Crítica del uso del lenguaje o crítica de algunos usos

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Crítica del uso
del lenguaje
o crítica de
algunos usos
Alejandro Raiter
(Dr. en Filosofía y Letras - UBA)
“Non più nemici, non più frontiere sono i confini rosse bandiere.”
de Bandiera rossa (canción partisana italiana)
1. Introducción
Es evidente que contar con una gramática funcionalista, que caracteriza el lenguaje como un sistema de opciones permite la crítica. Efectivamente, si entendemos
que el lenguaje cumple funciones y que las funciones
están realizadas por formas, podemos criticar de qué
modo se cumplen esas funciones y —por lo tanto— criticar las formas, en tanto éstas constituyen un sistema.
Una gramática que solo tiene leyes y reglas inherentes,
propias, no puede ser criticada. Debemos tener en claro
que lo que se critica es cómo, a través de qué recursos
lingüísticos, se cumplen esas funciones, a través de la
crítica de las formas y/o de qué opciones ha realizado el
emisor. Al menos este es, desde nuestro punto de vista, el programa de investigación de la Lingüística Crítica
(LC), tal como lo presentan Fowler, Trew y otros (1978)
en Lenguaje y Control y sistematizaran Hodge y Kress
(1979/1993) en El lenguaje como ideología. Las formas lingüísticas, que representan maneras de clasificar
el mundo —de representar el movimiento, de modalizar,
de construir las cláusulas— de relacionarse con el interlocutor, son analizadas para demostrar, ante todo, que
las opciones que ofrece el sistema (Halliday, 2002) no
son equivalentes y que, sobre todo, tienen consecuencias al ser usadas. Este programa parece —al menos
parcialmente— abandonado.
La vinculación entre la crítica, la lingüística y el análisis
del discurso parece estar en manos de ciertas versiones
del ACD. Muchos de los investigadores europeos que se
identifican con esta corriente (van Dijk, 1998; Wodak,
2001); no parten de gramáticas funcionalistas, aunque
reconocen a la LC como uno de los antecedentes del ACD.
Como consecuencia, sus trabajos críticos no se refieren
a las formas lingüísticas o al uso de las formas lingüísticas en sí: se refieren a discursos concretos en contextos
particulares; en otros términos son críticas del contexto o
críticas de usos particulares del lenguaje y no del lenguaje
en uso. La crítica decae y pierde legitimidad al parcializar el contexto, presentar análisis sociales e históricos
incompletos y sesgados; decae al confundir funciones del
lenguaje con el lugar concreto que algunas interacciones
lingüísticas tienen dentro de una comunidad.
Mostraremos algunas de las afirmaciones e interpretaciones de análisis del ACD para discutir si la teoría
o “actitud” podría eventualmente universalizarse o si
deberá conformarse con la elaboración de una nueva
normativa de usos lingüísticos.
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2. Comencemos por la crítica
La crítica tiene por objeto el conocimiento; es un método propio de las ciencias humanas y sociales: consiste
—para decirlo de modo sencillo y superficial— en no
aceptar por dadas y válidas las premisas, formas, hábitos
del objeto de estudio, con el objeto de desarmarlas, someterlas a análisis, pruebas, contrastaciones, etcétera.
Tenemos tantas y variadas definiciones de lenguaje
que decir que le aplicaremos el método crítico no aclara nada. Para nosotros, que decimos que pretendemos
sostener los postulados de la LC, el método consiste en
no dar por naturales y neutras las formas lingüísticas
en general porque la gramática de una lengua es su
concepción del mundo. Por otro lado, de algún modo
que sólo trataremos superficialmente aquí, adherimos
—como lo hacen Hodge y Kress— a alguna forma de
la hipótesis Salir–Whorf, es decir, a la existencia de una
relación entre el pensamiento y la percepción y la organización del o de los dialectos maternos. La relación entre lenguaje, pensamiento y conducta habituales podría
verse de un modo muy estrecho si consideramos que
nos encontramos simplemente frente a un sistema de
opciones y no tratáramos de entender de qué opciones
se trata y qué condiciona las opciones realizadas.
Sin embargo, la necesidad de reivindicación de la crítica lingüística surge —sobre todo— ante quienes consideran que el lenguaje es un instrumento de comunicación y/o que el lenguaje es transparente, en el sentido
de que es un instrumento para reflejar, describir, informar acerca de la realidad y/o una forma de almacenar
conocimientos previos en la memoria.
En efecto, de acuerdo con esta concepción, habría
formas lingüísticas neutras y cualquier otro acto que se
estuviera llevando a cabo junto con el de emitir una sucesión de fonemas y morfemas con una organización
sintagmática, dependería de las intenciones del emisor.
En otros términos, cuando una persona habla puede
—al mismo tiempo— intentar persuadir, dar órdenes,
manipular, confundir, mentir, etcétera a su interlocutor,
mediante el procedimiento de elegir formas lingüísticas que sirvieran a estos propósitos. Si la intención del
hablante fuera sólo describir una situación, eso no sucedería, tendría la posibilidad de la información o descripción “puras”. Bajo este supuesto es que van Dijk
(1998) puede afirmar que hay enunciados que pueden
ser neutros, esto es, no ideológicos.
Sin embargo, tener opciones, para un hablante cualquiera, no implica libertad para llevar a cabo su intención
comunicativa, sino la libertad de optar; para la LC esto
significa que el hablante está constreñido a determinadas posibilidades, dadas por la gramática de su lengua,
gramática que le provee una forma de ser y percibir el
mundo. En realidad, el proceso de participación en un
evento comunicativo cualquiera no se desarrolla de cualquier modo; es una confusión difundida por la pragmática y los filósofos del lenguaje por el uso que hacen de la
palabra “uso”. Los hablantes no tenemos en realidad una
intención comunicativa a la que llegamos por fuera de los
hábitos comunicativos de nuestra comunidad. Tampoco
realizamos intenciones comunicativas mediante elecciones gramaticales favorecidas por un contexto ya que el
pensamiento mismo y la intención dependen de la gramática y de la concepción del mundo (Voloshinov, 1929;
Vygotski, 1928; Slobin, 2003); de lo contrario deberíamos llegar al absurdo de suponer que un@ deja de ser
hablante cuando está callad@ y/o cuando comprende.
Criticar las formas lingüísticas nos lleva, indudablemente, a comprender que nuestro pensamiento está
constreñido —a la vez que habilitado— por el lenguaje
y por las tareas que el lenguaje no puede dejar de hacer
y que realizan l@s hablantes al emitir. Por ejemplo, la
clasificación. Es imposible no clasificar. Kress y Hodge
(1979:62–65) demuestran (siguen, en realidad, a Sapir,
1921 y Whorf, 1956) que sin clasificación no tenemos
ni pensamiento ni producción lingüísticas; lo que podemos hacer es criticar esos sistemas de clasificación, entenderlos y ser concientes al emitir. Si no tenemos esto
en cuenta, llegamos a absurdos o contrasentidos.
Daremos un ejemplo de qué puede suceder si no
prestamos atención a este problema. Jan Blommaert
(Blommaert, 2005) pretende —si bien expresa algunas
reservas— hacer ACD. Pretende criticar el trato racista
y discriminador que sufren los inmigrantes africanos en
Europa. Discute para ello la utilización de recursos de
tipo indicial para permitir interpretar el concepto contexto en el marco de lo que llama la globalización, con
el objeto de demostrar cómo una hablante (refugiada
africana) será no comprendida y tratada de modo injusto por un funcionario gubernamental belga, precisamente porque, supone, existe una deficiencia en el manejo
de ese tipo de recursos por parte de las inmigrantes,
que hace que el funcionario no pueda sentir empatía
por ella. El problema que queremos presentar con este
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ejemplo de quien dice hacer ACD es que parece que no
es posible hacer crítica sin hacer autocrítica. En efecto,
para presentar su análisis Blommaert afirma:
[1]
“To substantiate this claim, I shall us a particular type of
data: data reflecting globalization process. I shall illustrate
my arguments with material drawn from research on African
asylum seekers’ narratives in the asylum application procedure in Belgium”.
Más allá de los resultados del análisis —que no compartimos— este analista no parece haber notado que ya
clasificó a los participantes del intercambio que pasa a
analizar “críticamente”, ya dio lugar a la discriminación
antes de hacer el análisis porque él mismo diferenció. El
análisis destinado a realizar un ataque a la política inmigratoria belga no parece necesario. En efecto, el intercambio
no puede ser otra cosa que asimétrico, no igualitario.
Efectivamente ya clasificó a los participantes en sus
enunciados:
• uno de los participantes busca, es una seeker, no
tiene nada, pide algo;
• el otro participante queda impersonalizado en un
procedimiento de transformación que reemplaza un
agente humano por un proceso;
• uno es activo, claramente creativo;
• el otro es presentado como un neutro ya dado.
La LC expone con claridad que al haber elegido nombrar de un modo —y no de otro— a los participantes, los
clasifica; esa clasificación queda naturalizada pero no es
natural. Efectivamente, el primer participante, designado
como African asylum seeker pierde su categoría de persona individual para convertirse en un tipo; por otro lado,
el otro participante, el the asylum application procedure
naturaliza el hecho de que alguien, impersonalizado en
un proceso más un locativo en el Estado Belga, tenga el
derecho de decidir quién puede o no vivir en un territorio determinado, desplazarse, mudarse, etc. Blommaert
(2005) pensó y escribió, seguramente revisó, pero siempre aplicó un sistema de clasificación gramatical, que
después criticará en el uso (de otros), porque, evidentemente, está muy mal que maltratemos a una persona de
otra raza, que encima habla muy mal (el dialecto valón),
cuando solo busca asilo en el inocente paraíso europeo
por ignotas razones que el autor no menciona.
3. Clasifiquemos
Al criticar las formas lingüísticas y no los usos en contextos particulares, entendemos que la clasificación no
es sólo un problema de determinados hablantes o de
usos prejuiciosos del dialecto, sino que —dado que la
clasificación es inevitable— no es posible la neutralidad
clasificadora, los hablantes actúan en un mundo simplificado y clasificado en la gramática de su(s) dialectos.
Podemos y debemos dejar de pensar por qué alguien
hizo algo al emitir, a preguntarnos por ese objeto de estudio que permite (y obliga) hacer determinadas cosas.
Clasificar es poder y control (Kress y Hodge, 1979:62).
En toda comunidad tenemos una lucha permanente
por clasificar y controlar. Los dialectos, ya lo sabemos,
no son fijos ni inmutables. En particular, nos referiremos
al concepto de valor de los signos lingüísticos (Voloshinov, 1929). Los signos llevan en sí la posibilidad de la
multiacentuación y dentro de toda comunidad se lucha
por el valor, por la posibilidad de acentuar, los signos
lingüísticos. La pelea por el valor se da en el uso pero no
se da tratando de imponer determinados usos u organización de los enunciados en desmedro de otros, sino
modificando las acentuaciones, las remisiones ideológicas de los signos. Veamos un ejemplo sencillo. Van Dijk
(1993) al presentar los principios del ACD, denuncia y
critica por racista una frase de Le Pen del 7 de julio de
1986 en la Asamblea Nacional francesa. Dijo Le Pen:
[2]
“No somos racistas ni xenófobos. Nuestro objetivo
es solo que realmente haya una jerarquía, porque
estamos hablando de Francia, y Francia es el país de
los franceses”.
Nosotros no entendemos muy bien qué necesidad
tenemos de denunciar como racista un enunciado que
obviamente lo es. Es decir, no vemos la necesidad de un
análisis lingüístico para decir que Le Pen niega el racismo para afirmarlo: para eso sólo hace falta saber leer. El
problema lingüístico verdadero está en la valoración del
signo ideológico franceses. En efecto, podemos tomar
un vino francés y a ningún hablante se le ocurrirá pensar
que el vino tenía algún derecho sobre un territorio. El
camenbert es un tipo de queso francés, lo que indica
que su origen, la factura original, fue en Francia. Un
Peugeot pudo haber sido fabricado en Francia. Una niña
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francesa debería referir, simplemente, una niña que ha
nacido en Francia.
La lucha ideológica es por la valoración del signo: de
origen a esencia; de una calificación que adquiere un
objeto por haber sido fabricado en determinado lugar
o una persona por haber nacido en un lugar, a la descripción de alguna esencia. Podemos ver claramente el
valor ideológico de la clasificación si lo comparamos con
otros modificadores como alto, bajo, rubio, morocho,
pescador, tres cuartos. Pensemos también que si nos
estuviéramos refiriendo a una mapuche o a una anui el
valor sería de origen, no de esencia ni de propiedad, ni
de derecho de portería.
Resumiendo: no es un problema de un uso concreto,
sino del interdiscurso, de los intercambios ininterrumpidos y creativos en los que l@s hablantes luchan por
imponer acentos valorativos.
El mismo Van Dijk nos acerca un curioso ejemplo, en
este caso del Reino Unido, de un tal Mr. Janman, también en el Parlamento:
a quienes hay que tolerar. Tolerar no es amar; tolerar es
ideológico, pero no pertenece a la ideología humanista,
ni a la cristiana, ni a la socialista: ¿será posmoderna?
Tolerar es una actitud hacia otro que molesta por alguna
razón; el otro no es un prójimo. “Tolerar” no puede tener
como objeto directo a “prójimo”. Se tolera al diferente.
De modo consecuente, Van Dijk afirma:
[5]
“En primer lugar, tal como lo muestra la evidencia
empírica, la gente tiene actitudes negativas sobre
los turcos, aún sin tener ningún conocimiento sobre
ellos”. (1999:85)
¿Debemos suponer que gente es neutro frente a turco? ¿Serán signos arbitrarios? ¿Que la gente debería
tolerarlos? Pero desde la LC ya podemos afirmar que
los turcos no son gente; turco se opone a gente, en la
afirmación de Van Dijk.
Por otra parte, ¿qué evidencia muestra VD aparte de
su propia ideología racista eurocéntrica?
[3]
“uno de cada tres niños que nacen en Londres tiene origen étnico… Este es un hecho que debemos
enfrentar. Ya hemos visto el problema de la masiva
3. Transformemos
inmigración musulmana”.
No insistiremos con el tema del racismo ni en la supuesta necesidad de denunciarlo mediante el AD; queremos destacar que no señala la inferencia obligada: que
dos de cada tres niños que nacen en Londres no tendría
origen étnico; es decir, no son clasificados de modo explícito en el enunciado. Por lo no dicho, lo no clasificado, lo
no marcado, lo natural, lo normal enfrenta a lo étnico.
Al presentar los ejemplos, Van Dijk afirma, refiriéndose al corpus:
En la tradición de la LC, consecución del concepto de
transitividad, las cláusulas construidas según el modelo
accional transactivo (i.e. dos participantes unidos por
un proceso) permiten reflejar mejor la realidad externa
al lenguaje. De este modo:
[6]
Los productores cortaron las rutas
Es más cercana a la realidad que:
[4]
[7]
“En estos materiales podremos observar que los par-
Las rutas quedaron cortadas
lamentarios de ningún país presentan el problema,
sino la inexistencia del problema: todos se presentan a sí mismos como tolerantes”.
Pareciera que ser tolerante es bueno, frente a ser racista. Así clasifica nuestro autor, porque —simplemente—
es hablante (escribiente). Pero lo que hace es dejar la
crítica de lado, reconocer la existencia de otros diferentes
En la primera [6] está claro quién es el agente, cuál
es el proceso y quién o qué cosa queda afectada; en
la segunda [7] no podemos recuperar el agente y no
queda claro cuál fue el proceso que llevó al corte. De
las primeras decimos que tienen una forma básica, y de
las segundas que responden a transformaciones. Las
transformaciones son opciones sintáctico–semánticas
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que se toman por economía o distorsión; tiene claras
consecuencias ideológicas.
Veamos parte del ejemplo [1], de Blommert, reescrito
como [8]:
[11]
Do we need a grand theory?
[12]
What conceptual tools are relevant for this or that problem
[8]
and for this and that context?
“I shall illustrate my arguments with material drawn from
research on African asylum seekers’ narratives in the asylum
application procedure in Belgium”.
Aquí es muy difícil recuperar a los participantes. Los
pedidores africanos de asilo son agentes de haber realizado narrativas; la forma básica sería
[9]
# Los pedidores africanos de asilo narraron X
No es posible recuperar en la cláusula ni qué narraron, ni a quién se lo narraron, ni por qué ni para qué lo
hicieron; sólo se nos da un lugar que se define mediante
nominalizaciones: se borra así no sólo al receptor sino
a quién pidió la narrativa. No podemos asegurar qué
interpretará cada lector en particular, ya que dependerá
de su conocimiento previo del mundo; tal vez a los africanos les encante narrar historias, en Bélgica sean muy
apreciadas las narrativas de quienes piden asilo, tal vez
el término narrativa esté usado de modo técnico y los
africanos produzcan piezas para deleite de lingüistas y
antropólogos en Bélgica. Notemos de paso que la opción no fue por los procedimientos belgas de asilo, sino
por los procedimientos de asilo en Bélgica: no existen
procedimientos de asilo en todos los países. ¿Quizás JB
se refiera al lugar de su investigación?
Veamos ahora qué consecuencias puede tener cuando
algunos representantes del llamado ACD definen cuestiones teóricas, cuando intentan hacer ciencia (Kress y
Hodge, 1979:38–42):
[10]
En el caso de [11] es fácil reponer por el contexto
discursivo precedente, en el que nosotros refiere a investigadores de los discursos que refieran o reflejen
conflictos sociales. Está elidido para qué necesitaríamos
la teoría, pero se puede reponer con facilidad que los
analistas de discursos y de conflictos sociales analizan
precisamente discurso y conflictos sociales. Es un claro ejemplo de transformación por economía: Nosotros,
los investigadores, necesitamos. En el caso de [12] la
situación es más compleja; en efecto, se trataría de la
transformación de una proposición básica del tipo:
[13]
#¿Qué herramientas conceptuales necesitamos que
sean relevantes para analizar tal o cual problema y
para analizar tal o cual contexto?
Con las transformaciones producidas parece que son
los problemas y los contextos quienes determinan la necesidad y relevancia de las herramientas conceptuales
y no son los investigadores quienes lo hacen desde una
teoría para estudiar problemas y situaciones. Las situaciones adquieren decisión en la definición de herramientas relevantes. Es un claro caso de transformación que
produce distorsión, y la distorsión es ideológica: los problemas (impersonales) determinan las teorías y no las
personas ni las relaciones que establecen entre ellas.
Por supuesto, no define problemas ni contextos.
4. Modalicemos
“In this sense, the first question we have to address as researchers is not, ‘Do we need a grand theory?’ but rather
Analicemos el ejemplo [5] reescrito ahora como [14]:
‘What conceptual tools are relevant for this or that problem
and for this and that context?’”. (Wodak, 2001:64)
[14]
“En primer lugar, tal como lo muestra la evidencia
Reescribiremos para analizar
empírica, la gente tiene actitudes negativas sobre
los turcos, aún sin tener ningún conocimiento sobre
ellos”. (Van Dijk, 1999:85)
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No es VD quien afirma lo que la gente tiene, sino la
evidencia empírica; no se hace cargo de la afirmación
en sí, sino de la evidencia: su lugar es el de la ciencia
como tal, la investigación, ya que no indica la fuente de
quién halló la evidencia. Asume una posición de poder,
amparada por un saber que se produjo y existe sin sujetos responsables.
La modalidad permite ambigüedad y la ambigüedad es
claramente funcional (Kress y Hodge, 1979:124–125)
en muchos contextos. No sólo para ocultar la relación
entre el enunciador y sus dichos, sino también para relativizar el valor de sus afirmaciones. Veamos:
[15]
“Las ideologías pueden (may) incitar a acciones interesadas del grupo, pero las leyes, las normas, los
acuerdos u otro interés propio no ideológico pueden (may) prohibir el conflicto declarado”. (Van Dijk,
1999:215)
En español el verbo poder puede indicar tanto {posibilidad} como {capacidad}. En este caso no podemos
recuperar una definición de ideología; efectivamente:
muchas cosas tienen la posibilidad de incitar acciones
interesadas de grupo, pero no son las mismas que tiene
la capacidad de prohibir un conflicto. En efecto podemos afirmar cualquiera de las dos cláusulas siguientes:
son ideológicas? ¿Serán naturales, o divinas como para
la Inquisición española? ¿El Pacto de la Moncloa borró
el conflicto ideológico monarquía —república— regencia de la Guerra Civil Española?
5. Analicemos críticamente discursos
El ACD se propone analizar discursos con actitud y
—siempre que sea posible— ponerse del lado de los
oprimidos.
El ACD manifiesta una y otra vez que no es un método sino una preocupación por estudiar qué favorece los
abusos de poder, las desigualdades sociales y la discriminación social, racial, sexual.
Sin embargo, en pocos años han propuesto más de
un método de análisis de discurso ad hoc.
Se vanaglorian de carecer de una teoría social ya que
son eminentemente prácticos. Sin embargo no desdeñan hacer normativa lingüística, aunque se niegan a
mostrar desde dónde la hacen. ¿Cómo puede hacerse
normativa sin método?
[18]
“CDA does not primarily aim to contribuye to a specific discipline, paradigm, school or discourse theory. It is primarily
interested and motivated by pressing social issues, which
[16]
hopes to better understand through discourse analysis.”
Los Estados Unidos tienen la posibilidad de impedir
(Van Dijk, 1993:252)
las matanzas entre árabes e israelíes
Pero
[17]
Los Estados Unidos tienen la capacidad de impedir
[19]
las matanzas entre árabes e israelíes
“In this sense, critical discourse scholars should also be
social and political scientists, as well as social critics and
Pero serían posiciones ideológicas diferentes, concepciones del mundo no idénticas.
Remarquemos que en el ejemplo [15] mostramos claramente que para Van Dijk existen los enunciados no ideológicos; efectivamente, para él las leyes son neutrales.
Por ejemplo, en Europa —como en otras partes del
mundo— persisten las monarquías. Por ley (no ideológica para van Dijk) se consagra la desigualdad: por haber
nacido de determinada madre o padre Guillermo Alejandro tiene derechos que otros ciudadanos de los Países
Bajos no tienen. ¿Cómo puede afirmar que las leyes no
activists. In other words, CDA is unabashedly normative: any
critique by definition presupposes an applied ethics”. (Van
Dijk, 1993:253)
El problema, pensamos, es —precisamente— en que
no solamente dicen carecer de método unificador de
análisis sino que carecen de teoría social alguna y, a
pesar de ello, pretenden entender y militar activamente.
No encontramos diferencia alguna con las proclamas de
la jerarquía católica argentina (y de tantos otros países):
tampoco parecen gustarle los pobres, ni la discrimina-
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ción. Además, al igual que para el ACD parece no molestarle la existencia de pobres sino que no se los atienda como pobres o que se hable mal de ellos.
La LC hace explícitas sus citas de Marx y de Marx y
Engels. Las categorías sociales utilizadas, como clase,
tienen una tradición y definición. Para VD clase, raza,
género, pobreza, minorías parecen ser palabras.
Sin embargo, no son palabras, son opciones dentro
del sistema lingüístico y, por lo tanto, son definiciones
políticas:
o compite con otro que es minoritario; es más, esta es
condición misma para la existencia del ACD: a falta de
grupos enfrentados se queda sin objeto de estudio, sin
rumbo ni tarea.
[22]
“Si todos los miembros de una cultura creen, por
ejemplo, en la existencia de Dios, entonces esa
creencia religiosa ya no es ideológica sino simplemente conocimiento compartido dentro de esa cultura.” (Van Dijk, 1999:74)
[20]
“Dominance is defined here as the exercise of social power by
elites, institutions or groups, that result in social inequality, including political, cultural, class, ethnic and gender inequality”.
Entre los opresores, los que ejercen el poder no hay
países, con lo que liquidamos por omisión el imperialismo y el colonialismo. Europa nunca ocupó África (ni
Asia, ni América). El término clase sólo está del lado de
los oprimidos, tal vez crea que no hay clases opresoras,
sólo hay élites.
No se trata de una cita casual:
No queremos pecar de exceso de dureza pero Hitler
hubiera sido feliz: convirtieron en conocimiento compartido la ideología o la concepción del mundo nazi por el
simple procedimiento de expulsar a los opositores de
Alemania, o matarlos. Una vez más, la Iglesia Católica
agradecida: la anticoncepción y el aborto son ideología,
creced y multiplicaos es sólo conocimiento compartido
bajado del cielo.
6. Teoricemos
[21]
“The great challenge, nowadays, is to explain the contradictions and tensions which occur between nation states and supranational entities on many levels (economics, science, technologies, communication, and so on)”. (Wodak, 2001:64)
Como vemos, no hay contradicciones entre naciones,
ni guerras entre los EE. UU. de Bush padre y Clinton
contra Irak, ni Kosovo, ni Serbia, ni Corea del Norte, ni
Chechenia ni el Estado Palestino. Tampoco tensiones
irreconciliables dentro de cada país ni apropiación desigual del producto del trabajo social. La falta de teoría
social no es tal; hay una teoría. Teoría que naturaliza el
gran desafío actual. ¿Para quién?
Estos representantes del ACD se preocupan por el mal
trato dado a los inmigrantes en los países de Europa,
pero jamás se preocupan por preguntarse por qué hay
inmigrantes; por qué miles de personas deben dejar sus
países de origen y convertirse en delincuentes para recibir malos tratos en Europa o los EE. UU.
Para el ACD, la ideología misma, la existencia de un
problema social, se produce sólo si un grupo, presuntamente parte de una elite que jamás definen, maltrata
La LC sostiene una posición teórica y propone métodos. Sin pretender establecer una jerarquía diremos
que parten de una gramática. A quienes son seguidores
de la LSF puede gustarles o puede no gustarles este
trabajo, pero establecen un programa de trabajo para a)
mostrar que las opciones no son neutras y b) se debe
extender la función ideacional incorporando de un modo
sistemático el aspecto constitutivo del uso del lenguaje. No olvidemos que Social Semiotics (Hodge & Kress,
1988) forma parte de este mismo programa.
Por otra parte, adoptan —de un modo crítico (Kress y
Hodge, 1979:122)— una concepción del poder, de la
verdad y de la sociedad.
Proponen métodos comparativos de análisis para no
dejarse llevar por sus intuiciones (Trew, 1979).
Le critican a Labov (1966) que su aparente desprecio
por una teoría social (Fowler, Trew, Kress, Hodge, 1979)
cristaliza a los sujetos dentro de una clase social porque
—por omisión— las da como permanentes, ahistóricas,
al margen de una formación económico–social determinada, la capitalista.
¿Qué podrían decir de VD y W?
kaf 03 [ 29
Las razas no son permanentes, basta con leer Othelo,
de Shakespeare o El lazarillo de Tormes para entenderlo.
Inmigrante no constituye una categoría universal. La inmigración no puede ser considerada al margen de la Historia: América Latina es la muestra, o la enciclopedia.
Wodak (2001) también pretende decir que aplica un
método histórico, pero no se puede hacer historia sin
método ni teoría. Por ese motivo ensaya relatos inverosímiles del resurgimiento del neonazismo en Austria
(2001:77–78). Los cortes históricos deben ser justificados de modo no arbitrario. ¿Tomó en cuenta que el
Juicio a las Juntas militares que gobernaron durante el
periodo 1976–1983 en la Argentina condenó a más militares que los juicios de Nüremberg?
7. Conclusiones
Está claro que no estamos realizando una reseña del
ACD ni nos referimos a todos los investigadores que se
reivindican como miembros del ACD. Conocemos, por
ejemplo, las diferencias presentadas por Fairclough, el
mismo Kress, van Leeuwen y Pardo (quienes, además,
siguen paradigmas lingüísticos funcionalistas). Nos es-
tamos centrando en quienes se asumen como sus inspiradores: VD y W.
En esta dirección podemos concluir que el ACD no es
la continuación del programa científico ni de la actitud
personal de los investigadores de la LC, por el contrario,
es una regresión.
Abandonan el proyecto de análisis lingüístico gramatical en función de recursos argumentativos y / o de autopresentación; los discursos que analizan son calificados
antes de realizar cualquier análisis.
Los recursos no son más que eso, pueden servir para
argumentar en un discurso racista o en uno romántico
(suponiendo que racismo y romántico fueran categorías
de análisis).
Abandonan toda posibilidad de crítica social en función de criticar algunas cosas que le interesan, de las
que se constituyen en árbitros.
Los análisis y ejemplos realizados carecen de toda
posibilidad de generalización y universalización: morirán
con sus lecturas.
Aunque no hemos tratado aquí el problema por cuestiones de espacio, los aspectos cognitivos del lenguaje, la
relación entre lenguaje, pensamiento y ambiente social,
llevados adelante por Sapir–Whorf, Bernstein y la LC son
reducidos a y banalizados en un problema de memoria.
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