El gobernante y el periodista, dos entidades Mabel Valencia Sánchez* Julio G. Arce (1870-1926) cursó sus estudios de farmacéutico en el Liceo de Varones de Guadalajara, Jalisco, de donde era originario. Al poco tiempo de haber terminado su carrera se trasladó al puerto de Mazatlán para dedicarse a la labor de redactor de El Correo de la Tarde, periódico de corte político y vocero de los comerciantes, además de considerarse opositor al sistema de gobierno imperante. Este rotativo fue editado por Miguel Retes, con la más alta tecnología de aquella época. En 1890, Arce se retira de Mazatlán para trasladarse a Culiacán, donde dirige El Relámpago, periódico opositor a la reelección de Mariano Martínez de Castro, dejando en claro sus simpatías por Francisco Cañedo, candidato que por tercera ocasión pretendía encabezar el gobierno sinaloense. Para 1897 funda la revista Bohemia Sinaloense, promoviendo de esta manera un movimiento cultural de trascendencia. En 1898 funda el diario de información El Mefistófeles, que dirige hasta 1906, aunque el periódico sobrevivió tres años a su salida; era editado por Arce Hermanos, donde Julio G. Arce era el director y propietario, tenía como jefe de redacción a Francisco Verdugo Flaques. En sus orígenes el rotativo era de doble carta que con el tiempo pasó a cuatro hojas en formato tabloide; el nombre de este periódico sugiere un tipo de prensa diabólica o perversa. Antes de dirigir El Mefistófeles, Arce fue redactor en 1892 de El Gladiador, periódico de corte político-literario; participó también como colaborador asiduo de El Clarín en 1909, desde donde apoyó la candidatura de Diego Redo, tras la muerte de Cañedo. Su última participación en el periodismo la ejerce como editor y director del periódico Hispano-americano. Arce se caracterizó por sus constantes reflexiones acerca del periodismo: de cómo debe hacerse, expresarse, sentirse y lo que la sociedad espera de éste; también le apasionaban los temas referentes a la –––––––––––––– * Egresada de la octava generación de la Maestría en Historia de la Facultad de Historia-UAS. Clío, 2006, Nueva Época, vol. 6, núm. 35 Documentos política del estado y del país, la cual criticaba o censuraba con arreglo a sus propias inclinaciones. Cabe recordar que El Mefistófeles apoyaba para presidente a Porfirio Díaz y a Ramón Corrales para vicepresidente. En la época de Arce, Sinaloa contaba con una considerable producción periodística: diarios, semanarios, bisemanarios, revistas etcétera; la misma prensa daba cuenta de ello: los censos registraban para 1893 el nacimiento de once periódicos, mientras que para 1900 se mantuvieron diez y en 1907, con la introducción de nuevas tecnologías, como las imprentas, máquinas movidas por vapor, los modernos sistemas de encuadernación, la inserción de ilustraciones y fotografías, se crearon catorce periódicos más que sumados a los ya existentes hacían un total de veinticuatro; de cortes temáticos variados: religiosos, taurinos, sociales, oficialista, políticos, etcétera. La prensa cañedista se consideraba como una clara expresión del “progreso social”, además de que representaba el reflejo de los acontecimientos de la población, donde encontramos nuevas corrientes ideológicas que se gestaron como consecuencia del desarrollo de la sociedad, con sus diversos grupos sociales: tradicionalistas y costumbristas, populares o de bajo estrato social, de élite o alcurnia, etcétera. 186 Que la prensa era considerada una de las más altas tribunas para la opinión pública, es asunto del presente documento, donde se nos expresa que el periodista independiente no es en realidad del todo libre porque en su afán de escribir lo que considera oposición al gobierno, realiza su actividad mostrándose subjetivo, perdiendo de esta manera la objetividad con que deben ser tratados los acontecimientos publicados en la prensa, ya que basa sus comentarios en lo que él cree o considera, de tal manera que obstruye la información y por lo tanto no le es útil a la sociedad, a la que debe su existencia. La prensa le asignaba al periodista poder y derecho de expresarse; Arce exigía al periodista la calidad que un juez debe tener: ser inteligente, honrado, y libre; saber juzgar los actos, elogiarlos o censurarlos si es necesario, enérgico pero justo a la vez. La prensa de la época era consciente de ser el único medio de comunicación con la capacidad de llegar a las grandes masas, por lo que sabía que era un medio persuasivo y generador de opinión pública; se consideraba, además, el indicador del grado de civilización y cultura de los pueblos, el reflejo del desarrollo de las sociedades. Clío, 2006, Nueva Época, vol. 6, núm. 35 Documentos El Mefistófeles, Culiacán Sinaloa, 24 de julio de 1905 Artículo escrito por Julio G. Arce Al vulgo de las gentes cuyas concepciones no tienen siempre la atingencia y exactitud que fuera de desearse háse empeñado en ver una pugna continuada entre el gobernante y el periodista independiente. En otros términos es vulgar que el periodismo que se llama independiente señale su carácter por una marcada oposición a las autoridades. Nada sin embargo, más falso que esta manera de ver y juzgar las cosas. Entre el gobernador honrado y la prensa verdaderamente independiente y honrada hay tantos puntos de contacto, que, más bien que poner los dos elementos, restando sus fuerzas en dos puntos opuestos, debe suponérseles unidos en sus aspiraciones y en sus fines. Un gobierno honrado y de fe no puede querer nada que esté fuera de estas condiciones de su carácter y un periodismo de muros nobles y sinceramente altruistas no podrá menos de apoyar a tal gobierno. Lo que el gobernante anhela, lo anhela también el periodista y no vemos cómo obrando los dos correctamente y dentro de sus legítimas facultades, vengan en un punto dado, á contraponerse, todo lo contrario, ambos deben ayudarse, enseñando el uno al respetar las Clío, 2006, Nueva Época, vol. 6, núm. 35 Documentos justas disposiciones de las autoridades, y oyendo el otro las justas peticiones de la prensa. El bien común debe ser el objeto de ambas aspiraciones que, bien guiadas, tienen que dar fructuosos resultados prácticos. En ese concepto, el ideal sería que fuesen así los dos, energías: como dos fuerzas que impelen con igual impulso, como dos propósitos idénticos mirando al mismo resultado, como dos voluntades que marchen de acuerdo al mismo fin. Y así consideradas las cosas un periodismo independiente, radicando en una oposición, sería un absurdo, no sólo moral, si no socialmente. Si ser independiente es, como la palabra lo indica, ser imparcialmente libre, no vemos porqué un periodista así no puede mostrarse elogioso para el buen gobernante si no que haya de mostrarse siempre vomitando denuestos, obstruyendo, ardiendo siempre en un inconsumible fuego de oposición constante y reiterada. Como en otros … un gobierno, cualquiera que estos sean … así tampoco cabe dar aquel noble … a la hoja que, por la negativa de una subvención, por odio fundado o no, o simplemente por sistema, censura todo acto de un gobierno, aunque muchos de esos actos sean dignos de alabanza. Ni el periódico semi-oficial o vendido, ni el periódico de sistemática oposición es periodismo útil a la sociedad. El periodismo de que la sociedad necesita es el que, elevándose sobre la subvención o sobre cualquier otra miseria, con independencia de miras y sanidad en la intención, sabe juzgar los actos públicos, 188 Clío, 2006, Nueva Época, vol. 6, núm. 35 Documentos dándoles su debido valor, elogiando los que merezcan elogios y censurando los que de censura sean dignos. El periodista es un juez, y para serlo de verdad en todos los asuntos, que caen ente su criterio, debe tener las mismas cualidades que un magistrado al decir el derecho desde su tribunal: inteligencia, honradez y libertad. La primera, para juzgar exactamente sobre los hechos; la segunda, para que ese juicio sea puro y recto; la tercera, para que él aparezca ente el público como debe ser sin temperamentos ni componendas, ni aun simplemente verbales. Y tanta indignación debe causar en el ánimo del escritor honrado y elogio áulico del periodismo subvencionado, como debe causarle la censura sistemática de la prensa oposicionista; porque en ambos se falte a la justicia, porque en ambas se faltó a la honradez, porque en ambos procedimientos se nota la ausencia de alteza de miras y pureza de intenciones. Que el gobernante haga una obra buena y deber de periodista de pluma verdaderamente honrada es elogiarlo; pero que ese mismo gobernante obre mal, y entonces se impone la desaprobación del periodista independiente, desaprobación que podrá ser más o menos enérgica, según las circunstancias, pero que siempre será justa. Elogiar sin discernimiento cuanto haga o diga el gobernante, tarea de aduladores, atacar con mesura o sin ella todos los actos de un gobierno es empresa de despechados. Lo justo, lo honrado, lo verdaderamente independiente, está en el medio: alabar el hecho bueno y censurar el malo, graduando la fuerza del elogio o del Clío, 2006, Nueva Época, vol. 6, núm. 35 189 Documentos vituperio según la acepción … de los … gobiernos sí que lo será porque sabrá hacer sentir la fuerza de sus censuras ante el alto tribunal de la opinión pública; pero ella será también el premio de los buenos gobiernos y su mejor aliado, poniendo de manifiesto con las mil lenguas de la publicidad los beneficios por ellos impartidos. El día en que el público y los gobernantes sepan apreciar el genuino papel de la prensa libre, las sociedades y los grandes frutos que ella pueden dar en la instrucción y elevación de las masas, ese día será uno de los más grandes de nuestra patria, porque quedaría sentado uno de los más firmes cimientos de su grandeza y prosperidad. 190 Clío, 2006, Nueva Época, vol. 6, núm. 35