Escenas Temidas - Instituto de Terapia Gestalt

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CURSO DE FORMACIÓN DE
TERAPEUTAS GESTALT
Material de Consulta del Taller:
FUNDAMENTOS DE PROGRAMACIÓN
NEUROLINGÜÍSTICA (PNL)
ESCENAS TEMIDAS
Autor:
Maite Descalzo
Psicólogo Clínico / Terapeuta Gestalt
Miembro del Equipo Docente y Terapéutico del ITG
Material revisado y editado por: Pierina Moreno
Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Escenas Temidas
TTaabbllaa ddee CCoonntteenniiddoo
Pág.
I. Resumen ………………………………………………………………………………………………….
3
II. Justificación …………………………………………………………………………………………….…
5
III. Objetivos ……………………………………………………………………………………………………
6
3.1
Objetivo General …………………………………………………………………………………
6
3.2
Objetivos Específicos …………………………………………………………………………..
6
IV. Introducción ………………………………………………………………………………………………
7
V. Fases del proceso terapéutico ……………………………………………………………………..
8
5.1 Fase de indiferenciación ……………………………………………………………………….
8
5.2 Fase de identidad y contrato …………………………………………………………………
8
5.3 Fase de influencia. Lucha y poder. Control y competencia ……………………….
9
5.4 Fase de intimidad y cooperación ……………………………………………………………
9
VI. La implicación del terapeuta ………………………………………………………………………..
11
VII. Algunos ejemplos de escenas temidas ………………………………………………………….
13
VIII. El modelo de Kesselman, Pavlovsky, Fridlewsky ……………………………………………
15
8.1 Escenas temidas ………………………………………………………………………………….
15
8.2 Escenas consonantes ……………………………………………………………………………
16
8.3 Escenas resonantes ……………………………………………………………………………..
16
8.4 Escenas resultantes ……………………………………………………………………………..
18
8.5 Comentarios o feedback grupal …………………………………………………………….
19
IX. Referencias Bibliográficas ……………………………………………………………………………
20
X. Anexos ……………………………………………………………...........................................
21
Anexo 1. Bibliografía recomendada para la consulta ……………………………………...
21
Anexo 2. La multiplicación dramática: un camino hacia la psicoterapia profunda
22
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Las escenas temidas tienen que ver fundamentalmente con un momento del proceso terapéutico
en el que surgen aspectos conflictivos del paciente que tienen que ver con situaciones conflictivas
internas del terapeuta y aparecen en terapia como aspectos contratransferenciales. Estos puntos
conflictivos no tienen tanto que ver con la técnica, sino con aspectos emocionales del terapeuta.
Son los huecos de la personalidad.
Generalmente, un temor surge en la fantasía como una anticipación a algo que puede suceder y
que probablemente se conecta con una escena ya experienciada en el pasado que no se ha
cerrado de forma satisfactoria. La escena con el paciente no es una escena registrada en la propia
memoria como vivencia, porque no ha sucedido, ya que si se hubiese vivido pertenecería al
pasado y se podría evocar y aprender algo de ella, o trabajarla como un Asunto Inconcluso. Lo
que sí se puede tener en la memoria, son escenas consonantes del pasado relacionadas con las
escenas temidas del futuro.
Las escenas en las que el terapeuta se siente inseguro pueden darse en la realidad o en la
imaginación. La sensación de impotencia por haber resuelto mal o no saber resolver la situación,
promueve la ansiedad y evitación.
Ya que el terapeuta, con su bagaje de conocimientos y de experiencia es la principal herramienta
de cambio, la honestidad consigo mismo y con el entorno y la autenticidad con el paciente, es
condición importante para que éste aprenda a ser él mismo.
Las principales escenas temidas se pueden agrupar en dos grandes categorías:
•
Sexuales o desviación secundaria.
•
Agresivas o desviación secundaria.
Según Salama (1999) en cualquiera de estos u otros casos, se sugiere que el terapeuta lo resuelva
en terapia y trabaje con el saboteador interior o No Yo.
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Además del proceso de supervisión o terapia del propio terapeuta, existe un modelo de trabajo
psicodramático para las escenas temidas propuesto por Pavlovsky (dramaturgo y psicoterapeuta),
Kesselman (psicoanalista) y Fridlewsky (médico y psicoterapeuta). Este modelo parte de la escena
temida actual como vía para acceder a las escenas más antiguas e inconclusas de la experiencia
del terapeuta.
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IIII.. JJuussttiiffiiccaacciióónn
Ahora, en el tramo final del programa de formación, la experiencia muestra que a pesar del
estudio de las temáticas, los trabajos personales, las prácticas, etc., los estudiantes y futuros
psicoterapeutas se encuentran con una sensación de inseguridad ante el siguiente paso que
consiste en la puesta en práctica de sus conocimientos y aprendizajes.
Esta inseguridad o miedo tiene su fundamento en el hecho de que el ejercicio profesional de la
psicoterapia, cuenta con la riqueza que proporciona el encuentro íntimo entre dos personas (el
trabajo en la frontera de contacto), y en este encuentro pueden surgir las más variadas
situaciones, desde el amor hasta el odio, las críticas y juicios, lo erótico, la agresividad, etc.,
tocando de lleno los temores de cada miembro del equipo psicoterapéutico.
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IIIIII.. O
Obbjjeettiivvooss
3.1 Objetivo General
Poner de manifiesto las situaciones más temidas de los terapeutas y de los miembros del
grupo que van a iniciar o estén ejercitando la profesión de terapeuta. Se trata de profundizar
y reflexionar acerca de estas situaciones temidas y ver cómo se relacionan la propia historia
personal, para ello se pueden utilizar las técnicas gestálticas (especialmente el psicodrama),
para resolver estos conflictos y buscar nuevos recursos.
3.2 Objetivos Específicos
•
Conocer las fases del proceso psicoterapéutico:
a. Identificación.
c.
Influencia. Control y competencia.
b. Identidad. Contrato.
d.
Intimidad y cooperación.
•
Explorar las diversas maneras de la implicación del terapeuta.
•
Trabajar con diferentes ejemplos de escenas temidas aportados por el grupo,
mediante la técnica del Psicodrama Gestáltico
•
Presentar el modelo de Kesselman, Pavlovsky y Fridlewsky:
i. Escena Temida.
iv.
Escena Resultante.
ii. Escena Consonante.
v.
Comentarios.
iii. Escena Resonante.
•
Realizar diferentes ejercicios a lo largo del taller para que los alumnos puedan ir
descubriendo en sí mismos la experiencia de la empatía e ir modulando la misma,
en base a cómo se vayan desarrollando las diferentes explicaciones de los
apartados del temario.
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IIVV.. IInnttrroodduucccciióónn
La mayoría de los profesionales de la psicoterapia disponen de un repertorio de experiencias o
situaciones embarazosas y difíciles que han sufrido, pueden ser intervenciones con pacientes o
modos de resolver conflictos que dejan la duda o la rumiación de si podría haberse enfrentado de
otro modo. En otras situaciones, se puede tratar del abordaje de ciertas temáticas pueden ser
evitadas por el temor a no saber cómo enfrentarlas o por el miedo a contactar con propios
aspectos negados.
Tal y como sugieren Kesselman, Pavlovsky y Fridlewsky (1978):
“Esas vivencias, miedos, escenas temidas, etc., pueden quedar como secretos inconfesables o
misterios de cada terapeuta, a veces pueden ser objeto de confesión a medias y de bromas
más o menos graciosas sobre la psicopatología de la vida cotidiana de los terapeutas. Lo
interesante sería, por el contrario, que estas confesiones se convirtieran en objeto de
profundización y en una verdadera oportunidad de cambio y aprendizaje”
Las escenas temidas tienen que ver fundamentalmente con un momento del proceso terapéutico
en el que surgen aspectos conflictivos del paciente que tienen que ver con situaciones conflictivas
internas del terapeuta y aparecen en terapia como aspectos contratransferenciales. Estos puntos
conflictivos no tienen tanto que ver con la técnica, sino con aspectos emocionales del terapeuta.
Son los huecos de la personalidad.
En este sentido, Rodrigué, citado por Kesselman, Pavlovsky y Fridlewsky (1978) afirma: La Escena
Temida nace ahí donde la transferencia y la contratransferencia parten las aguas, en el Delta de
la subjetividad terapéutica.
Generalmente, un temor surge en la fantasía como una anticipación a algo que puede suceder y
que probablemente se conecta con una escena ya experienciada en el pasado que no se ha
cerrado de forma satisfactoria. La escena con el paciente no es una escena registrada en la propia
memoria como vivencia, porque no ha sucedido, ya que si se hubiese vivido pertenecería al
pasado y se podría evocar y aprender algo de ella, o trabajarla como un Asunto Inconcluso. Lo
que sí se puede tener en la memoria, son escenas consonantes del pasado relacionadas con las
escenas temidas del futuro.
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VV.. FFaasseess ddeell pprroocceessoo tteerraappééuuttiiccoo
Salama (1999) expone que el proceso terapéutico abarca un período de tiempo determinado
acordado por ambos miembros del equipo, con el propósito de llevar a cabo los objetivos
terapéuticos. Según este autor cualquier relación interpersonal, incluida la relación pacienteterapeuta, atraviesa cuatro etapas, en cada una de estas fases se movilizan diferentes situaciones
que conllevan posibles escenas temidas. Estas fases son las siguientes:
5.1
Fase de indiferenciación
Es la que ocurre cuando aún no se ha establecido el contacto, según Salama (1999): Es el
punto de indiferenciación creativa o la hoja en blanco de los escritores. Puede incluir un
estado de ansiedad o angustia en ambos. La ansiedad estaría relacionada con fantasías
anastróficas y la angustia con fantasías catastróficas.
5.2
Fase de identidad. Contrato
Generalmente, la relación terapéutica comienza estableciéndose por contacto telefónico.
Según Salama (1999): es la fase que corresponde al inicio del conocimiento entre los socios
terapéuticos. Es el período de tiempo necesario para conocerse y hallar elementos comunes
que les permitan fluir.
El paciente acude a terapia por un desafío actual, que es la situación desencadenante del
problema que lleva a un individuo a pedir terapia. Cuando una persona viene a sesión, la
pregunta que responde al reto actual es: ¿porqué viene ahora? La respuesta es el desafío
actual, ante el cual la persona no está pudiendo hacer frente en este momento presente.
Puesto que se habla de contrato, es importante conocer los derechos y deberes de cada uno,
el conocimiento del código deontológico, ofreciendo al paciente la información referida a
objetivos de la terapia, horarios, honorarios, cese del contrato, protección de datos, tener las
cosas claras con hacienda, mantener la confidencialidad, qué hacer en casos de denuncias,
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etc. Todo esto permite, al no favorecerlas, la protección del terapeuta ante posibles escenas
temidas.
Cuando se trabaja bien esta fase, muchos miedos se disuelven.
5.3
Fase de influencia. Lucha y poder. Control y competencia
El paciente acude a terapia con una biografía personal y unas necesidades no resueltas. El
terapeuta a su vez, tiene una historia y unas necesidades más o menos resueltas. En este
encuentro entre ambos, puede haber un momento en el que ambas necesidades se pueden
enfrentar, estableciéndose así esta fase de la relación terapéutica: la lucha por el poder, en
la que cada uno manifiesta sus guiones particulares o juegos. Este es un momento crucial en
el que se suceden la transferencia y la contratransferencia, y es el momento terapéutico
más repleto de escenas temidas.
Salama (1999) lo define así:
“El control es iniciado por uno de los miembros de la relación que necesita autoafianzarse en sí mismo y no caer en la fusión de su personalidad con el otro. Puede
ocurrir a través de mostrar soberbia o presunción o intentar probar la capacidad del
terapeuta, por lo que puede surgir una lucha de poder. En esta fase existe el riesgo de
destruir la relación establecida, que puede ser una escena temida del terapeuta. Continúa
vigente la fase anterior”.
5.4
Fase de intimidad y cooperación
En la medida en que se van trabajando los juegos que van emergiendo en las sesiones, se
van masticando introyectos, reapropiando las proyecciones, se va expresando lo no
expresado, etc., el paciente (y el terapeuta) van aumentando su grado de consciencia y de
aceptación de sí mismo y del otro. Salama (1999) lo describe como: el período de tiempo
necesario para aceptarse tal y como son. Es similar a Darse Cuenta de que están en el
mismo barco y van hacia un mismo puerto. El paciente muestra interés y pregunta incluso
sobre la vida privada el terapeuta.
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Como señala Reik (1965), en el curso de la psicoterapia, el paciente tiene que confesar hasta
qué punto son hostiles los pensamientos que descubre en sí mismo y en el terapeuta, sus
fantasía sexuales, etc. En el proceso terapéutico, se trata de superar estas dificultades. No
es posible trabajar esto solo con palabras, es preciso llegar a un grado de intimidad, para
ello la confianza, el respeto y la honestidad son fundamentales para llegar a este momento.
Así, es posible observar que las escenas temidas también son escenas deseadas (Teoría
Paradójica del Cambio). Es necesario que sucedan para concluirlas. La gran paradoja es
tener miedo y desear algo. Sólo atravesando el camino de la angustia se llega a liberarse de
ella.
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VVII.. LLaa iim
mpplliiccaacciióónn ddeell tteerraappeeuuttaa
Como se ha comentado anteriormente, las escenas en las que el terapeuta se siente inseguro
pueden darse en la realidad o en la imaginación. La sensación de impotencia por haber resuelto
mal o no saber resolver la situación, promueve la ansiedad y evitación.
Ya que el terapeuta, con su bagaje de conocimientos y de experiencia es la principal herramienta
de cambio, la honestidad consigo mismo y con el entorno y la autenticidad con el paciente, es
condición importante para que éste aprenda a ser él mismo.
Citando a Latner (1972): La buena terapia exige que el terapeuta practique lo que predica. Debe
estar en contacto con el campo, centrado en su propio proceso y también consciente de los
sucesos en ese límite de contacto que es el encuentro con el paciente. De esta forma el terapeuta
de carne y hueso muestra inevitablemente su personalidad, sus limitaciones y sus propios
prejuicios y esto puede servir para profundizar acerca de lo que ocurre dentro de él.
En el terapeuta se pueden despertar, por ejemplo, sentimientos hostiles o de desagrado hacia el
paciente. En primer lugar es importante la honestidad consigo mismo, con el propósito de
descubrir si esos sentimientos están relacionados con sus huecos de personalidad o con algo que
está aconteciendo en la Frontera de Contacto y forma parte del campo experiencial de la relación
terapéutica, y en segundo lugar la honestidad (con respeto) hacia el paciente, si esa honestidad
está al servicio del Darse Cuenta y el crecimiento del paciente y no solo el mero desahogo del
terapeuta, la expresión genuina y respetuosa del terapeuta facilita en el paciente la consciencia de
sus escotomas o huecos en la personalidad. Este tipo de verdad u honestidad no enferma, de lo
contrario, el terapeuta estaría siendo cómplice en el engaño, como probablemente le ha sucedido
al paciente en sus relaciones fuera del contexto terapéutico. La honestidad es incompatible con la
evitación, si el terapeuta evita una situación que para sí mismo es conflictiva, va a favorecer lo
mismo en el otro. Desde esta posición, esta estafando al paciente.
Este modo de estar en terapia, el trabajo de persona a persona, hace brotar, inevitablemente, los
patrones de funcionamiento de cada uno de los miembros del equipo. Así, el terapeuta no puede
esconderse detrás del ropaje del que sabe.
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Tal y como señala Latner (1972): La actitud central y dominante que guía al terapeuta gestalt
consiste en encontrar una manera para que el paciente avance al siguiente paso en su conciencia,
el autor continúa citando a Perls (1972): la magia en la terapia es una cuestión de oportunidad.
Esta autenticidad es selectiva, es decir, es adecuada a las necesidades del momento. Compartimos
aquello que estimulará la consciencia del momento en el paciente. Compartir demasiado crea
proyección, ligereza, desensibilización, resistencia y angustia.
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miiddaass
Es posible clasificar las principales escenas temidas en dos grandes categorías:
•
Sexuales o desviación secundaria.
•
Agresivas o desviación secundaria.
Salama (1999) enumera algunas de las escenas más temidas del candidato a terapeuta y de
algunos terapeutas:
•
Angustia ante el cobro de la sesión, es decir, recibir dinero.
•
Angustia ante la depresión del paciente.
•
Angustia ante la ira del paciente.
•
Angustia ante la angustia del paciente.
•
Confluir con los problemas del paciente.
•
Aburrirse con el material que recibe y fingir que todo está bien.
•
Angustia ante las ausencias del paciente.
•
Angustia ante la llegada del paciente a la sesión.
•
Aguantarse las ganas de ir al sanitario por temor a qué dirá el paciente.
•
Temor de que el paciente no regrese de sus vacaciones.
•
No captar la vivencia o figura del paciente.
•
Creer que la sesión no le ha servido al paciente.
•
Darse cuenta que el paciente miente u oculta información.
•
Que el paciente abra una figura minutos antes de terminar la sesión.
•
Angustia ante un brote psicótico del paciente.
•
Miedo a no saber manejar algún experimento.
•
Miedo a las reacciones fisiológicas que presente el paciente (vómito, respiración cortada,
sarpullido de la piel, etc.)
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•
Miedo ante la ira del paciente.
•
Angustia ante la seducción del paciente.
•
Amenazas de suicidio.
•
Miedo al bloqueo.
•
Temor a la crítica, comparación o descalificación del terapeuta.
•
Llevarse a casa un problema.
•
Paciente mayor-terapeuta joven.
•
Miedo al silencio.
•
Angustia por el cobro de la sesión.
•
Paciente que ha pasado por un proceso largo o que viene con un currículum de otros
terapeutas.
Según Salama (1999) en cualquiera de estos u otros casos, se sugiere que el terapeuta lo resuelva
en terapia y trabaje con el saboteador interior o No Yo.
Además del proceso de supervisión o terapia del propio terapeuta, se expone a continuación un
modelo de trabajo psicodramático para las escenas temidas propuesto por Pavlovsky (dramaturgo
y psicoterapeuta), Kesselman (psicoanalista) y Fridlewsky (médico y psicoterapeuta). Este modelo
parte de la escena temida actual como vía para acceder a las escenas más antiguas e inconclusas
de la experiencia del terapeuta.
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mooddeelloo ddee KKeesssseellm
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Estos autores señalan que las situaciones temidas de la vida profesional del terapeuta, pueden ser
espacializadas y representadas dramáticamente en forma de escenas. Kesselman, Pavlovsky y
Fridlewsky (1981) muestran una secuencia de pasos a realizar en el trabajo con escenas temidas.
El esquema es el siguiente:
i.
Dramatización individual profundizada de la escena temida profesional de cada
terapeuta.
ii.
Psicodrama de la escena consonante (asociada familiar).
iii.
Escena resonante (Percepción múltiple grupal).
iv.
Escena resultante (Ensayo de vuelta a la escena temida individual)
v.
Síntesis dramática (del trabajo realizado) en una escenificación plástica que incluye lo
vivido y la conceptualización de la exploración realizada.
vi.
Resumen verbal e intentos de conceptualizaciones teóricas.
Para entender estos pasos, a continuación se explican las diferentes escenas:
8.1 Escenas Temidas
Tal y como se indican anteriormente, el terapeuta, en su cotidianeidad profesional, se va
encontrando con algunas escenas temidas. Los temas más frecuentes están relacionados con
la sexualidad, la violencia, lo económico, las actitudes permisivas o autoritarias, etc. Estas
escenas temidas pueden ser utilizadas como un medio de acceso al inconsciente del
terapeuta, una forma de formar una figura más clara de los vacíos de su personalidad, en
definitiva de aumentar la consciencia de sí mismo para que pueda acceder a respuestas más
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flexibles y actualizadas. Al abordar esta tarea en un contexto grupal, se puede comenzar
con un caldeamiento mental, planteando al grupo de terapeutas noveles que elijan
diferentes escenas temidas que se tendrán en cuenta para trabajarlas psicodramáticamente.
8.2 Escena Consonante
Una vez elegidas y anotadas las escenas, se pasa a la representación psicodramática, según
la metodología conocida, es decir, se buscan protagonistas, escenario, egos auxiliares,
director y público. Durante la dramatización se puede parar la escena cuando se aprecie
claramente momentos de confusión, angustia, bloqueo, etc., entonces es posible pedir al
protagonista que busque en su memoria alguna escena que le suene similar a la ha
representado.
Otro modo de profundización y reflexión sobre una escena temida consiste en invitar al
terapeuta a hacer asociaciones de ideas, a hacer soliloquios o a aislarse momentáneamente
para hacer un ejercicio de introspección regresiva, de viaje hacia su propia historia. Este
retroceso o regresión guiada por el conductor del ejercicio, tiene como objetivo encontrar
eventos vitales que hagan eco con el afecto de la temática planteada en la escena temida.
Igualmente se pueden rastrear algunas escenas (usualmente escenas de la vida familiar del
paciente) que por vibrar tan parecido con la escena temida, se les denomina escenas
consonantes (o escena familiares asociadas consonantes).
Resumiendo, la escena familiar o consonante es aquella que el protagonista asocia a la
escena temida. La escena temida es la vía regia para introducirse en la escena familiar.
8.3 Escena Resonante
¿Qué podemos se puede hacer con la escena consonante? ¿Cómo seguir trabajando para
que adquiera más profundidad didáctica? ¿Cómo puede el terapeuta tratar esta regresión
que ha provocado al protagonista para que le permita aprender algo?
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Del mismo modo que se plantea la dramatización de la escena temida, se puede representar
psicodramáticamente la escena consonante familiar asociada. Se redistribuyen roles y se
dramatiza con el mayor número de detalles, teniendo en cuenta las particularidades de la
fenomenología, los gestos, la
posición, la
mirada, las formas de comunicación, etc., A
mayor grado de caldeamiento, mayor contacto y se hacen más patentes los conflictos
internos. Por ejemplo, podemos ver que hay una ambivalencia entre sumisión (conservar las
buenas maneras) y agresión bloqueada (atacar y defenderse verbalmente y poner límites a
la intrusividad del otro sometedor), el Director introduce un recurso psicodramático mediante
una escena en que se desdoblan estos dos personajes (Top Dog - Under Dog). El paciente
hace el rol bloqueado agresivo en este caso y el Yo-Auxiliar hace de doble sumiso y a más
distancia en el escenario queda la figura sometedora ante la que se tiene ambivalencia y que
permanece ahora en silencio. En la dramatización de estas dos partes antagónicas del Yo del
paciente se va instigando a éste para que se exprese desde esa parte agresiva bloqueada.
Toda esta situación puesta en escena comienza a circular entre los participantes y empieza a
resonar en sus interiores, multiplicándose hasta el infinito como un gran amplificador de
sonidos y de imágenes.
De este modo, la escena consonante se exterioriza y se comparte con el grupo, resuena en
el conjunto, aportando una visión enriquecida (múltiple), transformándose en una escena
descubridora, que es la escena resonante.
La escena resonante, se transforma en un medio de trabajo para cada integrante del grupo,
bajo la conducción y las sugerencias del Director de las dramatizaciones, pedimos al
protagonista que le preste la escena a los demás para que circule libremente por el grupo,
tomando cada trozo de la escena para capturar algo así como una fotografía amplificada, de
tal manera que en lugar de reducirse a las relaciones prehistóricas, esta escena comience a
multiplicarse, a enriquecerse con la mirada, el oído, las actitudes, los sentimientos, las
reacciones y las palabras de los otros.
Si por ejemplo, se está trabajando en una escena familiar relacionada con el abandono, se
puede observar cómo diversas formas de ausencias o abandonos multiplican la imagen del
padre que se va y aparecen múltiples comportamientos posibles para el protagonista, uno
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para cada imagen diferente, se va incorporando un repertorio enriquecido de respuestas
posibles frente a la situación inicial hasta llegar a un clímax de resonancias que completan
una gran escena (integración en una sola Gestalt), como diríamos en música, de variaciones
sinfónicas sobre el mismo tema que contiene toda la variedad de los miedos posibles y de las
defensas posibles contra esos miedos. Todo esto es la escena resonante.
8.4 Escena resultante
Una vez suscitado este nuevo estado emocional, se vuelve a repetir la escena original con la
indicación de que ahora el Protagonista (terapeuta) haga algo nuevo, diferente a lo hecho
anteriormente. Se trata de que el paciente genere desde sus propios recursos, su propia
forma de solucionar el conflicto. De este modo, se trata de abordar la escena temida, pero
esa escena ya no consuena en el interior de la misma manera, es decir, el bloqueo, la novela
familiar subyacente a la escena temida ha sido transformada. En este punto, el protagonista,
la ha reescrito con el grupo y ha quedado sobreimpresa para transformar seguramente su
óptica de la antigua escena temida que tiene para él, desde una nueva valoración distinta,
mucho más rica que la que temía antes de ser tratado de esta forma.
Ahora el protagonista está listo para consonar y resonar con las escenas temidas del resto de
compañeros que comienzan a desfilar en el seminario, la novela profesional, equivalente a
la novela familiar, ha comenzado a modificarse, la escena resultante es la escena que queda
después de la resonante, y es la que el Terapeuta se lleva a la tarea, es decir, el terapeuta
ya no queda con una visión individual, monocular de su conflicto de la escena temida, sino
que al resonar grupalmente su escena consonarte interioriza una múltiple visión en
movimiento de su escena familiar a través de todo el grupo. La escena resultante que es la
que se produce en su tares.
Entonces se ha aprendido una conducta nueva para un viejo problema hasta ahora siempre
enfrentado de la misma manera.
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8.5 Comentarios o feedback grupal
Se dan resonancias desde el grupo, se resalta lo diferente, lo nuevo que se ha visto aparecer
y algún otro miembro del grupo dramatiza alguna escena suya emergente relacionada.
Se comienza con la Escena Temida, es decir, la Escena Resonante de ella, de la historia del
sujeto, cuando se finaliza este trabajo, comienzan las escenas del grupo, que corresponden
a las consonantes grupales de otros miembros. En psicodrama se hace una multiplicación
dramática en vez de interpretar la escena del protagonista. Todo ello hace que se siga con el
caldeamiento del grupo, finalmente se vuelve al protagonista con el que se busca una
Escena Resultante, en cuanto a un acto espontáneo creativo (hacer algo diferente).
Ilustración 1. Resumen del modelo de Kesselman, Pavlovsky, Fridlewsky
Psicodrama
Escena
Temida
(Dramatización
Individual
Escena
Resonante
de él /ella
(historia del
sujeto)
Escenas
Consonantes
(de otros
miembros del
grupo)
Escena
Resultante
(nuevos
recursos)
Caldeamiento del grupo
Fuente: Kesselman, Pavlosky, Fridlewsky (1978). Adaptado por: P. Moreno (2011).
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IIXX.. RReeffeerreenncciiaass BBiibblliiooggrrááffiiccaass
•
Kesselman, H., Pavlovsky E. y Fridlewsky L. (1978). La Multiplicación
Dramática: Un
Camino Hacia la Psicoterapia Profunda. Revista Clínica y Análisis Grupal. Nº 9. Marzo/abril.
Madrid.
•
Kesselman, H., Pavlovsky E. y Fridlewsky L. (1981). Las
Escenas Temidas del
Coordinador de Grupos. Editorial Fundamentos. Madrid.
•
Latner, J. (1972). Fundamentos de la Gestalt. Editorial Cuatro Vientos.
•
Reik, T. (1965). Cómo se Llega a Ser Psicólogo. Editorial Horme.
•
Salama, H. (1999). Encuentro con la Psicoterapia Gestalt. Proceso y Metodología.
Editorial Instituto Mexicano de Psicoterapia Gestalt. México D.F.
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XX.. AAnneexxooss
Anexo 1. Bibliografía recomendada para la consulta
•
Psicodrama. Autor (es): C.M. Bouquet, F. Moccio y E. Pavlovsky.
•
Terapia Gestalt. La Vía del Vacío Fértil. Autor (es): Francisco Peñarrubia
•
El Amor Visto por un Psicólogo. Autor (es): Theodor Reik.
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Anexo 2. La multiplicación dramática: un camino hacia la psicoterapia profunda
Tomado de la Revista: Clínica y Análisis Grupal. Nº 9. Marzo / abril (1978)
De: Hernán Kesselman, Eduardo Pavlovsky y Luis Fridlewsky
Los dos ejemplos que se desarrollan a continuación provienen de los grupos experimentales
constituidos por psicoterapeutas de grupo que, bajo la dirección Kesselman, Pavlovsky y
Fridlewsky (1978) se han reunido para trabajar sus Escenas Temidas profesionales en su papel de
coordinador y/o coordinadores de grupo.
Se trata de psicoterapeutas que juegan a representar escenas conflictivas de su vida profesional,
de a uno por vez, frente a otros psicoterapeutas que juegan a representar los papeles de
pacientes o familiares del protagonista, es decir, de auxiliarlo.
Pero este auxilio lo hace cada integrante con la particularidad de su propia personalidad y con el
enfoque que le da su propia visión del conflicto. Cada uno interpreta el tema del protagonista a su
modo.
En el primer ejemplo se desarrolla la multiplicación desde la Escena Temida hasta la Escena
Resonante y en el segundo ejemplo se muestra un ciclo completo de escenas: la temida, la
consonante, la resonante y la resultante.
Estos ejemplos fueron publicados la Revista "Clínica y Análisis Grupal (1978) y se muestran a
continuación:
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Ejemplo Nº 1:
Se trata de una escena temida de Luisa (una de las participantes del grupo de experiencia) como
psicoterapeuta de grupo.
Se dramatiza la escena temida de Luisa. Es una psicoterapia de grupo en co-terapia. La terapeuta encuadra
su escena temida y distribuye los roles en el grupo de entrenamiento.
Señala que no necesita que alguien ocupe el rol del terapeuta varón durante la dramatización de la escena
temida, porque dicho co-terapeuta es "de palo", está, pero "es como si no estuviera en la sesión", "no
existe", y entonces prefiere "dejar el lugar vacío".
La "sesión" transcurre en un clima de cuestionamiento a la terapeuta por parte de los pacientes, a quien
adjudican no ser suficientemente "veraz" en sus afirmaciones.
Le cuestionan que pareciera haber señalado una fecha para la terminación del grupo y luego modificarla dos
o tres veces. Este cuestionamiento confunde a la terapeuta, quien comienza a "defenderse" perdiendo su rol
interpretativo, y tomando un papel "agresivo" frente a la "confusión".
Una "paciente" insiste en la falta de "veracidad" de la conducta de la terapeuta.
Durante la dramatización de la "escena temida" se sugiere a uno de los integrantes del grupo de trabajo que
tome el papel del "co-terapeuta varón ausente", siguiendo el rol adjudicado de "no tener vida durante la
sesión", "como no existiendo". El co-terapeuta varón realiza un soliloquio posterior a la dramatización de la
escena, señalando la impresión de tener un rol fantasmal carente de vida.
Durante todo el tiempo que duró la dramatización, Luisa, la "co-terapeuta mujer" no miró ni intentó
relacionarse con su "co-terapeuta varón".
Damos fin así a la representación de la "escena temida" de la terapeuta.
Sugerimos que asocie libremente con alguna escena que recuerde en esos momentos de su vida familiar,
pasada o presente (escena consonante). Le pedimos que busque una escena de su vida personal que le
"consuene" con el clima afectivo de la escena temida representada. Sugiere dramatizar una escena que
recuerda de su infancia, donde su madre reúne a sus hijos (una niña de siete años, otra de cuatro y un
varón de ocho) y les comenta que el padre ha fallecido. La terapeuta toma su mismo rol a los siete años de
edad. Se reparten los roles en el grupo. Se le sugiere a Luisa que tome primeramente el rol de su madre en
dicha conversación con los hijos.
Madre (a sus tres hijos): "Papá murió, pero está con nosotros; en realidad, no murió, sigue aquí con
nosotros. Está vivo aunque no esté. Yo voy a hacer de mamá y de papá al mismo tiempo". Los tres "niños"
quedan confusos y hacen preguntas en relación a si el padre está muerto o si está vivo.
La "madre" vuelve a expresarse ambiguamente sobre la muerte del padre, sugiriendo nuevamente que el
padre falleció pero que vive en ella, porque ella como madre va a hacer de "papá y mamá". En estos
momentos, uno de los directores de la experiencia de entrenamiento sugiere que ésta afirmación de la
madre se "concretice dramáticamente". Para esto le pide a un hombre del grupo (el que había cumplido el
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rol de co-terapeuta varón en la escena temida) que se arrodille y se le pide a la "madre" que se siente sobre
sus hombros y que repita las últimas frases que dijo anteriormente pero ahora desde esa posición: "Papá
murió, pero él está aquí con nosotros porque yo voy a hacer de papá y mamá para vosotros".
Los tres "niños", en forma espontánea, acusan a la madre de no decirles claramente la verdad. Ellos quieren
saber si "papá murió o está vivo", pero que no entienden que está muerto y ella puede hacer de los dos.
Que eso no puede ser verdad.
En estos momentos, otro de los directores de la experiencia sugiere que la dramatización se realice en dos
pasos sucesivos de tiempo, siguiendo la misma estructura.
En una escena:
La "madre habla con sus "hijos". Sus hijos la acusan de falta de veracidad en sus afirmaciones sobre "la
muerte del padre".
En otra escena sucesiva:
La "coordinadora" habla con sus pacientes. Estos la acusan de falta de veracidad sobre "el tiempo del final
de la experiencia".
Los roles de "madre" y terapeuta son siempre realizados por Luisa, la protagonista, quien en ambos casos
aparece sentada sobre los hombros del "hombre" (padre o co-terapeuta varón).
La escena consonante vibra con la escena temida.
En la escena temida la protagonista como terapeuta faltaba a una "verdad" sin saberlo. El co-terapeuta
varón "estaba ausente, pero vivo". "Presente, pero fantasmal". En esta escena, la coordinadora tomaba el
rol de la pareja combinada. Luisa, la protagonista, hacía de los dos y por los dos. El grupo sentía al coterapeuta varón como "muerto" pero "vivo". Ni "vivo" ni "muerto". El grupo se queja de una doble falacia: a)
ella como terapeuta mujer no puede hacer los dos papeles, masculino y femenino; b) ella falsea el final o
muerte de la experiencia.
Se sugiere a Luisa la identificación con el personaje de su madre en la escena consonante.
Allí, el personaje de madre se identifica con el padre muerto y lo reemplaza, pero lo hacer "revivir" para sus
hijos en esta identificación. Son "mamá" y papá juntos. Papá murió, pero vive en mí. Esto es falso, se dice
en la "dramatización". Los niños no perdonan las mentiras. Nadie puede hacer de nadie, ni revivir a un
muerto. Identificación de una mujer con un hombre presente y fantasmal. Una misma estructura. Un
protagonista que en la escena temida se identifica con el personaje madre de la escena consonante y realiza
un doble juego identificativo en lo imaginario. Se identifica con la identificación que la madre hizo con el
padre. Hay un padre fantasma.
Hay un co-terapeuta varón fantasma.
La psicoterapia realiza "activamente" con sus pacientes lo que su madre le hizo en su infancia a ella y sus
hermanos, e identifica proyectivamente en los pacientes a los niños "perplejos" que eran ella y sus
hermanos frente a la ambigüedad del mensaje materno.
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La escena consonante es una estructura que se funde con la escena temida.
Modificación del tiempo. Persistencia de los personajes. Transferencia de vínculos pasados a vínculos
presentes.
Escena temida a escena consonante.
Numerosos miembros del grupo, posteriormente a la dramatización, toman los diferentes roles de la
actuación dramática y realizan doblajes y soliloquios, desde diferentes puntos de vista.
La escena se abre en abanico; todo el grupo ahora invade la intimidad del "hogar" y de la "sesión",
convirtiendo la escena privada en una escena grupal. (Escena resonante). La escena ya no le pertenece a la
protagonista. "Circula por el grupo y ya es del grupo. Se metaboliza entre todos y para todos". Como un
coro que resonara desde diferentes matices y tonalidades.
La escena temida es una estructura con todos los fantasmas, donde se proyecta la temática de la novela
familiar de cada participante. El psicodrama grupal fue algo así como el exorcismo liberador del mundo
fantasmagórico familiar.
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Ejemplo Nº 2
El psicoterapeuta se llama Jorge.
La escena temida de Jorge se podría titular: "¿Qué hacer?". Se trata de un grupo terapéutico de adultos bajo
la coordinación de una cupla: co-terapia heterosexual (Jorge, terapeuta varón y una co-terapeuta mujer). Se
dramatiza la escena. La sesión incluye al co-terapeuta. Los miembros del grupo de entrenamiento toman los
roles de pacientes. Uno de ellos hará de co-terapeuta y Jorge tomará su propio rol de terapeuta en su
"escena temida" (como antecedente, Jorge recuerda que hubo un terapeuta anterior en el grupo, al que
imagina más eficiente y de mejor contacto con él).
Durante la escena, dos integrantes del grupo de terapia discuten entre sí con bastante vehemencia. Jorge
como "terapeuta" se siente impotente para intervenir, y cuando lo hace siente su interpretación como muy
superficial y poco operativa. Tiene la sensación de que sus interpretaciones son dejadas de lado. No acusan
recibo de sus intervenciones.
Jorge (soliloquio desde su rol de terapeuta durante la discusión de sus dos pacientes): "Siento que no sirvo,
no me reconoce, no tengo espacio. No toman lo que yo digo, me falta nivel. NO ME ESCUCHAN O VALORAN,
o no me respetan. Ella como terapeuta no dice nada, me abandona. El terapeuta anterior lo hubiera hecho
mejor".
Co-terapeuta (Jorge tomó momentáneamente el rol de co-terapeuta en un soliloquio durante la sesión): "Me
siento insegura respecto a Jorge. Tengo la impresión de que no valora mis interpretaciones. No me aprueba.
No puedo hablar".
Estos dos soliloquios completan la escena temida.
Se señala que desde los dos soliloquios se percibe de qué manera cada uno de los dos co-terapeutas se
siente exigido o abandonado por el otro.
La co-terapia de este modo, no es ni homóloga ni complementaria. Para Jorge la no intervención de la coterapeuta es vivida como saboteo, como falta de cooperación, de abandono por la co-terapeuta. Se señala
que, sin embargo, Jorge "en el rol de co-terapeuta" había expresado su temor de hablar al no sentirse
valorada por Jorge. Se le pregunta a Jorge qué escenas de su vida personal asocia con este clima de tanta
exigencia y desvalorización. Nos sugiere dramatizar una escena familiar.
Se le observó, antes de pasar a la escena familiar, que durante la dramatización de la escena temida
profesional, tomó como coordinador una actitud física de desafío y de altanería mientras interpretaba, que
fue visible para todos nosotros. Se le señaló que esta actitud de desafío era una actitud defensiva frente a
su sentimiento de inseguridad que se vislumbraba en su soliloquio. Con esto queremos decir que de la
impotencia se defiende con desafío y altanería.
La escena asociada. Corresponde a una escena familiar cuando tenía nueve años y su hermano Enrique
once. Ambos visitaban a su padre en el establecimiento donde éste trabajaba.
El hermano de Jorge era un niño bastante prodigio, que tenía excepcionales condiciones literarias y había
escrito un pequeño libro de poesía.
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Al llegar Jorge y su hermano Enrique, un empleado del padre les recibe y le dice a Jorge: "Así que vos sos
hermano de Enrique e hijo de Alberto (el padre)". Jorge nos dice que eso lo impacta y confunde.
Se dramatiza la escena: se reparten los roles de la escena consonante o familiar. Entre los miembros del
grupo de entrenamiento se distribuyen los roles de la escena consonante.
Recordamos que la escena familiar o consonante es aquella con que el protagonista asocia afectivamente a
la escena temida. Repetimos que la escena temida es una vía regia para introducirnos en la escena familiar.
Una vez repartidos los roles, la escena se dramatiza: Jorge es acompañado por "su hermano Enrique", se
adelanta un metro y penetra en la oficina de su padre, que no está presente.
Jorge entra con una gran expectativa de ser reconocido por su padre.
En lugar de esta "escena deseada" se encuentra con un empleado del padre que lo reconoce a través de
identidades de OTROS: "Vos sos el hermano de
Enrique y el hijo del señor Alberto". Jorge (desde el rol en el momento que Enrique aparece a su lado se lo
ve afectado corporalmente, como reviviendo la escena originaria en la dramatización aquí y ahora): "Sí, yo
soy el hermano de él (por Enrique) y el hijo del señor Alberto" (queda confuso y perplejo, sin atinar a seguir
hablando).
Se le pide un soliloquio: "Me siento un cero a la izquierda, no soy nadie, no tengo lugar. Sólo soy por ellos.
Me siento impotente y con rabia. Me reconocen por ellos y por mí. No me puedo comparar a Enrique. No me
conocen (queda emocionado y confundido).
Se percibe que lo angustioso de Jorge es sentirse definido y reconocido por OTROS (el empleado) desde
OTROS (el hermano o el padre) y no por él, sino como prolongaciones de familiares prestigiosos.
En estos momentos interrumpimos la dramatización y hacemos resonar el grupo.
Es decir, buscamos que las subjetividades de cada miembro del grupo de entrenamiento sean resonantes
con la escena de Jorge, que la escena familiar repique en la caja de resonancia, diferente, que cada
subjetividad individual propugne. Como si la escena fuera despojada de Jorge hacia el grupo, y múltiples
melodías fueran mediatizadas a través de las diferentes identificaciones y puntos de vista de los miembros
del grupo de entrenamiento.
No buscamos revelar la escena encubridora. Buscamos descubrir la escena polifacéticamente. Ampliarla y no
reducirla.
Varias personas toman el rol de Jorge, otros el de Enrique. Algunos prefieren respetar la escena. Otros
prefieren ampliar la original desde soliloquios e inversión de roles. Hay varios tipos de empleados. Hay
diversos tipos de Enrique. Surgen varios Jorges.
En última instancia, el sentimiento de impotencia de Jorge no se modifica, sino que se lo amplía desde
múltiples perspectivas. Impotencia de no ser reconocido. Impotencia del envidioso. Impotencia del hermano
menor que nunca conoce la historia del mayor. Impotencia del abandono. Impotencia de la soledad.
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La impotencia no se reduce a la exclusión del triángulo edípico, sino que se amplía a través de múltiples
subjetividades.
El no ser reconocido se amplía a las diferentes formas de angustias de no ser reconocido por el OTRO
(Padres, familiares, maestros) y además angustia de ser reconocido por otras facetas que él desconoce de
él.
Impotencia del no tener lugar: "Deseo poder tener un espacio propio". "De ocupar espacios de otros".
Todos dramatizan ocupando los roles y se completa la escena resonante que es totalizadora, pues abarca
todos los puntos de vista de todos los roles familiares (o extrafamiliares) de la escena consonante a través
de los múltiples ojos y oídos de los roles que toman los miembros del grupo de entrenamiento.
Teníamos la escena temida (de su labor profesional) que nos llevó a la escena consonante (familiar) que fue
llevada al grupo y dramatizada y explorada entre todos, llegando a la escena resonante que es abarcativa,
pluridimensional y totalizadora (o grupal).
Lo vemos a Jorge en otra actitud después de la realización de la escena resonante. Le sugerimos, entonces,
que en lugar de explorar su escena temida, se convierta en el coordinador de la escena temida de otro
integrante.
Se elige que Jorge coordine la escena temida de Ignacio, que se titula: "Cómo me deshago de ella". Se
reparten los roles y se dramatiza la escena de Ignacio coordinada por Jorge.
Se trata de ver cómo actúa Jorge en la escena que lo paraliza e inhibe a Ignacio. Es una situación
complicada donde en una sesión terapéutica se produce la inclusión de un miembro y donde otra persona
del grupo la quiere echar por conocerla de "otro lado" y resultarle incompatible estar con ella en el mismo
grupo.
La escena que paralizaba a Ignacio es tomada por Jorge, y su desempeño en la situación es muy correcto
(para muchos sorprendente). No se percibe la actitud de desafío.
Se le sugiere a Jorge que realice un diálogo gestáltico entre los dos Jorges coordinadores, el de su escena
temida y el coordinador de la escena de Ignacio.
Se discute la elaboración desde la dramatización de la escena temida hasta el último desempeño de Jorge
como coordinador, pasaje que según entendemos se produce a través de un proceso, elaborativo in situ. Es
decir, sugerimos que la espacialización de la escena familiar puede haber influido en la metabolización de su
escena temida y habiéndola visto resonar grupalmente.
Se sugiere, además, que frente a la impotencia, su único repertorio defensivo era el desafío omnipotente.
Se piensa que en la primera coordinación Jorge parece poseído por un "personaje castrado y desvalorizado"
frente a otro supuestamente lúcido y hábil (el hermano y el ex-terapeuta del grupo). Se señala cómo la coterapeuta (interpretada por él en el soliloquio) se sentía desvalorizada.
Co-terapeuta anterior - Jorge actualmente como terapeuta
(valorizado) (desvalorizado)
Hermano (infancia) - Jorge (infancia)
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(valorizado) (desvalorizado)
Jorge terapeuta - Co-terapeuta
(Valorizado) (Desvalorizado)
Jorge desafiante - Miembros del grupo terapéutico
Personaje valorizado (personajes desvalorizados frente defensivo) a un terapeuta omnipotente.
La escena resultante es la escena que queda en Jorge después de la resonante, y es la que el terapeuta se
lleva de vuelta a su tarea como psicoterapeuta en acción con sus pacientes.
Es decir, que el terapeuta ya no queda con su visión individual monocular de su conflicto de la escena
temida, sino que al resonar grupalmente su escena consonante interioriza una múltiple visión en movimiento
de su escena familiar a través de todo el grupo.
La escena resultante, que es la que se produce en el retorno a su tarea con los pacientes, incluye la
interiorización del movimiento del grupo experimental y sus diferentes concepciones.
La escena resultante fue la que incluía el desempeño del rol de la coordinación de Jorge en la escena temida
de Ignacio, donde parecía haberse liberado de su personaje castrado y encerrante.
Se le sugiere a Jorge que el problema de esta escena traumática y temida de su vida profesional, es que
puede aparecer muchas veces en su tarea como escena habitual y no excepcional.
Suponemos que debe intentar procesarla sin "actuarla", hasta llegar a encontrar una conducta alternativa
menos regresiva que el desafío y la altanería.
Los compañeros de tarea le mostraron dramáticamente varias y diferentes conductas terapéuticas posibles.
Se le señala, además, que el paso de Jorge coordinador 1, a Jorge coordinador 2, es también el pasaje de
una escena de dos personajes (uno bueno y otro malo) a otra escena de un personaje (integrado), con
menos terror y parálisis y menor exigencia o idealización, capaz de coordinar aceptando sus miedos sin
desvalorizarse y no necesitando entonces la conducta desafiante como modelo defensivo, único y regresivo.
Se sugiere la idea de que todos los coordinadores deben aprender a salir no sólo de la regresión del grupo,
sino también de la regresión de su escena.
Ignacio comenta que a raíz de la dramatización de su escena temida coordinada por Jorge ("cómo me
deshago de ella"), comprendió cómo una paciente lo "enganchaba" a él como terapeuta.
De esta manera percibimos cómo la escena temida de Jorge se convierte en propiedad del grupo y cada
escena temida de cada integrante es también de Jorge.
Una conducta nueva para un viejo problema hasta ahora siempre enfrentado de la misma manera (el
desafío).
Un nuevo camino hacia la profundidad (la multiplicación dramática) en lugar de un antiguo recorrido (la
reducción interpretativa verbal).
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