instrucción para los animadores del canto litúrgico

Anuncio
Comisión Nacional de Liturgia
Teléfono: (506) 2223-6535 — Fax: (506) 2233-2927
Correo electrónico: [email protected]
Apartado postal: 59-1005 (Barrio México) San José, Costa Rica.
INSTRUCCIÓN PARA LOS
ANIMADORES DEL CANTO LITÚRGICO
INTRODUCCIÓN
1.
Cincuenta años después de la promulgación del Concilio Vaticano II, los
cristianos que peregrinamos en la Provincia Eclesiástica de Costa Rica percibimos la
obra que el Señor ha venido realizando en la Iglesia, pero también estamos conscientes
de las tareas que aún quedan pendientes, entre las que destaca la atención que se debe
dar al campo de la música litúrgica.
2.
En la Carta Apostólica Spiritus et Sponsa, el Papa Juan Pablo II nos recordaba
que la música es un importante elemento de la celebración, cuyo objetivo es la
santificación de los fieles y la glorificación de Dios1. Afirmación que, haciendo eco de
los numerales cinco al siete de la Constitución Conciliar Sacrosanctum Concilium2, nos
muestra que en el ámbito de la liturgia la música y el canto son mucho más que una
expresión artística, deben entenderse como verdaderos canales de gracia y oportunos
medios de evangelización.
3.
En consecuencia, en la Comisión Nacional de Liturgia hemos creído oportuno
compartir con todos los miembros de nuestra Provincia Eclesiástica algunas reflexiones
y orientaciones en torno a este importante tema, para que los valiosos esfuerzos que se
vienen realizando en esta área puedan dar frutos cada vez mejores. Deseamos
recordarles algunas de esas disposiciones que han emanado de las instancias eclesiales
competentes, de modo que -viviendo el más genuino espíritu eclesial- brinden un
verdadero servicio en la obra de la evangelización.
PRIMERA PARTE:
AL SERVICIO DE LA IGLESIA
4.
La reflexión que el Concilio realizó en torno a la naturaleza de la Iglesia3 nos
permite entender que su existencia es parte esencial del plan salvífico del Padre, pues,
prefigurada múltiplemente desde el Antiguo Testamento, Cristo la constituye en
principio y servidora del Reino que Él mismo vino a instaurar (cf. Mt 28, 18-20).
5.
La Iglesia es -como nos lo enseña el libro de los Hechos de los Apóstolespresencia de Cristo en el mundo, quien, gracias a la fuerza del Espíritu, sigue
anunciando el Evangelio y haciendo presente la salvación4. Por eso, es el mismo Espíritu
el que, según su riqueza y las necesidades de los ministerios (cf. 1 Cor 12, 1-11), distribuye sus
Cf. JUAN PABLO II, “Carta apostólica ‘Spiritus et Sponsa’ en el XL aniversario de la Constitución
‘Sacrosanctum Concilium’ sobre la sagrada liturgia, n. 4: Andrés PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo
Enquiridion. De san Pío X (1903) a Benedicto XVI, Burgos: Monte Carmelo, 20082, n. 5601, p. 1391.
2 Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución ‘Sacrosanctum Concilium’ sobre la sagrada liturgia”:
Concilio Ecuménico Vaticano II. Constituciones, Decretos y Declaraciones. Edición bilingüe patrocinada por la
Conferencia Episcopal Española, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2000 2, p. 217-221 (cada vez que se
cite el Concilio Ecuménico Vaticano II, se hará de esta edición).
3 Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución dogmática ‘Lumen Gentium’ sobre la Iglesia”, n. 1-8,
p. 21-37.
4 Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución ‘Sacrosanctum Concilium’ sobre la sagrada liturgia”,
n. 6, p. 219-221.
1
« Liturgia Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio »
Cf. Sacrosanctum Concilium, n. 7.
Comisión Nacional de Liturgia
Teléfono: (506) 2223-6535 — Fax: (506) 2233-2927
Correo electrónico: [email protected]
Apartado postal: 59-1005 (Barrio México) San José, Costa Rica.
diversos dones para bien de la Iglesia5, de modo que nunca le falten los carismas
requeridos para el cumplimiento de su misión. Y todos esos dones, en cuanto que
posibilitan la realización de diversas tareas ordenadas al bien de la comunidad eclesial,
son confiados al discernimiento y la orientación de quienes tienen la responsabilidad
de dirigirla6.
6.
La animación del canto litúrgico es uno de esos carismas7. Los animadores de
canto son, en primer lugar, creyentes; cristianos que se reúnen junto con sus hermanos
para la celebración del Misterio Pascual como fuente de la que brota y culmen al que
tiende toda su vida cristiana8. Por eso, se sienten cuestionados por esa liturgia, que les
confirma en el compromiso y la gracia que nacen de su bautismo. Como cualquier otro
miembro de la Iglesia, deben tener conciencia clara de la exigencia de santidad que
lleva consigo el seguimiento de Cristo; a lo cual han de responder según la realidad de
su vida. Así, el animador de canto se descubre depositario de un tesoro que no le
pertenece. Sabe que ha recibido un don cuyo ejercicio puede enriquecer la celebración
de la que él mismo participa9, por eso lo pone al servicio de la comunidad, para que sea
aprovechado en el momento y en las circunstancias que ella lo requiera10.
7.
Se entiende, entonces, que el ejercicio de este don particular deba entretejerse en
torno a principios que van más allá de la música. En el contexto litúrgico, los aspectos
musicales juegan un rol auxiliar: no son el fin, sino uno de tantos medios por los que se
busca facilitar el encuentro con Dios11.
No pretendemos de ninguna manera excluir el profesionalismo en este campo; al
contrario, somos los primeros en instar a dar lo mejor en este servicio, pero sí creemos
importante afirmar con toda claridad que durante una celebración eclesial el músico y
su arte nunca son protagonistas: existen en función de un conjunto cuya razón de ser es
la glorificación de Dios y la santificación del hombre12.
Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución dogmática ‘Lumen Gentium’ sobre la Iglesia”, n. 7, p.
29-33.
6 Cf. Ibíd., n. 12, p. 45-47.
7 «[…] Este concepto de ministerio implica dos condiciones: de una parte quien se hace ministro de un culto,
subordina su propia identidad a una función y de otra parte su acción se convierte en verdadera acción sagrada,
celebrante y santificante. Por la primera condición, la música no actúa en la liturgia con el único criterio de su
autonomía estética, pero, lejos de perderla, su propia identidad artística y su quehacer ejercen un auténtico
ministerio». Cf. Mauro SERRANO DÍAZ, “El canto, la música, el silencio”: DEPARTAMENTO DE LITURGIA –
CELAM, Manual de Liturgia. La celebración del Misterio Pascual, vol. II: Fundamentos teológicos y elementos
constitutivos de la liturgia, Bogotá: CELAM, 2003, 398-399.
8 Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución ‘Sacrosanctum Concilium’ sobre la sagrada liturgia”,
n. 10, p. 223.
9 «Nada más festivo y más grato en las celebraciones sagradas que una asamblea que, toda entera, expresa su fe y su
piedad por el canto». SAGRADA CONGREGACIÓN DE RITOS Y DEL CONSILIUM, “Instrucción ‘Musicam Sacram’
sobre la música en la sagrada liturgia”, n. 16: Andrés PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo Enquiridion. De
san Pío X (1903) a Benedicto XVI, Burgos: Monte Carmelo, 20082, n. 4707, p. 1188.
10 Cf. JUAN PABLO II, “Carta Apostólica ‘Dies Domini’ sobre la santificación del domingo”, n. 50-51: Andrés
PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo Enquiridion. De san Pío X (1903) a Benedicto XVI, Burgos: Monte
Carmelo, 20082, n. 5250-5251, p. 1269.
11 Cf. SAGRADA CONGREGACIÓN DE RITOS Y DEL CONSILIUM, “Instrucción ‘Musicam Sacram’ sobre la música en
la sagrada liturgia”, n. 9 y 11: Andrés PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo Enquiridion. De san Pío X
(1903) a Benedicto XVI, Burgos: Monte Carmelo, 20082, n. 4700 y 4702, p. 1187.
12 Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución ‘Sacrosanctum Concilium’ sobre la sagrada liturgia”,
n. 112, p. 273.
5
« Liturgia Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio »
Cf. Sacrosanctum Concilium, n. 7.
Comisión Nacional de Liturgia
Teléfono: (506) 2223-6535 — Fax: (506) 2233-2927
Correo electrónico: [email protected]
Apartado postal: 59-1005 (Barrio México) San José, Costa Rica.
8.
La Constitución conciliar “Sacrosanctum Concilium”13 explica cómo -dada la
naturaleza propia de la liturgia- la acción salvífica de Dios llega al hombre a través de
elementos sensibles. El sonido, la imagen, el tacto y el gusto son medios por los cuales
Dios se acerca al hombre para ofrecerle la salvación. Por lo tanto, el animador del canto
debe manifestar su conciencia de que es un servidor de la asamblea litúrgica a través
de los elementos concretos que intervienen en el ejercicio de su función eclesial.
9.
En cuanto al espacio que ocupa dentro del templo, debe ubicarse en un sitio que
le evidencie como miembro de la asamblea litúrgica, al mismo tiempo que le posibilite
un buen desempeño de su oficio14. Pues no está llamado a sustituir, sino a promover,
animar y orientar el canto de los fieles, de manera que éstos utilicen la voz como un
medio para elevar su espíritu al Señor15.
10.
Para favorecer esa participación consciente, activa y fructífera deseada por el
Concilio Vaticano II16, el músico de la liturgia buscará servirse de los recursos que
resulten más coherentes con su misión. Entendiendo que la calidad de su desempeño
está siempre al servicio de la participación activa de la asamblea, se abstendrá de
recurrir a técnicas que pudieran convertir la liturgia en un recital, relegando a los fieles
a la condición de espectadores.
a. Nos referimos, en primer lugar, a las llamadas “pistas” o grabaciones
musicales, las cuales utilizará con prudencia y a manera de excepción, dado
que su utilización atenta contra el “principio de veracidad”; es decir,
entendiendo la liturgia como un conjunto de signos de carácter sacramental
expresados por seres humanos vivientes cuya identidad cristiana está
«Para llevar a cabo una obra tan grande, Cristo está siempre presente en su Iglesia, principalmente en los actos
litúrgicos. Está presente en el sacrificio de la misa, no sólo en la persona del ministro, “ofreciéndose ahora por
ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz”, sino también, sobre todo, bajo las especies
eucarísticas. Está presente con su virtud en los Sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien
bautiza. Está presente en su palabra, pues es Él mismo el que habla cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura.
Está presente, finalmente, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometió: “Donde están dos o tres
congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt., 18,20). Realmente, en una obra tan grande por la
que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a la Iglesia, su esposa
amadísima, que invoca a su Señor y por Él rinde culto al Padre Eterno. Así pues, con razón se considera la Liturgia
como el ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo en la que, mediante signos sensibles, se significa y se realiza,
según el modo propio de cada uno, la santificación del hombre y, así, el Cuerpo Místico de Cristo, esto es, la Cabeza y
sus miembros, ejerce el culto público. Por ello, toda celebración litúrgica, como obra de Cristo sacerdote y de su
Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no
la iguala ninguna otra acción de la Iglesia». CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución ‘Sacrosanctum
Concilium’ sobre la sagrada liturgia”, n. 7, p. 221.
14 Cf. “Institución General del Misal Romano”, n. 312: Misal Romano. Renovado por decreto del Concilio
Ecuménico Vaticano II, promulgado por la autoridad del Papa Pablo VI y revisado por el Papa Juan Pablo II. Edición
típica para México según la tercera edición típica latina, aprobada por la Conferencia del Episcopado Mexicano y
reconocida por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, México: Obra Nacional
de la Buena Prensa, 2013, p. 78 (cada vez que se cite algún elemento del Misal Romano, se hará de esta
edición); cf. SAGRADA CONGREGACIÓN DE RITOS Y DEL CONSILIUM, “Instrucción ‘Musicam Sacram’ sobre la
música en la sagrada liturgia”, n. 23: Andrés PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo Enquiridion. De san Pío
X (1903) a Benedicto XVI, Burgos: Monte Carmelo, 20082, n. 4714, p. 1190.
15 Cf. SAN BENITO, La Regla de San Benito, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2006 4, n. XIX, p. 114-115.
16 «[…] para asegurar esta eficacia plena es necesario que los fieles accedan a la sagrada liturgia con recta disposición
de ánimo, pongan su alma de acuerdo con su voz y cooperen con la gracia divina para no recibirla en vano. Por ello,
los pastores sagrados deben procurar que en la acción litúrgica no sólo se observen las leyes para una celebración
válida y lícita, sino también que los fieles participen en ella consciente, activa y fructíferamente». CONCILIO
ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución ‘Sacrosanctum Concilium’ sobre la sagrada liturgia”, n. 11, p. 225.
13
« Liturgia Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio »
Cf. Sacrosanctum Concilium, n. 7.
Comisión Nacional de Liturgia
Teléfono: (506) 2223-6535 — Fax: (506) 2233-2927
Correo electrónico: [email protected]
Apartado postal: 59-1005 (Barrio México) San José, Costa Rica.
siendo fraguada por su participación en las celebraciones litúrgicas, el
realismo de esos signos es una exigencia teológica y antropológica17.
Además, tomando en cuenta que las particularidades de las distintas
asambleas litúrgicas hacen necesaria una adecuación apropiada de las
interpretaciones musicales -sin llegar a deformarlas-, de manera que sean
un instrumento para que los fieles que participan en una determinada
celebración puedan integrarse verdaderamente a la oración comunitaria18,
procurará el uso de instrumentos musicales, dando prioridad a la ejecución
de la música litúrgica en vivo, especialmente en las celebraciones más
solemnes.
b. En lo que se refiere al uso de los distintos instrumentos y géneros musicales,
queremos hacer eco del principio dado por la Constitución “Sacrosanctum
Concilium”, en el que se reconoce la particular idoneidad del órgano como
acompañamiento más coherente con la naturaleza de la celebración
litúrgica. Sin embargo, en atención al mismo documento conciliar,
recordamos la posibilidad de utilizar otros instrumentos que, perteneciendo
a la cultura musical de nuestros pueblos, sean propicios para disponer y
facilitar la plegaria, objetivo propio de la música litúrgica19. Por la misma
razón, evítese siempre todo tipo de estridencia y abuso en el empleo de los
sistemas de amplificación: la música está destinada a acompañar y
promover el canto, no a sustituirlo.
c. Este mismo criterio debe tenerse muy en cuenta al momento de emplear
música instrumental dentro de la celebración litúrgica, concediendo
siempre prioridad al canto de la asamblea. Miramos con preocupación el
surgimiento de una práctica que, a pesar de su indiscutible valor artístico y
estético, va abiertamente en contra del principio de participación que rige la
liturgia; nos referimos a la costumbre de sustituir el canto litúrgico por la
intervención de grupos instrumentales. Durante una celebración no se
puede interpretar únicamente este tipo de música -sólo como una excepción
se podrá recurrir a la interpretación puramente instrumental, cuando la
liturgia lo permita (fuera del Tiempo de Cuaresma)-, por lo que podrá
utilizarse solamente en uno de estos momentos: entrada, presentación de
dones o envío; garantizando que el resto de la celebración estará marcado
por el empleo del canto vocal de la asamblea, asistida -si es del caso- por la
presencia de un animador del canto. Además, cuando se opte por esta
posibilidad, es necesario asegurarse de la idoneidad litúrgica de la obra
escogida: que haya sido compuesta especialmente para la liturgia, más
específicamente, para el momento ritual en el que se va a emplear; y al
momento de su ejecución debe guardarse siempre la proporción debida con
Cuando nos referimos a una exigencia antropológica, estamos hablando de un elemento que es propio
del ser humano.
18 Cf. COMISIÓN EPISCOPAL ESTADOUNIDENSE DE LITURGIA, “Declaración ‘La música litúrgica, hoy’ con
ocasión del X aniversario de la publicación de ‘La música en el culto católico’ ”, n. 60: Andrés PARDO,
Enchiridion. Documentación Litúrgica Posconciliar, Barcelona: Regina, 20004, n. 4888, p. 1302.
19 Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución ‘Sacrosanctum Concilium’ sobre la sagrada liturgia”,
n. 116, 119 y 120, p. 275-277; cf. SAGRADA CONGREGACIÓN DE RITOS Y DEL CONSILIUM, “Instrucción ‘Musicam
Sacram’ sobre la música en la sagrada liturgia”, n. 63: Andrés PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo
Enquiridion. De san Pío X (1903) a Benedicto XVI, Burgos: Monte Carmelo, 20082, n. 4754, p. 1197-1198.
17
« Liturgia Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio »
Cf. Sacrosanctum Concilium, n. 7.
Comisión Nacional de Liturgia
Teléfono: (506) 2223-6535 — Fax: (506) 2233-2927
Correo electrónico: [email protected]
Apartado postal: 59-1005 (Barrio México) San José, Costa Rica.
el resto de la celebración: no sería correcto alargar un determinado
momento litúrgico sólo para dar cabida a una interpretación artística con la
que se quiebra el ritmo de la súplica comunitaria.
11.
Con respecto a la selección del repertorio, es necesario atender a una serie de
criterios que garanticen la naturaleza de los cantos, de manera que correspondan al
momento litúrgico y al espíritu de la celebración en curso:
a. Para coordinar la correcta ejecución de su servicio, el animador deberá
comunicarse oportunamente con el presidente de la asamblea litúrgica, ya
que siendo éste el responsable de la buena marcha de la celebración, a él le
corresponde escoger las variantes litúrgicas más adecuadas -según el querer
de la Iglesia- para una determinada liturgia, entre las que se incluye la
elección de los cantos apropiados.
b. Se utilizarán únicamente los cantos que hayan sido compuestos
expresamente para la liturgia, y que además hayan sido revisados y
aprobados por la autoridad competente20.
c. Por lo tanto, no se emplearán cantos que -aun sirviendo para animar a los
participantes- podrían producir o evocar sentimientos y disposiciones que
no forman parte del comportamiento litúrgico, tal es el caso de aquellos
cuya letra, siendo religiosa, ha sido adaptada a una melodía popular o no
religiosa. De igual manera, ningún canto popular puede ser interpretado
durante una celebración litúrgica; ni siquiera en el caso de que se constate
una fuerte afinidad temática o sentimental. Cualquiera de estas dos
prácticas daría un resultado contraproducente: lejos de disponer y facilitar
la plegaria, actuaría como un elemento de distracción21.
d. El canto debe contribuir a darle unidad a la celebración; por eso, su
escogencia debe estar siempre en la misma línea temática de la predicación
y de los demás elementos celebrativos. Su ejecución deberá estar acorde con
el momento litúrgico. Por ejemplo, durante la Cuaresma se mantendrá una
fuerte austeridad y los instrumentos sólo se utilizarán para sostener el
canto, mientras que durante la Pascua se subrayará su centralidad respecto
del resto del Año litúrgico22.
Cf. SAGRADA CONGREGACIÓN DE RITOS Y DEL CONSILIUM, “Instrucción ‘Musicam Sacram’ sobre la música en
la sagrada liturgia”, n. 4: Andrés PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo Enquiridion. De san Pío X (1903) a
Benedicto XVI, Burgos: Monte Carmelo, 20082, n. 4695, p. 1185-1186.
21 «[…] Deploramos que aun en la santa misa se ejecute música de origen y características totalmente seculares,
tomada del repertorio de moda en el momento, popularizada por cantantes e instrumentistas de innegable mérito en
su género, pero totalmente inaceptable en la liturgia. No es salvable para la liturgia porque la letra haya sido leve o
radicalmente retocada para hacerla “religiosa”. Su origen y características son inconfundibles y son las que se prestan
al oído y mente de los fieles cuando se ejecuta en la acción litúrgica». Cf. CONFERENCIA DE LOS OBISPOS DE PUERTO
RICO, “Carta pastoral en torno a la música sagrada”, n. 16: Andrés PARDO, Enchiridion. Documentación
Litúrgica Posconciliar, Barcelona: Regina, 20004, n. 4808, p. 1285.
22 Cf. JUAN PABLO II, “Quirógrafo en el centenario del Motu proprio ‘Tra le Sollecitudini’ ”, n. 4-6: Andrés
PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo Enquiridion. De san Pío X (1903) a Benedicto XVI, Burgos: Monte
Carmelo, 20082, n. 6669-6671, p. 1876-1877.
20
« Liturgia Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio »
Cf. Sacrosanctum Concilium, n. 7.
Comisión Nacional de Liturgia
Teléfono: (506) 2223-6535 — Fax: (506) 2233-2927
Correo electrónico: [email protected]
Apartado postal: 59-1005 (Barrio México) San José, Costa Rica.
e. Ya que el canto debe facilitar la oración y la plena inserción en la plegaria
eclesial, que está por encima de toda forma de piedad personal, el animador
del canto se guiará siempre por el Magisterio de la Iglesia -no por criterios
personales- en el desempeño de su servicio. Por lo tanto, no utilizará música
cuyo origen o teología estén marcados por las corrientes protestantes,
pentecostalistas o de cualquier otra corriente ideológica en boga, evitando
así la transmisión -incluso indirecta- de elementos doctrinales ajenos al
espíritu genuino del mensaje cristiano23.
12.
Debemos recordar la necesidad humana de interiorizar el misterio que se
celebra, para lo cual es indispensable, sobre todo en medio de la agitación propia de
nuestro tiempo, recurrir a momentos que favorezcan una actitud de escucha interna y
profunda. Por eso deben respetarse los espacios de silencio que están previstos por la
liturgia, sin sustituirlos nunca con el canto o la música24.
13.
Al pensar en la figura del animador del canto, nos interesa subrayar que sería
paradójico ensombrecer su servicio dándole un espíritu esencialmente lucrativo.
Quienes participan en este quehacer eclesial deben estar motivados, en primer término,
por el deseo de responder a su vocación bautismal, y no por un ansia de
enriquecimiento25. Sabemos que la preparación y el ejercicio de esta función litúrgica
generan gastos que evidentemente deben ser cubiertos, pero este reconocimiento
económico no debe entenderse como la cancelación de un servicio profesional, pues no
se trata de un trabajo, sino de un servicio eclesial; y esto debe reflejarse en la modestia
con la que se trate este tema, evitando cualquier exceso.
SEGUNDA PARTE:
LOS DOS GRANDES TIPOS DE CANTOS
14.
Para cumplir mejor con el servicio que se le ha encomendado, el animador del
canto litúrgico debe conocer la naturaleza de los distintos cantos que se emplean en las
celebraciones.
En primer lugar, debe ser consciente de que existen dos grandes tipos de cantos: los
que acompañan un momento (rito) de la celebración y los que son un rito en sí mismos.
Con cada uno la liturgia pretende alcanzar un objetivo preciso; por eso, nos detenemos
en algunas consideraciones que permitan aprovechar todo su potencial evangelizador.
Cantos que son un rito en sí mismos
15.
Debe tenerse claro que la música es un elemento constitutivo de la liturgia. En
el contexto de un acto de culto y santificación, el empleo de cánticos y melodías
adecuados es un recurso profundamente valioso para que los fieles puedan disponerse,
apropiarse y expresar los más hondos y auténticos valores humanos y religiosos26.
Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución ‘Sacrosanctum Concilium’ sobre la sagrada liturgia”,
n. 121, p. 277.
24 Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución ‘Sacrosanctum Concilium’ sobre la sagrada liturgia”,
n. 30, p. 233-235; cf. Institución General del Misal Romano, n. 45, p. 35.
25 Cf. Institución General del Misal Romano, n. 95-97,p. 47.
26 Cf. Ibíd., n. 39, p. 33.
23
« Liturgia Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio »
Cf. Sacrosanctum Concilium, n. 7.
Comisión Nacional de Liturgia
Teléfono: (506) 2223-6535 — Fax: (506) 2233-2927
Correo electrónico: [email protected]
Apartado postal: 59-1005 (Barrio México) San José, Costa Rica.
No se trata, entonces, de cantar para acompañar o complementar la oración, sino de
hacer que la música sea un medio privilegiado para vivir intensamente nuestra
plegaria, al mismo tiempo que se forja nuestra identidad cristiana.
Esa múltiple funcionalidad de la música litúrgica se puede constatar en cada uno de los
momentos en los que se le emplea a lo largo de la celebración. Hay, sin embargo,
algunas ocasiones en las que esto se evidencia más claramente, porque la música se
constituye en el punto focal de la acción litúrgica: la asamblea no hace otra cosa más
que cantar: el canto es el gesto y la palabra que constituyen un determinado momento
o rito. Esto es lo que se conoce como “cantos que son un rito en sí mismos”. Hablamos
de todas las partes del “Ordinario de la Misa”, que están hechas para ser cantadas: el
Señor, ten piedad, el Gloria, el salmo responsorial, el verso antes del Evangelio, el
Credo, el Santo y el Padrenuestro27. Momentos en los que la asamblea se aglutina en
torno al canto de su plegaria, sin ocuparse de ninguna otra acción ritual.
16.
Comprendiendo la naturaleza de estos cantos, se entiende lo que respecto de
ellos nos pide la liturgia: son estrictamente una musicalización de los textos del Misal
Romano, por eso, aunque es comprensible que una determinada melodía
eventualmente pueda exigir ciertos ajustes menores en la letra, no debe suprimirse ni
agregarse frase alguna. Estos cantos, establecidos en el Ordinario de la Misa, no se
pueden sustituir con otros28, ni siquiera cuando estén temáticamente relacionados, ni se
deben utilizar para los textos melodías no litúrgicas, es decir, que no hayan sido
compuestas expresamente para el determinado momento de la celebración.
17.
En cuanto a su ejecución, los cantos que son un rito toman todo el tiempo que
requieran, de tal suerte que al concluir la ejecución musical la asamblea haya tenido
acceso a la integridad del texto litúrgico.
18.
Dentro de esta categoría de cantos, es necesario detenerse en el “Señor, ten
piedad”; que es una aclamación gozosa al Dios que nos mira con la ternura propia de
un Padre amoroso29; por eso, cuando se emplea la tercera fórmula del acto penitencial,
las aclamaciones o tropos deben subrayar la bondad del Señor y no la fragilidad de
quienes le imploramos. Además, en este caso, no puede combinarse con ninguna de las
otras dos fórmulas del acto penitencial, pues se generaría una duplicación innecesaria e
injustificada. También deben cuidarse otros aspectos: aplicando el principio general
enunciado en el número 17, es incorrecto sustituir este importante canto ritual con
cualquier cántico penitencial.
19.
A propósito de este tema -tal y como lo explicábamos en el número 11a-,
conviene recordar la urgente necesidad de que el animador del canto se comunique
oportunamente con el presidente de la asamblea litúrgica. Nos referimos ahora
particularmente al “Señor, ten piedad”, en cuyo empleo debe evitarse la duplicidad
antes mencionada, pero esta coordinación debe darse respecto de todos los otros cantos
y servicios de una acción litúrgica, de tal forma que el presidente de la asamblea actúe
verdaderamente como tal: llevando el pulso de toda la celebración y asegurando su
buen desarrollo.
Cf. Ibíd., n. 52, 53, 61, 62, 68, 79b y 81, p. 36-40, 42-43.
Cf. Ibíd., n. 366, p. 89.
29 Cf. Ibíd., n. 52, p. 36.
27
28
« Liturgia Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio »
Cf. Sacrosanctum Concilium, n. 7.
Comisión Nacional de Liturgia
Teléfono: (506) 2223-6535 — Fax: (506) 2233-2927
Correo electrónico: [email protected]
Apartado postal: 59-1005 (Barrio México) San José, Costa Rica.
20.
Al hablar del salmo responsorial, no podemos olvidar que la naturaleza de
estos poemas bíblicos exige su ejecución cantada30, de manera que puedan distinguirse
claramente respecto de los textos que se proclaman para ser escuchados por la
asamblea (primera y segunda lecturas, y Evangelio). Además, por tratarse de la
meditación orante de la Palabra de Dios proclamada en una celebración específica, el
salmo responsorial debe atender a todas las sutilezas temáticas propias de ese día; lo
cual asegura la liturgia al escoger algunos versículos de un determinado salmo y
proponerlos para nuestra plegaria, acompañados de una respuesta escogida bajo los
mismos criterios. No es extraño, entonces, que en celebraciones completamente
distintas se nos proponga un mismo salmo, aunque con una respuesta o unos
versículos diferentes.
Teniendo en cuenta estas consideraciones, podemos entender que no pueda sustituirse
por ningún otro canto, ni siquiera cuando sea temáticamente cercano. Más aún, no
siempre se puede tomar la melodía con la que un determinado salmo se ha
popularizado, convirtiéndose en un canto más del repertorio eclesial31. Únicamente
deben cantarse el estribillo y las estrofas propuestas por el Leccionario de la Misa.
21.
Conviene recordar la peculiaridad del verso antes del Evangelio32, el cual se
canta antecedido y precedido del “Aleluya” o -durante el Tiempo de Cuaresma- de una
de las aclamaciones propuestas en el Leccionario. Es una pieza más de la liturgia de la
Palabra. En muchas ocasiones se constituye en un importante recurso para el
establecimiento de la línea temática de la homilía y del conjunto de la celebración. No
se trata de una simple preparación al Evangelio, sino de un elemento que clarifica y da
pleno sentido a su proclamación, por lo que se canta en la misma actitud corporal que
se asume para la lectura de aquél: de pie. Este versículo indicado en el Leccionario
nunca debe sustituirse por otro canto, aunque hable de la Palabra. En el último de los
casos, si no se puede musicalizar ese verso, recomendamos que sea proclamado por un
lector, antecedido y precedido por el canto del “Aleluya” o -durante el Tiempo de
Cuaresma- de una aclamación apropiada.
22.
En cuanto al Gloria, el Credo, el Santo y el Padrenuestro, insistimos en lo que se
ha enfatizado: siendo cantos rituales su texto no debe ser sustituido ni alterado de
ninguna manera, ni deben cantarse con melodías no litúrgicas. Finalmente, téngase
presente que durante la celebración de la Eucaristía debe omitirse el canto del “amén”
al final de la oración del Padrenuestro, pues éste es prolongado por el rezo del
embolismo y la oración de paz, de manera que estos tres elementos conforman una sola
unidad coronada con un solo “amén”.
Cantos que acompañan un rito
Cf. “Introducción del Leccionario de la Misa”, n. 20: Andrés PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo
Enquiridion. De san Pío X (1903) a Benedicto XVI, Burgos: Monte Carmelo, 20082, n. 1123, p. 399.
31 Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, “Instrucción ‘Redemptionis
Sacramentum’ sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía”, n. 62:
Andrés PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo Enquiridion. De san Pío X (1903) a Benedicto XVI, Burgos:
Monte Carmelo, 20082, n. 6142, p. 1558.
32 Cf. Institución General del Misal Romano, n. 62-63, p. 39; cf. “Introducción del Leccionario de la Misa”, n.
23: Andrés PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo Enquiridion. De san Pío X (1903) a Benedicto XVI, Burgos:
Monte Carmelo, 20082, n. 1126, p. 399-400.
30
« Liturgia Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio »
Cf. Sacrosanctum Concilium, n. 7.
Comisión Nacional de Liturgia
Teléfono: (506) 2223-6535 — Fax: (506) 2233-2927
Correo electrónico: [email protected]
Apartado postal: 59-1005 (Barrio México) San José, Costa Rica.
23.
Tal y como su nombre lo sugiere, los “cantos que acompañan un rito” son
aquellos que en sí mismos no son un momento de la celebración, sino que se entonan
mientras se realiza una determinada acción ritual33. De allí que su ejecución dependa tanto en su duración como en sus características- del momento litúrgico al que
acompañan: la procesión de entrada, la presentación de dones, la fracción del pan, la
comunión y la procesión de envío.
24.
El canto que acompaña la procesión de entrada se ubica dentro de los “ritos
iniciales”, cuyo objetivo principal es la disposición de la asamblea para una mejor
vivencia de la Eucaristía o del acto litúrgico para el que se haya reunido la comunidad
eclesial34. Por eso, su escogencia puede estar orientada por el tema de la liturgia del día
y por la perspectiva comunitaria en torno a la cual se debe conformar la asamblea
litúrgica. Para la Eucaristía, lo ideal es cantar la antífona de entrada que el Misal
Romano prescribe para cada celebración35; o -al menos- ésta debe ser un elemento
importante para guiarse en la elección del canto que acompañará ese momento. En
cuanto a su duración, este cántico se ejecuta mientras el sacerdote se desplaza desde la
puerta principal del templo (o, de no ser posible, desde la sacristía) hasta el presbiterio,
y se prolonga durante la incensación del altar, si tiene lugar; pero concluye una vez que
el sacerdote haya llegado a la sede.
25.
La presentación de dones debe distinguirse claramente del “ofertorio”, nombre
con el que se le designaba antiguamente. En ese momento no se le ofrece nada al Señor,
simplemente se presentan los dones que, gracias a la acción del Espíritu, se
transformarán en ofrenda agradable al Padre celestial36. Es un momento de orden
práctico. Para ser consecuentes con el carácter propio de este momento litúrgico, los
cantos que se utilicen no deben tener apariencia de súplica o petición (la oración de los
fieles ya tuvo lugar), y se debe dejar de lado toda idea de “ofertorio”. Lo correcto es
optar por cantos que traten el tema de la entrega y la fraternidad, no sólo porque en ese
momento los fieles están llamados a presentar también los dones para ayudar a la
Iglesia y a los pobres, sino porque en esas actitudes se condensa la forma como el
creyente debe presentarse ante Dios para ofrecerse luego junto con la oblación
eucarística. El canto termina cuando el sacerdote concluye la presentación de los dones,
salvo cuando se utiliza incienso, ya que podría extenderse incluso durante la
incensación del altar. Pero también podría limitarse únicamente al momento de la
“preparación de los dones” (siempre que esté de acuerdo el sacerdote que preside),
dejando que las oraciones con las que se presentan el pan y el vino sean dichas con la
participación de la asamblea.
26.
Dentro de este grupo de cantos tenemos el “Cordero de Dios”, cuya razón de
ser es acompañar la fracción del pan37; por lo cual, es evidente que este canto sólo tiene
lugar durante la celebración de la Misa. Conviene recordar que no debe ni anticiparse
ni extenderse más allá del momento litúrgico que le es propio: debe iniciar al mismo
tiempo que la fracción del pan y finalizar cuando se termine de partir el pan
consagrado. El sacerdote que preside la celebración de la Eucaristía debe asegurarse de
Cf. Institución General del Misal Romano, n. 37b, p. 33.
Cf. Ibíd., n. 46, p. 35.
35 Cf. Ibíd., n. 48, p. 35-36.
36 Cf. Ibíd., n. 73, p. 41.
37 Cf. Ibíd., n. 83, p. 43-44.
33
34
« Liturgia Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio »
Cf. Sacrosanctum Concilium, n. 7.
Comisión Nacional de Liturgia
Teléfono: (506) 2223-6535 — Fax: (506) 2233-2927
Correo electrónico: [email protected]
Apartado postal: 59-1005 (Barrio México) San José, Costa Rica.
que los fieles hayan concluido una recta ejecución del rito de paz antes de empezar a
fraccionar el pan. La frase «Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de
nosotros» puede cantarse una sola vez con la respuesta de la asamblea o repetirse
cuantas veces sea necesario; al finalizar la fracción del pan, se canta: «Cordero de Dios,
que quitas el pecado del mundo, danos la paz»38.
27.
A propósito del canto del “Cordero de Dios”, téngase muy presente que de
ninguna manera debe ser sustituido por el así llamado “canto de paz”. Para quienes
formamos parte de la familia Litúrgica Romana o Latina, el rito de paz ha tenido un
desarrollo muy particular, por eso, no se le entiende como una condición para el
sacrificio, sino como el primero de sus frutos: la paz es el don mesiánico que se nos
actualiza a través del memorial eucarístico y del cual cada fiel es constituido en
mensajero. Así se deduce tanto de algunas prácticas regionales antiguas como de
ciertas normas litúrgicas actuales.
No es de extrañar, por tanto, que la estructura del Misal Romano coloque el momento
de la paz entre los ritos de Comunión, y no sólo como una simple preparación para
ésta. Tampoco resulta insólita la sobriedad con la que se pide actuar para realizar dicho
gesto, ya que no se trata de un momento de fraternidad en el cual lo importante sea
encontrarse con cada uno de los hermanos, sino de un espacio de orden cuasisacramental en el que cada uno de los participantes es otro de los medios por los que se
manifiesta la bendición de Dios en el contexto de una celebración litúrgica39.
Lo correcto, entonces, es que el gesto de paz se realice únicamente con las personas que
están físicamente más cercanas40, y sin canto41. Sin embargo, por las particularidades de
nuestra cultura, en situaciones bien calificadas puede ser oportuno que el sacerdote
realice este rito con algunos de los fieles; por ejemplo, con los pequeños en las “Misas
con niños”. En esas ocasiones, si se considera oportuno, el rito de paz podría
eventualmente acompañarse de un canto que manifieste el sentido que hemos
explicado en el párrafo anterior.
28.
La comunión a través del Pan y el Vino consagrados nunca debe entenderse
como un momento intimista, ni siquiera se trata de un espacio de oración personal. Es
más bien un tiempo de súplica comunitaria en el que la Iglesia fortalece su unión con
Aquél cuya Palabra le ilumina y cuya presencia le conforta. Consecuentemente, los
cantos que se utilicen en ese momento deben obedecer a una serie de criterios cuya
observancia garantiza la naturaleza de este gesto litúrgico de comunión42:
a. Su escogencia puede estar orientada por la temática del día. Lo ideal es
cantar la antífona de Comunión que el Misal Romano propone para cada
Cf. Ibíd.
Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, “Instrucción ‘Redemptionis
Sacramentum’ sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía”, n. 71:
Andrés PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo Enquiridion. De san Pío X (1903) a Benedicto XVI, Burgos:
Monte Carmelo, 20082, n. 6145, p. 1560.
40 Cf. Institución General del Misal Romano, n. 82, p. 43; Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA
DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, “Instrucción ‘Redemptionis Sacramentum’ sobre algunas cosas que se deben
observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía”, n. 72: Andrés PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo
Enquiridion. De san Pío X (1903) a Benedicto XVI, Burgos: Monte Carmelo, 20082, n. 6145, p. 1560.
41 Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Carta circular ‘El significado
Ritual del don de la Paz en la Misa’, n. 3.
42 Cf. Institución General del Misal Romano, n. 86, p. 44.
38
39
« Liturgia Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio »
Cf. Sacrosanctum Concilium, n. 7.
Comisión Nacional de Liturgia
Teléfono: (506) 2223-6535 — Fax: (506) 2233-2927
Correo electrónico: [email protected]
Apartado postal: 59-1005 (Barrio México) San José, Costa Rica.
celebración, o bien, tomarla como modelo para elegir el canto que se va a
emplear43. De no hacerlo así, se puede utilizar un canto cuyo tema sea la
eucaristía; pero que no sea de “adoración eucarística”, dado que éste es un
tiempo para contemplar lo que significa el sacramento de la entrega de
Cristo y no para venerarlo en las especies consagradas. Para eso la Iglesia
nos ofrece el culto eucarístico fuera de la Misa, regulado por su respectivo
ritual.
b. No deben entonarse cantos intimistas, ya que la comunión con Dios es
necesariamente comunión con los hermanos. Por eso, la dimensión eclesial
de este canto debe estar siempre asegurada44.
c. No debe utilizarse ningún canto estrictamente mariano, es decir, dirigido
directamente a la Virgen, pues, aunque se tratara de una festividad de
María, la Eucaristía es siempre un acto de culto trinitario. En esas ocasiones
podría entonarse algún cántico que apenas haga mención de la Madre del
Salvador; ese sería el caso de una musicalización del “Magnificat”, por
ejemplo.
d. Finalmente, recuérdese que siendo un canto de acompañamiento ritual debe
concluir cuando los fieles hayan recibido las especies eucarísticas, sobre
todo, considerando que la purificación de los vasos sagrados es un gesto
funcional, que debe ser realizado por el diácono, el acólito instituido o el
sacerdote una vez que ha terminado la celebración eucarística.
29.
Después de la Comunión debe haber un espacio de meditación y oración
personal que podría estar acompañado por un canto; sin embargo, no conviene que la
música absorba los espacios de silencio tan vivamente recomendados por la liturgia45.
30.
Al final de las celebraciones litúrgicas, normalmente nos encontramos con la
fórmula: “Pueden ir en paz”, que muchas veces se ha interpretado como una frase
conclusiva. Pero, en realidad se trata de un momento de apertura: quienes han sido
transformados por la acción del Espíritu son en ese momento enviados como
mensajeros del Misterio que han celebrado.
Esta dimensión misionera debe ser evidenciada no sólo por la fórmula que viene en el
Ordinario de la Misa, sino también por la procesión de envío y el canto que la
acompaña. Por lo tanto, los cánticos que se escojan para este momento deben de estar
marcados por la temática de la misión o envío apostólico. Éste no es el momento para
cantos de acción de gracias, pues toda la Plegaria Eucarística fue el tiempo propicio
para esa actitud. Tampoco es momento para cantos marianos; María tiene su lugar bien
definido durante la celebración: se le menciona a justo título en la recién aludida
Plegaria Eucarística.
31.
Aparte de los que hemos mencionado, no deben introducirse más cantos
durante la celebración de la Eucaristía, pues se corre el riesgo de alterar su ritmo
propio. En este sentido, vemos con especial preocupación la incorrecta costumbre de
Cf. Ibíd., n. 87, p. 44.
Cf. Ibíd., n. 86, p. 44.
45 Cf. Ibíd., n. 88, p. 44.
43
44
« Liturgia Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio »
Cf. Sacrosanctum Concilium, n. 7.
Comisión Nacional de Liturgia
Teléfono: (506) 2223-6535 — Fax: (506) 2233-2927
Correo electrónico: [email protected]
Apartado postal: 59-1005 (Barrio México) San José, Costa Rica.
introducir cantos eucarísticos o interpretaciones instrumentales en el momento del
“relato de la institución”46 (comúnmente conocido como “consagración”), sobre todo
porque esta práctica ha conocido un importante aumento, creando incluso una especie
de culto eucarístico cuya naturaleza no corresponde al dinamismo de la Plegaria
Eucarística. En efecto, no podemos olvidar que dicha oración es una acción de gracias
dirigida al Padre celestial, dentro de la cual se menciona la entrega de Cristo
ciertamente como el punto focal de nuestra gratitud, pero nunca como un elemento
que justifique un cambio de destinatario en la oración. Es un contrasentido cortar el
dinamismo de una oración dirigida al Padre para introducir un acto de adoración al
Hijo, pues de esta forma se cortaría la unidad de la Plegaria Eucarística47.
CONCLUSIÓN
32.
Concluimos agradeciendo a cada una de las personas que, de una forma u otra,
han hecho de su habilidad para el canto y la música un medio de evangelización. Dios
sabrá recompensar toda la generosidad de ese empeño y talento que valoramos como
un don extraordinario del Señor para con su Iglesia.
Con estas líneas pretendemos colaborar en aras de un desempeño cada vez mejor de
este importante elemento de la Pastoral Litúrgica.
Junto con este documento ponemos a su disposición los diversos recursos con los que
cuenta la Comisión Nacional de Liturgia, particularmente la nueva edición del cantoral
litúrgico Cantad Alegres a Dios (en sus diversas versiones) que pronto serán publicada;
con lo cual esperamos favorecer aún más la labor de los animadores de canto.
Dado en la sede de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, a los 22 días del mes de
noviembre del año del Señor 2015, en el XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario,
solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo; memoria litúrgica de santa
Cecilia, virgen y mártir, patrona de los músicos.
Óscar FERNÁNDEZ GUILLÉN
Obispo de Puntarenas
Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica y
de la Comisión Nacional de Liturgia
«Mientras el Sacerdote celebrante pronuncia la Plegaria Eucarística, “no se realizarán otras oraciones o cantos, y
estarán en silencio el órgano y los otros instrumentos musicales”, salvo las aclamaciones del pueblo, como rito
aprobado […]». Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, “Instrucción
‘Redemptionis Sacramentum’ sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima
Eucaristía”, n. 53: Andrés PARDO, Documentación litúrgica. Nuevo Enquiridion. De san Pío X (1903) a Benedicto
XVI, Burgos: Monte Carmelo, 20082, n. 6141, p. 1556; cf. SAGRADA CONGREGACIÓN DE RITOS Y DEL CONSILIUM,
“Instrucción ‘Musicam Sacram’ sobre la música en la sagrada liturgia”, n. 14: Andrés PARDO, Documentación
litúrgica. Nuevo Enquiridion. De san Pío X (1903) a Benedicto XVI, Burgos: Monte Carmelo, 20082, n. 4705, p.
1188; cf. Institución General del Misal Romano, n. 33, p. 32.
47 Cf. Institución General del Misal Romano, n. 79, p. 42-43.
46
« Liturgia Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio »
Cf. Sacrosanctum Concilium, n. 7.
Descargar