El miedo y el dolor, escapulario de por vida Mirando mis huellas de peregrino Por la vida caminando por caminos y veredas Aun sin quererlo llevaba impregnado ese dolor de alma acaecido por una envenenada contienda De lo muy poco que podía salvar de mi cuerpo, de la grisácea y mal oliente tierra por las bombas y balas, con perfume a cementerio, de aquellos jóvenes que yacen bajo tierra! Mi cuerpo, esa débil y atormentada tierra, a penas sin soles ni lunas; cansado de mitigar, “por esta vida perra” Esas lunas, opacas y dolientes en soledad , con mis huellas por la carretera Envolviendo más, la fuente de mi amor, una bruma ensombrecida, desoladora, y alquitranadas en el alma, sus venas Pude dejar descendencia de amor tras mis huellas, aunque haya perdido el verdor de esperanza, “en mi vida entera”. Pero esas espinas de alambre corrosivo que tienen a mi alma prisionera; las noches de niebla son: ¡Mis carceleras! ¡OH Dios…! Aunque estemos casi al final de nuestros otoños, en nuestras entrañas …sentimos vida. Sentimos: Amor. No ay que juzgar a nadie, por su exterior Si, en un memento dado nos hizo daño, o se equivoco. Parémonos un momento, y miremos en su interior, en su fondo, ¡ay amor! Aun, en nuestros corazones, corre sangre roja y limpia, por todas sus laderas. Mis días y noches, no hayan sido resplandecientes en mi otoñal rosaleda Las atrapó la oscuridad negra Siempre en el fondo de mi corazón dormita ésa amorosa y roja rosa y la insignia de la verde primavera. II Mi rosaleda otoñal, ansía vivir, gozar, sonreír a la vida sin miedos, sin imposiciones, si no… con amor y alegría, a un nuevo y exuberante horizonte Algún día, todos podremos vivir, sin esa imposición, que la misma vida como escapulario, al cuello nos colgó. Dejemos de echar a volar al viento Rencores, egoísmos y odios depravados Debemos esparcir al viento, con nuestras manos, hermoso manjar de amor, que tanto ansiamos los humanos. Que puedan ver en ellas, nuevos días de sol sin sombras, ni espinos oxidados en la fronda de nuestros cuerpos que imploran nuestras delicadas manos Dejémoslas en el frió desván olvidas Que el nuevo sol desahucie las sombras Que como lastre hemos soportado, estación tras estación, de año tras año. Hasta a coger al Otoño en nuestras cansadas y amarillentas manos. Libres las hojas, de negras y espinosas sombras Prevaleciendo el rojo de la rosa, De nuestro corazón,” trémulo y cansado” Desahuciemos de nosotros, todo mal de nuestro interior, que tanto hemos preservado. Desechemos la brisa podrida correteando por la tierra de nuestros cuerpos que nos tenían pies y manos maniatados. Que aquellos ojos sin luz, que nos dieron de lado. Por las aguas del amor, ¡sean limpiados! para que puedan volver a ver sin odios nuestros verdes y hermosos prados. Puedan ver en el ser humano el amor… en la profundidad de nuestras tierras Enterrando para siempre las sombras negras desechándolas de nuestro lado. 28 de Junio del 2012 www. El-Obrero-Poeta.blogspot.com