Comentarios finales. Educación y mercado de trabajo urbano 1990

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DEBATE 2
Educación y mercado de trabajo urbano:
la situación en seis países de la región
Educación y mercado de
trabajo urbano 1990-2000
Comentarios finales
Víctor Tokman
Comentarios a los artículos: ‘Diferencia, evolución y nivel en la relación entre
educación y mercado de trabajo’ de Javier Iguiñiz Echeverría, ‘Reforma y crisis: la
educación y el mercado de trabajo en la Argentina de los años 90’ de Ernesto
Kritz, ‘Observaciones sobre las políticas sociales en Chile considerando la
información entregada por las encuestas de hogares 1990-2000’ de Guillermo
Labarca y Rolando Poblete e ‘Informalidad en América Latina: educación y grupos
sociales más vulnerables’ de Ignacio Llamas Huitrón.
Educación y mercado de trabajo urbano 1990 - 2000
Víctor Tokman1
INTRODUCCIÓN
Este trabajo se realiza en el marco del Sistema de Información y Análisis
de Tendencias Educativas en América Latina (SITEAL) y tiene como objetivo
efectuar una lectura interpretativa de la evidencia empírica sistematizada para
seis países de América Latina en el período 1990-2000, a partir de encuestas de
hogares de los respectivos países2. Dicha lectura incorpora además, cuatro
trabajos analíticos preparados sobre interpretaciones de la misma base de
datos3. Los trabajos contienen distintas perspectivas de análisis. El primero de J.
Iguiñiz, formula una lectura general sobre la relación entre educación y mercado
de trabajo. El segundo, de E. Kritz, analiza la relación educación mercado de
trabajo, en el contexto de un país específico, Argentina y referida a un proceso de
transformación más amplio. Labarca y Poblete también se refieren a un país,
Chile, y efectúan un análisis desde la perspectiva de las políticas sociales,
concentrándose en los sesgos o discriminación en el mercado de trabajo en
contra de los jóvenes y las mujeres. Por último, el cuarto trabajo de I. Llamas
aborda la información disponible para la totalidad de los países a partir de un
análisis del sector informal privilegiando las relaciones entre informalidad y
educación e informalidad y vulnerabilidad.
1
Consultor económico internacional y Asesor Presidente de la República de Chile. Este trabajo se
efectúa a solicitud de IIPE/UNESCO Buenos Aires- OEI. Se agradece el apoyo en el procesamiento de
la información a Sebastián Bustos. Las opiniones contenidas son exclusivamente personales.
2
Los países incorporados son Argentina, Brasil, Chile, Honduras, México y Perú. El período cubierto se
refiere a 1990-2000 para Argentina y Chile, a 1990-2001 para Brasil y Honduras, a 1992-2000 para
México y a 1997-2000 para Perú.
3
Los trabajos fueron preparados por J.M. Iguiñiz, “Diferencia, evolución y nivel en la relación entre
educación y mercado de trabajo”; E. Kritz “Reforma y crisis: la educación y el mercado de trabajo en
la Argentina en los años noventa”; G. Labarca y R. Poblete, “Observaciones sobre las políticas sociales
en Chile considerando la información entregada por las encuestas de hogares 1990-2000”; y I.
Llamas Huitrón. “Informalidad en América Latina: educación y grupos sociales más vulnerables”.
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Pág.
2
Para ordenar este comentario y al mismo tiempo contribuir a la lectura de
la interesante información recogida, seguiremos la siguiente metodología. En
primer lugar, focalizaremos el análisis en la relación educación y mercado de
trabajo. En segundo lugar, examinaremos los datos estilizados para el conjunto
de países de dicha relación en el período disponible, examinando las diferencias
en el tiempo y la diversidad entre países4. Por último, analizaremos la relación
educación y mercado de trabajo desde la perspectiva de los jóvenes entre 15 y
24 años y la de las mujeres. Ello nos permitirá identificar la existencia o no de
sesgos en el mercado de trabajo entre los jóvenes y los adultos y entre las
mujeres y los hombres, para niveles similares de escolaridad. En cada una de
estas etapas incorporaremos comentarios a los trabajos ya mencionados que
abordan la misma información desde perspectivas diversas.
EDUCACIÓN Y MERCADO DE TRABAJO: ¿MÁS EDUCACIÓN CONTRIBUYE A
MEJOR INSERCIÓN LABORAL?
Una primera pregunta de importancia es determinar si la mayor educación
resulta en retornos positivos en el mercado de trabajo, o puesto de otra manera,
si la educación constituye una condición necesaria para una mejor incorporación
en el empleo. En el cuadro 1 presentamos los datos estilizados para el conjunto
de países disponibles en los años circa 1990-2000. La conclusión positiva es
evidente, mayor escolaridad se traduce en menor desempleo y en una mejor
calidad de los empleos ocupados. Ello ocurre tanto en 1990 como en el 2000. Los
trabajos de Iguiñiz en general, y de Kritz para Argentina, coinciden con esta
conclusión.
A medida que aumentan los años de escolaridad disminuye la probabilidad
de estar desempleado y aumenta la de ocupar un puesto de trabajo de mayor
productividad, con mayor protección y con remuneraciones más altas. La
asociación inversa entre educación y desempleo es clara y muestra que para el
conjunto de los países considerados el desempleo en 1990 fue de más de un
punto porcentual mayor para los con menor escolaridad que para los que poseen
13 y más años de escolaridad. Para el año 2000, dado el deterioro del mercado
de trabajo en la década, sobre lo que volveremos más adelante, dicha diferencia
aumenta a 5,2 puntos porcentuales. Los más educados, están menos afectados
4
Se excluyó Perú de los datos estilizados porque la información solo cubre 1997-2000. Dicha
exclusión no altera significativamente las tendencias.
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Pág.
3
por el desempleo y se defienden mejor en períodos de deterioro del mercado de
trabajo. Debe observarse también que este resultado involucra una mayor
participación exitosa en el mercado de trabajo, pues a mayor educación, mayor
tasa de participación y de ocupación. Las tasas de participación y de ocupación de
los con 13 y más años de educación es 22 puntos porcentuales mayor, que las
de los que poseen entre 0 y 5 años de escolaridad y la diferencia aumenta 1
punto entre 1990 y el 2000.
La educación se asocia también de manera positiva con la calidad de
inserción laboral. A más años de escolaridad, menor es la proporción de ocupados
en el sector informal, de los sin protección y de los que perciben salarios que se
ubican en el 30% de ingresos más bajos. El porcentaje de ocupados en la
informalidad y en la precariedad (sin protección) de los que poseen entre 0 y 5
años de escolaridad más que triplica el de los que tienen 13 y más años de
escolaridad. La diferencia en los niveles de remuneración es aún mayor. La
proporción de ocupados con remuneraciones en el 30% más bajo es en los
menos educados más de 5 veces mayor que la de los con alta escolaridad. Estas
tendencias son continuas y se presentan tanto en 1990 como en el 2000. Al
calcularse un índice de calidad sintético que incorpore los tres indicadores
señalados5, se observa que cerca de la mitad de los menos educados se ocupa en
puestos de baja calidad, mientras que ello ocurre con sólo alrededor del 12% de
los más educados.
5
Los indicadores de calidad utilizados, informalidad, precariedad y salarios bajos, no son
independientes, porque la definición de informalidad utilizada incluye asalariados en microempresas
de menos de 5 trabajadores y se asocia también con remuneraciones bajas. La separación de
desprotección, bajos ingresos e informalidad presenta además problemas conceptuales cuya discusión
excede al propósito de este trabajo. No obstante, la información es sugerente si suponemos que tanto
la precariedad como las remuneraciones es más representativa de los trabajadores en ocupaciones
formales. Las ponderaciones utilizadas para la construcción del índice sintético fueron de 0,5 para la
informalidad, 0,25 para la precariedad y 0,25 para los salarios bajos.
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4
CUADRO 1
1
DATOS ESTILIZADOS: EDUCACION Y MERCADO DE TRABAJO 1990 - 2000
0a5
6a9
1990
Participación
Desempleo
Ocupación
Trabajadores Precarios
Ocupados con salarios bajos
Trabajos Informales
49,9
6,6
46,6
42,5
46,3
44,1
56,0
7,8
51,6
29,2
33,5
33,6
2000
0a5
6a9
Participación
Desempleo
Ocupación
Trabajadores precarios
Ocupados con salarios bajos
Trabajos Informales
50,5
12,0
44,4
67,7
37,8
43,7
59,4
14,1
51,0
50,6
29,0
35,0
1
10 a 12 13 y más
62,9
7,5
58,1
17,4
17,5
21,0
72,1
5,4
68,2
12,1
7,9
13,1
10 a 12 13 y más
63,4
12,4
55,6
31,9
18,4
24,9
73,6
6,8
68,6
19,9
7,1
14,3
Total
57,9
6,9
53,9
26,4
30,0
30,6
Total
61,2
11,6
54,1
43,1
24,0
29,8
Se refiere al promedio simple de las tasas respectivas en cinco países. Argentina, Brasil, Chile, Honduras y México
Tasa de Participación:
Población económicamente activa sobre población en edad de trabajar
Tasa de Desempleo:
Desempleados sobre población económicamente activa
Tasa de Ocupación:
Ocupados sobre población en edad de trabajar
Tasa de Precariedad:
Porcentaje de trabajadores sin protección
Tasa de Salarios Bajos: Porcentaje de trabajadores con remuneraciones en el 30% más bajo
Tasa de Informalidad:
Porcentaje de trabajadores por cuenta propia con baja remuneración, trabajadores familiares no
remunerados, asalariados y patrones en establecimientos de menos de 5 ocupados.
Fuente: SITEAL, IIPE/UNESCO Buenos Aires - OEI
TRES OBSERVACIONES A CONSIDERAR
Del análisis de los datos estilizados y de los trabajos disponibles surgen
tres aspectos a considerar. El primero es entre las lecturas estáticas, para un país
o conjunto de países en un mismo año, o dinámicas referidas a cambios en el
tiempo. El segundo se refiere a la diversidad entre países y el tercero a la
linealidad de la relación identificada entre mayor escolaridad y mayor y mejor
inserción laboral. Iguiñiz argumenta acerca de las dos primeras, destacando que
la asociación positiva solo es clara cuando se efectúa de manera estática,
mientras que en términos dinámicos se encuentra una menor asociación entre
educación y empleo. En igual dirección argumenta que las diferencias entre
países cuentan y que ello puede afectar la intensidad y la dirección de la relación.
El tercer aspecto es analizado por Kritz y por Llamas al observar que la relación
positiva entre escolaridad y empleo, no se produce en forma lineal sino con una
discontinuidad que se identifica a partir de la educación secundaria completa.
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Pág.
5
Para analizar los aspectos anteriores es importante recordar la evolución
de la economía, la educación y el mercado de trabajo en los 90. Dicha década de
pos-reforma se caracterizó en general por una aceleración del crecimiento,
particularmente después de la década de ajuste, por una expansión de la
educación que significó el aumento de los años de la escolaridad promedio
derivada principalmente de una ampliación de la cobertura en educación
secundaria y terciaria. El crecimiento fue, sin embargo, insuficiente para absorber
el aumento de la fuerza de trabajo, lo que resultó en un aumento del desempleo
y una menor calidad de los empleos generados asociados a la informalidad, la
desprotección y la vulnerabilidad.
Los cinco países incluidos no escapan de dichas tendencias
latinoamericanas, aunque con diferencias significativas entre ellos. En promedio
se recuperan moderadamente y los años de escolaridad promedio aumentan de 8
a poco más de 9 entre comienzos y finales de la década. Los más beneficiados
son los jóvenes en quiénes por definición se concentra el aumento de coberturas,
pero también las mujeres, las que expanden su escolaridad a ritmos ligeramente
superiores a los de los hombres. Aumenta la cobertura en los niveles superiores
de enseñanza secundaria (10 a 12 años) y terciarios. Como contrapartida
disminuye la proporción de personas en los tramos de menor educación6. Pese a
lo anterior, el mercado de trabajo se deteriora. Aumenta el desempleo en
promedio de 6,9 a 11,6% en la década, producto tanto de un aumento en la tasa
de participación concentrada en las mujeres como de una disminución de la tasa
de ocupación debido al insuficiente ritmo de crecimiento. La calidad de los
empleos también disminuye aumentado los trabajadores sin cobertura del 26 al
43%, aunque la informalidad se mantiene relativamente estable7.
Iguiñiz llama la atención en su trabajo sobre esta paradoja y cuestiona la
propuesta de prioridad casi exclusiva en la educación como instrumento para
obtener más y mejores empleos. Sin duda, los datos disponibles avalan su
conclusión y permiten equilibrar el análisis al enfatizar no solo los aspectos de
6
En Brasil, sin embargo, también aumenta el porcentaje de personas en los primeros años de
educación (0 a 5) y en Honduras y Perú, situación similar se produce en los niveles inferiores de la
educación secundaria (6 a 9).
7
Este comportamiento de los seis países en promedio es diferente del total latinoamericano que
expande su nivel de informalidad del 47 al 52 por ciento entre 1990 y el 2000. Ello puede deberse a
diferencias en las definiciones utilizadas.
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Pág.
6
oferta de personas con mayor educación, sino también los de disponibilidad
suficiente y adecuada de empleos que se vincula a las políticas económicas y
laborales.
Siguiendo una metodología similar a la utilizada por Kritz para Argentina,
presentamos en el Cuadro 2 las diferencias en puntos porcentuales para las
variables analizadas entre comienzos y finales de la década. Allí se observa que a
mayor escolaridad, menor es el aumento del desempleo y el deterioro en la
calidad del empleo. Mientras el desempleo aumenta para los que tienen entre 0 y
5 años de escolaridad en 5,4 puntos porcentuales, para los con más de 13 años el
aumento es de sólo 1,4. Lo mismo ocurre con la desprotección, aunque con
menor claridad, en la informalidad. Las diferencias entre esos mismos estratos
educacionales son entre 25 y casi 8 puntos porcentuales en desprotección. En
relación con la informalidad dicha observación es válida solo referida a las
diferencias entre secundaria y terciaria.
Coincidimos entonces con Iguiñiz acerca de que la educación no logra
revertir el deterioro del mercado de trabajo, pero debe también señalarse que
aún en ese escenario negativo la misma se muestra eficaz para disminuir la
intensidad del deterioro. En otras palabras, cuando hay un deterioro generalizado
del mercado de trabajo, todos se ven afectados, pero aquellos que poseen mayor
escolaridad están en condiciones de defenderse mejor8.
Un segundo aspecto, destacado por Iguiñiz, se refiere a la necesidad de
efectuar análisis entre países, pues las tendencias que se encuentran dentro de
los países no tienen por qué reproducirse en las comparaciones internacionales.
Deben incorporarse las diferencias de estructuras e instituciones, pues no
necesariamente los países con mayores niveles de educación son los que
muestran una inserción laboral más adecuada y de mejor calidad. Ello no significa
desconocer la validez de la asociación entre educación y mayores probabilidades
de acceso al empleo y a mejor calidad de los mismos en un país determinado.
Los datos estilizados agregados representan razonablemente bien las
relaciones entre educación y mercado de trabajo de los países considerados.
Honduras es el país que más se aparta del comportamiento promedio. La
discontinuidad de los efectos de la mayor educación sobre el desempleo se
encuentra en los países con mayor número de años de escolaridad promedio,
Argentina y Chile. En el primero más de la mitad de los mayores de 15 años
8
Obviamente esta conclusión es sólo referida a los que dependen del trabajo para sus ingresos.
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Pág.
7
supera los 10 años de escolaridad, mientras que en el segundo, dos tercios están
en esa condición. La educación ha sido un factor importante de homogeneización
social en esos países. En países como Brasil, con mayor heterogeneidad social, se
encuentra que los con muy baja escolaridad están menos afectados por el
desempleo, aunque sí por la mala calidad de las ocupaciones.
CUADRO 2
EDUCACION Y MERCADO DE TRABAJO EN LOS 901
Participación
Desempleo
Ocupación
Precariedad
Salarios bajos
Informalidad
1
0a5
6a9
10 a 12
13 y más
Total
0,5
5,4
-2,2
25,2
-8,5
-0,4
3,4
6,4
-0,6
21,4
-4,5
1,4
0,6
4,9
-2,6
14,6
1,0
3,9
1,5
1,4
0,4
7,8
-0,8
1,2
3,3
4,7
0,2
16,7
-6,0
-0,9
Se refiere a cambios en puntos porcentuales entre 1990 y el 2000 de las variables incluidas en el Cuadro 1
Kritz aporta un tercer aspecto al destacar que la relación no es lineal y que
cuando existe un deterioro del mercado de trabajo en su conjunto acompañado
de una expansión del nivel educativo, la mayor escolaridad pierde su efectividad
para determinar la inserción laboral y se convierte en un instrumento para
discriminar la asignación de los puestos de trabajo disponibles. La abundancia
relativa de mano de obra educada y calificada permite que las empresas
aumenten los requisitos para contratación y parte de la inversión en educación y
calificación disminuye su rentabilidad y se transforma en credencial de acceso. El
argumento se desarrolla para Argentina al comparar la situación del 2000 con la
prevaleciente en 1990 y se aplica particularmente al desempleo, aunque también
se hace extensiva a la precarización y la informalidad. Llamas destaca un aspecto
adicional referido a la movilidad entre el sector informal y el moderno, al
argumentar que se concentran en la informalidad los menos educados y que su
falta de credenciales constituye una barrera de acceso a ocupaciones más
formales.
Una nueva lectura del cuadro 1 desde esta perspectiva nos permite
efectuar los siguientes comentarios sobre la base de los datos estilizados. La
menor rentabilidad de la educación referida a la probabilidad de encontrar trabajo
es marginalmente diferenciable hasta completar la enseñanza secundaria. Solo a
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Pág.
8
partir del ingreso a la enseñanza superior produce un efecto significativo. La tasa
de desempleo de los que poseen 13 y más años de escolaridad se diferencian
significativamente de los que no llegan a ese nivel y las diferencias entre primaria
y secundaria son marginales e incluso de signo contrario al esperado. Esto ocurre
tanto en cada año como en las diferencias. En el promedio, la hipótesis de Kritz
es acertada parcialmente ya que existe, pero no solo se relaciona con el deterioro
de la última década.
La situación es diferente con respecto a la relación entre educación y
precariedad y salarios bajos. En estos casos en cada año hay una relación inversa
lineal y significativa, mientras que las diferencias durante el período son diversas
dependiendo del indicador que se trate. Sigue el comportamiento mostrado en
cada año durante el período, cuando se refiere a la desprotección. Los de menor
educación aumentan su desprotección en 25 puntos porcentuales, mientras que al
otro extremo, los con 13 y más años de escolaridad lo hacen en cerca de 8
puntos. En cambio la relación entre educación e informalidad y salarios bajos,
solo se manifiesta con nitidez entre secundaria y terciaria.
Lo anterior sugiere que la explicación del comportamiento de la
desocupación debe incorporar no solo la oferta sino también la demanda de
trabajo y no solo los salarios y costos laborales, sino también el tipo de trabajo
generado. Ello incluso podría contribuir a explicar el comportamiento atípico que
se observa en el desempleo y en la informalidad.
La evolución de la tasa de desempleo es el resultado de los cambios en las
tasas de participación y de ocupación, las que muestran un comportamiento
diferenciado según nivel de escolaridad durante el período. La tasa de
participación aumenta levemente en todos los tramos excepto de 6 a 9 años de
escolaridad donde lo hace significativamente. La tasa de ocupación disminuye en
todos los tramos excepto en los con 13 y más años de escolaridad. La intensidad
es menor en el tramo de 6 a 9 años. La intensidad del cambio disminuye a
medida que aumenta la escolaridad, con la excepción mencionada. Ello sería
compatible con la utilización de la escolaridad como instrumento de selección
discriminada lo que significaría preferir a trabajadores con mayores años de
escolaridad dentro de un mismo rango de capacidad pero con remuneraciones
menores y con menor protección. Se produciría un traslado de demanda de
básica incompleta a secundaria incompleta. Lo mismo ocurriría entre secundaria
incompleta y terciaria.
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Pág.
9
Dos consideraciones adicionales permiten tornar aún más compleja esta
hipótesis. Por un lado, la tasa de participación de los entre 0 y 5 años de
escolaridad disminuye porque los nuevos entrantes son retenidos por la
educación, producto tanto del aumento de la inversión en educación como del
deterioro de la inserción laboral en términos de disponibilidad de puestos y de
remuneración esperada. Por otro lado, los que se encuentran en el tramo superior
de educación secundaria incompleta experimentan una selección adversa en el
mercado de trabajo debido al credencialismo en la contratación y sufren un
deterioro en las condiciones de trabajo y en las remuneraciones. Ello aumenta el
retorno esperado de la inversión en completar el ciclo secundario, lo que motiva a
retirarse de la búsqueda activa. El comportamiento del sector informal observado
sería consistente con esta interpretación. Por un lado, los menos educados se
retiran del mercado de trabajo por lo que no presionan por entrar a la
informalidad, mientras que los que deciden completar el nivel secundario ante la
pérdida de calidad de los puestos formales buscan alternativas en la informalidad
que permiten además compatibilizar escuela con trabajo dada su mayor
flexibilidad.
El análisis de Kritz para Argentina muestra con mayor nitidez las
tendencias que permiten identificar la homogeneización de los efectos de la
mayor escolaridad sobre el desempleo hasta completar el nivel secundario,
aunque la escolaridad aumenta la probabilidad de obtener un mejor empleo. Sin
embargo, cuando se deteriora el mercado de trabajo, la escolaridad no impide
que el deterioro en la calidad de los empleos afecte a todos. De hecho, la
información disponible para Argentina muestra que en el caso de la ocupación el
aumento de la escolaridad hasta completar el secundario, no disminuye el
desempleo en un año determinado ni tampoco entre años. Por el contrario, la
escolaridad tiene efectos positivos sobre la precariedad en cada año, pero todos
sufren el deterioro entre los años considerados.
Solo dos comentarios pueden agregarse sobre este tema. El primero se
refiere a si la debilidad del efecto sobre el desempleo es un fenómeno que
emergió durante los 90 o si por el contrario, ya era visible al comienzo del
período. Reconociendo que el desempleo aumentó significativamente y que ello
afectó a todos, en 1990 tampoco se observan diferencias significativas según
nivel de escolaridad hasta secundaria. En realidad las diferencias son similares a
las del 2000. El segundo se refiere a la evolución de las tasas de participación y
ocupación en el período ya que la primera aumenta en todos, mientras que la
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Pág. 10
segunda disminuye para todos los que no completaron el ciclo secundario. El
grupo entre 10 y 12 años presenta un aumento solo marginal de entrada al
mercado, y su tasa de ocupación se reduce en mayor proporción. Este puede ser
el resultado de la combinación de dificultades de contratación por credencialismo,
con preferencias por completar la educación media ante el aumento relativo de
los retornos a la educación terciaria. Este proceso de retorno a la escuela se
observa con mayor claridad en los grupos de jóvenes entre 15 y 24 años con 10 a
12 años de escolaridad, donde la tasa de participación cae en 37 puntos
porcentuales en el período en comparación con 5 puntos de reducción en la
misma tasa para el total de los que cuentan con escolaridad similar9.
GRUPOS VULNERABLES: JÓVENES Y MUJERES
Los trabajos de Llamas y Labarca-Poblete abordan el tema de la
discriminación por edad y género desde perspectivas diferentes. El primero lo
analiza desde la informalidad y los segundos para un país específico, Chile. En
esta sección de manera similar a la anterior identificaremos las tendencias que se
desprenden de los datos estilizados para el conjunto de países disponible,
tratando de identificar la existencia de sesgos en contra de los jóvenes y las
mujeres en su inserción en el mercado de trabajo pero teniendo en cuenta los
distintos niveles de educación. En el cuadro 3 se presenta una comparación de los
jóvenes (15 a 24 años) con el total para un mismo nivel de escolaridad para la
tasa de participación laboral, el desempleo y la calidad del empleo. Comparación
similar se efectúa para las mujeres con relación a los hombres10.
Cabe recordar como antecedente previo que en todos los países
analizados los jóvenes superan en años de escolaridad al promedio nacional y las
mujeres superan en 4 de los 6 países a los hombres y en los dos restantes
registran niveles similares. El acceso a la educación no parece constituir un
factor de discriminación en contra de los jóvenes y las mujeres, sino que por el
contrario, dadas las coberturas crecientes son los jóvenes los más beneficiados,
sin que a esas edades existan diferencias por género.
9
Debe señalarse que la reducción es de gran magnitud tanto para jóvenes con independencia del
sexo. El nivel de las tasas de participación de ese grupo en 1990 parece, sin embargo, demasiado alto
por lo que sería conveniente asegurarse de que no se trata de un error estadístico.
10
Se incluyen los años 1990 y 2000. Para simplificar el análisis se calcula un índice sintético de
calidad a partir de la información disponible sobre informalidad, precariedad y bajos salarios.
Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina
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Pág. 11
Los jóvenes participan menos en el mercado de trabajo que el promedio
tanto en 1990 como en el 2000. Lo hacen un 10% menos. Al desagregar por
intervalo de escolaridad se observa que a bajos niveles de educación (0 a 5 años)
no existen diferencias; a medida que aumenta la escolaridad las diferencias de
participación aumentan llegando al 40% para los jóvenes con 13 y más años de
educación. Estas diferencias son esperables dado el sostenido aumento de la tasa
de escolaridad que registran los países analizados.
La desocupación de los jóvenes duplica la tasa promedio y dicha diferencia
en contra de los jóvenes disminuye levemente en el período. Las diferencias
aumentan a medida que aumenta la escolaridad de los jóvenes alcanzando a 2,32,4 veces para los que poseen 13 y más años de escolaridad. Es claro que los
jóvenes están más afectados por la desocupación. ¿Es esta situación producto de
la discriminación generalizada, o es solo característica de los países analizados?
La mayor tasa de desempleo de los jóvenes es una característica universal11 lo
que refleja que, a menos que se suponga la existencia de discriminación
generalizada, que existen factores inherentes al mercado de trabajo de los
jóvenes que determina esta situación. Las causas que explican este
comportamiento son varias. Entre ellas cabe mencionar12, la mayor competencia
entre los jóvenes por el aumento de la escolaridad, la sustitución de educación
por años de experiencia en los adultos, las menores oportunidades de empleos
disponibles, las expectativas de ingresos de entrada de los jóvenes, los
contenidos de los puestos disponibles con relación a las expectativas y la
disponibilidad de contratos adecuados para el primer empleo.
Los jóvenes tienen menor acceso al empleo, pero además cuando lo logran
tienden a ocupar puestos de menor calidad. En promedio, de acuerdo al indicador
sintético utilizado, la calidad de los empleos de los jóvenes es entre 30 y 40%
inferior al del promedio. Al igual que con el desempleo, las diferencias aumentan
cuanto mayor es el nivel de escolaridad. Los jóvenes que poseen entre 0 y 12
años de escolaridad presentan diferencias de entre 20 y 30%; los de más de 13
llegan hasta entre el 50 y el 80% de diferencia en la calidad de los puestos. Más
que asignar esta asociación negativa al fracaso de la educación, debe
11
En los países de la OECD también el desempleo juvenil más que duplica el desempleo total. La única
excepción es Alemania donde dichas diferencia no existen debido como resultado del sistema de
educación y formación dual.
12
Estos factores se analizan en mayor detalle para Argentina, Chile, Brasil y Uruguay en, V. Tokman,
“Desempleo Juvenil en el Cono Sur”, Serie Opciones, Friedrich Ebert Stiftung, Santiago, 2003.
Sistema de Información de Tendencias Educativas en América latina
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Pág. 12
considerarse que la entrada al nivel de educación terciaria constituye para los
jóvenes un intervalo abierto que en el caso de los adultos incluye a todos los que
completaron dicho ciclo y los que combinan una alta base educacional y
experiencia.
En conclusión, los jóvenes tienen menos oportunidades de acceder al
empleo y cuando lo hacen son de menor calidad. Además la mayor educación no
parece disminuir el sesgo en contra de los jóvenes con relación a los adultos con
la misma escolaridad. Parte de ello obedece a características estructurales o
inevitables como que la mayor edad lleva a mayor experiencia, pero en parte
pueden disminuirse los obstáculos mediante políticas que contribuyan a generar
más capacidades en los jóvenes, mayores oportunidades de empleo y una
institucionalidad del mercado de trabajo más adecuada a las características de los
jóvenes.
CUADRO 3
PARTICIPACION, DESOCUPACION Y CALIDAD DEL EMPLEO SEGÚN ESCOLARIDAD, EDAD Y SEXO1
1990
Años de
Estudios
2000
Jóvenes2
Total
Relación3 Mujeres Hombres Relación4
Jóvenes2 Total Relación3 Mujeres Hombres Relación4
51,9
48,9
54,6
43,9
49,5
49,9
56,0
62,7
72,1
57,8
1,0
0,9
0,9
0,6
0,9
30,8
35,7
48,3
62,5
40,0
74,7
78,9
79,1
80,1
78,3
0,4
0,5
0,6
0,8
0,5
55,5
47,7
46,8
43,0
48,0
50,5
59,4
63,4
73,6
61,2
1,1
0,8
0,7
0,6
0,8
33,7
42,5
51,8
65,8
46,6
72,4
78,3
77,1
80,9
77,9
0,5
0,5
0,7
0,8
0,6
12,8
14,6
15,3
12,4
13,7
6,6
7,8
7,5
5,4
6,9
1,9
1,9
2,0
2,3
2,0
5,1
7,7
8,8
6,4
7,0
7,5
7,7
6,5
4,8
6,8
0,7
1,0
1,3
1,3
1,0
16,8
26,1
18,0
13,3
17,9
9,6
11,4
9,9
5,4
9,2
1,8
2,3
1,8
2,4
1,9
10,7
12,3
11,4
6,1
9,9
10,2
10,9
8,8
4,8
8,8
1,0
1,1
1,3
1,3
1,1
44,2
32,9
19,2
11,6
29,9
1,3
1,4
1,4
1,5
1,4
59,0
44,6
21,9
11,4
36,3
36,7
27,1
17,3
11,8
25,8
1,6
1,6
1,3
1,0
1,4
56,3
47,4
32,3
24,4
40,3
47,2
36,7
24,6
13,7
31,2
1,2
1,3
1,3
1,8
1,3
56,4
45,1
28,2
13,7
34,7
41,5
31,9
22,0
13,7
28,1
1,4
1,4
1,3
1,0
1,2
1.- PARTICIPACION
0a5
6a9
10 a 12
13 y más
Total
2.- DESOCUPACION
0a5
6a9
10 a 12
13 y más
Total
3.- CALIDAD DEL EMPLEO5
0a5
6a9
10 a 12
13 y más
Total
55,7
45,3
26,9
17,2
40,6
Notas:
Países incluidos y definiciones de participación y desempleo como en Cuadro 1
2
Jóvenes 15 a 24 años
3
Relación jóvenes a total para el mismo tramo de escolaridad
4
Relación mujeres a hombres para el mismo tramo de escolaridad
5
Calidad de empleo: porcentajes promedios para los cinco países de informalidad (50%), precariedad (25%) y salarios bajo el 30% (25%)
1
Fuente: SITEAL, IIPE/UNESCO Buenos Aires, OEI
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Pág. 13
Las mujeres poseen en promedio más años de escolaridad que los
hombres. Sin embargo, su tasa de participación en el mercado de trabajo es
inferior a la de ellos. La relación entre la tasa de participación de las mujeres y
la de los hombres era de 50% en 1990 y disminuye al 40% en el 2000. A
diferencia de los jóvenes, la educación se asocia positivamente con la
participación femenina. Para los que poseen menor escolaridad (entre 0 y 9 años)
la tasa de participación de los hombres duplica a la de las mujeres; para los que
tienen 13 o más años de escolaridad la diferencia disminuye al 20%. El principal
factor que origina esta diferencia de participación es la responsabilidad que
asumen las mujeres en el hogar y la familia, dada su función de madres y los
problemas que se enfrentan para encontrar arreglos que permitan una mayor
compatibilidad entre hogar- familia y trabajo. Estas dificultades son mayores
para las mujeres de hogares pobres, donde se concentran las de menor
educación, pues a las conductas discriminatorias se une la inexistencia de apoyo
público que facilite el cuidado de los niños desde el nacimiento hasta el ingreso a
la escuela.
Participan menos que los hombres en el mercado de trabajo pero registran
una tasa de desempleo mayor, aunque con un diferencial menor que el de los
jóvenes. La tasa de desocupación de las mujeres fue en 1999 marginalmente
superior a la de los hombres y en el 2000 solo las superan en 10%. La mayor
educación tiende a aumentar el sesgo en contra de las mujeres en materia de
desempleo. La probabilidad de encontrar empleo con relación a los hombres es
mayor para las mujeres que tienen menos de 10 años de escolaridad que para las
que poseen mayor escolaridad. En 1990 las mujeres con entre 5 y 9 años de
escolaridad registraron un desempleo menor que los hombres con ese nivel de
educación. Para las mujeres de 13 y más años de escolaridad la relación, en
comparación con los hombres, es de 1,3. Aún cuando las mujeres con menor
educación participan menos en el mercado de trabajo, cuando pueden hacerlo
encuentran un mercado menos competitivo con los hombres para niveles
similares de educación. No ocurre lo mismo a niveles más altos de escolaridad,
donde la mayor participación femenina debe enfrentar un mercado más
competitivo.
Participan menos que los hombres, presentan un desempleo mayor y
cuando obtienen trabajo, la calidad de los mismos es inferior. En 1990 la relación
era de 1,4 y en el 2000 se redujo levemente a 1,2. La educación tiene una
influencia favorable sobre la calidad relativa de los empleos para las mujeres. Las
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Pág. 14
que tienen 13 o más años de escolaridad ocupan puestos de similar calidad que
los de los hombres con la misma educación. La educación en las mujeres es más
efectiva para disminuir lo sesgos en ocupar puestos más productivos, más
protegidos y mejor remunerados que en evitar el desempleo.
La mayor educación se asocia a menor desempleo tanto en las mujeres
como en los hombres, pero hasta los 12 años de escolaridad las diferencias
resultantes son poco significativas. El credencialismo opera con independencia del
sexo, aunque la discriminación en contra de las mujeres opera por la vía de una
menor remuneración para un mismo nivel de educación. Ello no impide que la
mayor educación permita ocupar puestos de mejor calidad tanto para las mujeres
como para los hombres.
El trabajo de Labarca y Poblete coincide con estas tendencias para Chile
acerca de la existencia de sesgos en contra de los jóvenes y las mujeres en
cuanto a encontrar empleo y a la calidad de los mismos. Reconocen una
asociación positiva entre educación y calidad de los empleos, pero destacan la
concentración de trabajadores sin contrato en las mujeres, la modalidad de
trabajo a honorarios en jóvenes de alta escolaridad, las brechas crecientes en
materia de informalidad y la concentración de salarios bajos en jóvenes,
particularmente mujeres con menores niveles de educación. Sobre estos temas
en particular, se puede efectuar una interpretación con matices diferentes, no
tanto sobre los sesgos por edad y sexo, sino en cuanto a su evolución en la
década. La información permite observar que las diferencias han tendido a
disminuir, particularmente en cuanto a los sesgos en contra de las mujeres y más
aún, para las que han accedido al nivel terciario de educación.
En relación a la precariedad es cierto que las mujeres registran un
porcentaje mayor que los hombres, pero también lo es que las diferencias
disminuyen porque su aumento es menor en términos relativos. Los jóvenes son
también los más afectados y en el caso de los que poseen 13 y más años de
escolaridad, se nota una tendencia a la desaparición de las diferencias. Mientras
en 1990 la proporción de mujeres jóvenes con ese nivel de escolaridad en
empleos precarios superaba a la de los hombres en alrededor de 4 puntos
porcentuales, al final de la década esa relación se revierte y alcanza a 2 puntos
en contra de los hombres. Ello, por cierto, dentro de una tendencia general al
aumento de la precariedad que afecta a los jóvenes de ambos sexos. Aumenta el
trabajo desprotegido, pero lo hace más para los hombres que para las mujeres.
Es posible que parte de ese trabajo con mayor contenido educativo signifique
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Pág. 15
trabajo a honorarios. Esta tendencia puede complementarse con la evolución del
porcentaje de trabajadores jóvenes con salarios inferiores al 30% más bajo. Para
los jóvenes con mayor nivel educativo se registra el porcentaje más bajo de
salarios bajos, lo que sugiere que la remuneración a honorarios lleva a la
desprotección pero también a ingresos más altos13. Los honorarios constituyen
una forma de remuneración que constituye un problema cuando se trata de
salarios bajos, generalmente asociados a niveles educativos también bajos. Para
los niveles educativos más altos, particularmente los ocupados en el sector
privado, la atracción por el mayor ingreso se asocia a la falta de cultura
previsional de los jóvenes que prefieren trabajar sin enfrentar el costo de
protección. A ello se suma que el diseño de los sistemas de protección no
presenta ni incentivos, ni obligatoriedad de cobertura para los no dependientes, lo
que traspasa a los individuos la decisión de protección.
Los jóvenes y las mujeres tienden a insertarse en mayor proporción en el
sector informal en Chile según los autores y en general, según el trabajo de
Llamas. En el caso de Chile esto se produce en un contexto de disminución del
tamaño de la informalidad en la década y de acortamiento de las diferencias por
edad y por sexo, lo que es más notorio en los de alta escolaridad. Los hombres,
independiente de su edad y sexo, disminuyen su participación en la informalidad
en 1 punto porcentual mientras que las mujeres lo hacen en 4. Los jóvenes
hombres reducen su participación en 3 y las mujeres en 12 puntos y los que
tenían 13 y más años de escolaridad en 1990 representaban cerca del 18% de los
hombres y de las mujeres jóvenes; en el 2000, ambos se reducen, pero el
porcentaje hombres jóvenes supera al de las mujeres. Ello sugiere que en un
ambiente de mejoría del mercado de trabajo y de mayor acceso a la educación,
los jóvenes y entre ellos, las mujeres tienden a recibir mayores beneficios por
haber sido los más rezagados. Ello se observa también en la evolución del
porcentaje que percibe salarios bajos, donde las mujeres jóvenes con menos
educación reducen significativamente su participación, aunque todavía sea alta y
en el tramo de 6 a 9 años de escolaridad para el año 2000 la proporción solo
difiere en 2 puntos porcentuales en comparación con 30 puntos de diferencia que
existían al comienzo de la década.
13
La información no permite identificar con claridad si el trabajo a honorarios es considerado como
asalariado o cuenta propia, por lo que la relación con la desprotección solo es válida si la base de
datos los incluye dentro de los primeros.
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Pág. 16
El trabajo de Llamas encuentra una asociación inversa entre escolaridad e
informalidad y una concentración de los jóvenes, los viejos y las mujeres. La
menor escolaridad de los informales determina una trayectoria de movilidad
restringida, pues el paso a la formalidad requiere, por lo general, credenciales
educacionales. Los jóvenes, con bajo nivel de escolaridad, encuentran su primer
trabajo con mayor facilidad en el sector informal, lo mismo que las mujeres y los
de mayor edad que deben continuar trabajando por falta de una adecuada
protección social. A mayores niveles de educación disminuye la informalidad y a
partir de los 10 años de escolaridad las diferencias entre hombres y mujeres
tienden a desaparecer. El examen que efectúa el autor sobre las remuneraciones
bajas muestra una curva similar a la de informalidad en cuanto a la concentración
de los las mujeres y los jóvenes y viejos. Debe señalarse, sin embargo, que en
países como Argentina y Chile, que tuvieron una evolución diferente de los
niveles de pobreza en la década, los sesgos en contra de las mujeres tendieron a
desaparecer. La precariedad también registra una asociación similar a la de la
informalidad y los bajos salarios, aunque en este caso las diferencias por sexo y
edad son menores que las que se muestran para la informalidad. Se observa una
sobre representación de jóvenes en la precariedad, pero las diferencias por sexo
para diferentes edades no parecen ser significativas14.
CONCLUSIONES
El trabajo alcanza cinco conclusiones principales. Tres referidas a la
relación entre educación y mercado de trabajo y dos a los sesgos en contra de los
jóvenes y de las mujeres.
La primera conclusión es que existe una relación positiva entre educación
y mercado de trabajo. A mayor escolaridad, mayor es la probabilidad de
encontrar empleo y mejor es la calidad de los mismos. Además, la escolaridad se
asocia con mayor participación en el mercado de trabajo y con mayor ocupación.
14
Las relaciones que establece Llamas en base a los datos disponibles entre informalidad, precariedad
y salarios bajos debe tomarse con cautela. En rigor deberían presentar segmentos comunes, pero no
necesariamente, debido a las definiciones de las variables incorporadas. La informalidad se define en
base a categoría ocupacional y tamaño de establecimiento. La precariedad sólo incluye a los
asalariados, incluso al personal doméstico, por lo que la superposición se limita a los asalariados en
establecimientos de menos de 5 ocupados. Situación similar ocurre con los asalariados con salarios
por hora en el 30% más bajo.
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La segunda conclusión es que esta asociación se presenta tanto en un año
determinado como en el período analizado. Es más clara cuando se observa un
país en un punto en el tiempo, pero las diferencias en la década de los 90
permiten también observar que, aún cuando el mercado de trabajo se deteriora,
la mayor educación es un instrumento útil para defenderse mejor ante la
adversidad. No logra revertir el deterioro. Todos enfrentan un costo, pero los más
educados son los menos afectados. La conclusión también depende del país que
se trate, pues las diferencias en niveles de desarrollo, de escolaridad, de
estructura y de las instituciones cuentan. No es igual la relación entre educación y
mercado de trabajo cuando se trata de países con baja escolaridad y alto
analfabetismo que cuando se refiere a países altamente escolarizados y más
homogéneos.
La tercera conclusión se refiere a la no linealidad de la asociación entre
educación y desempleo. Se detecta una discontinuidad entre los efectos a partir
del ingreso al nivel terciario en relación con los niveles educacionales previos. En
períodos de deterioro del mercado de trabajo, que se producen junto a un
aumento de la cobertura educacional, la asignación de los insuficientes puestos
generados se discrimina en función del nivel de escolaridad. La educación se
convierte en credencial para acceder al mercado de trabajo. Los retornos
aumentan a partir de la enseñanza secundaria completa, mientras que los
beneficios de contar con enseñanza primaria o secundaria incompleta, son menos
importantes e incluso en algunos países, de signo contrario al esperado.
La selección parece producirse en niveles diferentes de capacidades,
particularmente en los países que todavía no han alcanzado un alto grado de
escolarización. Entre básica incompleta y secundaria incompleta, los jóvenes
tienen tendencia a retirarse de la búsqueda activa por el atractivo del retorno a la
escuela en períodos de expansión de cobertura y por las bajas expectativas de
encontrar empleo de buena calidad. Por el lado de las contrataciones se produce
una preferencia por los que tienen mayor escolaridad, lo que refuerza el atractivo
del retorno a la escuela. Entre secundaria incompleta e ingreso al nivel terciario
se presenta una discontinuidad similar. Aumenta el retorno esperado de una
mayor inversión en educación, lo que resulta en un retiro del mercado de trabajo
o en una preferencia por ocupaciones más flexibles que permitan compatibilizar
mejor educación con trabajo. Ello resulta en tasas de desempleo menores para
los que tienen entre 0 y 5 años de escolaridad en comparación a los que se
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Pág. 18
encuentran en el tramo entre 6 y 9 años y en un aumento de los empleos
informales para los jóvenes entre 10 y 12 años de escolaridad.
La cuarta conclusión se refiere al sesgo en contra de los jóvenes. Son los
más favorecidos por la ampliación de cobertura educacional, pero los resultados
en el mercado de trabajo no incorporan la mayor inversión en educación. Los
jóvenes participan menos que el promedio en la búsqueda activa de empleo y
cuando más educados son, menos participan. Se presenta un conflicto entre
búsqueda y escuela. Por otro lado, los que participan tienen una probabilidad de
desempleo mayor que el promedio (más del doble) lo que también se asocia
inversamente a la escolaridad. A mayor escolaridad, mayor diferencial de
desempleo, lo que no es exclusivamente discriminación en la contratación sino
que responde a las características específicas del mercado de trabajo de jóvenes
y a la complementación de experiencia en el trabajo con educación. Cuando
consiguen trabajo, tienden a concentrarse en los empleos de menor calidad y las
diferencias con los grupos comparables se amplía a medida que aumenta el nivel
de escolaridad.
Por último, las mujeres también presentan sesgos en su contra. Participan
menos que los hombres, pero a diferencia de los jóvenes, disminuyen las
diferencias a medida que aumenta la educación. Ello se relaciona con la necesidad
de compatibilizar los papeles de las mujeres en la procreación y en el hogar con
el trabajo. Ellos son más difíciles de conciliar en los hogares más pobres, los que
a su vez se asocian con menores niveles educativos de las mujeres. Existe
también una mayor dificultad para encontrar empleo, pero en menor medida que
en los jóvenes. Las con mayor escolaridad presentan tasas de desempleo 30%
superiores a las de los hombres con la misma escolaridad. Las diferencias hasta
los 10 años de escolaridad son marginales. La mayor educación se asocia
positivamente con la calidad del empleo de las mujeres y las que cuentan con 13
y más años de educación están en situación similar a la de los hombres, aunque
algunos estudios sugieren que la discriminación a partir de ese nivel se produce
por menor remuneración del capital educativo similar. La escolaridad en las
mujeres se asocia más con mejores posibilidades de acceso a trabajos mejores,
que con menores tasas de desempleo.
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Pág. 19
¿Qué es el SITEAL?
El Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (SITEAL) es un
programa que desarrollan en forma conjunta el Instituto Internacional de Planeamiento
de la Educación - Buenos Aires (IIPE - UNESCO, Sede Regional Buenos Aires) y la
Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(OEI). Este Programa comenzó a funcionar a comienzos del año 2003.
Los objetivos del programa son:
- Producir, sistematizar y analizar información cuantitativa y cualitativa orientada a la
toma de decisiones
- Transferir la información a la comunidad de interés: decisores políticos, académicos,
técnicos, docentes, estudiantes, periodistas, etc.
El SITEAL está orientado a monitorear la inequidad en el acceso y en los logros
educativos de la población, así como el impacto de la educación en la calidad de vida de
las familias y en la dinámica social.
En su primera etapa, el Programa se concentrará en la producción y análisis de
información proveniente de las Encuestas a Hogares que se implementan en casi todos
los países de la región, ya que esta fuente, por su periodicidad y cobertura temática,
posibilita diagnosticar la situación y la evolución de la relación entre educación y
sociedad.
Esta iniciativa busca aportar un mayor conocimiento sobre la situación social y
educativa de la región, como contribución al fortalecimiento de las políticas educativas
ante el desafío de garantizar una educación de calidad para todos.
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