RECEPCIÓN DE LOS SANTOS ÓLEOS

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OBISPADO DE BILBAO
DELEGACIÓN DE LITURGIA
BILBOKO GOTZAITEGIA
LITURGIARAKO ORDEZKARITZA
HORA SANTA
EN LA NOCHE DEL JUEVES SANTO
2004 (C)
VIA CRUCIS
EN EL VIERNES SANTO
Material de apoyo
para los Equipos de Liturgia
HORA SANTA
EN LA NOCHE DEL JUEVES SANTO
Notas previas:
El modo concreto de realizar esta Hora Santa dependerá de cada comunidad y de
sus posibilidades.
Conviene buscar varias personas para leer y ver qué partes podrían ser rezadas
por todos teniendo el texto y los cantos.
Convendría hacer esta Hora Santa junto a la reserva de la Eucaristía hecha en la
misa vespertina.
CANTO
MONICIÓN
Buenas noches. Nos acogemos mutuamente.
Hemos celebrado la eucaristía en la cena del Señor. Queremos estar con Jesús. Volveremos
a recordar sus palabras y sus gestos, de manera que no se nos olviden, que sean luz y vida
para nosotros. Queremos entrar en el misterio de su amor y de su dolor.
INTRODUCCIÓN
Canto: Un mandamiento nuevo (estribillo)
«Como yo os he amado». Antes de que Jesús nos diera el mandamiento del amor estaba la
realidad de su amor. «Él nos amó primero», y de qué manera. Llegó hasta el extremo, hasta dar su vida por nosotros.
Canto: Un mandamiento nuevo (estribillo)
La primera verdad, la primera buena noticia que Jesús nos da es que somos amados, que
Dios nos ama. Entonces, si Dios nos ama, ya no hay nada que temer. «Nada ni nadie nos
puede separar del amor de Dios manifestado en Cristo».
Canto: Un mandamiento nuevo (estribillo)
Esta noche vamos a dejarnos amar, vamos a sentir la fuerza y la ternura de su amor y vamos a tratar de corresponder confiando en él y amándole con todo el corazón.
Gracias, Señor, porque has querido lavarme los pies y el corazón. R/
Gracias, Señor, porque me has perdonado. R/
Gracias, Señor, porque me has sentado a tu mesa. R/
Gracias, Señor, porque te has hecho para mí alimento y bebida. R/
-Silencio-
COMO UN PAN PARTIDO
Del evangelio según San Marcos (Mc 14, 22-25)
Durante la cena Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio, diciendo:
“Tomad, esto es mi cuerpo”._
Después tomó un cáliz, dio gracias, se lo pasó a ellos y bebieron de él todos._
Y les dijo: “Ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que será derramada por
todos. Os aseguro que ya no beberé más de este fruto de la vid hasta el día en
que beba un vino nuevo en el reino de Dios”.
Jesús cogió el pan en sus generosas manos y después de dar gracias, lo partió. Partir
el pan significa compartir. Es un gesto de amor solidario.
Pero el pan partido significa más. No sólo hay que compartir los bienes materiales,
sino todos los dones que hemos recibido. Nuestros talentos, nuestros carismas, no son
nuestros ni son para nosotros. Los hemos recibido para servir a los demás.
Y más, el pan partido significa toda la persona. Jesús lo dice expresamente: este pan
que se parte es mi cuerpo, este pan partido soy yo.
Nosotros, al comulgar a Cristo, nos solidarizamos con todos sus sentimientos. Quien
comulga a Cristo tiene que estar dispuesto a hacerse pan y dejarse partir. Es decir, que no
debe guardar su vida, sino gastarla en servicio de ayuda y liberación.
Jesús tomó el pan, dio gracias, lo partió, se lo dio… ¿Qué significa en nuestra vida:
dejarnos tomar, dar gracias, partir, dar?
-SilencioLector/a o todos:
Una tradición que llega hasta nosotros y procede del mismo Señor:
partir un pan, entregarlo, para todos,
partirlo con gesto decidido y delicado,
como alguien que se parte en rebanadas de amistad.
Se reúnen gozosos los amigos,
dispuestos a escuchar y compartir.
La palabra enciende los deseos de estar con el Señor.
¡Ven, Señor! Quédate con nosotros. Te necesitamos. Te queremos.
El Señor se hace presente en su palabra,
recordamos su evangelio y su vida generosa,
recordamos su muerte por amor.
Se come después el pan partido
y el mundo comienza a ser nuevo
cuando nosotros comulgamos.
¡Ven, Señor!
Nos despedimos,
sabiendo que el Señor nos acompaña
y nosotros seremos sus testigos.
Canto
COMULGAR SIN EXCLUSIONES
Del evangelio según San Lucas (Lc 10, 29-37)
Un letrado, queriendo justificarse, dijo a Jesús: "¿Quién es mi prójimo?"._
Jesús respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó entre ladrones, que le robaron todo lo que llevaba, le hirieron gravemente y se fueron
dejándolo medio muerto._
Un sacerdote bajaba por aquel camino; al verlo, dio un rodeo y pasó de largo._Igualmente un levita, que pasaba por allí, al verlo, dio un rodeo y pasó de
largo._
Pero llegó un samaritano, que iba de viaje, y, al verlo, se compadeció de él;_se
acercó, le vendó las heridas, echando en ellas aceite y vino; lo montó en su cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él._
Al día siguiente sacó unos dineros y se los dio al posadero, diciendo: Cuida de
él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta._
¿Quién de los tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los
ladrones?"._Y él contestó: "El que se compadeció de él". Jesús le dijo: "Anda y
haz tú lo mismo"._
Quien comulga a Cristo ha de comulgar también con todos los que comulgan a Cristo. La comunión ha de empezar por quienes participan de la misma mesa y avanzar en la
línea de la fraternidad, hasta alcanzar a los más pequeños y necesitados. No basta con no
pelearse, hay que quererse, hay que estar unidos.
Quien comulga a Cristo mirará a todos como hermanos y hermanas. Cuando se come el pan de Cristo no caben posturas y actitudes insolidarias, ningún tipo de cerrazón o
individualismo, de indeferencia o rechazo, menos de rivalidad o de cualquier tipo de explotación. Ningún tipo de exclusión. No se puede comulgar y excluir, comulgar con Cristo y
excluir a los otros cristos. Quien excluye a un pobre, excluye a Cristo.
En la Eucaristía, ¿caemos en la cuenta del amor gratuito de Dios, para vencer los
egoísmos y abrirnos al don de nosotros mismos?
-SilencioLector/a o todos:
Venid a mí todos los excluidos,
quienes estáis arruinados y agotados,
quienes ya no contáis ni valéis nada,
los últimos, que no sois queridos,
que solo recibís golpes y olvidos,
venid que quiero cobijaros a la sombra de mis alas.
Venid a mí,
esclavos y humillados, vendidos
a cualquier precio y deseo,
niños sin refugio, inmigrantes a la deriva,
enfermos y ancianos apartados,
venid, que soy la libertad y os colmaré
del consuelo y la fuerza de mi Espíritu.
Venid a mí,
hambrientos de pan y de justicia,
hambrientos de dignidad y de respeto,
hambrientos de vida y felicidad,
venid, que yo seré vuestro alimento.
Venid a mí,
todos los rechazados, perseguidos,
olvidados, excluidos, marginados,
gente sin voz, sin nombre, sin prestigio,
venid para entrar en mi Costado.
Canto
BAJO EL SIGNO DEL AMOR
Del evangelio según San Juan (Jn 12, 23-28)
Jesús dijo: "Ha llegado la hora en que va a ser glorificado el Hijo del hombre._
Os aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto._
El que ama su vida la perderá; y el que odia su vida en este mundo la conservará para la vida eterna._
El que quiera ponerse a mi servicio, que me siga, y donde esté yo allí estará
también mi servidor. A quien me sirva, mi Padre lo honrará._
Ahora estoy profundamente angustiado. ¿Y qué voy a decir? ¿Pediré al Padre
que me libre de esta hora? No, pues para esto precisamente he llegado a esta
hora. Padre, glorifica tu nombre".
Entonces dijo una voz del cielo: "Lo he glorificado y lo glorificaré de nuevo"._
El discípulo, la discípula de Cristo tiene que distinguirse por su capacidad de amar.
Dondequiera que haya un cristiano, una cristiana, debe reconocerse por un perfume especial: el de la caridad. Cristiano, cristiana, es quien más ama y quien ama mejor, es quien se
siente amado por Jesús y quiere amar como él, a la manera de Dios.
Su amor es punto de referencia para el nuestro; su amor es el amor del Padre.
¿Es el don de nosotros mismos el punto culminante de nuestra vida cristiana?
-SilencioLector/a o todos:
¿Cómo es ese amor hasta el extremo?
¿Tiene extremos el amor? ¿Tiene límites?
¿Se le acaban las fuerzas al amor?
Vamos a medir, por ejemplo, el corazón de una madre.
Tiene medidas inmensas.
¿Y el corazón enamorado?
Tiene medidas gigantescas.
¿El corazón de un amigo?
Son medidas admirables.
¿Y el corazón de un mártir?
Las medidas del cielo.
¿Y el corazón de Cristo?
Sumad todas las medidas.
No tiene límites.
Coged una cruz y prolongad indefinidamente sus extremos;
unid el cielo y la tierra, las medidas de un Dios infinito.
Pues así fue su amor, hasta el fin de lo infinito.
Canto
ORACIÓN UNIVERSAL
Celebrando el amor de Jesucristo, miremos al mundo con misericordia y pidamos
con confianza.

Por todos los pueblos, especialmente por los que sufren las consecuencias de la guerra y
de la pobreza, en comunión de sufrimiento. Roguemos al Señor.

Por el mundo de los excluidos: los pobres, los inmigrantes, los refugiados, los encarcelados, los enfermos y ancianos, en comunión de esperanza. Roguemos al Señor.

Por los responsables de la política y la economía, con poder para cambiar el mundo, en
comunión de solidaridad. Roguemos al Señor.

Por la Iglesia, que guarda la palabra y el ejemplo de Jesucristo, en comunión de fe. Roguemos al Señor.

Por nosotros, quienes creemos y comulgamos a Jesucristo, sembradores de su Reino,
en comunión de amor. Roguemos al Señor.
Padre nuestro...
ORACIÓN FINAL
Tú, Cristo, fuente de caridad,
te hiciste pobre con los pobres,
hermanos de todos y consuelo de los afligidos.
Tú, Cristo, fuente de toda caridad,
diste de comer a la Humanidad hambrienta,
amaste a los niños,
te compadeciste de la viuda
y socorriste a quien te necesitaba.
Tú, Cristo, fuente de caridad,
enséñanos tu amor, tu compartir, tu solidaridad,
para que viéndote te sigamos
amando, compartiendo, siendo solidarios.
Tú, Cristo, fuente de caridad,
entra en nuestra vida con todo tu amor,
y haz de nosotros instrumentos humildes
para ayudar a nuestro prójimo.
Tú, Cristo, fuente de caridad,
despierta en nosotros un corazón tan grande
que sintamos los problemas de los demás como nuestros,
y que nuestras manos
sean tus manos que se tienden al pobre necesitado.
Canto
DESPEDIDA
Al salir de la última cena, Jesús dice:
"No os dejaré abandonados; volveré a estar con vosotros._
Dentro de poco el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis, porque yo
vivo y vosotros también viviréis._
Aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, vosotros en mí y yo
en vosotros._
El que conoce mis mandamientos y los guarda, ése me ama; y al que me ama
lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él"._
Judas, no el Iscariote, sino el otro, le preguntó: "Señor, ¿cómo es que te has
de manifestar a nosotros y no al mundo?"._
Jesús le contestó: "El que me ama guardará mi doctrina, mi Padre lo amará y
mi Padre y yo vendremos a él y viviremos en él._
El que no me ama no guarda mi doctrina; y la doctrina que escucháis no es
mía, sino del Padre que me ha enviado"._
"Os he dicho estas cosas estando con vosotros;_pero el defensor, el Espíritu
Santo, el que el Padre enviará en mi nombre, él os lo enseñará todo y os recordará todo lo que os he dicho".
_
"La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, os la doy yo. No estéis
angustiados ni tengáis miedo._
Ya sabéis lo que os he dicho: Me voy, pero volveré a estar con vosotros. Si me
amáis, os alegraréis de que me vaya al Padre, porque el Padre es mayor que
yo._Os lo he dicho ahora, antes que suceda, para que cuando suceda creáis.
_
No hablaré ya muchas cosas con vosotros, porque el príncipe de este mundo
está para llegar. No tiene poder sobre mí;_pero debe ser así para que el mundo conozca que yo amo al Padre y que hago lo que el Padre me ha ordenado.
Levantaos, vámonos de aquí._
VIA CRUCIS
Notas previas:
Os proponemos un Via Crucis para el Viernes Santo.
Una forma práctica de hacerlo podría ser:
1. Se lee la monición de entrada.
2. Todos hacen la señal de la cruz y el sacerdote (o quien lo dirija) dice la oración.
3. El/la monitor/a enuncia la estación e invita a la aclamación (te adoramos...) a la que
todos responden (porque con tu santa Cruz...).
4. Un lector/a lee el texto bíblico)
5. El/la monitor/a lee la reflexión. Puede dejarse un tiempo breve de silencio.
6. Se canta el canto propuesto u otro como tránsito a la siguiente estación.
Se hacen los puntos 3 al 6 con todas las estaciones.
7. Al final el sacerdote, o quien lo ha dirigido, dice la oración final y se termina con la
monición final.
Si se leen los textos desde el presbiterio se lee el texto bíblico desde el ambón de la Palabra y los demás textos desde el lugar de las moniciones.
No se olvide la importancia (via) que tiene el moverse. Al menos quien lo preside y un
grupo debería ir recorriendo físicamente las distintas estaciones por el templo.
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Monición inicial
El Via crucis es el camino de la cruz, el de Jesús. El camino que recorrió el viernes
santo. Hay otro via crucis, el que recorren millones de seres humanos: trabajadores explotados, mujeres maltratadas, niños abandonados, desprotegidos y torturados, inmigrantes
rechazados, condenados a la pobreza y al hambre, el de los discriminados por la intolerancia, el de tantos ancianos y enfermos desatendidos. El via crucis de la humanidad sufriente,
doliente, desamparada y sola.
El via crucis es el camino de los cristianos y cristianas que hemos de cargar con la
cruz y seguir a Jesús.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Oración
Dios Padre,
que nos has dado como modelo a Cristo, tu Hijo, nuestro Salvador,
humillado hasta la muerte de cruz.
Haz que en las pruebas de la vida
participemos íntimamente en su pasión redentora,
para obtener la gloria de la resurrección.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
1ª Estación: Jesús es condenado a muerte
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Entonces, el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado!
¿Qué necesidad tenemos aún de testigos? ¿Qué os parece? Y ellos contestaron:
Es reo de muerte.
Cualquier pretexto es bueno para condenar a los seres humanos, para eliminar a quienes
molestan. Nunca faltan pretextos para matar o, al menos, para no dejar vivir a los demás.
Perdónanos, Señor, por nuestra intolerancia, falta de comprensión y por nuestro desamor.
Canto: Danos un corazón grande para amar.
2ª Estación: Jesús carga con la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Entonces, Pilato les entregó a Jesús, para que lo crucificasen. Tomaron a Jesús y, cargándole con la cruz, lo sacaron hacia el lugar llamado Calvario, que
en hebreo se dice Gólgota.
Sobre los hombros de Jesús pesan las cruces de todos. Todas las injusticias, todos los crímenes, todos los odios y todos los sufrimientos que generan. Sobre Jesús pesan todos los
pecados del mundo. Porque es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Perdónanos, Señor, porque hemos pecado contra ti y ayúdanos a seguirte.
Canto: Caminaré en presencia del Señor.
3ª Estación: Jesús cae por primera vez.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, Dios
descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido y se humilló, y no
abrió la boca. Como un cordero fue llevado al matadero.
Le pesan al Señor nuestras vidas. Le pesan tantas atrocidades contra la humanidad. Le pesan nuestro derrotismo, nuestra falta de fuerzas y de voluntad para acabar con todo lo que
mortifica y oprime a las personas.
Perdónanos, Señor, por nuestro pesimismo y danos fuerza y ánimo para seguirte y seguir
ayudando a los demás.
Canto: El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación.
4ª Estación: Jesús se encuentra con su Madre
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser signo
de contradicción. Y a ti misma una espada te traspasará el alma, a fin de que
queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.
María es la Madre de la Iglesia, nuestra Madre. De ella aprendemos a estar en nuestro sitio, atentos a la palabra de Dios, atentos a las necesidades del prójimo. Como ella, queremos estar con Cristo: si morimos con él, viviremos con él.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, ahora, en los momentos de dificultad, en la hora
de la tentación y siempre.
Canto: Mientras recorres la vida.
5ª Estación: Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, que volvía del campo, y que
era padre de Alejandro y Rufo, a que llevara la cruz.
Cuando menos lo esperaba, se le complicó la vida. Él venía de trabajar, iba a su casa a descansar, pero le obligaron a ayudar a un condenado a muerte y ayudó a Dios. Lo que hagáis
a uno de estos, los más pequeños, a mí me lo hacéis. Estamos más dispuestos a hacer cualquier cosa por Dios que a complicarnos la vida por los demás.
Perdónanos, Señor, nuestra falta de fe para poder descubrirte en el hermano, en el extranjero, en el pobre.
Canto: Con vosotros está y no le conocéis.
6ª Estación: La Verónica limpia el rostro a Jesús
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Pero yo soy un gusano, que no un hombre: afrenta de la gente, desprecio del
pueblo; al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: Acudió al
Señor, que lo ponga a salvo, que lo libre si tanto lo quiere.
Tuvo que ser una mujer, para que tomasen ejemplo los hombres, quien limpió el rostro de
Jesús y Jesús le obsequió su imagen, su rostro, el rostro de Dios. Porque el rostro de Dios
nos lo revelan quienes sufren, quienes tienen hambre, los oprimidos, los marginados, los
olvidados.
Señor, que sepamos verte en el prójimo y atenderte.
Canto: Al atardecer de la vida me examinarán del amor.
7ª Estación: Jesús cae por segunda vez
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Al salir, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron. Al llegar al sitio, les dijo: Rezad para no caer en la tentación. Se alejó
de ellos como a un tiro de piedra y, cayendo de rodillas, rezó: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Jesús vuelve a caer. Le faltan las fuerzas. Nos falta el ánimo. Son muchas las tareas, son
excesivos los problemas. Así que nos desanimamos. Y no. Hay que seguir, hay que levantarse, hay que levantar el corazón.
Señor, ayúdanos a ponernos en pie para seguirte hasta el final.
Canto: Gure ondoan, Jauna, egon zaitez beti. Zu zara gure bide eta gure bizi.
8ª Estación: Jesús consuela a las piadosas mujeres
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí: llorad mejor por vosotras mismas y por
vuestros hijos, porque veréis que vendrán días en que diréis: dichosas las estériles y los vientres que no tuvieron hijos y los pechos que no criaron. Porque
si con el tronco verde hacen esto, ¿qué ocurrirá con el seco?
No sabemos cuántas mujeres fueron. Pero fueron una excepción y un gran consuelo. Hasta
el punto de que el consolado se convirtió en su consuelo, invitándoles a no resignarse ante
lo inevitable y a luchar por sus hijos y por la humanidad.
Señor, tú que cargaste con el pecado del mundo, danos ánimo para compartir tu obra salvadora.
Canto: Erruki hutsa dogu Jauna.
9ª Estación: Jesús cae por tercera vez
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: Seguro que
tú también eres de esos, pues tu habla te delata. Entonces él empezó a imprecar y jurar: No conozco a ese hombre. Y enseguida el gallo cantó. Pedro se
acordó de las palabras de Jesús, que le había advertido: antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo afuera lloró amargamente.
Las repetidas caídas muestran su debilidad y sanan la nuestra. Nunca hay causa suficiente
para darse por vencido y abandonarse a la esperanza. Una mirada a Jesús caído por tercera
vez, una mirada de Jesús nos puede cambiar como a Pedro. Nunca es tarde para el arrepentimiento.
Señor, ten piedad de nuestras repetidas debilidades y ven en nuestra ayuda.
Canto: Damu dot, Jauna.
10ª Estación: Jesús es despojado de sus vestidos
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Entonces los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron sus ropas, hicieron cuatro partes y se las repartieron. Pero la túnica, como no tenía costura,
sino que estaba tejida de una pieza, se dijeron: no la rompamos, sino echémosla a suertes. Y así se cumplió la Escritura: Se repartieron mis ropas y sortearon mi túnica.
Renunció a honores, grandeza y riquezas y nació humildemente. No tenía donde reclinar la
cabeza. Ahora se reparten sus vestidos, lo único que le quedaba. También hoy se sigue despojando a los pobres de todo, hasta de la esperanza de desarrollo.
Perdónanos, Señor, y que nunca renunciemos a nuestra dignidad de hijos e hijas, que nunca toleremos los atentados contra la dignidad humana.
Canto: Perdona a tu pueblo, Señor.
11ª Estación: Jesús es clavado en la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Llevaron también otros dos criminales para ser ejecutados con él. Y cuando
llegaron al sitio llamado de la calavera, lo crucificaron allí, y también a los
criminales, uno a la derecha y otro a la izquierda.
La crucifixión era una muerte infamante y dolorosa. Hoy hemos convertido la cruz en una
condecoración. Así es nuestro mundo: Unos se llevan los honores, otros cargan con las
consecuencias de las guerras, la explotación, la injusticia, la intolerancia y la discriminación. Señor, no queremos más cruz que la tuya, la de servir, la de ayudar, la de amar a todos sin distinción.
Canto: Victoria, tú reinarás.
12ª Estación: Jesús muere en la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Era ya cerca del mediodía y se hizo la oscuridad sobre todo el país hasta la
media tarde, al eclipsarse el sol, y se desgarró por el medio la cortina del templo. Jesús gritó con una gran voz: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y diciendo esto, expiró.
Jesús muere en la cruz. Era necesario que muriese para entrar así en la gloria. La muerte
sigue siendo un misterio. Jesús muere, uno por todos, para que no tengamos que doblegarnos al poder de la muerte. Muriendo dio muerte a la muerte.
Señor, apostamos por la vida. Estamos dispuestos a dar la vida para que todos puedan vivir
en paz y con dignidad.
Paso en silencio
13ª Estación: Jesús es bajado de la cruz
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también
había sido discípulo de Jesús. Fue a Pilato a pedir el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se lo dieran. Y José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia.
Jesús acaba de morir. ¿Qué se puede decir ante la muerte? Que la muerte no tiene la última palabra. La muerte es sólo la primera pregunta. Morir es el acto supremo del amor a
Dios.
Señor tú sabes que te queremos. Que se haga tu voluntad y no la nuestra.
Paso en silencio
14ª Estación: Jesús es colocado en el sepulcro
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
José y Nicodemo tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas, con
los perfumes, según es costumbre entre los judíos. Había un jardín en el sitio
donde lo crucificaron, y en el jardín un sepulcro nuevo, en el que nadie había
sido enterrado todavía. Allí, por estar cerca, pusieron a Jesús, a causa de la
fiesta de la Preparación de los judíos.
Colocan el cuerpo de Jesús en el sepulcro y lo cierran con una losa. Allí quedan también
encerradas las ilusiones y las esperanzas de los discípulos. Pero hay razón para la esperanza. En el sepulcro queda para siempre la muerte y el odio. Triunfará la vida y el amor.
Señor, que no nos falte la fe, que no nos falle la esperanza, que no se nos acabe el amor.
Oración
Escucha, oh Padre, el grito de tu Hijo que,
para establecer la nueva y eterna Alianza,
se ha hecho obediente hasta la muerte de cruz.
Haz que tengamos siempre presente
la gran lección de su pasión,
para que podamos participar también en la gloria de su resurrección.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Monición final
El camino de la cruz es camino de luz. El camino de la cruz no termina en la cruz. En la
cruz, a pesar de las apariencias, triunfa la vida sobre la muerte.
La cruz es el trono de gloria, el lugar de la resurrección.
Mañana a la noche escucharemos la gran noticia. Vendremos al sepulcro y nos dirán: No
busquéis entre los muertos al que vive, no está aquí. ¡Ha resucitado!
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