Cómo llegar y qué visitar

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TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 1 de agosto de 2015
PP En Bután, desde la constitución
del reino hacia abajo, todo está
permeado por la religión.
RR Timbu está emplazada a los
lados de un valle dividido por el río
Raidak. ’
montaña está cubierta por bosques
nativos y cultivos agrícolas.
Les pregunto si estoy realmente
en el reino de la felicidad y si ellos
lo son. Se ríen y me responden que
todos los turistas les dicen lo mismo, y que sí, que se sienten en general muy contentos con su vida,
pero que también hay problemas
como en todos los países. Karma
no ha salido nunca de Bután y
Yeshey sólo conoce un poco de Nepal e India. Pero ambos tienen Facebook y usan las redes sociales.
Les encanta el cine de Bollywood y
conocen a Alexis Sánchez y a Arturo Vidal. Me preguntan por Chile y
América Latina. Me cuentan que la
gran mayoría de los butaneses habla cinco idiomas: el dzonka, lengua oficial junto con el inglés; el
dialecto de la aldea donde viven; el
nepalí y el indi.
El viaje se nos hace corto conversando y sin darme cuenta ya estamos en Timbu a dos mil seiscientos
metros.
actividad se desarrollaba en pequeños comercios que se llamaban
como sus dueños o tenían nombres
de fantasía ingenuos. Aquí muchos
se llaman Druk (Dragón). Los que
no van vestidos a la usanza local
van muy sencillos, con jeans. En
general el país entero es impecable.
No hay papeles en el suelo ni basura en los caminos, tampoco se ven
fumadores ya que la venta de tabaco está prohibida y el que quiere
conseguirlo tiene que comprar de
contrabando.
En el centro de Timbu está el Memorial Chorten, construido en 1974
en honor al tercer rey de Bután, Jigme Dorji Wangchuck, que se convirtió en corto tiempo en el sitio de
peregrinación más importante del
país. Es una cuadra amurallada a
media altura. A un costado de la
entrada principal hay unos cilindros pintados de colores que giran
sobre un eje y que contienen miles
de mantras. Son las “ruedas de oración” que al ser puestas en movimiento por las manos de personas
que las van rodeando liberan las
plegarias y las energías positivas.
Cada vez que la rueda completa
una vuelta suena una campana, y
como hay miles de todos los tamaños, el sonido se repite en todo momento y en el país entero.
En medio del memorial se levanta una gran estupa, que contiene
solo una foto del rey en cuyo honor se construyó. Está pintada de
blanco y dorado y adornada con
cientos de banderas azules, rojas,
verdes, amarillas y blancas, que
representan el agua, fuego, tierra,
aire y éter. Cientos de personas caminan durante todo el día alrededor de la base de la estupa, en el
sentido de los punteros del reloj,
recitando mantras, con la mirada
fija, como si estuviesen hipnotizados. La mayoría son mayores, aunque también se ven jóvenes, escolares de uniforme y mamás cargando niños envueltos en un
manto sobre la espalda. Hay personas que llegan a dar seiscientas
vueltas al día pero la mayoría da
108 que, según dicen, es el número mínimo para purificarse.
El lugar y la gente me impresionan tanto que vuelvo otras tres veces en los días siguientes, sólo para
seguir observando y tratar de entender un poco más.
La provincia mística
La capital está emplazada a los lados de un valle dividido por el río
Raidak y ahí viven 80 mil personas.
No hay ni bodegas ni rastro de industrias. Aquí no se fabrica nada y
casi todo se importa desde India. La
única publicidad callejera son las
fotos de los adorados reyes. La estética es completamente vintage. Los
letreros y los negocios, los productos, la ropa, todo. La ciudad entera
se mueve como en cámara lenta.
Hay pocos autos y todos son japoneses, porque les encantan. También hay muchos perros. Hacia
donde uno mire flamean banderas
tibetanas con mantras escritos que
al menearse con el viento liberan
energías positivas. Alguna vez
hubo semáforos pero decidieron
sacarlos. La pregunta es si podrán
seguir así en el futuro ahora que la
importación de autos está creciendo notoriamente.
Tras caminar un par de cuadras
me doy cuenta de que hay un olor
constante y desagradable, como a
mantequilla pasada. Yeshey me explica que es el popular Butter tea
que se prepara justamente con
mantequilla hecha de leche de yak.
Me ofrece probarlo y acepto a regañadientes sólo por eso de “donde
fueres haz lo que vieres”. El líquido
es muy grasoso, como toda la comida butanesa, algo muy adecuado
para la vida en ese entorno montañoso y con climas extremos, pero
no para mí. Me disculpo diciendo
que tengo que evitar las grasas y
quedo liberado de probar otras preparaciones.
Me siento en uno de esos pueblos
de provincia de antaño donde la
Pura religión
Camino al hotel le comento a
Yeshey que más que felicidad lo
que se siente es una espiritualidad
muy fuerte. Él me explica que en
el país todo, desde la constitución
del reino hacia abajo, está permeado por la religión que se practica,
el Budismo Mahayana, que no sólo
Cómo llegar y
qué visitar
RR El rey de Bután, Jigme Khesar Namgyel Wangchuck y la
reina, Jetsun Pema.
persigue lograr la propia iluminación, sino que también ayuda a
que todos los demás seres puedan
alcanzar su iluminación liberándose de sus aflicciones y angustias.
Todas las decisiones que se toman
a nivel político parten de ese principio. “Bután debe ser uno de los
países más religiosos del mundo y
curiosamente la religión no se enseña en los colegios, sino que se
aprende en la casa y se practica en
la vida”, dice.
Le pido que me explique qué es el
Gross National Happiness (GNH), o
Felicidad Nacional Bruta que ha
hecho conocido a Bután en el mundo. Este indicador fue inventado en
1972 por el rey Jigme Singye
Wangchuck para medir el desarrollo del país como un todo y considera que el bienestar de la sociedad
no sólo depende de la satisfacción
de las necesidades materiales, sino
que también de las espirituales. El
concepto se sustenta en cuatro pilares: buena gobernabilidad, desarrollo socioeconómico sustentable,
preservación de la cultura y conservación del medio ambiente.
Quedo tan fascinado y con tantas
ganas de saber más que le pido a
Yeshey que se quede a cenar conmigo. Él acepta feliz. Aunque en
Bután tienen tres tipos de cervezas
y producen tres tipos de whisky, él
me explica que no toma. Y pide un
té de yak. Yo necesito una cerveza
helada para digerir tanta información. Le pido que me cuente más. Y
como si le hubiesen puesto una ficha, se pone a relatar.
Así me entero por ejemplo, de
que en Bután los profesores son venerados y reconocidos como el pilar fundamental de la educación.
Se les homenajea y cuida porque la
educación es la base de la constitución del país; gratis y para todos.
Que prácticamente no hay delincuencia. Que los reyes viven muy
austeramente, trabajan duro y son
muy cercanos. O que el mayor ingreso del país proviene de la exportación de energía hidroeléctrica a
India. Que hay una ley constitucional que obliga a todos los cargos
políticos y de gobierno, rey incluido, a jubilar a los 65 años para darles espacio a las nuevas generaciones. Que la juventud está sufriendo
un impacto fuerte con internet.
Que el montañismo y el esquí no se
pueden practicar porque quieren
evitar que las montañas se conviertan en basural como sucedió en Nepal. Y todo eso, sólo en el primero
de mis siete días de viaje.T
Para llegar a Bután hay que
comprar en una agencia un
paquete turístico que incluye
transporte, guía, chofer, excursiones, comidas y alojamiento. Si uno no lo hace,
simplemente no te dan la
visa porque el país tiene una
política muy estricta de conservación de su medio ambiente y su cultura. Por eso
es un destino caro comparado con otros asiáticos.
Lo más conveniente es volar desde Bangkok o Delhi en
Druk Air, o Tashi Air, las únicas aerolíneas que tienen licencia para aterrizar en el
aeropuerto de Paro. El vuelo
desde Delhi dura dos horas y
media y el momento más
emocionante es cuando por
el lado izquierdo del avión
aparece el Everest completamente nevado y recortado
contra el cielo azul.
Los mejores momentos
para ir son entre abril y junio
o entre octubre y diciembre.
Recomiendo quedarse al
menos una semana: dos noches en Paro, tres en Timbu y
otras dos en Punakha. En
cada lugar se pueden visitar
los Dzong o centros de administración política y religiosa
de la ciudad; infinidad de monasterios incluido el famoso
Tiger Nest; ver bellísimos
paisajes de montañas y valles con terrazas de arroz; talleres de pintura y textiles.
Hay agencias que organizan muy buenos paquetes
de trekking hasta por 15 días
a la parte noreste del país.
La oferta hotelera va desde
las tres estrellas a las cinco.
Son hoteles más bien pequeños y con muy buena atención. El “desde” de un paquete por una semana con hoteles tres estrellas, (con
pensión completa) comienza
alrededor de 250 dólares
diarios. Hay pocos cafés y
restoranes, por lo que casi
siempre se come en hoteles.
Los guías permanecen con
el pasajero durante todo el
viaje, pero no ahogan ni interfieren. Son una gran ayuda y están muy bien preparados. El visitante puede moverse por su cuenta sin
restricción.
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