La Democracia Cristiana y la Derecha

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El Clarí-n de Chile
La Democracia Cristiana y la Derecha
autor Rafael Luis Gumucio Rivas
2006-03-29 02:31:57
Los columnistas de El Mercurio, en la edición del domingo 26 de marzo, se han dedicado a analizar, desde diversos
puntos de vista, las posibilidades de alianza entre la derecha y la Democracia Cristiana. El tema no es baladÃ-: la
derecha sola ha llegado al poder, desde 1938, sólo una vez, con Jorge Alessandri, pudo triunfar gracias a los votos del
decadente Partido Radical dirigido, esa vez, por los cuajarones de sangre de Julio Durán. Hermógenes Pérez de Arce,
además de ser parte del inventario de El Mercurio, logra ser leÃ-do por ser uno de los últimos viudos del pillÃ-n Daniel
López Pinochet.
Además, es consecuentemente fanático de la ultraderecha: en su última columna sostiene que la Democracia
Cristiana ha ganado mucho más cuando se ha casado con la derecha, que con la antipática Concertación, según sus
dichos. Don Hermógenes es de esos personajes que nunca le apunta en polÃ-tica: recuerdo aún que, antiguamente, un
tal Sergio Fernández LarraÃ-n tenÃ-a la mejor biblioteca sobre marxismo, no le faltaba, ni siquiera, el más aburrido de los
folletos de Lenin; cuando cayó el Muro de BerlÃ-n, su odio al marxismo-leninismo perdió todo sentido y para nada
sirvió tanto estudio sobre el tema. La verdad, es que algunas veces esta alianza entre la derecha y la DC fue posible,
pero con clara hegemonÃ-a de este último partido; esa el caso del apoyo de los falangistas al conservador socialcristiano
Eduardo Cruz-Coke, que pensaba muy distinto a los conservadores tradicionalistas.
En el año 1958, el candidato
Eduardo Frei Montalva estuvo a punto de conseguir el apoyo de los liberales y con más reticencias de los
conservadores que aún estaban resentidos con los jóvenes que los abandonaron, en 1938. A Juan Antonio Coloma,
que el Topaze lo llamaba “el padre Coloma―, abuelo del actual parlamentario y dirigente de la UDI, le cargaban los
falangistas, incluso, intentó que fueran excomulgados por ser compañeros de ruta de los comunistas. Recuerdo que mi
padre, Rafael AgustÃ-n Gumucio, en ese tiempo presidente de la Democracia Cristiana memorizaba, en casa, el discurso
de agradecimiento al Partido Liberal, que al dÃ-a siguiente proclamarÃ-a a Eduardo Frei a la presidencia; un ataque al
corazón del principal enemigo de la alianza con Frei, Raúl MarÃ-n Balmaceda, evitó que se consumara la utopÃ-a de
don Hermógenes: el resultado fue la candidatura de Jorge Alessandri, y el único gobierno de derecha, desde 1938.
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De nuevo, la derecha votó por la Democracia Cristiana, tapándose las narices, en 1964; este fue el famoso faf –
freÃ-stas a la fuerza -, pues querÃ-an impedir el triunfo de Salvador Allende; esta vez los derechistas pagaron los platos
rotos: la DC inició la Reforma Agraria destruyendo el modo de vida de la oligarquÃ-a, cuyo ocio se sustentaba en la
explotación de los campos. En 1971, de nuevo pacta la Democracia Cristiana con la derecha, conformando la famosa
CODE – Confederación Democrática -, cuyo objetivo era derrocar a Allende; esta vez son los nacionalistas de Onofre
Jarpa quienes engañan a los ambiciosos demócrata cristianos, convencidos de la honorabilidad de los militares
pinochetistas, y que una vez que fuera derrocado Allende, le entregarÃ-an el poder a Eduardo Frei. Esta ambición de
poder llevó a los freÃ-stas a traicionar los valores democráticos, inculcados desde su nacimiento. La carta a Mariano
Rumor siempre será una mácula en la historia de la Democracia Cristiana; como no soy animal que vive el solo
presente, nunca olvidará esta traición del freÃ-smo.
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Como puede ver el lector, la Democracia Cristiana ha logrado muchas más pegas en su alianza con los partidos
renovados de izquierda, que en los cortos devaneos de amor con la derecha; se pasarÃ-an de tontos al intentar nuevas
aventuras con una derecha completamente arruinada y cada vez menos democrática. Por lo demás, los empresarios,
que se anticipan en el arte de olfatear el ambiente, hace tiempo que captaron que es mejor bailar con el socialismo
chileno, para mantener el capitalismo.
 Otro columnista, Carlos Peña, mucho más fino, independiente y analÃ-tico que don Hermógenes, busca las raÃ-ces
del ethos de la UDI y de Renovación Nacional, en los antiguos liberales y conservadores: Por último, JoaquÃ-n LavÃ-n
vuelve a su vieja Casa de El Mercurio, como columnista, equiparando al Colo Colo con la UDI: recuerda nuestro
arcángel LavÃ-n, que Jaime Guzmán, partidario de la Católica al igual que Lúculo Piñera, le habÃ-a propuesto, antes
de morir, que la UDI fuera como el Colo Colo, capaz de ser local en cada región que visitara y representar lo popular
una nueva falange; pero la UDI debiera, según LavÃ-n, ser ortodoxa y negarse a cualquier transacción respecto a los
temas llamados “valóricos―: la pÃ-ldora del dÃ-a después, el divorcio, la eutanasia y el matrimonio entre homosexuales
como buen partido neoliberal, debiera combatir todo aumento de impuestos, no a la intervención del Estado en
materias económicas y favorecer la sociedad civil. Es seguro que estos teóricos de la alianza entre la Democracia
Cristiana y la derecha volverán a pisarse la cola, pues mientras exista la miel del Estado, los moscardones demócrata
cristianos estarán rondando tan codiciado panal.  Rafael Luis Gumucio Rivas Â
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