Bibliografía_Las Mancomunidades en nuestro Derecho Local

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Hay que co ngra tularse. quienes vivimos en esta Comunidad Aut ónoma, por la aparición de este
utilísimo instrume nto ju rídico.
GABRIEL GARcíA CANTERO
TOMÁS QUI NTANALóPEZ, Las Man comunidades en nuestro Dere cho Local , Institut o Nacional de
Administraci ón Públ ica, Madrid , 1991
Constituye el estud io que se reseña un análisis del fenómeno asociativo municipal de gra n interés
y rigor. Ya el autor, Profesor T itular en la Univers idad de León, había publicado importantes trabajos
sob re el régimen local nac ional - valga co mo muestra la excelente monografía titulada El derecho de los
vecinos y la prestació n y establecimiento de los servicios públicos (Civitas, Madrid, 1987)- y co mparado,
co mo el recient e artícul o sob re los Entes intermedios italian os (Los entes locales complejos y otrasformas
de colaboració n en el ordenamiento local italiano , «Revista de Estudios de Admin istración Local y
Autonómi ca, núm. 24 1, 1989) . Como se puede aprec iar, el Dr. QUINTANA ha realizado un análisis de las
implicaciones del Estado Soc ial y la Admin istrac ión local desde la perspectiva de los derechos del
administrad o. En esta ocasión, se hace cargo de un ente encaminado a prestar unos servicios que en el
medi o rural , debido a la debilid ad dc sus estruct uras muni cipales, son muy inferiores -cualitativa y
cuantitativament e- respecto a la urb e, haciend o que la calidad de vida de estos ciudadanos sea sólo un
deseo o una decl ara ción programática.
El libro va precedido de un prólogo, del que es responsable Leopoldo TOLlVAR ALAS , donde re­
conoce la necesid ad de unión de esfuerzos mun icipales, dada la conoc ida atomización munic ipal. S in
emb argo, el prologui sta precisa, asimis mo, las limitaci ones de l fenómeno mancomunitario identifi cado
por el derecho a asoc iarse que restringe gravemente las disponibilidades aut onómi cas respecto a su
empleo para la gestión de servicios y para logr ar, en def initiva, «un ideal equilibrio prestacion al». Por este
motivo , la Mancomun idad asume , únicamente , un papel compleme ntario de bido a su carác ter sec torial
y a su vo cación exc lus ivamente mun icipalista, lo que le impide servir de apoyo para fórmul as de gestió n
indirecta de funcio nes administrat ivas autonóm icas.
La primera parte de la obr a se ocupa del examen del recorrido histór ico de la legisla ción del
régim en local marcado, desde el siglo pasado , por la instauración genera l del Muni cipio y de la provincia.
El autor da cuenta de la creciente sensibilizac ión soc ial, políti ca y jurídica respecto al minifundismo
municipal producido por la instauración de la nueva planta local citada así como de las primeras medidas
legislati vas encaminadas a forta lecer la ges tión mun ic ipal.
En es te iter histór ico, particular atenció n se dedi ca al entramado norm ativo del período político
posterior a la Guerra Civil y, seguidamente, al influjo de los postulados constitucionales en el mismo . con
el advenimiento del sistema dem ocr ático y con la apro bació n del texto co nstitucional. Ha de resaltarse que
en este tratam iento de la legislaci ón histórica se da una especial importancia a los Dict ámenes del Con sejo
de Estad o, que han mantenido un a doctrina de gran imp ortan cia en relación a cue stiones esenc iales del
régimen jurídico de las Mancomunidades.
Una vez realizado un profundo reconocimiento de la normat iva pre térita, el Capítulo TI versa sobre
la regulaci ón actual de las Mancomunidades, inclu yendo la legislaci ón básica de régimen local y la prop ia
de las Comunidades Autónomas. Obviamente, un problema eleme ntal en la cuestión cons iste en el
discernimiento de la distribución de competencias a la horade regular laMancomuni dad. En efecto. seg ún
lo dispuesto en la Con stitución , las CC.AA. privilegiadas podrían as umir estatutariamente el desa rro llo
legislativ o de las bases del régimen estatal (artícul o 149.1.18 ); mientras que las de vía lent a deber ían
circu nscrib ir su dispon ibilidad estatutaria a lo prev isto en el artículo 148 .[ .2. que permite a las CC.AA.
asumir comp etencias en materia de alter ación de térm inos muni cipales y, genéricamente, en las funcio nes
que correspondan a la Administración del Es tado sobre Corporaciones Locales.
Planteada así, la situació n constituc ional competencial, el profesor Q UINTANAseñala, sin embargo ,
que la Ley de Bases de Rég imen Local ha produ cido una homogeneización en atención a lo dispues to en
la d ispos ición adici onal prime ra l . Esta disposición establece que «Las compe tencias legislativas o de
desarroll o de la leg islación del Estado sobre el régimen local asumidas, seg ún lo d ispuesto en sus
respectiv os Estatuto s, por las Comun idades Autónomas del Principado de Astu rias, Cantabria, La Rioj a,
Mur cia , Arag ón, Castilla-La Man cha, Cast illa y León , Islas Baleares, Extrernadu ra y Madrid se ejercerán,
según [os casos, en el marco de lo establecido en el artículo 13 yen el Tftulo IV de esta Ley, así como,
si procediere, en los t érminos y con el alcance previsto s en los artículos 20.2, 32.2,29 Y30 de la misma» .
Resulta , pues, de perfecta legitimid ad constitucional la existencia de una potestad legislati va--en
Comunidades Autónomas de acceso diferido a la autonomía plena-de desarrollo del artículo 44 de la Ley
básica de Régimen Local, único precepto de la mism a que se ocupa de la Mancomunidad . Estas normas
complementarias --en expre sión del profesor GARCíA DE ENTI'.RRIA- tendrán, sin embargo. distinta pers­
pectiva: las CC.AA . del 151 acudirán al artículo 149.1.18 ; sin embargo , las que cuentan con un menor
nivel de autonomía relacion arán su legislaci ón con los meno s generoso s límites del art. 148.1.2 y de la
disposición adicional citada.
A continuación, el autor hace hincapié en las potestade s admini strativa s que pertenecen a las
CC.AA. en esta materia. Con relación de nuevo a los poderes autonómicos, se destaca el pronunciam iento
de la Sentencia del Tribunal Constitucional de 2 1 de diciembre de 1989, donde se clarifi caron cuestiones
como la aprobación definit iva de los Estatutos de la Mancomun idad . Dicha aprobación, como consecuen­
cia de la autonomía local, queda suje ta a la voluntad de los plenos de los Ayuntami entos sin que la
Comunidad Autónoma pueda hacer algo m ás que, en el caso de que esté previsto legalmente, realizar
observaciones sobre la legalidad y oportunidad de los mismos.
Por último, el Cap ítulo III profundi za en el denominado obje to de las Mancomunid ades, lo cual
permit e al autor elaborar un análisis sumamente fructífero sobre conceptos capitales como las obras y los
servicios públicos. Respecto a la gestión de servicios, se plantea la problemáti ca deriv ada de su gestión
directa o no por la mancomunidad, realizando una exég esis ilustrativ a de la casuística exis tente.
Como reflexión final de la reseña, conviene abundar en la utilidad y claridad de la obra com entada,
a lo cual contribuy e su estilo sencillo pero riguroso lo que hace de este libro una aportación valiosa al
panorama de la bibliografía nacional sobre el régimen local y, en particular , sobre las Mancomunidades.
JAVI EROUVÁN
DEL CACHO
LAGUNA DE PAZ, Joss CARLOS: Las empresas públicas de promoción económica regional. La
empresa pública como instrumento de gestión de ayudas. Editori al Montecorvo, S.A. , Madrid, 1991,
472 pp.
l. El fenómen o de las SOOI (Socie dades de Desarrollo Industrial) presen ta rasgos peculi ares que
las hacen dignas de estudio : desde el objetivo que motivó su creación hasta el cambiante conte xtojurídico­
institucional en el que surgiero n, teniend o en cuenta que su nacim iento no responde a una estrate gia
preconc ebida con carácter general y que tampoco con posteridad se ha extendido la ex periencia a todo el
territorio nacion al. En un períod o tempor al dilatad o, desde la Sociedad para el Desarrollo Industrial de
Galicia (SODlG A) constituida en 1972 , hasta) 983, en que surge SO DIAR (Soc iedad para el Desarrollo
Industrial de Aragón), tan sólo han sido siete las sociedades de este tipo (además de las citadas, las
homónimas de Andalucía, Cana rias, Extremadura.Castilla y León y Castilla- La Mancha).
Una de las caracter ísticas distinti vas de las SOD! consiste en que aun estando orientadas al de­
sarrollo industrial de regiones determin adas, lo hacen desde el planteamiento que supone la dirección
estatal del proceso, mediante la inc lusión de las mismas en la órbita del Instituto Nacional de Industria
(que ostenta la mayoría de accion ariado), incluso en un caso tan tardío corno SODI AR, cuya creación es
más de un año posterior a la entrada en vigor del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Autónoma de
Arag ón(aprobado por Ley Orgánica 8/1 9R2, de (Ode agosto). Dicha inclu sión en la órbita del IN! revela,
sin duda, en el Estado una preocupaci ón -desde 1978 un mandat o constitucional- de contribuir a la
corrección de Jos desequilibrios económicos interterritori ales a través de un esfu erzo de promoción del
desarrollo industrial en aquellas regiones menos favorecid as. Actuació n correctora mediante el fomento
de la actividad industr ial que sigue manten iendo la titula ridad estatal, a pesar de que, por su parte , las
Comunidades Autónom as han asum ido específicamente la competencia para la creación de un sector
público propio y, en concreto, también para la prom oción económica regional y aun para la corrección
interna de los desequ ilibrios territoriales en el ámbito regional. Paradoja o, si se quiere , anomalía tant o
más irregular cuanto que las SODI no aparecen constitucionalmente configuradas como instrumentos
des tinados a cumplir aquellas finalidades desde la perspectiva estatal, sino que tales finalidades son
encomendada s, de manera directa. a otros mecan ismos redistribuid ores de carácter financiero en manos
del Estado.
En cualquier caso, no se trata de denunciar como ilegítima la existencia de esas SODI estatales
(cuando menos, no front alment e inconstitucion al) , sino de poner de manifiesto que la lógica interna de
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