Oficio 220-170843 Del 14 de Diciembre de 2011 ASUNTO: ALGUNOS ASPECTOS RELACIONADOS CON LA LIQUIDACION VOLUNTARIA DE UNA SOCIEDAD Me refiero a su escrito radicado en esta Entidad con el número 2011- 01- 325122, mediante el cual, previa las consideraciones allí expuestas, formula una consulta sobre los aspectos allí relacionados con liquidación voluntaria de una sociedad, en los siguientes términos: ¿Cuál es el alcance de la responsabilidad de un liquidador una vez liquidada una sociedad? ¿Quién debe ir en nombre de la sociedad a una audiencia laboral con un ex empleado? ¿Qué ocurre si no se tiene contacto con el liquidador principal o suplente? ¿Cuáles siguen siendo las responsabilidades de la sociedad liquidada? ¿Cuáles son las responsabilidades del liquidador? ¿Qué se entiende por asuntos pendientes, cuando la norma menciona que es lo único que debe hacer el liquidador? Al respecto, este Despacho se permite hacer las siguientes precisiones jurídicas: i) De conformidad con lo dispuesto en el artículo 22 de la Ley 222 de 1995, son administradores, el representante legal, el liquidador, el factor , los miembros de juntas o consejos directivos y quienes de acuerdo con los estatutos ejerzan o detenten esas funciones. Del estudio de la norma antes descrita, se desprende que al tener el liquidador la calidad de administrador, debe, al tenor de lo previsto en el artículo 23 ibídem, obrar de buena fe, con lealtad y con la diligencia de un buen hombre de negocios. Sus actuaciones se deben cumplir en interés de la sociedad, teniendo en cuenta los intereses de los asociados. En tal virtud, el liquidador de una sociedad está obligado a realizar todas las gestiones que estén a su alcance para cumplir el encargo que le fue encomendado, cual es el de adelantar y agotar el trámite del proceso liquidatario del patrimonio social, siguiendo para ello el procedimiento previsto en el artículo 225 y siguientes del Código de Comercio, así como cumplir con sus obligaciones y deberes allí señalados. ii) En cuanto a la responsabilidad de los administradores, se observa que al tenor de lo dispuesto en el artículo 255 ejusdem, los liquidadores serán responsables ante los asociados y ante terceros de los perjuicios que se les cause por violación o negligencia en el cumplimiento de sus deberes. Concuerda esta norma con lo indicado en los artículos 222 y 242 ibídem. El primer o, expresa que disuelta la sociedad se procederá de inmediato a su liquidación. En consecuencia, no podrá iniciar nuevas operaciones en desarrollo de su objeto y conservará su capacidad jurídica únicamente para los actos necesarios a la inmediata liquidación. Cualquier operación o acto ajeno a este fin, salvo los autorizados expresamente por la ley, hará responsables frente a la sociedad, a los asociados y terceros, en forma ilimitada y solidaria, al liquidador, y al revisor fiscal que no se hubieren opuesto. Así, el nombre de la sociedad disuelta deberá adicionarse siempre con la expresión “ en liquidación” y los encargados de realizarla responderán de los daños y perjuicios que se deriven por dicha omisión. El segundo, enseña que el pago de las obligaciones sociales se hará observando las disposiciones legales sobre prelación de créditos. Para este y los demás efectos legales, los bienes inventariados determinarán los límites de la responsabilidad de los liquidadores como tales, respecto de los asociados y terceros. Como se puede apreciar, la responsabilidad de una sociedad en liquidación se radica en cabeza del liquidador en la cuantía de los bienes inventariados, quien es el encargo, se reitera, de tramitar y adelantar el proceso liquidatario en la forma prevista en la ley. De otra parte, es preciso anotar que la responsabilidad de los administradores, modificada por el artículo 24 de la ley 222 de 1995, señala que en los casos de incumplimiento o extralimitación de sus funciones, violación de la ley o de los estatutos, se presumirá la culpa del administrador, éste presupuesto, le impone al liquidador frente a una eventual acción de responsabilidad social, la necesidad de desvirtuar cualquier negligencia en el cumplimiento de sus funciones. No obstante lo anterior, es oportuno advertir que la función de esta Entidad respecto de las sociedades vigiladas que están adelantando un proceso liquidatorio, corresponde a la de ejercer un control de legalidad sobre las operaciones liquidatorias, sin perjuicio de las funciones administrativas de las que está investida, dentro de las que se prevé la práctica de investigaciones administrativas cuando se presenten irregularidades o violaciones legales o estatutarias. (artículo 87 numeral 5º de la ley 222 de 1995). iii) En torno a la responsabilidad de los accionistas fue prevista por el legislador en los artículos 252, 253 y 254 ibídem, y se concreta mediante el ejercicio de acciones por parte de terceros, directamente contra los liquidadores, sin perjuicio de la posibilidad que les asiste tanto a los liquidadores como a los acreedores sociales, de repetir contra los asociados por las sumas o bienes entregados antes de pagar íntegramente el pasivo externo de la sociedad. De otra parte, se observa que el artículo 256 ejusdem, preceptúa que las acciones de los asociados entre sí, por razón de la sociedad y la de los liquidadores contra los asociados, prescribirán en cinco años a partir de la fecha de disolución de la sociedad. Las acciones de los asociados y de terceros contra los liquidadores prescribirán en cinco años a partir de la fecha de la aprobación de la cuenta final de liquidación. iv) Una vez aprobada la cuenta final de liquidación, el acta en el cual consta dicha circunstancia deberá inscribirse en el registro mercantil, y a partir de ese momento desaparece del mundo jurídico la sociedad, y por ende todos sus órganos de administración y de fiscalización si existieren, desapareciendo así del tráfico mercantil como persona jurídica, en consecuencia, no puede de ninguna manera seguir actuando ejerciendo derechos y adquiriendo obligaciones. Por lo cual, una vez ocurrido el registro de la cuenta final de liquidación, no existe persona jurídica a nombre de quien actuar, y por consiguiente, la calidad de representante o liquidador también perece o termina, en consecuencia mal haría la persona que estuvo como liquidador, pretender seguir actuando a nombre de una sociedad inexistente. Así las cosas, no resulta posible que contra una sociedad ya liquidada se inicien nuevos procesos, en razón a que en tal evento no se cumple el requisito a que alude el artículo 44 del Código de Procedimiento Civil, esto es, la capacidad para ser parte, pues una vez se liquida una sociedad desaparece la persona jurídica y por consiguiente el atributo de la capacidad En efecto, el artículo 44 del Código de procedimiento Civil, consagra que “ Las personas jurídicas comparecerán al proceso por medio de sus representantes, con arreglo a lo que disponga la Constitución, la ley o los estatutos” , de lo cual se desprende que las personas jurídicas de derecho privado deben acreditar no solo su existencia y su normal funcionamiento, lo mismo que el poder y mandato de sus gestores. En otros términos, deben demostrar su propia personalidad y la personería de quienes la administran. De otro lado, y como es sabido, las personas jurídicas de derecho privado se dividen en civiles y comerciales, éstas últimas adquieren personería jurídica a través del otorgamiento del instrumento público de constitución, acto por el cual se individualiza y separa de quienes la crearon en razón a que surge como un ente jurídico independiente. De ahí, que sea necesario distinguir la extinción de la personalidad en sí, es decir, la capacidad jurídica, de la extinción del substrato material (patrimonio social). En efecto, el término disolución se refiere a la extinción de la personalidad, y el vocablo liquidación, a la extinción del patrimonio social. En tal virtud, se tiene que la sociedad es una persona jurídica con capacidad para ser sujeto de derechos y obligaciones, y, por consiguiente, para ser parte en un proceso, atributo que conserva hasta tanto se liquide el ente y se apruebe la cuenta final de su liquidación, que es el momento en el cual, se reitera, se extingue la persona jurídica. Luego, al desaparecer la sociedad de la vida jurídica, el liquidador, quien figura como tal en el certificado de cámara de comercio, no está legitimado para representarla en una audiencia de conciliación laboral, toda vez, se repite, que con el trámite de la disolución y liquidación se extinguió la persona jurídica, y por ende, por sustracción de materia, carece de facultad para obrar como representante legal de una sociedad que dejó de existir material y jurídicamente. Sin embargo, si la conciliación que se pretende es dentro de un proceso de carácter laboral iniciado antes de la fecha de terminación del proceso liquidatario, la misma podría a juicio de este Despacho ser celebrada por el apoderado especial que representa a la sociedad en liquidación dentro del mismo, siempre y cuando se le haya otorgado expresamente dicha facultad en el mandato conferido. De otro lado, es de advertir, que al tenor de lo previsto en el artículo 27 de la Ley 1429 de 2010, “ Cuando después de terminado el proceso de liquida ción voluntaria, aparezcan nuevos bienes de la sociedad, o cuando el liquidador haya dejado de adjudicar bienes inventariados, habrá lugar a una adjudicación adicional conforme a las siguientes reglas: 1. La adjudicación adicional estará a cargo, en primer término, del liquidador que adelantó la liquidación de la compañía, pero si han transcurrido cinco (5) años desde la aprobación de la cuenta final de liquidación o el liquidador no puede justificadamente adelantar el trámite, la Superintendencia de Sociedades lo designará para que adelante el trámite pertinente. 2. Podrá formular la solicitud cualquiera de los acreedores relacionados en el inventario del patrimonio social, mediante memorial en que se haga una relación de los nuevos bienes y se acompañen las pruebas a que hubiere lugar. 3. Establecido el valor de los bienes por el liquidador, este procederá a adjudicarlos a los acreedores insolutos, en el orden establecido en el inventario del patrimonio social. En el evento de no existir acreedores, adjudicará los bienes entre quienes ostentaron por última vez la calidad de asociados, según el porcentaje de participación que les correspondía en el capital de la sociedad. 4. En acta firmada por el liquidador se consignará la descripción de los activos adjudicados, el valor correspondiente y la identificación de la persona o personas a las que les fueron adjudicados. 5. Los gastos en que se incurra para la adjudicación adicional, serán de cuenta de los adjudicatarios” . (Subraya el Despacho). Del estudio de la norma antes transcrita, se colige que tratándose de una adjudicación adicional de nuevos bienes o de aquellos que no fueron adjudicados durante el proceso liquidatario, el liquidador que adelantó la liquidación solamente podrá actuar como tal, para surtir el trámite correspondiente a tal adjudicación, a pesar que el ente jurídico se haya extinguido, lo que de no ser posible, le corresponde a la Superintendencia de Sociedades designar un liquidador para que proceda de conformidad, siguiendo las reglas allí establecidas. vi) Finalmente, y cuando quedan algunos asuntos pendientes, tal como es el caso de las obligaciones condicionales, el artículo 245 del Estatuto Mercantil, prevé que se debe hacer una reserva adecuada en poder de los liquidadores para atender dichas obligaciones si llegaren a hacerse exigibles, la que se distribuirá entre los asociados en caso contrario. La misma regla se aplicará en caso de obligaciones litigiosas, mientras termina el juicio respectivo. En estos casos, no se suspenderá la liquidación, sino que continuará en cuanto a los demás activos y pasivos. Terminada la liquidación sin que se haya hecho exigible la obligación condicional o litigiosa, la reserva se depositará en un establecimiento bancario. En los anteriores términos, damos respuesta a su consulta, no sin antes advertirle que la misma tendrá el alcance del artículo 25 del Código de Procedimiento Civil.