Uso del arma nuclear por EEUU contra Japón en 1945 continúa

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Uso del arma nuclear por EEUU contra Japón en 1945
continúa causando daños humanos
Caracas, 06 Ago. AVN (Melquíades Rondón).- A 65 años del lanzamiento de las bombas atómicas
“Little boy” (pequeño muchacho) y “Fat man” (hombre gordo) sobres la ciudades de Hiroshima y
Nagasaki por decisión del presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, los habitantes de estas
capitales continúan sufriendo un sin número de enfermedades, muchas de ellas degenerativas, con
malformaciones, entre otras, por la reacción nuclear en cadena provocada por la fusión de isotopos
del hidrógeno.
Después de esas décadas transcurridas, el mundo corre el peligro de sufrir un holocausto nuclear
mucho mayor y de consecuencias más duraderas para toda la humanidad.
El 6 de agosto de 1945 un bombardero B-29 con el nombre de “Enola Gay” lanzó la primera bomba
atómica sobre Hiroshima para destruir casi completamente la ciudad y matar en el acto a 80 mil
personas, detalló un relato de terra.com.ar.
Aunque el día del lanzamiento de la primera bomba se contabilizó esa cantidad de personas
fallecidas, desafortunadamente decenas de miles de personas fueron falleciendo en los días
posteriores a causa de su exposición a la radiación y, se contabilizó que a fines de 1945, la cifra de
muertos superaban las 140 mil personas.
Esa primera bomba lanzada por el piloto Paul W. Tibblets a las 8.15 AM, era de 15 mil toneladas de
TNT. Luego de su accionar formó una columna de humo gris-morado, que generó una temperatura
de 4000 grados centígrados.
Como si fuera poco, el hecho no generó conformidad para el imperio norteamericano, quien en su
afán de querer dominar el mundo y por vengarse del ataque japonés a Pearl Harbor, tres días más
tarde del ataque a Hiroshima, lanzó de manera despiadada e inhumana otra bomba atómica, esta
vez, sobre la ciudad de Nagasaki, a 700 kilómetros al oeste de Tokio, donde perecieron por lo menos
40 mil personas, según recuerda la cadena BBC de Londres.
Estados Unidos confiaba en que una bomba atómica evitaría la muerte de cerca de un millón de
soldados estadounidenses que luchaban en el Pacífico contra el inquebrantable Japón .
Sin embargo, el comandante supremo de las tropas aliadas en el frente europeo, el general Dwight
Eisenhower, pensaba que lanzar una bomba atómica era completamente innecesario sobre Japón
que ya "estaba listo para rendirse", según una entrevista con la revista norteamericana Newsweek
de noviembre de 1963.
Recuérdese que en julio de 1945, días antes de la fatal decisión de Truman, Eisenhower se reunió en
el cuartel general europeo en Berlín con el secretario de Guerra, Henry Lewis Stimson, a quien le
dijo: “Pienso que ya no es obligatoria una medida para salvar vidas estadounidenses. Estoy
convencido de que Japón está buscando algún modo de rendirse con una mínima pérdida de
imagen”.
Seís días después de la tragedia de Nagasaki, el 15 de agosto, el emperador Hirohito anunció al país
la rendición incondicional de Japón, durante un discurso pronunciado por radio en el que reconoció
del devastador poder de una nueva y cruel bomba estadounidense.
Antecedentes
Antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, en 1939, un grupo de científicos
estadounidenses, muchos de ellos refugiados en EEUU a causa de la represión de los regímenes
fascistas en Europa, manifestaron su preocupación por la posibilidad de que los nazis desarrollaran
armas nucleares.
En 1940, el gobierno estadounidense creó su programa de desarrollo nuclear que trabajó en la fusión
de uranio 235 y plutonio (Pu-239) que enviaron a los laboratorios de Los Alamos, en Nuevo México,
donde un equipo conducido por por J. Robert Oppenheimer trabajó esos materiales para desarrollar
el “Proyecto Manhattan”.
El ataque japonés a Pearl Harbor, ocurrido el 7 de diciembre de 1941 en Hawai, destruyó gran parte
de la flota estadounidense del Pacífico aunque no afectó los tres portaaviones principales que se
hallaban en alta mar.
El hecho fue considerado una traición por parte de Estados Unidos, que posteriormente le declaró la
guerra a Japón.
Después de ese ataque, que causó la entrada de la Casa Blanca en la Segunda Guerra Mundial, más
de 140 mil japoneses, una de las tres comunidades asiáticas más grandes de Estados Unidos, fueron
arrestados y confinados en campos de concentración, a pesar de ser ciudadanos estadounidenses.
A pesar de que no tenía posibilidades de ganar la guerra en el Pacífico, tras la derrota de Alemania,
Japón no quería rendirse ante las fuerzas aliadas.
A fines de julio de 1945, los militares japoneses rechazaron la Declaración de Potsdam, que pedía la
rendición incondicional de Japón y que amenazaba con una rápida y total destrucción de ese país.
Estado Unidos continúa intimidando a la humanidad
Para el líder de la revolución cubana Fidel Catro Ruz, el objetivo que realmente buscaba Estados
Unidos con el lanzamiento de las bombas atómicas, sobre las dos ciudades japonesas, no era el que
Japón se rindiera, pues éste ya llevaba tiempo buscando una salida negociada a la guerra, destacó el
portal puntodevistaypropuesta.blogspot.com.
El verdadero objetivo del gobierno yanqui no era otro que intimidar a la humanidad, en especial a la
Unión Soviética, mostrándole la capacidad destructiva de la que eran poseedores y de su total falta
de escrúpulos para utilizarla contra población civil indefensa.
Castro sostiene que el lanzamiento de las bombas era la forma de decirle al mundo que, tras la
Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se había convertido en el nuevo imperio y que nadie debía
de entrometerse en su camino expansionista.
El ex presidente cubano explica que hoy como entonces, el gobierno de los Estados Unidos de
Norteamérica, junto a sus aliados, sigue haciendo gala de la misma falta de escrúpulos y de
humanidad desarrollando guerras atómicas de baja intensidad en Afganistán e Irak, haciendo uso de
explosivos de uranio empobrecido y fósforo blanco que tendrán a la larga unas consecuencias
desastrosas para la población y el medio ambiente de Oriente Medio.
Un genocidio, sólo denunciado y combatido con firmeza por un puñado de naciones dignas como
Cuba, Venezuela o Irán, ésta última, paradójicamente acusadas de construir armas nucleares, por
quienes precisamente las han usado y las siguen usando en sus criminales guerras de rapiña.
En sus últimas reflexiones del día 3 de Agosto, Castro emplaza al presidente de los Estados Unidos,
Barack Obama, y lo insta a reflexionar profundamente sobre la coyuntura actual mundial.
“Usted debe saber que en sus manos está ofrecer a la humanidad la única posibilidad real de paz.
Sólo en una ocasión podrá usted hacer uso de sus prerrogativas al dar la orden de disparar”, escribe
Fidel a Obama.
Es posible que después, a partir de esta traumática experiencia, se encuentren soluciones que no
nos conduzcan otra vez a esta apocalíptica situación. Todos en su país, incluso sus peores
adversarios de izquierda o de derecha, con seguridad se lo agradecerán, y también el pueblo de
Estados Unidos, que no es en absoluto culpable de la situación creada.
Le solicito se digne a escuchar esta apelación que en nombre del pueblo de Cuba le transmito…dijo
Fidel.
Para algunos articulistas como Roberto Herrera desde el punto de vista puramente
táctico-estratégico militar, el bombardeo atómico en Agosto de 1945 fue una acción innecesaria,
inmoral y criminal. El Imperio Japonés estaba vencido y en el umbral de la capitulación
político-militar.
Desde el punto de vista geo-político y tecnológico la detonación de las bombas sirvió para
comprobar in situ la dimensión y fuerza de la explosión atómica, las consecuencias directas e
indirectas de la radiación en el reino animal y vegetal, así como los estragos materiales en la
infraestructura social y económica causados por la reacción nuclear en cadena provocada por la
fusión de isotopos del hidrógeno.
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