Examinadlo todo y quedaos con lo bueno

Anuncio
DIREZIONE GENERALE OPERE DON BOSCO
Via della Pisana, 1111 - 00163 Roma
Il Rettor Maggiore
«Examinadlo todo y quedaos con lo bueno»
HOMILÍA PARA LA MISA DE SANTO DOMINGO SAVIO
(1Tes 5,12-24; Sal 118; Jn15,7-14)
Me alegra que para la celebración eucarística con los jóvenes de
Santander se haya escogido la misa de Santo Domingo Savio, porque él
continúa siendo un “grande gigante del espíritu”, como lo ha definido Pío XII.
En él el Señor ha querido dar a los adolescentes y a los jóvenes un ejemplo
admirable de caridad y de pureza, un “incansable apóstol entre los jóvenes”,
un “modelo di santidad juvenil”, que se distingue por la “alegría del corazón”
y por la “fidelidad a los deberes de cada día”.
La celebración de la misa de Santo Domingo Savio es un llamado a ser
siempre más dóciles a la acción del Espíritu y a caminar sobre las huellas
dejadas por él, hasta alcanzar la “estatura perfecta de Cristo”.
Para poder alcanzar esta meta, todos nosotros – jóvenes y educadores
– invoquemos hoy la ayuda de Dios, para crecer como hijos suyos en la
alegría y en el amor, para ser transformados por el Espíritu en “alegres
mensajeros” del amor de Dios, para “buscar por encima de todo la amistad
con Cristo”, en modo tal de conducir a los otros jóvenes a vivir en amistad
con Dios y obtener en Él la plenitud de vida, de felicidad, de amor a que
aspira el corazón de todo muchacho.
Intentemos, pues, profundizar un poco, a la luz de la palabra de Dios
que hemos escuchado, el mensaje de santidad dejado por Domingo Savio,
que supo traducir en su vida la exhortación del Apóstol: «Estad siempre
alegres. Orad en todo momento… No apaguéis la fuerza del Espíritu…
Examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Apartaos de todo tipo de mal» (1Tes
5,16-22).
Ya desde los primeros años de su vida, Domingo comprendió que la
mejor cualidad de un adolescente es la pureza evangélica, porque le permite
descubrir la presencia de Dios dentro y fuera de sí. Tal es el sentido de su
oración: “Antes morir que pecar”. Muy pronto, sin embargo, aprendió que
esto implicaba la templanza, en particular el dominio de sus ojos, en modo
tal de ver sólo aquello que él quería ver, y tomó la decisión de frecuentar
como amigos aquellos que le podían ayudar a ser bueno.
Domingo tenía un natural bueno y orientado a la piedad, como se
pude ver de su regularidad en la vida de oración, en la mañana y en la
Homilía Santo Domingo Savio. Santander, 9.05.03
www.salesianosbilbao.com
noche, antes y después de los alimentos, y de su costumbre de buscar
momentos y espacios para rezar.
Quizá una de las cosas más sorprendentes es precisamente su firme
voluntad de ser santo, de crecer espiritualmente, de no ser un mediocre. Los
propósitos que tomó el día de su primera comunión son verdaderamente un
programa de vida:
1.
2.
3.
4.
La
La
La
La
confesión y la comunión frecuentes
observancia de los días de fiesta
amistad con Jesús y María
muerte antes que el pecado
En su camino de santificación, no hay duda que que Don Bosco fue
para él un verdadero maestro, que le recordaba que era solamente un
adolescente y que debía vivir como adolescente, y por esta razón no le
permitía que gastara tantas horas en la iglesia o que ayunase. Por el
contrario, lo invitaba a ser un buen estudiante, a cumplir con sus deberes
de casa, a superar la pereza durante los días de verano, a dedicarse de lleno
al estudio, a hacer el bien a los compañeros.
Domingo quería a toda costa ser sacerdote y estaba dispuesto a
cualquier cosa con tal de alcanzar este objetivo, convencido que ésta era la
manera mejor para hacer el bien a los demás y así salvar su alma. Don
Bosco, que era su director espiritual, le pidió al principio sólo que ayudase a
sus compañeros y que fuera un apóstol en medio de ellos.
Hay que decir que ya en el primer encuentro con Domingo Savio, Don
Bosco descubrió que había buena madera, madera de santo: “Reconocí en
aquel muchacho un alma completamente consagrada al Espíritu Santo y
quedé profundamente conmovido al ver la obra de arte que había hecho ya la
gracia de Dios en una persona tan joven”.
A su llegada al Oratorio de Valdocco, la vida de Domingo Savio no es
que se distinguiera mucho, a no ser por su exacta observancia del
reglamento de la casa casa. Pero muy pronto comenzó a progresar en el
camino de la virtud. Fue, sin embargo, una predicación de Don Bosco, en
marzo de 1855, el detonante que lo lanzó decididamente hacia la santidad:
“Hay tres cosas que os quiero recordar: la primera es que Dios quiere que
seáis santos; la segunda, que no es difícil para un muchacho llegar a ser
santo; la tercera, que hay una grande recompensa en el cielo para quienes
logran ser santos”. En aquel momento Domingo se hizo esta reflexión:
“Durante toda mi vida no he querido sino esto! No hay razón para no serlo.
De ahora en adelante me dedicaré a ello con todo el corazón y con toda la
mente. Debo ser santo, no importa cuánto me pueda costar”. He aquí el
momento de la decisión de Domingo: “Incluso mi nombre significa que
pertenezco al Señor, y debo ser totalmente suyo, y no seré feliz sino hasta
que no sea santo. Tengo un grande deseo de ser santo y si no lo consigo,
habré fracasado”.
Cuando Domingo Savio preguntó qué cosa tenía qué hacer para ser
santo, Don Bosco lo invitó a estar siempre alegrer, a cumplir los deberes de
2
Homilía Santo Domingo Savio. Santander, 9.05.03
www.salesianosbilbao.com
cada día, a desarrollar una relación de amistad con Jesús através de la
oración, la Palabra de Dios y los sacramentos de la confesión y de la
comunión, y a preocuparse de hacer el bien a los compañeros. Domingo
asumió seriamente este programa de santidad y procuró vivir así.
Domingo murió a los 15 años, el 9 de marzo de 1857, habiendo
alcanzado un alto grado de santidad, válida y por tanto proponible todavía a
los adolescentes y a los jóvenes, llamados por Juan Pablo II, a ser “los santos
del nuevo milenio”, jóvenes que viven según el espíritu de las
bienaventuranzas, llenos de alegría, de sentido de la vida, de piedad y de
amor eficaz. Domingo Savio no es una excepción. Es un signo. Los valores de
es portador son válidos para todos. Dios ama a cualquier joven y le hace
escuchar su voz y su energía en el íntimo de su corazón.
Domingo Savio es fruto de la gracia, de la acción del Espíritu, y
también de la educación salesiana. Esta debe tener el coraje de señalar
horizontes audaces de vida, de proponer “una medida alta” de vida cristiana
para vencer la tentación de la mediocridad. La adolescencia y la juventud
son también tiempos para madurar la santidad.
Domingo Savio representa la palabra de Don Bosco sobre la validez de
su pedagogía para hacer real esta propuesta. Domingo Savio es una figura
muy completa en su aspecto humano: responsabilidad, finura, amistad,
generosidad. Sobre todo es alguien que se caracterizó por el diálogo con el
Señor, al que sintió dentro y fuera de sí, y al cual respondió con la oración,
la intimidad sacramental, la pureza de corazón en el sentido más rico y más
profundo del término, y con el compromiso apostólico ordinario y
extaordinario entre sus compañeros.
Por medio de la educación de todo lo que es humano se puede caminar
hacia la fe. Pero la misma vida de fe es educación de lo humano y representa
el camino más seguro, breve y fecundo.
Que el Señor nos conceda en esta eucaristía la gracia de caminar
juntos, educadores y educandos, en el camino de la vida y de la fe creando
un ambiente que favorezca la confianza recíproca, el estímulo al bien, y el
acompañamiento personal.
Don Pascual Chávez V.
Santander, 9 de mayo 2003
3
Descargar