente
una empresa de informática. «La
inquietud estaba ahí», confiesa.
Moro cuenta que los inicios de
la empresa no fueron fáciles, y
que percibió ayuda de su familia.
«A partir de ahí, me enfoqué en
hacer el mejor vino del mundo y
la mejor empresa del mundo. To-
do emprendedor debe tener ambición, y perseverancia. La excelencia no se improvisa», sostiene.
Ambición, perseverancia, algo
de sentido común, y por supuesto
la humildad suficiente para reconocer las propias limitaciones.
«Me he sabido rodear de la mejor
inteligencia y conocimiento, de
gente especializada en distintas
áreas que aportaba gran valor, cada uno en su ámbito», asegura.
«Un emprendedor necesita, en
primer lugar, ganas y determinación. Y a continuación, una buena
base de formación y conocimiento. Hoy tenemos la suerte de que
es posible acceder a la información de forma más rápida y completa», recapitula, haciendo una
clara referencia a Internet y las
nuevas tecnologías. «Y si cursas
un posgrado en una escuela de
negocios reconocida, mejor que
mejor», continúa.
Se trata, como apunta este emprendedor convertido en intraemprendedor, de «estar muy al
día de lo que pasa en el mercado,
de las tendencias, de lo que hacen las demás empresas, de las
innovaciones que se producen en
otros países...».
Eugenio Galdón, presidente de la Fundación Everis. / MAURICIO SKRYCKY
María Teresa Rodríguez, presidenta de Galletas Gullón.
> EUGENIO GALDÓN
> Mª TERESA RODRÍGUEZ
«SI TIENES UNA BUENA
IDEA, EL DINERO LLEGARÁ»
«BUSCA UN NICHO Y
CRECE A PARTIR DE AHÍ»
Eugenio Galdón empezó trabajando en consultoría, después en la
Administración Pública, donde llegó a ser jefe de Gabinete del presidente de Gobierno. Posteriormente ocupó puestos de relevancia en varios grupos de medios de
comunicación y, ya pasados los 40
años, fundó una compañía llamada Multitel (aún activa), de la que
nació poco después ONO.
«Tenía un sueño: cablear toda
España. No existía un marco legal
propicio por aquel entonces, y
tampoco tenía el dinero para hacerlo por mí mismo, pero eso no
me frenó. Conseguí convencer a
unos cuantos pesos pesados
(Iberdrola, Endesa, Ferrovial y
María Teresa Rodríguez se puso
al frente de Gullón de forma inesperada. Tomó el relevo tras fallecer su marido, pero durante años
había seguido junto a él la evolución de la que hoy constituye la
única empresa galletera familiar
que se mantiene en el sector.
«No cabe duda de que las actuales condiciones, tanto de la
economía como del sector, harían difícil poner en marcha un
proyecto de la envergadura de
Gullón. Trabajamos en un sector
muy saturado y esto supone una
barrera de entrada», reconoce
Rodríguez.
Aun así, anima a los jóvenes
con espíritu emprendedor a dar
otros) de que era posible, y lo sacamos adelante», asegura.
«Si la idea es buena, y por supuesto si tienes ciertas habilidades, el dinero ya llegará. Lo crucial es poseer las armas para salir
adelante cuando aparezcan los
problemas, y creedme, aparecerán», indica Galdón.
El fundador de ONO y actual
presidente de la Fundación Everis
recuerda que la vida es imprevisible y que a lo largo de la historia
de una empresa pueden surgir
múltiples imprevistos. «El gestor –
emprendedor– debe ser capaz de
mantener la mente fría y planificar el rumbo de la compañía a pesar de la incertidumbre», afirma.
/ JMCADENAS
el paso. Para ello, les aconseja
que busquen nuevos nichos de
mercado en los que tratar de
adentrarse, como fórmula para
hacerse sitio en un sector muy
competitivo.
«Pese a la saturación de nuestro sector, siempre hay cabida para nuevas ideas y proyectos, pero
hay que saber buscar la diferenciación. Nosotros logramos afianzarnos en el mercado galletero
cuando en los años 80 apostamos
por la galleta saludable. Aquello
nos ayudó a ganar en tamaño y
potencial y nos salvó de caer en
manos de las multinacionales»,
sostiene la presidenta y máxima
accionista de Gullón.
Juan Antonio Sagardoy fundó
Sagardoy Abogados. / JMCADENAS
> J. A. SAGARDOY
«NO
NECESITAS
MÁS AVAL QUE
LA ILUSIÓN»
El despacho Sagardoy Abogados nació en el año 1980 «sin
más aval que el entusiasmo y
el conocimiento de la materia». A día de hoy, estos siguen
siendo dos de los grandes requisitos para tener éxito en
una aventura empresarial, en
opinión de Juan Antonio Sagardoy, fundador del despacho
al que da nombre y padre del
Estatuto de los Trabajadores.
«Si no existe entusiasmo es
muy difícil que las cosas salgan
adelante. Luego, por supuesto
hay que saber lo que se está
haciendo. En el caso de un bufete, se ha de conocer la ley, y
si hablamos de una empresa,
deberás saber las particularidades del sector, lo que hace la
competencia, etcétera», indica.
Pero no sólo eso. Para Sagardoy, igualmente relevante
es «saberse rodear de personas que reúnan las condiciones personales adecuadas. Si
no poseen ciertos valores, antes o después repercutirá negativamente sobre su profesionalidad», afirma. Y, por último,
recomienda «trabajar mucho,
pero con descanso. No es bueno sacrificar en exceso la vida
personal».
Sagardoy hace un llamamiento a la Administración, a la
que dirige una petición: «La excesiva burocracia constituye un
gran obstáculo para los emprendedores. Si nos fijamos en
estudios elaborados por la
agencia estatal AEVAL o la OCDE, vemos cómo en España
cuesta el doble de tiempo y dinero poner en marcha una empresa que la media de la Unión
Europea. La excesiva y farragosa normativa para emprender
es una gran barrera», insiste.
14/06/2015
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Jesús
Encinar,
fundador
Idealista.com. / EL MUNDO
OCUPACIÓN: 78%
V.PUB.: 51.958
NOTICIAS DE SAGARDOY
Isidoro J. Alanís, presidente de
Global Exchange. / JMCADENAS
de
Amuda Goueli, CEO y cofundador de Destinia.com. / MAURICIO SKRYCKY
> JESÚS ENCINAR
> AMUDA GOUELI
> ISIDORO ALANÍS
«LO MÁS
IMPORTANTE ES
EL EQUIPO»
«PIENSA A LARGO PLAZO»
«APRENDE
INGLÉS, Y LUEGO
LO DEMÁS»
Jesús Encinar, consejero delegado
y fundador del portal inmobiliario
online Idealista.com, se arriesgó y
ganó. Tomó la decisión de montar
su empresa en el transcurso de un
vuelo entre Varsovia y Madrid y,
cuando aterrizó, comenzó a buscar el equipo con el que revolucionaría la manera de alquilar y/o
comprar piso en España. Su hermano Fernando Encinar y César
Oteiza, un compañero de ICADE,
no dudaron en aceptar el reto.
El capital inicial de Idealista.com se nutrió de los ahorros del
equipo fundador a los que sumaron, en los siguientes meses, aportaciones de familiares y amigos
que confiaron en su proyecto. «En
total juntamos 600.000 euros»,
confiesa Encinar.
El fundador de Idealista sabe
que no hay recetas mágicas que
garanticen el éxito de una empresa, «de todas maneras, los emprendedores que han logrado el
éxito en sus proyectos comparten
algunas características: se dedicaron al 100% a su idea desde el
principio, supieron rebajar su nivel
de gastos al mínimo y fueron capaces de enamorar a un equipo de
gente con talento». Encinar lo tiene claro: «En un proyecto lo más
importante no es la idea sino el
equipo que hay detrás», por eso
aconseja rodearse de los mejores.
Y, una vez tengas tu empresa
en marcha Encinar recomienda
«no bajar nunca la guardia, mantener la innovación y el respeto a
los clientes y evolucionar constantemente».
«Creo que una de las cosas que
más cuestan a quienes se lanzan
a emprender es ajustar su nivel
de vida, reducir sus gastos al mínimo y ser capaces de apretarse
el cinturón hasta límites insospechados. Por eso, para aquellos
que lo logran y son capaces de
volver a tener una nómina de
mercado, la satisfacción por el sacrificio realizado es máxima».
Amuda Goueli nunca pensó que
dedicaría su vida al sector turístico. Siempre huyó de aquella idea
cuando, de joven, sus amigos le
animaban a convertirse en guía.
Sus sueños y sus metas estaban
lejos de Nubia, en Assuan, un pequeño pueblo entre Egipto y Sudán que vive principalmente de la
agricultura. Pero las carambolas
de la vida a veces provocan estas
interesantes paradojas y Goueli es
uno de los fundadores de Destinia, la primera agencia de viajes
online española especializada en
la reserva de hoteles que, de nuevo otra broma del destino, es obra
de un egipcio y un australiano.
De niño, su mundo se reducía a
cinco kilómetros y ahora no tiene
límites. Tesón, confianza, motivación y mucha imaginación fueron
los ingredientes esenciales para
conseguir la receta del éxito. «Y
pensar a largo plazo. Yo siempre
sé dónde estaré en cinco años, y
también cuál es el objetivo de
Destinia». Y eso que Goueli nunca pensó que esa guía de hoteles
en Internet que él y Ian Webber
hicieron en 1999 les catapultara
hasta donde están ahora.
Se queja del cortoplacismo que
padecen los emprendedores actuales. Cree que la impaciencia no
es buena consejera, menos aún
para los negocios, y considera
esencial estar muy bien informado de todo lo que pueda influir en
el sector en el que construyas la
empresa. Está convencido de que
cualquier proyecto que sirva para
cubrir una necesidad en el mercado encontrará la financiación y la
clientela que necesita.
Asegura que no se debería tener miedo a las crisis. Él no lo tiene, menos aún cuando ha comprobado que en estas épocas su
creatividad se ha puesto en marcha para mejorar su empresa, como cuando superó el crack de las
puntocom con una idea revolucionaria: las reservas hoteleras a tra-
vés de Internet.
Goueli es un David que no ha
matado a Goliat, se ha aprovechado al máximo de él para triunfar con un proyecto empresarial.
Cuando las grandes multinacionales aterrizaron en el universo
online para hacerle la competencia a Destinia, él y su socio elaboraron «una estrategia de supervivencia» y no contaron con ningún inversor privado, tan sólo
con su imaginación: levantaron
capital comprando y vendiendo
dominios. «El éxito nunca es un
derecho adquirido, debes trabajar
todos los días como al principio,
con la misma ilusión y renovándose siempre». Sabe que todos
tenemos sueños, pero «si no hay
acción todo se quedará en deseos
y nunca avanzarás». Goueli recuerda que en esta aventura es
muy fácil fracasar, pero le da la
importancia justa y asegura que
de los errores se saca mucho
más: experiencia y bagaje.
> FRANCISCO MARTÍNEZ-COSENTINO
«APRENDERÁS MÁS DE LOS FRACASOS
QUE DE LOS ÉXITOS QUE COSECHES»
Francisco Cosentino y sus hermanos cogieron el testigo de su padre y convirtieron una modesta
compañía familiar de extracción
y elaboración de mármol en una
multinacional de las encimeras.
Antes de meterse de lleno a la
empresa, Cosentino trabajaba como maestro en Barcelona, lo que
le reportó lo necesario que es la
educación y la formación. Confiesa que han estado a punto de
arruinarse en alguna que otra
ocasión debido a inversiones que
no cosecharon el éxito esperado,
«pero esos fracasos nos sirvieron
para seguir investigando y así llegó Silestone, marca que este año
celebra su 25 aniversario, y que
hoy representa casi el 80% de la
facturación del grupo», explica.
Cosentino puede decir con pro-
Francisco M. Cosentino preside
de Grupo Cosentino. / EL MUNDO
piedad que ha vivido en primera
persona alguna de las máximas
que ahora comparte con los jóvenes: «La confianza que uno se trabaja es el tesoro más grande que
se puede conseguir, y que del fracaso siempre se aprende más que
del éxito». Considera esencial
buscar las personas más adecuadas para ayudar en el proyecto; la
formación, del que es un firme defensor; los idiomas y «no rendirse
jamás. Intentarlo una y otra vez
siempre que sea posible».
El presidente de Grupo Cosentino también cree que ahora, «las
personas que dispongan del gen
emprendedor cuentan con mayores y mejores resortes para lanzarse a una aventura empresarial». Eso sí, para tener éxito se
debe plantear «un modelo de negocio basado en la innovación
que ofrezca productos diferenciales, que persiga conquistar otros
mercados y expandirse fuera de
su entorno, y que además permita crecer y desarrollar a tu sector
en general», aconseja Cosentino.
Tras finalizar sus estudios universitarios, Isidoro Alanís se puso al
frente de la recién creada oficina de
cambio de un centro comercial propiedad de su padre en Fuentes de
Oñoro (Salamanca), una pequeña
localidad muy cerca de la frontera
con Portugal. Más que un emprendedor, Alanís fue por lo tanto un intraemprendedor, pero disfrutó desde el primer día de plena autonomía. Más de dos décadas después,
esa pequeña oficina se ha convertido en Global Exchange, un gigante
de 1.350 empleados, presente en
los aeropuertos de más 15 países.
«¿Un consejo para los jóvenes?
Que estudien inglés, y a ser posible
algún otro idioma; todo lo demás es
secundario. Ya seas empleado por
cuenta propia o ajena, saber idiomas es lo que te abrirá más puertas. Yo estudié el COU en Pensilvania (Estados Unidos), probablemente a decenas de kilómetros de
otro español. Fui allí porque tenía
claro que para cumplir mi sueño de
ser empresario necesitaba el inglés.
Unos años después, pasé un tiempo
en Bruselas para aprender francés,
pero no lo conseguí», relata.
Alanís opina que todo emprendedor necesita, en primer lugar, ilusión y la convicción de que lo puede lograr. «Si no la tiene, que ni lo
intente». Necesitará además «constancia, compromiso y mucha capacidad de esfuerzo. Y si no lo consigue, no pasa nada; del fracaso también se aprende». El presidente de
este gigante de oficinas de cambio,
que vive ahora un momento dorado, recuerda que no siempre fue
así: «Hemos estado al borde de la
quiebra en varias ocasiones. Creo
que lo único que nos salvó de echar
el cierre fue soñar con que podíamos superar las dificultades».
Alanís anima a los jóvenes a no
dejarse llevar por «excusas» como
la crisis económica. «Si esperas al
mejor momento para empezar,
puede que no des el paso nunca»,
concluye.
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